Partida Rol por web

Por increíble que pareciese, aguantaste el tirón. El primero de los guardias se lanzó a por ti con bastante acierto, pero detuviste su ataque con rapidez y le golpeaste sin contemplaciones, apartándolo de tu lado.

El otro intentó impactar contra ti pero su ataque fue todavía peor, lo que te concedió una oportunidad para quitártelo de encima y continuar defendiendo el terreno.

Sin embargo, ambos estaban dentro de la zona. La oportunidad de cerrar la puerta había pasado ya porque ni siquiera estabas cerca y podías ver como varios guardias más corrían para unirse a ellos. Parecía cuestión de tiempo que alguno lograse sobrepasarte y que con ello, todo estuviese perdido.

En tu cabeza únicamente había el conseguirle tiempo a Cosima, nada más, y de momento eso lo estabas logrando.

Cosima oía los golpes de las porras y los quejidos de los guardias al ser golpeados por ti, pero no tenía tiempo para nada más que no fuese anular aquellos sistemas.

-Unos segundos más y lo tengo -te informó desde la consola.

Aunque unos segundos más podían ser el final para ti.

El guardia que te había atacado en segundo lugar todavía estaba en pie y volvió a lanzarse sobre ti, mientras otros tres terminaban de llegar, dispuesto a acabar con toda resistencia.

El tiempo que necesitaba Cósima se me estaba haciendo eterno. Ya estaba incluso llegando más lejos de lo que había pensado. Pero decidí no decirle nada más a la chica que seguro que hacía todo lo que podía.

Estaba enzarzado con dos y venían un montón más. La puerta ya la tenía demasiado lejos, de no ser así habría intentado darle una patada a la puerta y que esta se cerrara en los morros de los que veían. Pero no podía arriesgarme a dejar al que me iba a atacar, por si cambiaba de parecer y se dirigía hacia la chica.

En el fondo sabía que todo estaba perdido ya, solo necesitaba darle esos preciosos segundos a Cosima. Ataqué al que se abalanzó sobre mi. 

Esta vez no tuviste tanta suerte como en la anterior ocasión y el guardia esquivó bien tu golpe, dándote uno en el vientre, haciendo que te doblaras sobre él con un bufido y dando tiempo a que llegasen los demás y te inmovilizaran.

-¡LO TENGO!

La voz de Cosima se elevó por encima de todos los sonidos que había y también de los gruñidos de los guardias y en cuestión de segundos, en cuanto la joven apretó un botón, las luces se oscurecieron y un sonido de alarma resonó por todas partes. Eso hizo que los guardias mirasen en todas direcciones, confundidos y sin entender muy bien lo que ocurría.

-¡ATENCIÓN! ¡ESTO NO ES UN SIMULACRO! ¡ABANDONEN LAS INSTALACIONES INMEDIATAMENTE!

La voz provenía de unos altavoces situados en las esquinas de la sala e invitaban claramente a salir de allí a toda velocidad. Los guardias se miraron entre ellos y finalmente, te soltaron y echaron a correr para marcharse a toda velocidad, lanzándote al suelo en el camino.

Cosima dejó entonces la terminal en la que se encontraba y se dirigió hacia ti.

-Tenemos... menos de un minuto antes que todo esto explote -te dijo, mientras te ayudaba a levantarte. Te dolía el estómago y habías recibido también un pequeño golpe en la cabeza, pero eso no era nada comparado con lo que os sucedería si os quedabais allí.

Mi suerte llegó a su fin, pero es que con tantos guardias, conseguir aguantar mucho más era una quimera.

El golpe fue doloroso, me quedé unos segundos sin aire mientras el resto de guardas me reducía. Pero por fin, Cosima logró iniciar la autodestrucción. Y claro, no había pensado en ellos, los guardias no querían morir allí así que salieron corriendo.

