Partida Rol por web

Que el monitor indicara ondas sonoras en la 42B no aunguraba nada bueno. Parecía que iban a tener mayor trabajo que malentenderse entre ambos cainitas, pues habían quedado claras las diferentes formas que tenían de lanzarse puyas entre ambos.

- Um... no me gusta esto... dijo sorprendido mientras miraba las cámaras y no veia ningún imperfecto en la sala 42B, deberíamos asegurarnos que todo está en orden. ¡Vamos Alice! y rápidamente se dirigió hacía su objetivo, con cautela y sigilio. Su movimiento se proyectaba como una especie de sombras en movimiento que hacían en los que no estaban acostumbrado una sensación de escafrío que les recorría el cuerpo.

Me quede contemplando las pantallas y mire a Diego y negue con la cabeza - Ve tu, yo controlare las camaras por si falla algo mas, si veo algo desde las camaras te informare - Dije dandon dole mi telefono móvil pues en la sala de camaras habia teléfono. - Esta en vibracion, asi que si notas una llamada es que algo va mal, que salgas de ahí. - comente pues no me apetecia salir de esa sala y que quizas aquello fuera una trampa.

Tan pronto como las luces brillan, los dos neonatos deciden que uno iría a observar de cerca, mientras otra podía observar todo de lejos para avisar de cualquier percance. Una vez Diego se introduce en el ascensor, el contacto visual y auditivo que no fuese por medios tecnológicos queda totalmente descartado.

Gracias al pequeño paseo de Diego, puedes maravillarte del complejo sistema tecnológico de la guarida. A medida que va pasando por diferentes lugares, luces se encienden, aquí y allá, indicándote el ruido que hace, su temperatura e incluso la presión que ejerce al pisar en el suelo.

Distintas cámaras se van encendiendo a medida que pasa bajo su rango, tan solo para volver a desconectarse cuando lo abandona y entra en el rango de la siguiente, desde que subió en el ascensor, siempre lo has tenido al menos visualizado en dos monitores diferentes y puedes ver como mira con nerviosismo de un lado a otro. ¿Preocupación? ¿miedo? ¿desorientación? Quien sabe lo que pasa por la cabeza de un nosferatu.

Cuando por fin llega hasta la puerta, el sensor de sonido de la 42B vuelve a fluctuar peligrosamente y está vez con mas intensidad que cuando os llamo la atención, y el de movimiento... Y el de presión. Sea lo que sea hay algo dentro. Pero pesa muy poco para tratarse de una persona.

En cuanto las puertas del ascensor se cierran, el silencio lo envuelve todo, no es algo que te desagrade, es tranquilo. Tan tranquilo que te preguntas si de verdad el ascensor está bajando o simplemente se ha quedado quieto pero con la puertas cerradas. Si no fuera por la pequeña pantallita que te informa a medida que vas cruzando los pisos...

Cuando las puertas se abren de nuevo, ante ti un pasillo blanco, con luces fluorescentes blancas, y puertas blancas. Tan solo las juntas entre las baldosas, con las pequeñas sombras que se proyectan en su interior rompen un poco ese blanco tan profundo. Te mueves despacio, buscando tu destino.

El silencio sigue predominando, caminas con el máximo sigilo pero hasta el roce de tu ropa se te antoja un sonido demasiado elevado al romper ese precioso silencio. Tu mente se siente confusa, paranoica, sabe que no deberías estar ahí, como si los secretos de esas habitaciones pudiesen salir y destrozarte. Empiezas a preguntarte si realmente es tu mente la que te produce esa sensación o hay algo mas poderoso, quizás otro sistema de seguridad que aun no llegas a comprender que es el que producen que tu alma se sienta tan insignificante allí abajo.

Procuras hacer pensar en otra cosa, pensar en la de cantidad de luces que se le deben estar encendiendo a Alice con cada paso que das. Te tienta el llamarla, pero no.. No por el momento, la necesidad de hablar con ella sin tener nada que decir seria como admitir el miedo que te da ese lugar. Finalmente llegas, a la puerta "42B" te ha parecido un camino eterno.

No se escucha nada al otro lado... 

Nada, hasta que algo golpea la puerta desde el otro lado.

Una vez había llegados hasta aquí no es hora de regresar. Fue el pensamiento que tuvo en ese momento. Pero el círculo le había dado un papel, y Diego debía cumplirlo. Por mucho que un sudor frío se exhumara rápidamente por todo su cuerpo y cayera lentamente desde su frente hacía abajo, por mucho que le temblasen las piernas... debía hacerlo. Debía encontrar un lugar en el mundo, debía complacer al círculo, y más importante todavía, no debía mostrar signos de debilidad hacía Alice. Lo último que quería era que le tratará como un mero subordinado alguién que debía tener como mínimo su mismo estatus. Así que, con mucho aplomo, se decidió a abrir la puerta.

Activó sus hablididades vampíricas, pues si había algo allí, no sería algo muy normal. Cómo tampoco era normal que un vampiro tratara sobre la normalidad del mundo. Lentamente giró el pomo de la puerta y entró. Miró hacía todos los lados, tanteando el ambiente, y observando cualquier anomalía, sabiendo que desde el piso superior, Alice estaría observándolo desde las cámaras de seguridad.

Permaneci atenta a las pantallas pero no dije nada a Diego, no sabia si porque no le di mucha importancia por ahora o por si me la traia un poco floja lo que le pasara al nosferatu la verdad, no es que hubieramos echo muy buenas mugas y ahora mismo me daba igual y se lo cargaban, y yo desde alli podia verlo todo y escapar a tiempo si la cosa se ponia fea.

