Partida Rol por web

Después de la llamada, unos asuntos urgentes en la universidad te hicieron acudir a tu despacho, había papeleo y un par de trabajos que deberías terminar si vas a tener que ausentarte de la ciudad para visitar la colección, y más vale estar listo para cuando llame el abogado. Sabes que más de uno intentará adelantarsete, pues es un tesoro muy valioso para algunas personas.

Es extraño, ese hombre Blackwood, parecía saber aún menos que tú sobre las circunstancias de Mr. Howsmith. Algo extraño pasaba, y parecía sinceramente sorprendido de tu llamada y conocimiento de la muerte. No puede ser tan reciente si alguien te lo ha comunicado por carta desde la mansión. Y su abogado estaría al tanto de todo, o eso debería.

La noche comienza a caer en el campus, las sombras gana terreno poco a poco al frío sol primaveral. Pronto llegará el calor, pero en esta época el viento disipa toda calidez, y trae la humedad desde el mar.

Esa colección te resulta fascinante, por su secretismo, por el valor que puede tener, y por el prestigio que otorgaría a tu colección y a tu negocio.

Desde el cristal de tu despacho has visto cómo las luces iban apagándose en los otros despachos mientras terminabas tu trabajo, distráido aún por la desconcertante llamada y las elucubraciones sobre los valiosos volúmenes que podrías conseguir.

"¿Me pregunto si en la biblioteca del departamento habrá algo sobre la familia Howsmith?, me acercaré a ver que encuentro"
Me dirijo a la biblioteca de Historia, más por curiosidad a cerca de la familia que por la esperanza de encontrar algo significativo.
" Se me parará el corazón como descubra que esta familia son exploradores o aficionados a las lenguas muertas"- Fantaseaba Albert mientras recorría los socuros pasillos de la desértica universidad.
" Depería investigar un poco entre los pocos amigos que quedan de mi abuelo, ellos conocían algo mas de los Howsmith..."
Su mente viaja demasiado lejos, Albert, se reprendió por divagar con tanta facilidad y atravesó la puerta de la biblioteca, el lugar estaba desierto, una solo lápara encendida sobre unos tomos abiertos y nada más...

La biblioteca está ya cerrada a estas horas, pero Bobby, el chico negro que se encarga de la entrada por la noche podrá abrirtela sin problema.

Te encaminas escaleras abajo, sólo algunas luces están encendidas, pero son suficientes para bajar las escaleras hacia el gran hall del edificio de Humanidades.

La doble escalera desemboca en el amplio recibidor. La puerta de la calle está cerrada, y fuera la noche ya ha caído, se nota que la temperatura ha bajado. A la izquierda las dobles puertas de la biblioteca están entreabiertas, y no ves por ningún lado a Bobby. Debería estar aquí por si algún profesor despistado o muy ocupado se queda trabajando hasta tarde, pero ves su pequeña mesa con una taza de café a medias. El gran llavero que siempre lleva con él, con todas las llaves del edificio está también encima de la mesa.

" Que extraño, donde andará este chico", decidido me dirijo hacia las puertas entreabiertas de la biblioteca, por un instante pienso en cojer las llaves, pero luego,"seguramente abrá ido al servicio, no seas asustadizo,albert".
Llego hasta la puerta de la biblioteca y empujo la puerta lentamente para ver quien anda dentro.
Un extraño escalofría recorre mi columna, no se por que, la oscuridad dde esta noche, no me tranquiliza...

La puerta cede suave, Bobby hace bien su trabajo, y las bisagras engrasadas no revelan el movimiento. La gran sala está a oscuras, algo de luz lunar entra por la gran cristalera del techo, creando sombras alargadas y dándo vida a cada forma extraña.

Un par de pasos hacia el interior , justo ahsta donde la luz del recibidor todavía permite ver, revelan una pequeña lámpara de aceite. Tirada en el suelo justo dónde las sombras empieza, un poco más allá y no la hubieras visto.

No te es difícil encenderla, pero le queda poco aceite y por ahora sería más prudente mantener la llama baja. A tu alrededor no parece haber nada que llame tu atención, y un pequeño barrido con la luz de la linterna no revela nada.

El silencio es el que esperabas, sepulcral y pesado. Lo úncio fuera de lo normal, es que quién quiera que hay entrado dejara ahí tirada la lámpara. En las paredes, un poco más adelante, hay otras lámparas que solo necesitarías encender para conseguir algo más de luz. La iluminación de la biblioteca es algo vieja y no cuenta con un interruptor general.

