Partida Rol por web

El rompescudos es terriblemente zarandeado, arañado, golpeado y acicalado por las terribles lamias de pesadilla que se arrojaban como chacales enfurecidos sobre la coraza del enano quien más bien parecía una entorpecida tortuga acechada por depredadores que la rodeaban. Arrojó un golpe de hacha a la nada y pareció impactar algo demasiado duro como para considerarlo carne. Cerró los ojos mientras que sangraba por media docena de orificios y cortes en su armadura. Se preparaba para la siguiente embestida.

Aprovechando que la diablesa parece aturdida, Marius descarga un nuevo golpe contra ella. Matar a aquellas criaturas no parece fácil para nada. Son resistentes y terriblemente fieras, no obstante no pueden rendirse, ni huir, pues de ello dependen sus vidas.

- ¡Vamos, no desfallezcais! - Trató de infundir ánimos en sus compañeros.

Buri no paraba de ser atosigado por aquellas horribles diablesas, pero e enano parecía estar aguantando bastante bien sus ataques, en ese momento Mordrak se fijo en el pobre de Luis, el cual estaba más cerca de la muerte de lo que cualquier persona humana debería, así que a pesar de ese instante de duda se decide a ayudar al espadachín, así pues cuando iba a a atacar a esa diablilla ve a Marius golpearla fuerte con su mangual, confiando en que entre los dos podrán con esa diablilla se lanza a ayudar a a una de las que está atosigando a Buri. 

El hechicero se lanza sin ningún miedo a ayudar a su compañero con un rápido movimiento de espada, con el cual consigue golpear a una de las diablillas, por desgracia el frenetismo de aquella estocada lo distrajo demasiado como para si quiera ser capaz de canalizar los vientos de la magia de forma apropiada.

Eldillor a pesar de estar a escaso un metro, disparó otra flecha que se incrustó en la carne de la súcubo.

Poco a poco la espesa sangre negruzca de los demonios manaba de sus heridas. Eran duras y el dolor les producía placer, pero vuestra superioridad al final parecía imponerse hasta que con un rugido de placer y dolor dos diablillas que acometían a Buri parecieron encontrar la brecha en su armadura.

-Te pelaremos como a una manzana.- Dijo una.

-Y nos comeremos el gusanito que hay dentro.- Replicó la otra emocionada.

aunque estaba herido, todavía tenía la posibilidad de seguir combatiendo junto a mis compañeros, por lo que levanto mi estoque y lanzo unos tajos rapidos sobre la diablilla mas cercana

En la oscuridad de aquella herrumbosa casa Buri estaba rodeado por diablillas que atacaban sin piedad. El enano bloqueaba golpes y los esquivaba como como podía, y su castigado escudo tenía magulladuras y cortes superficiales gracias al poder antinatural de las criaturas y el terrible filo de sus garras.

Evitó un último golpe que pudo haberle cortado la barba o la garganta dando un saltito hacia atrás y devolvió el favor con un tajo del hacha que si bien podría comprometer su defensa, también si era aprovechada por sus compañeros podría colaborar en iniciar finalmente una ofensiva que los sacara de aquel aprieto.

Marius empezaba a notar el cansancio de golpear una y otra vez con su mangual. Quizás fue por eso que erró en su golpe por una vez. 

- ¡Mierda! - Dijo por lo bajo.

El mago lanzó otro tajo a la diablilla que esquivó sin problema el arma de Mordrak pero el proyectil mágico la pilló desprevenida acertándole de lleno.

La combinación de los ataques de Luis, Mordrak y Marius acabaron con la diablilla que les acosaba con una implosión púrpura desvaneciéndose de vuelta a los reinos del caos. Ahora ya tenían vía libre para ayudar a Buri, que aguantaba de manera sobresaliente aunque sangraba por numerosos cortes y heridas.

En cuanto se vieron reducidas en número, las diablillas se desplegaron para enfrentarse a quienes las acosaban.

- ¡He puta! - Gritó Marius tratando de llamar la atención de la diabilla que estaba acosando a Buri. - ¡Juega un poco conmigo y deja al enano, que es mucho más feo que yo! - La incitó.

Tras sus palabras lanzó un ataque, pero falló. El combate estaba dejando mella en él. Estaba realmente cansado. El viaje, la falta de sueño, la escasa comida y el no descansar, estaba haciendo que pagara un precio muy alto.

El elfo no tuvo mas remedio que sacar su espada frente al inminente ataque de la diablilla. Su arco cayó al suelo desenfundado con extraordinaria rapidez para repeler el asalto con un poderoso ataque.

Las diablillas parecieron reaccionar ante la muerte de su amiga convirtiéndose en auténticos demonios de pesadilla. Ya no eran sensuales ni sus gritos precedían al orgasmo. Su piel se oscureció saliéndoles pústulas y manchas. Crecieron cartílagos puntiagudos en sus extremidades convirtiéndose en tenazas capaces de partir a un hombre por la mitad y sus colmillitos se convirtieron en dientes afilados y negruzcos que precedíana una oscura boca de la que solo mananban mentiras y engaños.

El cambio de apariencia no pilló por sorpresa a Eldillor de la casa Birlithe, pues en su larga vida había visto imágenes y oído cuentos de estos cambios demoníacos que confundían la mente.