La chica ayudó a que me levantara. Tenía además dolor de cabeza, debió de golpearme alguien. - ¡Vamos! - Encogido por el dolor traté de avanzar lo más rápido que pude en dirección a la salida. Por lo visto aún había esperanza de salir de aquí con vida, pero no me hice demasiadas ilusiones. Al menos habíamos logrado nuestro objetivo e íbamos a destruir toda esta porquería.

Cosima agarró tu mano y juntos corristeis a toda velocidad en dirección hacia la otra puerta, la primera, pues no sabíais a quien podíais encontraros en la principal, si habría alguna clase de resistencia o no. Eso os hizo atravesar las instalaciones de procesamiento, una tras otra, hasta llegar a la última, en la cual todos los cuerpos habían sido deshidratados y comprimidos para formar el alimento básico que se vendía y repartía por toda la ciudad.

Cada clon era una fuente importante de alimento y solo generando gran cantidad de ellos podían abastecer a la ciudad. Estaba claro que muchos de vosotros respondíais a un concepto que conocíais bien de otros tiempos.

Ganado.

Sin tiempo para entreteneros ni para sentir algo más profundo por todo aquello, corristeis sin descanso, intentando huir a tiempo, mientras os cruzabais con trabajadores que corrían también en dirección hacia la salida.

Era todo caos y miedo, y no había casi nadie que se mantuviese en sus puestos.

Finalmente, llegasteis a una puerta que os condujo al exterior. Había camiones que debían transportar la carga que estaban dirigiéndose hacia la salida, atropellando incluso a los guardias, porque todos tenían claro que aquel lugar iba a saltar por los aires.

Justo en ese momento, mirasteis hacia un lateral y visteis a una limusina esperando y a la consejera y Kenner subiendo a ella. Kenner os vio y entonces, le abrió la puerta a la consejera mientras sacaba su arma.

Lo mejor eras no pensar en lo espeluznante que era todo el proceso. Personas tratadas como ganado...

Focalizarme en la huida era mucho mejor, si es que lo lográbamos, al menos me quedaba la satisfacción de haber jodido las instalaciones. 

Llegamos por fin a las puertas exteriores, a la zona de carga. Y allí, ironías de la vida, nos topamos con la consejera y con Kenner. Malditos hijos de... 

Encima nos habían visto. Eché en falta de nuevo mi arma reglamentaria. Una porra contra un arma de fuego, poco tenía que hacer

- ¡Cuidado! - Le dije a Cosima. Lo mejor era avanzar buscando una cobertura y correr en zig-zag para dificultar su puntería. Con suerte priorizaría salvar la vida de la consejera pues estaba a punto de saltar todo por los aires,

Ante la reacción del controlador o guardaespaldas de la Consejera, tu reacción fue avisar a Cosima y empujarla fuera del punto de mira, porque tus primeros intentos de ir en zig-zag solo consiguieron atraer su atención todavía más. Sin embargo, conseguisteis llegar hasta una especie de estación eléctrica, del tamaño de un armario, detrás del cual os ocultasteis unos instantes, mientras el coche de la Consejera, ya en marcha, se dirigía hacia la salida.

-No tienes a dónde huir, Scott. Ni tu amiga tampoco. La Consejera escapará, dirá que todo es acto de unos terroristas y cuando la gente empiece a pasar hambre, lo único en lo que podrá pensar es en maldecir tu nombre por haberles dejado sin comida. Pero no te preocupes. Os habré matado antes de que podáis ser testigos de algo de esto.

Kenner comenzó a dirigirse hacia donde estabais vosotros, con el arma preparada para disparar.

A tu lado, Cosima respiraba rápidamente y con fuerza.

No me importaba atraer la atención hacia mi, si con ello quitaba a Cosima del punto de mira. Y al menos por el momento no nos disparó.