Lentamente, me acerco hacia el límite de la sombra, a buscar la linterna de aceite. Atento quiero esforzarme en prestar atención. Esa noche las sombras me ponen nerviosos. Demasiados libros extraños, pienso, y lenamente me agacho a cojer la lámpara si apartar la vista de las sombras . Encenderé las otras lámparas de aceite, espero que con esta llama me sea suficiente, volver a mi despacho a por el encendedor me parece un malgasto de tiempo.

Mientras enciendes la primera lámpara, al fondo de la biblioteca oyes el rodar de algún objeto metálico, y unos pasos detrás tuyo, algo alejados que parecen dirigirse apresurados hacia la puerta de entrada.

Me lanzo a correr hacia el fondo, hacia donde escuche rodar algo, si la puerta se cierra, ya la aporrearé hasta que ese cagón decida abrirme. A medida que avanzo me repito, " Esto no es una buena idea ALbert"...

Albert se lanza a corriendo hacia donde ha escuchado el ruido, girando tras un par de estanterías, llega con la respiración acelarada ante lo que ha producido el ruido.

Frente a él, una de las estanterías más concocidas por él, la de historia local del condado de Boston, ha sido vaciada. Valiosos volúmenes originales, que datan desde las primeras colonias que se establecieron en la zona, pasando por los sucesos de Salem y llegando hasta la actualidad, forman una desordenada pila frente a él. Al lado, un par de pequeños bidones metálicos de color rojo están tirados en el suelo y su contenido esparcido por encima de los libros y por el suelo emana un fuerte olor acre. Gasolina.

Encima de la pila de libros, el cuerpo de Bobby, el muchaho negro que hace las veces de vigilante está tendido exánime. En su pecho un cuchillo de caza clavado hasta la empuñadura. Atado a él, un trozo de tela que comienza a arder consumiéndose cada vez más rápido.

En caso de superar la tirada, intentaré , al coste de la integridad de mi mano, evitar el incendio, tomando el trozo de tela con la mano desnuda y arrancandolo. Prefiero una quemadura en mi mano que unos libros tan antiguos quemados por un demente¡.

El trozo de tela, practicamente desecho, amenaza con ahcer prender el combustible que empapa los libros. Pero en un alarde de valor te lanzas a cogerlo con la mano, más por apagarlo ya que por realmente separarlo de los libros. Sólo la suerte ha conseguido que llegues a tiempo.

en un desesperado intento caes sobre los libros que se apilan y agarras la tela con la mano , el dolor es muy intenso, pero la tela se apga. Jadeante por la palpitante quemazón en tu mano, que se hace notar cada vez más según la adrenalina va devolviéndote toda tu percepción, caes de rodillas sobre los libros, recupernado por un momento el aliento.

Presto atención a los pasos que escuché en la puerta, con un ojo miro el puñal clavado en el portero , si en algún momento la cosa se tuerce, bueno, se donde hay un arma.
¿ Que descerebrado y psicótico podría intentar quemar unos manuscritos de tan incalculabe valor histórico?, si bueno y matar al portero negro.
Me incorporo mientras apriento la muñeca con la adsurda esperanza de calmar el dolor. No quiro convertirme en leña de esta pira de libros.
De reojo miro los tomos del montón, busco los de mayor valor, quiero sacarlos de ahí cuanto antes.

Aunque algunos volúmenes quedarán muy estropeados al empaparse de combustible, la mayoría están ya a salvo mientras nadie acerque una llama. Restaurarlos y colocarlo será una larga tarea, ya que en la pila se amontonan al menos un centenar de volúmenes. Apartas a un lado en un momento los que recuerdas como más valiosos de los que sobresalen de la pila cuando tu atención se desvía hacia los ruidos de la puerta.

Justo al recuperarte momentaneamente del dolor, oyes el fuerte batir de las hojas de la puerta principal al abrise de golpe. Un grito asustado de mujer proveniente del hall te pone en guardia, pero inmediatamente oyes una fuerte carcajada. La risa parece quebrarse en los agudos, con la cadencia histérica de un maniaco. Todo pasa muy deprisa y oyes ruido de cristales rotos proveniente también del hall.

Corro con los volúmenes hacia la puerta, y antes de llegar los dejo caer con cuidado tras la puerta, luego me asomo al vestibulo, sin dejar de estar alerta. Por una mujer, bien me mediré con los puños con cualquier demente. ( soy un caballero, no puede ser de otra forma, aunque no me apasione la idea, la verdad)