Partida Rol por web

Paseas la mirada por la mesa pero los magi parecen demasiado enfrascados entre ellos y los pocos que no lo estan simplemente no tienen cara de parecer saber nada. Allí no parecía que fueras a sacar mas información sobre la propia Orden, aunque quizas si te quedaras sabrias algo mas de los movimientos que iban a realizar segun que magos.

Viendo que poco sacaría de lo que me interesaba en estos momentos, me despedí educadamente para unirme al debate que moderaba la otra sangre de fae. El Tribunal acababa de comenzar y habría tiempo de aveeiguar en más detalle que movimientos harian que magos, además que las intenciones que mostraran ahora podrían facilmente cambiar los proximos dias.

Como de costumbre Angelus fue el último en hablar y esta vez su aportación se limitó a unas pocas palabras. 

—Sí, tienesrazón, graciasportu ayuda, Feromina. Sidescubrimos algomás telo diremos.

Con el instante de sorpresa terminado la urgencia del hambre volvió a consumirlo y así hizo él con los manjares de su plato. Con gusto se sumergió en los deleites que le entregaba su paladar, sin pensar en otra cosa. Solo al final, cuando la necesidad fue cediendo, un pensamiento oscuro se coló en su cabeza. Si aquella aura nueva debilitaba las demás eso incluía la Divina. El aura de Dios, su seña en este mundo. ¿Qué impío poder terreno podría imponerse sobre la inviolabilidad de Dios? 

Era un camino que no quería transitar por ahora y su mente buscó otro foco. Mía. Antes había visto que ella lo miraba. No sabía si quería compartir algo pero él sí tenía una conversación pendiente con ella. Cuando la vio terminar la comida, se levanto y se puso a su lado.

—¿Podemos hablar? Solos. 

Con respecto a las palabras de Feromina, no tenía gran cosa que decir en verdad, aunque me preocupó un poco la mención a los Flambeau, con lo que miré a Angelus, pero este no parecía haberlo notado (o no haberse dado por ofendido, a saber), así que devuelvo la mirada a Feromina hasta que concluye y simplemente asiento, aunque pareciera que un poco disgustada por la escasez de la información.

En cualquier caso, así como el resto, me dedico a la comida, no con tanta eficiencia como varios de ellos, pero con la ventaja de haber salido antes. El tema no me había quitado el apetito, desde luego, así que tras un segundo plato de sopa, me sirvo algo de carne que voy comiendo con la mirada también algo perdida en el infinito. No obstante, al acabar su cena (la mía la había terminado hacía algo más de un minuto), veo aproximarse a Angelus, mirándolo fijamente tras parpadear para aclarar mis ojos, y frunzo ligeramente el ceño ante su pregunta.

- Claro, no hay problema. -concluyo, dejando mi plato, vaso y cubiertos recogidos en mi rincón de la mesa, antes de hacer un ligero gesto con la cabeza hacia mis compañeros de viaje y Feromina- Discúlpennos, Sodales, y buenas noches en caso de que no regrese*. -me despido, antes de aprestarme a acompañar a Angelus.

La cena se ha quedado en un punto interesante, cuanto menos, de manera apreciativa. Mia y Angelus deciden retirarse cortesmente de la mesa mientras que el resto dabais cuenta de las viandas. El resto de la charla, mayormente entre Leonor y Feromina, y la cena transcurrio sin mayores sobresaltos.

Cuando te acercas a investigar hay un circulo de magos todos reunidos alrededor mirando serios a la muchacha de pelo rubio.

- ... por ello considero que lo primero que deberiamos de hacer es estudiar que tan peligrosos para nosotros este grupo, quiza tratar de acercarnos con cuidado y deberiamos recabar toda la información posible, puede que haya algo de información en alguna biblioteca, quien sabe si algo se nos ha pasado por alto.

Los magos murmuran en ese momento pero pronto uno toma la palabra.

