Partida Rol por web

Animando a los ancianos para que anden más deprisa, me adelanto un poco para comenzar a combatir a los primeros enemigos que llegan hasta nosotros. Dejándome llevar por el instinto del samurái, empiezo a luchar contra ellos dando tajazos con mi katana y moviéndome de un lado a otro para despistarlos. Me siento veloz como el viento mientras voy asestando golpes que rajan a mis enemigos con furia. Esto por venir aquí a destrozar nuestras tierras... Esto por los aldeanos que han muerto... Esto por poner en peligro a nuestra gente... voy pensando vengativamente.

Aprovecho un momento de respiro para observar rápidamente las puertas y a mis compañeros samuráis, a ver si consiguen entrar en el palacio para escoltar a la princesa Yun.

Los enemigos chocan con los samurais leales en una brutal carga frontal, en cuya cabeza se sitúa Kagekiyo, seguido de cerca por su padre.

Los civiles comienzan a escapar mientras Tetsuya y Kokoro entran en el COnsejo para sacar de allí a la princesa, a pesar de las protestas de los ministros, los cuales luego de que su dirigente no pueda verlos salen corriendo a esconderse.

Al cabo de unos minutos los soldados enemigos se retiran, y el polvo del patio se levanta, dejando ver una autentica masacre en la que solo un hombre permanece vivo, arrodillado ante otro, sujetándole la mano. Kensou, al subir para comunicar que los civiles se han puesto en marcha contempla como Kagemori sujeta la mano de su hijo, el cual agoniza en el suelo

-Padre…- dice el joven mientras su progenitor le sujeta las manos y le acaricia la frente susurrándole -Kagekiyo…hijo mío…- el samurai parece viejo por primera vez desde que Kensou le ha visto, mientras se inclina para besar la frente de su hijo y luego ponerse en pie, observando el patio mientras un rugido de furia nace en su garganta.

Ante él se encuentra un samurai que se marcha, vestido de blanco y con el pelo azul, y justo cuando Kagemori iba a lanzarse contra él el informe de Kensou le devuelve a la realidad. COn lágrimas bajando aún por sus mejillas gira sobre si mismo y marcha a los almacenes, a encontrarse con la Princesa, Kokoro y Tetsuya.

Atrás quedan esposas, padres, madres, hijos, hijas o hermanos y por delante solo un éxodo hacia un destino tan incierto como temido: La aldea de Takagakure.

*Tras levantarme del lugar donde dormia, desde mi habitacion olia a sangre y a fuego..., me vesti lo mas rapido que puede, y coji mi arma, mire por la ventana un instante para ver que pasaba, algo estaba pasando en la ciudad...

Mierda, en que momento me quede dormido.., espera ese no es...

*Tras escuchar los gritos del Veterano heike, en ese momento se me cruzo una imagen en mi mente...

La princesa!!!, espero no llegar tarde

*Corro como alma que lleva el diablo hacia el lugar donde se escucha lso gritos de guerra, donde heike llama a sus aliados, para proteger a la princesa, o al menos pienso yo, espero no lelgar tarde a la situacion...

maestro... solo digo, poniendo mi mano en el hombro de Heike viendo el cuerpo ya sin vida de su hijo, la escena era desoladora, como alguien tan capaz, habia caido asi, y quien era ese samurai de cabellos azules, sabia que todo esto se iba a responder, pero este no era el momento ni el lugar y Heike parecio entenderlo ya que salio directamente hacia los almacenes. Antes de salir tras de él dirijo una ultima mirada a Kagekiyo, una mirada de despedida y lamento lamento no haber estado aqui para apoyarte, adios, amigo, hermano con una lagrima en su mejilla y una ultima mirada al campo de batalla, va tras Kagemori hacia los almacenes

Mientras todo esto ocurre, en los almacenes seguimos esperando a que vuelvan nuestros compañeros mientras vigilamos a la princesa. No puedo dejar de moverme de un lado a otro con nerviosismo, mientras me seco el sudor y la sangre en donde puedo. Intento hacer como que la batalla no me ha afectado al ánimo, así que sonrío un poco.

Bueno, princesa Yun... Decidnos cuál será el plan de ahora en adelante. ¿A dónde nos retiraremos para planear la venganza? - me dirijo a la princesa empleando un tono menos fanfarrón de lo habitual, un tono que suelo dedicar a los miembros de la familia Hibarashi.

Cuando algunos de mis más fieles samurais, entró al salón del trono, supe que la situación era grave, pero cuando lo ví con mis propios ojos...la ciudad estaba siendo invadida casi por completo y el palacio igual...En cuanto uno de ellos me pregunta que haremos, le miro con cierta seriedad en el asunto.

Nos iremos a la aldea ninja situada al norte, pediremos consejo al jefe ninja de allí...necesitamos su ayuda para salvar el país entero, además de mi reino...

En cuanto oigo la palabra ninja, un gesto de desprecio aparece casi sin querer en mi rostro.

- ¿Y no habría otra posibilidad, princesa? ¿No podríamos encontrar una forma de que otras aldeas nos ayuden? Aldeas en las que los samurais sean los protectores de la paz y la seguridad. No esos alfeñiques silenciosos que atacan por la espalda, no como auténticos guerreros... - comento escuchando el fragor de la batalla y pensando que los que están ahí fuera sí que son verdaderos héroes y luchadores. No como los de la aldea a la que nos dirigimos.

