Partida Rol por web

PRIMERA RONDA

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Ser Edmund Whitehill - Ser Gregor Clegane

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Ser Godric Caron - Ser Richard Cassel

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Ser Edmund Whitehill - Ser Gregor Clegane

Ser Gregor Clegane y Ser Edmund fueron llamados para protagonizar el primer enfrentamiento de la contienda. El norteño pidió el mandoble a su escudero. La diferencia de tamaño era tan evidente que resultaba hasta cómica. Ser Edmund no era especialmente alto. Quizás llegase con timidez a los 6 pies de altura. Su rostro mostraba seriedad, concentración. Cuando se dio la señal de inicio, la montaña fue hacia él con la furia que le caracterizaba en combate, y se dispuso a asestar un golpe a su oponente el cual impacto en las costillas,aunque la vieja malla del norteño hizo su trabajo. Ser Edmun, llevaba la espada baja, casi arrastrádola y aprovechó el impacto para ganar el lateral del gigante y con la parte plana de su espada barrerle los pies hasta levantárselos, dejándole durante un instante, prácticamente tumbado sobre una cama de aire. El caballero aprocechó la inercia para girar sobre si mismo, a la par que alzaba sobre su cabeza el mandoble, que dejó caer con violencia sobre Ser Gregor, con un estruendo que resonó en el graderio, al cual acompañó una estela de sangre que salpicó el rostro de Ser Edmund. Casi al intante otro aparatoso y sonoro golpe envuelto en polvo surgió del choque de la montaña contra el suelo. El norteño permaneció en guardia con los ojos muy abiertos, mientras incipientas venas surgían de su rostro y cuello.

Luego de que mis hombres me pasasen mi mandoble y al entrar al círculo donde lucháriamos no pude evitar sonreir. Mi oponente era casi la mitad que yo, por lo que sería una pelea facil en cuanto logre golpearlo una vez. Su armadura era fuerte, así que tendría que probar bien sus puntos débiles para encontrar el sitio donde golpear.

Apenas empezó la batalla intenté un ataque contra sus costillas. Si iba lo suficientemente fuerte, le dolería por sobre la armadura. Sin embargo, esa vieja malla pareció aguantar bastante mejor el golpe de lo que creí, porque el norteño nisiquiera se inmuto. Lancé una maldición mientras me preparaba para recibir su impacto. Fue entonces cuando noté que perdía mi balance. Lo siguiente que sentí fue un golpe como un hachazo que me partió el pecho y me terminó de tirar con aún más fuerza al suelo. Casi pierdo el conocimiento y quedé tirado varios minutos, mientras mis hombres intentaban ayudarme y eso fue lo último que recuerdo de la contienda.

 vs 
Ser Godric Caron - Ser Richard Cassel

Ser Richard entró a la arena con el semblante serio, expectante por lo que iba a acontecer en pocos segundos. No se encontraba nada nervioso aunque el contrincante que tenía ante él le sacaba altura y era un completo desconocido para Richard, aquello era algo malo para el hombre de las tierras del Norte, pero no se amilanó, sabía o se creía capaz de enfrentarse a él, por ello alzó su imponente martillo de guerra e hizo una ligera genuflexión ante Ser Godric en señal de respeto, y aunque no dijo nada, siguió pensando lo mismo que ante, que venciera el mejor.

El caballero se formaba en su mente las diferentes situaciones de combate, tratando de anticiparse a lo que pudiera venir, pero aquello fue su primer error ya que esos segundos de ensimismamiento brindaron a su rival una oportunidad dorada que ni se pensó dos veces en pasar por alto.

Ambos luchadores se acercaron, con sus armas prestas, pero Godric llevaba ventaja, alzó su arma y la descargó con una fuerza inusitada que sorprendió a Richard por su contundencia y velocidad… Richard estaba acabado y lo supo en el mismo instante en el que no logró bloquear el ataque de su oponente y recibió, con la guardia baja el arma de Godric.
El impacto fue, a falta de una palabra mejor, brutal, Richard salió despedido hacía arriba y atrás por la tremenda fuerza del impacto recibido y cayó sobre la arena escupiendo sangre por la boca. El dolor que sintió Richard fue demencial, pero aquello era una buena señal, estaba vivo a pesar del terrible ataque recibido… dos cosas le quedaron claras al caballero, una era que había perdido de una manera un tanto patética y la otra era que prefería a Ser Godric a su lado y no frente a él.

