Partida Rol por web

El golpe seco en la boca del estómago hace vomitar a la asaltante y previsiblemente quedar aturdida mientras cae hacia delante, mordiendo de forma literal el polvo del camino y cayendo sobre su propio jugo gástrico...- ¡Zorra!... es lo único que se le acabo por entender dado que volvió a repetir el vómito sobre el suelo ...así que te violen... entre su saliba brota sangre, una pequeña cantidad, quitando el golpe no podía tener mayor daño, se refregó por el suelo como si eso calmase de forma alguna el dolor que sentía mientras su mirada parecía perderse en el suelo al intentar voltearse.

Al ver cómo la bandida caía hacia adelante, realmente adolorida ante el fuerte impacto en la boca del estómago, la cazarecompensas sonrió con cierto sadismo, mientras se acercaba y disfrutaba un poco del lamento de la mujer. Ella le había dado la opción de rendirse por las buenas, la ilusa había sido la criminal por negarse a aceptar su derrota y querer oponerse a ser capturada. Debía de agradecer que no la había matado como al resto de sus compañeros, sólo porque tenía cierta debilidad con las de su género, si es que no eran una de sus "presas", claro.

- Bueno, querida... Yo te di la opción de rendirte, ¿no? Podría haber sido más amable contigo, pero preferiste resistirte. - Comentó un tanto divertida, mientras se acercaba hacia la mujer, y pateaba sus armas lejos de ésta, en dirección a sus compañeros, los cuales estaban un tanto heridos tras aquella pequeña trifulca. - Con lo buena que puedo ser con quienes se comportan bien... Puedo ser todo un amor, ¿lo sabías? - Le explicó con cierta picardía, dedicándole una extraña sonrisa, en el instante en el que se colocaba sobre la bandida y la amenazaba con su katana para que no intentara nada raro, mientras su otra mano acariciaba el cabello de la mujer de manera afectuosa, como si quisiera ser fiel a lo que había dicho antes, en cuanto a ser todo un amor.

- Allí tienen. Armas nuevas. Bueno, casi. Deberíamos ver luego lo que tenían los otros dos. Puede que tengan algunas cosas de valor... Por cierto, desvistan a los otros dos y usemos sus vestimentas para atar a nuestra bella prisionera, ¿si? - Aconsejó a sus dos compañeros de viaje, esperando que estos reaccionaran con cierta rapidez, si bien la elfa tenía más que seguridad de que podría encargarse nuevamente de la mujer, más ahora que estaba desarmada. Mientras esperaba la acción de Xynta y Nuell, continuó acariciando la cabeza de la bandida. - ¿Cuál es tu nombre, querida? Puedes llamarme Syndra, suena mejor que "zorra", la verdad. Y no deberías decir cosas como que me violen... me pone triste. - Explicó divertida, a la vez que forzaba a la mujer a permanecer en el suelo y disfrutando un poco el dolor que ésta sentía en ese momento.

De nuevo la guerrera acabo de un golpe con mi atacante, yo dando un par de pasos hacia atrás puede ver como Syndra la desarmaba y se mofaba de ella.

Cogí una de las armas que arrastro hacia mí y la guarde en el cinturón, mire la escena mientras con la lanza apuntaba a la ladrona por si se levantaba de nuevo. Sin duda Syndra era un integrante muy valioso en nuestro grupo, sin ella quizás ahora estaríamos muertos. Empecé a notar los golpes que había recibido, no eran muy graves, pero me molestaban lo suficiente como para ocuparme de ellos. 

- Que te den... quedó oprimida por el suelo ...no te voy a decir mi nombre, ¿planeas hacerte amiguita mía?...bah...no me hagas reír... pese a su posición aún se mostraba bastante desafiante con la victoriosa mercenaria ....y por aludarme tampoco...lo digo por si quieres empezar ya a cortar...apenas tengo nada que te pueda interesar...y no te darán nada por mi muerte, ni te creerán si quiera...esos capullos ciegos de la capital.