- Mi querida Beatrice, es la curiosidad de la juventud lo que te mueve, ese es el espiritu que impulsa a la Orden, sin embargo... somos pocos, muy pocos, con toda probabilidad mas del 80% de la Orden este en esta sala y superamos la centena por escasos numeros... no podemos arriesgarnos a perder a uno solo de los nuestros.

Asiento conforme escucho hablar a Beatrice totalmente de acuerdo con ella. Informarnos debería ser nuestro primer paso para saber cómo enfrentar este peligro.

La pregunta del mago desconocido me pilla por sorpresa. ¿Cuándo nos hemos diezmado así? ¿A penas más de una centena en toda la Orden?

Me recupero de la sorpresa mientras pienso en ello.

- Cada vida cuenta – confirmo - ¿Sabemos cuántos miembros tiene esta Orden de la Razón? – pregunto intentando obtener más información sobre ellos.

Una vez acabada la cena, decide que es momento de salir de ese lugar tan concurrido e ir a explorar no que no ha explorado antes. Quizá buscar un lugar menos lleno de gente podría ser una buena idea. O, quizá, volver a su habitación para no tener que lidiar con nadie. Aunque explorar puede llevarla a sitios poco conocidos.

Seguramente, pueda comenzar su exploración donde la dejó al encontrarse con Feromina. Se aleja de la mesa en dirección a las puertas de salida del comedor.

Todos miraron con extrañeza al mago que ha hablado ¿Desde cuando la Orden tenía tan pocos integrantes? Al fijarte ves que era un hombre mayor. Con la piel tintada de purpura, las arrugas marcaban surcos sobre su rostro. Pronto una acompañante mucho mas joven le pasó el brazo por encima a modo maternal.

- Disculpad... tantos viajes al Reino de la magia han dejado una gran cantidad de Informidad en su cuerpo... a veces no sabe lo que dice.

El anciano se desasió un poco de malos modos.

- ¡Si se lo que digo, chiquilla irrespetuosa! No pienses que soy un viejo chocho... -se giro otra vez hacia la mesa- oidme sodales, necesitamos ser cautos. No podemos permitirnos perder a nadie.

Sin perder la calma Beatrice asiente y le sonrie.

- Por supuesto, pero precisamente para prevenir perdidas debemos conocer.

Beatrice te mira.

- De momento rumores -dice mientras gesticula con las manos- depende de a quien preguntes te dira que decenas o que millares... por lo que hablemos de varios cientos.

Feromina se quedó cenando contigo, respetaba tu silencio, pero como muchas otras veces este acababa interrumpido por aburrimiento o curiosidad de la contraparte.

- Puedo intuir que tambien teneis familiares lejanos de otras especies, como sus compañeras. ¿Es muy irrespetuoso preguntar por ello?

Dice mirandote picara.

Cuando estas andando hacia la salida te dijas que algunos magi estan saliendo por una puerta que estaba un poco camuflada tras un par de lienzos, puestos para la ocasión obviamente, en el otro extremo del comedor. Con toda probabilidad aquella era la entrada al resto de la Aegis, por lo que giras sobre tus pasos y te encaminas hacia alla. Por el camino ves que Mia y Angelus se levantan y se marchan por donde habiais entrado. Un mago flambeau enardeciendo a unos magos que le respondían con vitores, una mesa de debate que parecía presidida por una semifae en donde estaba sentada Aysha y finalmente junto a la puerta de salida la anciana medioarbol que habiais visto al principio del discurso.

Asiento a las palabras de Beatrice sin intervenir en el arrebato del mago senil. Pocas cosas podían ser tan peligrosas como un mago senil… un dragón, tal vez, o un hipogrifo…
- Claro, los rumores abundan… pero, ¿qué sabemos realmente de ellos? – pregunté alzando las cejas – Eso parece ser lo que nadie es capaz de responder… - concluí con un pequeño suspiro.
Parecía que aquí tampoco encontraría más respuestas...

Magnus miró fijamente a Feromina, como evaluándola y no precisamente a nivel de belleza o compatibilidad sexual. Por un momento pareció que simplemente guardaría silencio, pero tras unos segundos de incómodo silencio, espetó:

─Estoy casado.