Pasaron unos instantes hasta que logró recobrar el aliento, ya que se quedó sin aire en los pulmones. Se incorporó un poco con el rostro enrojecido y contraído por el dolor que sentía y logró decir, entre jadeos – joder… y que fuéramos enemigos… - le hubiera gustado que su oponente se hubiera controlado un poco, al fin y al cabo era un torneo y ahora Richard tenía serias dudas si lograría sobrevivir a la justa que le tocaba después; fuera como fuera, lo intentaría; si debía morir, que fuera a lomos de su caballo y no en un camastro atosigado por las fiebres.

Ser Godric entró en la zona de contienda con la ligera sonrisa que parecía ser habitual en él. No parecería para nada amenazador, si no fuera por su enorme cuerpo, que iba recubierto por una cota de escamas igualmente enorme... Y por el mangual que sostenía en la mano diestra, mientras sostenía un escudo con el emblema Caron en la siniestra. Miró desde las alturas a su adversario, y respondió a su saludo con educación. 

Por como cogía su arma, se notaba que debía ser un oponente digno, y seguramente aquel martillo tuviera buena pegada. Pero, por desgracia para el norteño, Godric fue más rápido. Quizás una cuestión de un par de segundos, pero lo fue. El mangual ya estaba girando antes de que Ser Richard empezara a levantar el martillo, y en movimiento antes de que empezara a bajarlo.

La bola golpeó al norteño en el pecho, con un golpe contra la armadura que resonó como una campana, abollando las protecciones del caballero en el proceso, y derribándolo al suelo de un único y certero impacto. Al comprobar que su rival había quedado sin aire, y no se volvería a levantar en armas en aquella contienda, dejó de esgrimir su arma, y se acercó a Ser Richard, teniendo su enorme mano para ayudarle a levantarse.

-Espero que no me lo tengáis en cuenta, Ser. 

SEGUNDA RONDA (FINAL)

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Ser Edmund Whitehill - Ser Godric Caron 

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Ser Edmund Whitehill - Ser Godric Caron 

Ser Edmund se dirigió de nuevo en la arena, esta vez para enfrentarse a otro gigante. Sin embargo a este se acercó a saludarle con una leve sonrisa. Parecía conocerle, y para aquellos que sabían de los sucesos del asedio a Pyke, no sería noticia. -Ser Godric...Es un honor enfrentame vos.- Le dijo con tono sincero. -...gran caballero y mejor compañero de armas- Dijo estrechándole el antebrazo. El espectáculo recordaba a su anterior contienda. Un enano, contra un gigante. Ser Edmund colocó la espada de nuevo a ras de suelo. Cuando sonó la voz que daba comienzo a la contienda, el gigante tintineante se movió con una rapidez sorprendente, al menos para alguien de su tamaño y lanzó su mangual, el cual impactó sobre el pecho de Ser Edmund. Quizás fuese la suerte. Quizás las púas se enredaron entre los eslaboles sueltos de su cota de malla, o simplemente, que aquel por el que corría sangre de los primeros hombre era como un yunque al que se le podía golpear una y otra vez sin perder su forma. Sea como fuere, no manó sangre de su pecho. Pero en ese instante dislumbró el hueco en la armadura del caballero de las Marcas de Dorne lanzando un rápido golpe ascendente hacia la axila del brazo, que aún extendido, sujetaba el mangual. De nuevo su espada se tiño de sangre, momento en el que se detuvo, y observó tratando de disimular cierto gesto de preocupación.

El segundo combate fue contra Ser Edmund, al que Godric ya conocía, y podía decir que se alegraba de que hubiera derribado a la Montaña. Tendió la mano a su adversasio, con una sonrisa algo más amplia, y un asentimiento de cabeza. Que ganara el mejor, eso era lo único que cabía esperar. 

Otra vez las armas y los guerreros se pusieron en movimiento, y otra vez la enorme masa de músculos que era Ser Godric fue, sorprendentemente, más rápido que un adversario más pequeño. Otra vez el mangual voló, y su cabeza golpeó con fuerza contra el otro norteño. Sin embargo, al golpe le faltó, quizás por poco, el empuje que había tenido con el otro, quizás por la simpatía que parecía profesar por su adversario.

Por desgracia, el arma de Ser Edmund había seguido su recorrido, y acabó impactando con fuerza en el gigantesco caballero. Su filo se hundió en el cuerpo de Ser Godric, y un pequeño chorro de sangre salió, mientras unos hilos corrían por la hoja. Godric apretó los dientes al sentir el impacto, y con un pequeño gruñido cogió la hoja con el guantelete de su armadura, y se sacó el arma. 

La herida no revestía mucha gravedad, pero sí la suficiente para ser un impedimento en la justa.

-Os felicito, Ser Edmund. Seguís pegando tan fuerte como en Pyke. 

VENCEDOR DE LA CONTIENDA

  
Ser Edmund Whitehill