Como siempre que resolvía un caso, Jonh Finder se veía sumido en esos días posteriores en los que el aburrimiento le hacía plantearse cerrar el despacho y dedicarse a otra cosa que le llenase más. Su ilusión era abrir un bar de jazz en el que escuchar música durante todo el día, servir copas y charlar con los clientes habituales y echar a algún que otro borracho a la hora del cierre, pero la incertidumbre de cómo le podría ir el negocio y el dinero más o menos fácil que conseguía resolviendo casos como investigador en una de las mejores zonas de Boston hacía que nunca se decidiese a dar el paso. Últimamente, además, sólo le habían tocado casos demasiado fáciles y monótonos, maridos que engañaban a sus esposas y esposas que engañaban a sus maridos, nada que le supusiese más allá de un día de investigación, unas cuantas fotos y ya tenía el informe preparado para el cliente. Así que en los próximos días sólo le quedaba esperar a que alguien llamase a su puerta y le plantease una nueva incógnita con la que matar su tiempo.
Mientras John se debatía entre cambiar de trabajo o seguir con su aburrida vida como investigador privado, la suerte o el destino, o cualquier fuerza superior capaz de controlar la vida de un simple mortal comenzó a mover una máquinaria cuyos engranajes chirriantes por el paso de incontables eones, desencadenaron los hechos que estaban por venir.
-DING DONG-sonó el timbre de su puerta. ¿Sería esa la llamada que tanto esperraba?
Ensimismado en sus pensamientos oyó a lo lejos el sonido de un timbre, pero no reparó en que era el suyo hasta que no insistieron unas cuantas veces más. Metió los papeles que estaba ojeando en su carpeta y los colocó milimétricamente en el lugar que les correspondía en su ordenada mesa. “Ojalá pudiese poner tanto orden en mi vida como en este despacho” pensó mientras se dirigía a la puerta para ver quién era.
El timbre de la puerta sonó insistentemente, quién quiera que fuese quien estaba al otro lado no tenía demasiada paciencia o tiempo que perder.
-Señor Finder, ¿está usted ahí?- decía una voz claramente femenina a través del cristal de la puerta donde rezaba el cartel:
Finder y Asociados. Investigador Privado.
Le pareció que poner "y Asociados" daba cierta imagen corporativa.
Esa forma de insistir no parecía corresponder a una mujer despechada y celosa, así que John aceleró sus pasos y con cierto nerviosismo abrió la puerta para ver quién le reclamaba con tanta urgencia.
Al abrir la puerta, el detective se encontró con una jóven de unos 25 años, rubia y bien parecida.
Aunque sus facciones estaban contraidas en una mueca de preocupación. Cuando sus ojos se encontaron rompió a llorar en voz baja, como intentando evitar que su interlocutor la escuchase.
-¿Es usted el señor Finder? ¿El investigador privado?- preguntó la joven entre sollozos.
-Me llamo Amanda Waller, y necesito de sus servicios. ¿Puedo pasar?- añadió mirando hacia el pasillo y encogiéndose levemente -Aquí hace un poco de frio-.
- Por supuesto, Srta. Waller, pase pase... Siento haberla hecho esperar pero no recibo muchas visitas a estas horas. Y sí, soy Finder, John Finder, ¿en qué puedo ayudarla?
La jóven atravesó la entrada y observó su alrededor, todo estaba perfectamente ordenado, nada fuera de lugar.
Buscó una silla en la que sentarse y, una vez acomodada, colocó sus manos cruzadas sobre su regazo. Permaneció callada durante unos momentos, como si estuviese ordenando sus ideas. A John no le pasó desapercivido un ligero temblor en las manos de la chica.
-Verá...- comenzó -Se trata de James, mi hermano. Normalmente hablamos una vez en semana, ya sabe, para ver como nos va y eso. Solamente nos tenemos el uno al otro, no tenemos más familia...- una nota de tristeza se dejó entrever en su voz.
-La cuestión es que me extrañó que no me llamase como tenía costumbre, pero lo achaqué a un despiste o al cansancio, James es guarda de noche del Cementerio de Sommerville. Pero han pasado cuatro días y ésta mañana he llamado a la oficina del sheriff... Nadie ha visto a mi hermano desde el jueves. No ha ido a trabajar y nadie sabe nada de él...-
-Estoy realmente preocupada... Y la policia no hace nada al respecto. Dicen que investigan, pero no veo que hagan ningún avance. Por eso he acudido a usted señor Finder. Para contratar sus servicios. No sé cuanto cobra normalmente, pero esto es todo lo que le puedo ofrecer- dijo sacando un sobre y depositándolo sobre el escritorio -500 dólares, todos mis ahorros-.