- Bueno, si no vas a decirme tu nombre... te llamaré Lyndra, ¿qué te parece? Bonito nombre, ¿verdad? Así somos bastante parecidas. - Bromeó mientras continuaba acariciando su cabello con el mismo afecto que antes, como si las palabras de la bandida no hicieran mella en ella. Parecía que estaba disfrutando aquella situación, más de lo que debería molestarla lo que la mujer le decía. También era posible que la elfa estuviera acostumbrada a esa clase de trato, cuando se suponía que era una cazadora de criminales. No debería de ser muy extraño que escuchara insultos hacia su persona, la mayor parte del tiempo, además de que la intentaran matar.

- ¿Oh? Si, podríamos ser amigas... o algo más. ¿No te gusta la idea? - Volvió a comentar en un tono que demostraba cuánto se divertía con aquello, antes de que la mano, que había estado acariciando su cabello, se detuviera y la posara con delicadeza sobre el trasero de la mujer, manoseándolo por un breve momento, antes de soltarlo. - Aunque si no quieres, no hay mucho que hacer al respecto. - Se encogió de hombros, tranquila, como si aquello no hubiera sido nada extraño, aún sin demostrar enojo alguno ante la actitud de la bandida, quien parecía no desear reconocer su derrota. Tampoco le importaba demasiado, y no era como si no la divirtiera aún más esa forma de comportarse.

Una vez que sus compañeros la ayudaron a atar las manos de la mujer, con alguna de las vestimentas de sus compañeros fallecidos, la elfa hizo que la bandida se levantara del suelo, para prepararse para continuar la marcha. Parecía que no tenía intención de acabar con ella, ni mucho menos torturarla para ver si sabía algo más. - Ah, no te preocupes. No voy a matarte, bueno, no a menos que me obligues a hacerlo, claro. No quieres eso, ¿cierto? No, no creo que seas tan tonta. - Dijo con cierta confianza, resultándole gracioso que la mujer pensara que Syndra planeaba entregarla a las autoridades de la capital o cobrar algo a cambio por su muerte. No era como si pensara que la bandida, ahora llamada Lyndra, tuviera mucho valor como criminal, como para que le dieran algo por su captura o muerte.

- Mm, no sé, ya pensaré qué hago contigo. Me gusta tu actitud, eres adorable... tonta pero adorable. - Aseguró antes de mirar a sus dos compañeros, esperando para ver si estos tenían algo que opinar al respecto. - Miren si tienen algo de valor. Si no tienen nada, seguiremos nuestro camino. - Estaba claro que tenía pensado llevarse a la prisionera con ella, durante el resto del camino. Tal vez más por un capricho que por otra cosa. Después de todo, "Lyndra" no tenía mucho valor, ni tampoco tenía un contrato sobre su cabeza, por lo que no había necesidad alguna para matarla.

Al parecer Syndra se había eregido la líder del grupo, quizás su mayor destreza en el arte del combate le había otorgado esa confianza para tomar decisiones. Tenía que reconocer que la decisión de dejar con vida a la mujer era algo que también compartía pero no me gustaba que me ordenará que hacer en todo momento. "Creo que ya basta de tanta cháchara, debemos continuar." Una vez registrado el cuerpo de los muertos me apoye en la lanza e hizo el gesto de partir. "No es el momento de entablar amistades Syndra, si vemos que no colabora las autoridades se harán cargo de ella cuando lleguemos a la ciudad."

Aunque las caricias del cuello parecían molestarla apenas podía temblequear como muestra de desagrado, por lo que no le fue nada útil, a más de la mirada asesina que adquiría.

- Así que eres una sáfica de esas... dijo con desgrado escupiendo ...por lo visto ahora se comprende porque tu especie se reproduce tan poco...por eso os han dado una paliza todas las razas del planeta...

Eso si que la pilló por sorpresa, ella se veía ya con el cuello cortado, el cráneo machacado o cualquier imagen funesta que acababa con la vida miserable que conocía, en lugar de eso por algún motivo la asesina la quería dejar vivir...- Entonces...que puñetas...¿quieres de mí?...si piensas que tengo un botín oculto o algo pierdes el tiempo...