Kokoro habia estado en un extraño silencio desde que habian alejado a la princesa del consejo, y no es para menos, el impulso de cortarle la cabeza a uno de esos viejos cuando reclamó que no se la llevaria fue tan fuerte que casi pudo sentir la carne ser cortada por la espada, pero no lo hizo, nada mas que el gesto mas furioso y el impulso mas atronador fue necesario para acallar las quejas del consejo, pero la idea que asesinar a uno de sus propios dirigentes era perturbadora.

fue por la seguridad de hime-sama... y no sucedio

Eso era cierto, pero aun asi se sentia algo de malestar, decidio ignorar el asunto hasta que estuvieran realmente a salvo. Parpadeo varias veces para volver a la realidad. Mas correctamente, la voz d eYun lo hizo volver, como siempre.

-- La aldea ninja... los guerreros de las sombras. -no se veia contento con la idea como cualquiera de sus compañeros- bueno... sus habilidades son temibles y extrañas, igual que las de nuestro enemigo pero... ¿en serio? Hime-sama estoy de acuerdo con Tetsuya-san, sera mejor llevarla alguna aldea vecina, luego, si usted prefiere enviar un mensajero a la aldea ninja oculta, es muy peligroso para usted. Confiar su seguridad a los shinobi es.....

Llego junto a los demás, manchado de sangre y con aire distante, mientras las lágrimas caen sin cesar

-Los demás id delante…yo iré el último y la princesa irá en medio…vamos- la voz en nada se parece a la de hace unas horas, ahora es floja, débil y como de anciano, mientras que la de enctonces era alentadora, fuerte y llena de coraje.

llego poco despues que Kagemori y veo a todos reunidos, oigo su voz, cambiada, triste yo cubrire la espalda con usted dice aun con una lagrima en su mejilla izquierda. no estaba muy seguro de la desicion de Yun-dono, pero era su lider y juro protegerla con su vida

Al ver a Heike con ese aspecto tan desolador, le hago una leve reverencia y me callo inmediatamente por respeto. Al ver las lágrimas de su rostro comprendo que algo malo ha pasado, y lo único en lo que puedo pensar es en una sarta de palabrotas.

- Está bien. Yo iré delante de la princesa abriendo el camino. Higurashai, Kokoro, será mejor que la protejáis por los lados - digo rápidamente, algo incómodo por la situación. No estoy acostumbrado a este tipo de cosas, y soy malísimo consolando a la gente o tratando con personas que lo pasan mal.

Me ajusto el trozo de tela que siempre llevo en la frente y desenvaino mi katana, colocándome delante de la princesa con ademán protector. Antes de que emprendamos el camino, compruebo que no haya moros en la costa. Nunca se sabe, malditos enemigos... Están en todas partes.

-- Shisho... -Quedo pretrificado durante unos segundos, ver a su maestro en ese estado solo podia significar lo peor, todo vino a su mente ¿acaso alguno de los hermanos?¿su esposa? mientras pensaba una y otra vez los peores escenarios se le aglomeraron las lagrimas en los ojos, inmediatamente desamarro la banda de tela en su pelo y dejó que su flequito de cabellos cubriera sus ojos avergonzados y tristes, cumplio monotonamente las instrucciones, en silencio, intentando no romper a llorar sin siquiera saber la grabedad del asunto, sin imaginar que sus pensamientos no estaban muy lejos de la realidad.

Suspiro largamente y entrecortado, posando en alerta su diestra sobre el mango del wakizashi, mas corto y eficiente para un ataque sorpresa a corta distancia.

Cuando estoy siendo escoltada por los más fieles y eficientes samurais que me dejó a cargo mi padre para protegerme, me debería sentir segura, pero...sentía algo raro en el ambiente,algo que me incomodaba y no me gustaba de ninguna manera...

Mis fieles samurais...tengan cuidado, aqui hay algo extraño y más vale estar alerta...No quiero que salgan heridos y menos que mueran, nosotros somos la única esperanza de esta nación y debemos llegar a la aldea ninja del norte sanos y salvos...

Les comentaba dentro del círculo que formaron para protegerme de cualquier mal que pudiera venir de cualquier sitio cercano...

Al escuchar las palabras de la princesa, no puedo evitar sonreír un poco con una mezcla de odio y tristeza.

- ¡Tranquila, princesa! Si alguien intenta acercarse a vos, será lo último que haga - exclamo con aire orgulloso mientras comienzo a caminar deprisa, en dirección al norte.

- Será mejor que permanezcamos en silencio, alerta a cualquier sonido - les recomiendo haciéndome el experto tras echarle una mirada a Heike, que parece tan deprimido que no sé cómo actuar.

Miro de reojo a la princesa con una ternura descumunal, casi tan grande como su tristeza.

-- Yun-dono... no se preocupe por nosotros... es usted quien realmente importa, estamso aqui para protegerla y no al revez.

Cuando ella lo miro tambien, evito sus ojos lo mas rapido que pudo y continuo la marcha, listo para desenvainar su arma.

oigo las paabras de la princesa y observo a mis compañeros

avancemos rapido dice con un aire de tristeza aun y atento al camino a recorrer

observo a Heike maestro, hay que ser fuerte, ya podremos vengarnos piensa

Suspiro, tratando de controlar mi atormentado espiritu mientras miro mi katana, de color azul intenso y copos de nieve blancos en la saya "Llegará el momento de pelear contra él…y entonces más le vale estar preparado"

-Vamos…hay que darse prisa

Pasamos a la escena de terreno intermedio.