John escuchó atentamente a la Srta. Waller haciendo un gran esfuerzo por mantener la concentración, ya que era realmente guapa. No sabía muy bien por qué, pero tenía claro desde el principio que este era un caso que iba a aceptar sin pensárselo mucho. Tomó unas notas en su libreta con los pocos datos que le había proporcionado la que ya consideraba su cliente y le dijo:
- Muy bien Srta. Waller, necesitaré que me proporcione toda la información que pueda sobre su hermano... todo lo que se le ocurra, horarios de trabajo, empresa para la que trabaja, nombre y forma de contactar con sus amigos, aficiones... ¿Sabe si su hermano tenía algún tipo de problema? ¿Dinero? ¿Alcohol? ¿Se metía habitualmente en líos? Bueno, antes de nada y aunque supongo que lo habrá adivinado por mis preguntas, quiero decirle que acepto el caso. En cuanto a mis honorarios ya hablaremos de ello cuando encontremos a su hermano. Ahora, póngase cómoda, tranquilícese y empiece a contarme todo lo que considere importante sobre James.
John también tomó asiento, se acomodó frente a su libreta y se dispuso a escribir todo lo que le fuese contando la muchacha.
-Pues... Pues no sé. James es un buen chico, todo el mundo le quiere. Es un buen trabajador, va a misa cada domingo. Nada en especial...- Amanda agachó la mirada -Bueno... Lo cierto es que hace unos días que le noto inquieto, preocupado, lo cual no es su costumbre.-
-Le pregunté varias veces que era lo que le ponía así, pero James me decía que no era nada, que no me preocupase...- la joven rompió de nuevo a llorar -Dios mío, espero que no le haya ocurrido nada-.
Tras unos instantes se recompuso lo suficiente para decir: -La verdad es que desde que me mudé a Boston la relación entre nosotros se ha enfriado un poco, lamento no poder serle de más ayuda, pero es todo lo que sé-.
Sacó unas llaves de su bolso y se las tendió a John -Si acepta el caso, éstas son las llaves de la casa de mi hermano. Vive en el número 13 de la Avenida Lincoln en Sommerville-.
Viendo el estado en el que se encontraba la joven no quiso alarmarla más, pero su experiencia le decía que la mayoría de los casos en los que personas normales y corrientes desaparecían no solían terminar muy bien, máxime después de haber dado muestras de inquietud en los días previos a la desaparición. A menudo ocurría que la persona ejemplar por la que todo el mundo tenía al desaparecido no era tal, y siempre ocultaban cosas a los demás que, al final, eran la causa de su desaparición, como deudas de juego, adicción al alcohol o drogas, ajustes de cuentas...
En cuanto a la información proporcionada por la hermana del desaparecido no se puede decir que fuese abundante ni aclaratoria, pero por lo menos tenía algo por lo que empezar.
- Srta. Waller, como le he dicho acepto el caso, y me gustaría empezar a trabajar hoy mismo. En este tipo de sucesos el tiempo corre en nuestra contra. Lo primero que haré será visitar el domicilio de su hermano a ver si encuentro algo que pueda ser interesante para la investigación. Si no tiene inconveniente me gustaría que me acompañase, así podrá contarme más cosas sobre su hermano.
Y dicho esto, Finder cogió las llaves que le había ofrecido la chica y se levantó de su mesa pulcramente ordenada con la intención de que la Srta. Waller le siguiera.
Los ojos de Amanda se iluminaron con un brillo de esperanza al escuchar las palabras del detective. Parecía que por fin alguien iba a hacer algo por ella..
Se puso en pie después del hombre -Lamentablemente no puedo acompañarle. Tengo una tienda de antigüedades que no puedo desatender. Además, ayer mismo me llegó un libro esotérico que tengo que examinar. Trata sobre un culto ancestral a un dios venido de más allá de la estrellas... En fin, no quiero aburrirle con mi trabajo. Pero espero sus noticias acerca de mi hermano. ¿Quién sabe? Quizá nos volvamos a encontrar en mejores circunstancias- dijo mientras se ponía su abrigo y se encaminaba hacia la puerta.
-Le deseo toda la suerte del mundo y que Dios quiera que encuentre a James. Muchas gracias por todo, de verdad-
- No se preocupe, lo entiendo. iré ahora mismo a casa de su hermano a ver qué puedo averiguar allí.
Salieron los dos del despacho. Antes de cerrar la puerta John se volvió a comprobar que todo quedaba como a él le gustaba. Nada estaba fuera del orden que él se preocupaba por mantener a diario. Bajaron las escaleras hasta la calle y ya en el portal se despidieron con un apretón de manos y volvió a decirle a su cliente que no se preocupara, que todo iba a salir bien y que se pondría en contacto con ella en cuanto tuviera algo de información sobre el paradero de su hermano.
Una vez que se separaron, John paró un taxi y le entregó la dirección de la casa de James. El taxista, sin decir nada, pero con una evidente sonrísa, arrancó el coche y se incorporó al trafico que a esas horas empezaba a ser más denso.
Vosotros estáis en Boston, esto ocurre en un pueblo a 2 horas de allí. El taxista se va a hacer de oro, descuentate de tu dinero actual 150$.
Te edito el post hasta que pides el taxi, y te narro lo que te encuetras cuando llegues al pueblo.