Esa fue toda la respuesta que dio a la maga, como si con eso fuera información más que suficiente. Magnus era fruto de una violación, era un engendro y un bastardo sin apellido. Tal vez si Feromina hubiera sabido el grado de incomodidad que conllevaba remover el tema, se hubiera mordido la lengua, pero en el fondo no importaba. Para cerrar su propia boca se bastaba de sobras Magnus.

Así fue que el gigante volvió a sus asuntos, que en ese caso era acabarse los platos de comida dispuestos a su alrededor para, a continuación, alejarse en dirección a las letrinas.

La verdad, es que no quiere hablar con nadie. Siente que ha estado demasiado tiempo con otras personas y comienza a sentirse cansada por tener que socializar, en parte. Continúa caminando hacia la salida del comedor en busca de lugares nuevos que explorar. Si debe encontrarse con alguien, que sean sus pasos los que den con ese alguien, pero prefiere descubrir el lugar y la magia que alberga.

Beatrice niega con la cabeza.

- Entre poco y nada, sodal, acaban de hacer publica la noticia, no ha habido tiempo de investigar. Pero precisamente de eso hablabamos, de organizarnos para investigar. Al ser un asunto que nos afecta a algo mas que a los magos estabamos pensando en acercarnos a mirar cerca de las areas regidas por el Dominio y por los fae.

Dijo y apresuradamente añadio.

- Sin entrar en contacto ni en conflicto con ellos, por supuesto, pero quizas la Orden esta tenga intereses mas alla de nosotros.

Feromina sonrió ante tu respuesta y te dio una palmada amistosa en el antebrazo que si bien no era fuerte, era poco femenina.

- Perdona si sonó a un intento de cortejo -volvió a su sopa- emanas... un aura distinta a la de la mayor parte de sodales que parece que vayan con un cazo de azufre bajo las narices.

Dio otro sorbo y te volvió a mirar.

- ¿Sabes? Los merinita van a organizar un pequeño festejo mas entrada la noche. Si tienes interes lo organizaran en la zona trasera de Aalburg, rodeando la montaña unos 5 minutos.

Magnus se guardó su opinión sobre los magos de narices alzadas al cielo y culos apretados. Un simple comentario inapropiado podía desembocar en numerosos años de desavenencias y problemas. La peor manera de herir a un mago de la Orden de Hermes es, sin duda, en su orgullo. Cuantas menos orejas escucharan ese tipo de cosas, mejor.

─No es mi Casa, no creo que vaya ─espetó, escueto como siempre.

Los Merinita, una Casa mistérica, eran gentes de costumbres extrañas, desconocidas para el enorme Ex-Miscellanea. A él mismo le consideraban extraños por sus costumbres y usos mágicos euskeras. Tal vez estaba siendo demasiado conservador, pero, en cualquier caso, la persona que debía invitarle a un evento similar no debía ser precisamente una miembro de una Casa diferente, sino más bien, como mínimo, una miembro de Casa Merinita.

Zapatero a tus zapatos.

Magnus siguió comiendo y bebiendo otro poco, observando tranquilamente los que todavía quedaban por la sala.

- Claro, claro – respondí comprensiva – Es solo, que con la gravedad con la que se ha hecho el anuncio, pensaba que había habido informes de varios magi y por eso los Primi habían considerado la situación tan grave… - me parecía una temeridad hacer un anuncio así sin tener información más sólida, ni al menos más información. Por lo que escuchaba parecía que nadie sabía nada del tema.
- Por supuesto, por supuesto – asintiendo a su rápida aclaración sobre evitar conflictos – Por favor, contad conmigo para organizarnos en esta investigación. Habiéndome criado en la corte de mi madre tengo algo más de mano con los fae que otros sodali. – entonces caí – Oh, creo que aún no me presenté, soy Aysha ex Miscellanea, antes residente de Estancia-es-Karida. – me presenté.