Al escuchar las palabras de Xynta, sobre que ya era hora de continuar la caminata, la elfa simplemente se encogió de hombros, como si no estuviera muy en contra de aquello, más cuando ya habían limpiado de sus posesiones a los cadáveres, aunque parecía que no tenían mucho. O no había robado a muchas personas, o eran muy malos eligiendo sus víctimas. De cualquier forma, a la cazarecompensas eso le daba un poco igual, ya que no esperaba muchas monedas de un par de bandidos sin renombre alguno. Tan sólo se había divertido un poco acabando con dos de ellos, liberando un poco de tensión, y defendiéndose al mismo tiempo.

- Mi presa, mis reglas, Xynta. ¿Quién dijo que la entregaría a las autoridades? Acaba de decir que no me darán nada por ella. Además, me agrada, es bastante adorable con su actitud rebelde. - Comentó divertida, como si aquello tuviera toda la lógica del mundo para ella, aunque estaba claro que no era así. Tampoco era como si se le pudiera contradecir demasiado, cuando era obvio que tenía la destreza como para hacer lo que quería la mayor parte del tiempo. De todos modos, la elfa no creía que afectara demasiado, el hecho de viajar con una ladrona que ahora se había convertido en su trofeo de batalla. Parecía un capricho de su parte, o tal vez no, quién sabe lo que pasaba por su cabeza.

- Tal vez, aunque me encanta hacerlo con traviesas como tú... Si a mi pueblo le dan una paliza por ello, es un precio que estoy dispuesta a pagar. - Le aclaró a la bandida, en un tono que dejaba en claro que seguía bastante entretenida con todo aquello, incluso si la mujer no paraba de intentar provocarla, por más que supiera que su vida dependía del capricho de Syndra. No dudó en propinarle una sonora nalgada, con clara picardía, a la vez que le indicaba que comenzara a caminar. No tenía interés en entregarla, no por el momento. Como le había dicho a Xynta, era su presa, y ella decidiría que haría con ésta.

- No me interesa ningún botín, Lyndra. - Dijo con tranquilidad usando el nombre que le había dado a la mujer, para luego esbozar una sonrisa gentil diferente a la sonrisa cargada de sadismo anterior, cuando acabó con la vida de sus compañeros. - Sólo no quiero matarte. Como dije, me agrada tu actitud... aunque seas una tonta, claro. Es una pena que no quieras ser mi... amiga. Con lo buena que puedo ser. - Se explicó como si su decisión fuera lo más normal, si bien no lo era, para la mayoría. Parecía que le daba igual el hecho de que hubieran intentado robarle a ella y a sus compañeros, o que también les hubieran atacado, posiblemente con la intención de matarles. Al final, había ganado y eso era lo único que importaba. Ahora, la bandida estaba maniatada, y sólo debía de caminar con ellos hacia la capital. - Ven, vamos. Puede que incluso te invite a comer algo... si te portas bien. - Le prometió divertida, mientras volvían a caminar, con la intención de llegar a la capital.

Recogimos algunas monedas de los bandidos muertos y tras repartirlas me dispuse a seguir el camino preguntándome a que estaba jugando Syndra con aquella mujer.

Me quedé mirando la escena con bastante interes. El transcurso de la charla había sido cuanto poco intrigante y muy lucrativo. Syndra había dejado mas que clara su intención de fraternización con la bandida, cosa que me pareció bastante ilogica. Aunque bueno, no sería yo quien la juzgara. Cuando el juego terminó y por fin nos pusimos en marcha me dispuse atrás de la marcha. No me fiaba de darle la espalda a la bandida.

El camino continuó de manera normal y tranquila hasta la llegada a la muralla más alta que podían haber visto...¿dónde empezaba el cielo?...esa roca oscura, esas ventanas de color azulado oscuro...y un impresionante portalón mineral de tonalidad verde con marmol oscuro...al aproximarse ven a dos hombres en la puerta, su estatura supera el 2,30 ms, portan grandiosas armaduras de placas que cubren sus cuerpos y yelmo a juego, el emblema del alma está pintado sobre la parte central del pecho y cada uno porta en sus manos un gran mandoble de combate. Las puertas a sus espaldas se hallan cerradas.