Aunque hubiera estrangulado con mis propias manos a la consejera, ya teníamos bastante con lidiar con Kenner. Encontramos un poco de refugio detrás de un armario de la electricidad. En primera instancia se me ocurrió que podía soltar uno de los cables y electrocutar a aquel tipo. Pero salvo que lo viera muy fácil, lo mejor sería aguardar tras el armario y en cuanto de acercara golpearlo con la porra lo más fuerte posible.

Por lo demás no me molesté en responder, ese tonto no merecía mi saliva.

Kenner se había ido acercando poco a poco a vosotros, empujado por un exceso de confianza que permitió que al final, pudieses cogerlo por sorpresa y retener su arma entre tus manos. En el momento en que la agarraste, ambos os mirasteis a los ojos, tu con toda la furia que sentías y él sonriendo, pues se sabía vencedor de cualquiera de las maneras y estaba convencido de su victoria.

-Me alegra que por fin estès dispuesto a jugar -te dijo con una sonrisa, empezando a luchar contigo por la posesión del arma, usando su puño para intentar golpearte y alejarte de ella, y moviéndose a un lado y a otro, mientras tú hacías lo mismo e intentabas arrebatársela para acabar con aquel despreciable tipo.

Cosima se hizo a un lado, mientras en las instalaciones comenzaban a producirse pequeñas explosiones que debían ser el preludio de la destrucción completa. Nerviosa, miró a un lado y a otro, calculando la distancia a la cual estaba la salida, pendiente a la vez de cómo se desarrollaba la pelea entre vosotros.

En aquella pelea, más personal que otra cosa, solo podía quedar uno.

Se creía muy seguro, y yo... pasaba de eso en estos momentos, luchaba por mi vida, en esta vida extra que se me había otorgado. No tenía nada que perder y eso Kenner parecía haberlo olvidado.

- De lo que tengo ganas es de partirte la cara... - Le respondí de forma escueta.

Nos enzarzamos en la pelea, la lucha por el arma, por la vida. Mientas de fondo se escuchaban las primeras explosiones.

Comenzó todo mi reñido, y tal vez el ruido de las explosiones lo despistó, pero aproveché la ocasión y le solté un gancho que lo dejé aturdido, no tuve compasión, como ellos no la habían tenido conmigo. Me hice con el arma y le disparé a bocajarro.

La pelea entre ambos fue reñida. Kenner era un cabrón fuerte y se resistía a tus intentos de arrebatarle el arma, pero era una cuestión no solo de supervivencia, sino también de odio. Por ti mismo, pues tú solo eras un clon, por Rachel, por Cosima y sus hermanas, por todos aquellos que habían sido creados para servir de alimento... eso era demasiado incluso para aquel hábil controlador, que en cuanto soltó su arma, fruto de tus golpes y también de las distracciones que había alrededor, se encontró con el disparo que merecía.

Al recibirla, te miró, confundido, y se miró también la herida, como si no acabase de creérselo. 

-Me ha matado un maldito clon. Hoy debe ser... el peor día de....

No terminó la frase y en lugar de eso, cayó de espaldas, muerto.

Apenas tuviste tiempo de contemplarlo durante un par de segundos, porque las explosiones continuaban sucediéndose, precediendo la que sin duda sería la mayor de todas.

-Venga, vámonos -dijo Cosima, tirando de ti para sacarte de allí.

Ambos iniciasteis de nuevo la huida, mezclandoos con el resto de trabajadores de las instalaciones, hasta lograr atravesar una de las puertas de acceso a ellas, y justo cuando lo hicisteis, todo voló por los aires, haciendo que vosotros y todos cuantos estaban a vuestro lado, fueseis impulsados por la onda expansiva y cayeseis al suelo.

Para cuando elevasteis la cabeza y mirasteis, todo estaba en llamas. Lo habíais conseguido.

-Bueno, supongo que hemos hecho un buen trabajo -dijo Cosima, sonriente, mientras se ponía en pie y se sacudía.