La puerta cede gustosa, sin hacer el menor ruido lo cual sin duda es buena señal. En el interior la oscuridad es absoluta, tanteas el interruptor pero o no hay o no lo encuentras, tus ojos se van acostumbrando lentamente a la oscuridad pero antes de eso.

Sientes como algo se agarra a tu tobillo izquierdo y antes de que puedas darte cuenta una fuerza superior estira de ti, caes contra el suelo, y frente a ti hay un rostro, un rostro de una mujer totalmente demacrada con los colmillos mas largos que jamas hayas visto. Puedes sentir su bestia sedienta, aplastando la tuya, reclamando su autoridad en la cadena alimenticia. Pero la realidad es diferente. La mujer tumbada en el suelo frente a ti apenas tiene un hilo de voz.

-Sangre... Mi sangre... Dame... Sangre...

Una vez frente a la puerta Diego la abre, y se adentra lentamente, una vez dentro pierdes el contacto visual.

Y no pasa nada, 1 segundo... 2 segundos... 3 segundos.

Un nuevo pico de sonido, muy elevado pero breve. El interfono de Diego manda un ruido extraño, atas cabos rápidamente, se ha cáido al suelo de golpe y de pronto un susurro.. No es su voz eso es seguro. Ahora desearías haber desarrollado esa capacidad de algunos de tus semejantes para mejorar sus sentidos ¿Que es lo que ha dicho esa voz? ¿Sangre?

No dude un segundo saque mi telefono movil y mande un mensaje rapidamente a mi sire, pues ahi estaba pasando algo de eso no habia duda.

Marcus, alguien ha entrado, creo que Diego puede estar herido, estoy siguiendo las cámaras.

Algo tiró de mi tobillo y me hizo caer, entonces la ví. Aquella desagradable mujer implorando ser alimentada. Me hubiera gustado estar en el lugar de Alice, y ser yo quien viera el espectáculo, en lugar de estar metido de lleno en él. Sin embargo lo que tiraba de mi tobillo no era esa mujer, por lo que estiré con fuerza para intentar liberarme de aquello que estiraba de mí, para luego situarme lo más alejado posible de la cainita e inmediatamente sacar el cuchillo para comprobar qué era lo que había echo que cayera de bruces contra el suelo.

Tratas de liberarte de lo que te aprisiona el tobillo que no es otra cosa mas que la fria garra de la mujer. Tratas de desenfundar tu cuchillo, pero para cuando lo consigues ya es tarde. Sientes su dientes en tu piel. Apenas si ha probado tu sangre, se incorpora entre toses, en parte escupiendo parte de la vitae que ha bebido de ti.

-Esta sangre.. Esta sangre apenas me sustenta. Necesito mi sangre... Es imprescindible o sera el fin, el fin de todos. ¿Donde estoy? -De pronto sus ojos se clavaron en ti, como si te viese por primera vez. En la oscuridad no podías distinguir sus rasgos, pero sus ojos brillaban como los de un depredador en las tinieblas.- ¿Perteneces al Circulo...? ¿Tu eres mi encargado?

Con toda la velocidad de la que eras capaz tecleaste el aviso para tu sire y superior, pero hacia horas que se había marchado, si era cierto que hoy había un ritual tan importante y ya estaban en medio del mismo... No sabias cuanto podía tardar en ver el aviso.

Seguiste atenta a las cámaras... Nada

Sonido... Si, con claridad, el indicador no paraba de vibrar, si había algo oculto ya no se ocultaba.

Por el walkietalkie de Diego continuaban llegándote sonidos confusos, se escuchaba otra voz ahora si que estabas segura, pero seguían siendo demasiado baja para escucharla, eso si Diego no decía nada, su voz si que la oirías claramente, o quizás es que no podía decir nada.

Intenté mantenerme sereno, pues no quería mostrar más debilidad de la que ya había mostrado. Para colmo todo estaba siendo transmitido a través de las cámaras.

- ¿Quién eres, como has llegado hasta aquí? - aunque más calmado, todavía sostenía el cuchillo en la mano, en señal defensiva. Bajé la vista un instante hacía la pierna herida para ver la gravedad del mordisco... nada que el tiempo no pueda curar... pensé.

Escuché palabras acerca del círculo, y no sabría decir si eso era bueno o malo.

- Soy un iniciado - respondí, bajo mi asombro, con humildad - mi misión es que nadie ajeno al círculo moleste esta noche tan especial Volví a enfunar el cuchillo ¡Quien eres! ¡Contesta!

La mujer te observaba, y creíste ver cierto alivio en sus ojos, aun estaba tumbada en el suelo y a duras penas se sostenía. Aun así pareció sacar fuerzas para contestarte.

-Un iniciado... En ese caso no te atrevas a hablarme así ¡Me debes lealtad! Yo soy la máxima autoridad del circulo aquí. Esta es la noche de la luna... Del ritual... Del despertar y el de mi sangre... Todo terminara si no encuentro mi sangre...

Parecía divagar, entre la realidad y la inconsciencia, hasta que la lucidez volvió a sus ojos.

-Ayúdame a salir de aquí, ayúdame a encontrar mi sangre o no habrá un mañana.

A desgana, Diego obedeció. En estos momentos, el círculo era todo lo que tenía. Tendría que escalar posiciones, y parecía que su invitada podría ayudarle en esa tarea. Guardó el cuchillo, la ayudó a levantarse, y la apoyó sobre su cuerpo para llevarla junto a él. Mientras abría el pomo de la puerta, siguió preguntándole

- Siento mis modales... mi misión era que no hubieran contratiempos. Dices algo de encontrar tu sangre... ¿Dónde debemos dirigirnos?