Partida Rol por web

Buri observó el lumínico espectáculo desde la seguridad de su refugio y solo tuvo certeza de una cosa, podían ganar aquella batalla imposible.

Se acercó a sus compañeros limpiándose la barba de hollín, y asintió con la cabeza en silencio demostrando así su predilección a continuar con el plan.

La plaza bullía de soldados y demonios mutados que antes fueron humanos en una algarabía de cuerpos despedazados, partes mutiladas, sangre por doquier y vísceras. Los auténticos demonios se convertían en polvo o desaparecían sin dejar rastro salvo la matanza que les seguía.

Al entrar en la plaza un grupo de soldados cargó contra vosotros al confundiros con esbirros del mal. Después os unísteis a la refriega, pero solamente si el enemigo se encontraba en vuestro camino.

Atravesásteis la plaza como pudísteis, luchando, corriendo, esquivando y saltando cuando era necesario hasta llegar a la entrada del puente. Al otro lado se encontraba el cuartel de la milicia local. Estaba situado cerca del puerto para una respuesta inmediata, cerca de la entrada oeste por si había invasión desde los bosques de hombres bestia y estaba rodeado de un río con tan solo ese puente como única entrada y salida. Pero no había sido suficiente.

Superados en número los defensores del cuartel habían vendido cara su vida, pero aún así los edificios se veían calcinados, semiderruidos o en llamas. Cascotes y cuerpos inundaban el puente y suponíais que también las calles del cuartel.

Solo quedaba regresar y luchar o adentraros entre los edificios semiderruídos y a medio calcinar en busca de lo que habíais venido a buscar. Armas para acabar con el enemigo.

- ¡Mierda! - Exclamó por lo bajo Marius.

Habían llegado tarde. El almacén de las armas había sido presa de las llamas y posiblemente ya había sido saqueado y de no haberlo sido, posiblemente las armas hubiera quedado inservibles. Podían ir a mirar si quedaba algo, pero buscaban explosivos principalmente y el fuego y ese tipo de material no eran realmente algo que congeniara demasiado bien. Si las llamas habían calcinado el almacén, los explosivos debían haber explotado. No obstante, no había escuchado una detonación acorde a tal circunstancia, como tampoco había visto una nube de humo y fuego lo suficientemente alta como para identificarla con una explosión de tal magnitud. Entonces... ¿Qué había pasado?

- No creo que encontremos lo que hemos venido a buscar. - Dijo entonces Marius. - Puede que los explosivos ya estuvieran en posesión de los defensores desde el principio o puede que hayan estallado. - Se mantuvo pensativo. - Podría ser que quedase algo, aunque lo dudo. Por otra parte, ya que estamos aquí... - Tomó aire. - ...supongo que podríamos echar un vistazo. - Se encogió de hombros. - ¿Qué me decís? 

-Siempre hacia adelante.- Las palabras del elfo surgieron sin más de su boca, como acostumbraba a hacer dando ánimos a todos. -

-Estoy de acuerdo con el elfo. Puede que todavía podamos aprovechar algo.-

Buri seguía marchando sin detenerse ante las dudas de Marius. Tenía una asquerosa mezcla de sangre seca, cenizas y hollín en el rostro y gran parte del cuerpo. Su hacha estaba ahora negra y maloliente como la brea.

—Cualquier cosa que pueda ayudar, incluso un cuarto de dinamita puede reducir un gran número de enemigos. Hay que moverse más rápido que el incendio. Si fallamos, nos estarán esperando en el campo de batalla.