No te habías levantado todavía cuando vistes un par de piernas conocidas delante de ti. Era la consejera, que te miraba con gesto de furia. En cuanto te pusiste en pie, empezó a aplaudirte.

-Muy bien, agente. Lo ha hecho estupendamente. Y ahora dígame, ¿cómo va a resolver el problema de la alimentación entre la población? Supongo que sabrá que no hay animales que cazar, aves que capturar ni peces que pescar. ¿De qué va a vivir la población si no es unos de otros? Supongo que podrá resolverles esa cuestión ahora que ha llegado el momento, ¿no? Después de todo, usted acaba de destruirles lo único que permitía que tuviesen algo encima de la mesa cada día.

La consejera miró alrededor, en donde algunos de los trabajadores empezaban a darse cuenta de lo que había sucedido y se miraban unos a otros.

-Venga, dígaselo. Están esperando. Conmigo tenían un futuro. Espero que usted haya pensado en una buena alternativa.

La consejera se dio la vuelta y empezó a alejarse en dirección hacia su coche, mientras la gente comenzaba a arremolinarse entorno a vosotros.

Justicia poética. Eso es lo que me vino a la mente cuando acabé con su vida. Él, ellos, habían acabado con la de mi "original", así que era justo lo que se merecían.

Cosima me devolvió a la realidad y a la urgencia de salir de aquí. Y fue con el tiempo justo pues al cruzar la puerta sentí calor a mi espalda y lo siguiente fue salir disparado hacia adelante, aterrizando boca a abajo.

Fue un alivio, una satisfacción más bien el haberlo logrado. Nos pusimos en pie y me sorprendió que nos "recibiera" la mismísima consejera.

Tenía que reconocer que en un primer momento me dejó "pillado" y sin saber que responderle - No la creo - Dije cuando pude reaccionar - Nos mienten para tenernos encerrados en la ciudades, lo que no quieren es que salgamos de aquí para tenernos controlados. Pero hay vida ahí afuera, solo necesitamos gente que vaya a buscarla. Plantas, animales, ríos... Lo he leído en libros - ¿Pero si no? Sino, no merecíamos vivir tampoco, la especie que había extinguido por completo toda la vida...

Tus palabras parecieron calmar a la gente, aunque cada vez más y más personas te rodeaban y agobiaban, con miradas desesperadas y gestos que parecían suplicar por una ayuda que en esos momentos, no estabas en disposición de aportar. Sin embargo, era fácil convencer de que aún había esperanza, cuando quedaban cosas por intentar. La Consejera se echó hacia atrás, dejando espacio entre ella y todos vosotros, y en su rostro se dibujó una mueca, mientras negaba con la cabeza.

-Buena suerte, Controlador. La necesitará -te dijo, antes de desaparecer, oculta entre la muchedumbre, que seguía exigiéndote que les dirigieras, que les dijeses lo que necesitaban oír, que había esperanza y que todavía no podíais rendiros.

Cosima permaneció a un lado, aparte, pero en cuanto la gente se dispersó ligeramente, volvió a acercarse a ti.

-Espero que tengas razón -te dijo -. Mis hermanas estarán nerviosas. Será mejor que vuelva a casa. Y tú, supongo que tendrás que empezar a pensar en dónde y cómo buscar comida. Yo... reconozco que no había pensado en ello y ahora no sé... si habremos hecho bien.

Cosima miró hacia atrás, en donde ya no había explosiones, sino un fuego que lo cubría todo.

Eran todo palabras; seguro que la Consejera hablaba por hablar y que más allá del muro había todo un mundo lleno de vida por descubrir. Los libros no mentían; si hablaban de animales y verdes pastos, era porque existían. La Consejera y toda su gente, únicamente habían jugado con la vida de todos

Pero tú tenías razón.

Debías tenerla.

Tus ojos se volvieron hacia el horizonte, buscando una respuesta, pero sabías que únicamente la hallarías una vez mirases más allá de los muros.

Seguro que tenías razón.