Actualmente resides como médico militar en el campamento improvisado en las afueras de la ciudad rusa de Ibraskiov, actual terreno de guerra entre la alianza Japón-EUA y Rúsia. Los soldados marchan cada mañana a la ciudad intentando mantener lugares estratégicos, y el primer objetivo es el hospital, lugar con muchos recursos tanto médicos como alimenticios.
Por el momento, un campamento está establecido en las afueras de la ciudad, y disponéis de unos cuantos edificios a parte de las tiendas de campaña: unos calabozos en una especie de búnker subterráneo, una pequeña empalizada y un edificio pequeño con camillas, donde tu y una tal Maya O'Donell, americana, atendíais a los enfermos y heridos. Atendíais, puesto Maya marchó junto con un par de soldados como escolta un poco hacia el centro de la ciudad, para comprovar si podían establecer un camapmento más cerca.
Así pues, te encuentras en el edificio que usáis de enfermería, cuando tu superior, el general Mc Crew, junto con otro soldado, entra de un portazo con una camilla, donde encima va su hijo, un soldado de asalto demasiado temerario y engreído. Recuerdas como impartía órdenes entre los soldados como si fuera su superior, y recuerdas las veces que lo has tenido con fiebre o herido en la camilla. Sin embargo, sabes que debes hacer todo lo posible para que viva, puesto el general lo tiene por encima de todo, y si muere en la camilla atendido por un médico, a ése médico le esperará la muerte.
El general entró malhumorado y con prisas, empujando la camilla con ruedas junto con el otro soldado.
- ¡Rápido, Ishikawa! ¡Tenemos una baja muy importante! -gritó el general mirando al médico japonés, que estaba ordenando el botiquin.
Y colocaron al herido junto la pared para subirlo a la camilla estable y ancha. El hombre soltaba quejas y gritos de dolor sin cesar, sin duda lo que tenía debía doler.
Con la marcha de Maya hacia el centro de la ciudad, el trabajo había terminado por recaer en el peso de mis hombros, algo, que a pesar de que posiblemente doblegase mis esfuerzos y mis horas de trabajo, no me desagradaba del todo: para mi, el trabajo no era algo desagradable de lo cual desear su fin, sino más bien una oportunidad de mostrar mis cualidades. Este hecho se me brindó en bandeja con el acceso a la habitación del hijo del General Mc Crew: un tipo que irritaba con bastante facilidad a su alrededor, posiblemente causa de que fuese el <<niño mimado>> de todos aquellos soldados que estaban dispuestos a sacrificar su vida por acabar con Rusia.
Sin embargo, ese niño mimado me iba a ser precisamente útil. Al igual que era un arma de doble filo, confiaba plenamente en que podría salvarle y que sería recompensado como es debido. Con la entrada radical del general Mc Crew, respondo de forma totalmente disciplinada y respetuosa, propias de un soldado japonés.
- ¡No se preocupe general Mc Crew! - comento pasandome la mano por cerca de la frente en señal de respeto - ¡Haré todo lo posible! - digo, moviendome con rapidez al escuchar las adoloridas quejas del soldado hacia la camilla en la que había sido depositado, dispuesto a inspeccionarle y, sobretodo, para tomar las herramientas básicas para tratar los primeros y más básicos auxilios hacia sus heridas. Tenía pinta de ser algo bastante complicado, y era mejor no fallar en este momento, esto era algo que podía observarse en el rostro serio que adopté al ver al hijo del general.
El paciente no deja de quejarse. Tiene la mano derecha encima de su hombro izquierdo, donde no para de emanar sangre. No para de moverse y será dificil ver nada si está moviéndose a espasmos como lo está haciendo.
Tirada combinada entre inteligencia y sentido común para saber qué administrarle para que se calme y poder observar mejor la herida.
El general se echa a un lado para que hagas tu trabajo, sin embargo solo se va el soldado que le había ayudado a llevar a su hijo.
- ¿Qué, Ishikawa? ¿Cómo lo ves? -dice el general preocupado, mientras observa impotente la escena- Un vagabundo. La ciudad debería haber sido totalmente evacuada, sin embargo parece que un muerto de hambre mordió a mi hijo. Fue eliminado de inmediato.
Los continuos espasmos del hijo del general me están sometiendo a terribles nervios. Condenado. Me pregunto que tipo de enfermedades o de problemas están sometiendo a Rusia para que un desdichado sin hogar muerda a un soldado del ejército norteamericano cual perro infectado por la rabia. Sin embargo, si el hijo del general sigue así, no voy a poder conseguir observar nada: y ese vacío de información no me serían precisamente útiles en cuanto a mi futuro. Por una parte, siento algo de rabia de que mi futuro profesional pueda depender de este hombre, pero ahora no es momento de pensar en eso. Mas bien debía meditar en que podía utilizar para calmar a esta indomable bestia, porque sino, habría que inmovilizarlo por la fuerza, y eso no podía ser algo precisamente agradable para un enfermo.
- General, ¡necesita un calmante! - comento con mi indispensable disciplina y rectitud - ¡En cuanto consiga detenerlo, sabré que es a lo que me enfrento!
(Tirada: (Inteligencia+Sentido común)-5 = 8, e imagino que será una tirada de 1D6+8 a la mitad.)
Si consigo adivinar que es lo que necesita el soldado para someter su cuerpo a calma, se lo suministro inmediatamente como sea posible.
Tirada: 1d6(+4)
Motivo: Inteligencia+Sentido Común
Resultado: 4(+4)=8
El paciente necesita un sedante pero ya. En un momento lo preparas y se lo suministras con pocas dificultades, y su ritmo de actuación ves que disminuye muy rápido, quedando el hijo de general liso en la camilla, sin signos siquiera de vida, aunque sbaes perfectamente que está vivo, lo que pasa es que has modificado el sistema nervioso, cardíaco y respiratorio de manera que van a un ritmo mucho más lento.
Te fijas en la herida. Tiene carne que sencillamente le arrancaron de cuajo y se ve perfectamente que el elemento de sujeción para arrancar la carne fueron unos afilados colmillos. Fuera quien fuese el que lo mordió, tenía una buena dentadura y mucha hambre para hacer una herida de éste tipo. empiezas a pensar que podrías hacer para no tenerle que amputar el brazo, sin embargo es la única posibilidad si se quiere salvar la vida del paciente. No hay carne para coser, y la herida ya está muy infectada.
Tal vez deberías consultarlo con el general, sin embrago sabes que no debes demorarte demasiado.
- ¡General Mc Crew! - comento con una afirmación veloz, mientras ya estoy rebuscando las herramientas necesarias para poder proceder a la actuación. - ¡La única posibilidad de salvar la vida de su hijo es amputar el brazo! ¡La herida está infectada por algo extraño!
Así, pues, tomo todo lo necesario para poder llevar a cabo la tarea de salvarle la vida al hijo del general. Si este quería detenerme, le había otorgado algo de tiempo comentándole con rapidez que era lo que estaba dispuesto a hacer, pero dudo seriamente de que imposibilite mi acción: a menos que únicamente quiera a su hijo como militar, le dará igual que método utilizo si es por preservar la vida de su hijo. Aunque sea un soldado, es también padre, y para nuestra desgracia o fortuna, estamos cargados de sentimientos. Resulta irónico que alguien con inmensos delirios de grandeza como su hijo tal vez se vea obligado a dejar de lado la vida de soldado...
No puedo evitar fijarme de nuevo en esa herida, ¿qué clase de mordedura había podido ser?