Partida Rol por web

Me desespero por subir, mi respiración se agita y mi corazón late más fuerte, hasta que de pronto lo veo.

Es asqueroso y, raro. Jamás pensé que un lobo podría tener ese aspecto. Doy un paso hacia atrás y me quedo quieta, viendo lo que hace el lobo. No sé por qué, pero parece  que no se ha percatado de mi presencia.

Miro a Henry, intentando expresarle con la mirada que se esté quieto, que no haga ruido.

El pobre niño se encuentra horrorizado por una visión tan espantosa. Siempre le han gustado los animales, conoce muchas especies, ha visto y acariciado a muchos de ellos. Ver a un animal muy familiar para él en ese estado, es un golpe anímico demasiado duro para un niño.

El lobo gruñe de dolor varias veces. De pronto, se percata de la presencia de Samantha, la mira, y da un par de pasos hacia ella. Se detiene por un momento, y echa la cabeza atrás para emitir el aullido más lastimero que habíais oído en vuestra vida. Es espantoso escucharlo, se os pone la carne de gallina.

Al terminar, sigue avanzando hacia Sammy, mostrando los colmillos.

Era ahora, el todo o nunca. Aquel animal me había localizado o si no conseguía subir al árbol probablemente moriría. Era la única opción... por el río me alcanzaría y corriendo también me alcanzaría. Cuanto estaba echando de menos mi escopeta...

Me lanzé contra el árbol, dispuesto a treparlo con toda la premura posible - ¡Henry ayúdame! - las palabras salieron corriendo de mi boca, mientras daba el brinco necesario para impulsarme hacia el árbol.

El niño se da prisa a ayudar a su madre, pero antes de eso ve como su madre por fin coloca el pie en el lugar correcto y consigue impulsarse lo suficiente como para agarrarse arriba con las manos. Después de eso, es capaz de subir con relativa facilidad.

Los dos estáis encaramados al árbol, muertos de miedo. Durante unos minutos interminables, la bestia no se mueve de donde está, aunque no para de gemir. Por fin, tras aullar de nuevo como si lo estuvieran degollando vivo (que ciertamente, lo parece a juzgar por su aspecto) se da la vuelta y desaparece por donde había venido.

Ni siquiera se ha acercado a la cesta de picnic que Sammy había dejado en el suelo. y eso que desprendía un delicioso aroma a comida... Esa comida que aún no habíais tomado...

Ves a lo lejos, continuando por la parte sur del bosque, el tejado de lo que parece una cabaña. Está algo lejos, pero sale humo de la chimenea.

Henry os había comentado que había algunas cabañas en el bosque, de algunos leñadores que vivían en la zona. Quizás ésta sea una de ellas.

Los dos comenzáis a sentir cierto escozor en las piernas. Un picotazo, y luego otro. Os da por mirar y...

¡El tronco del árbol está plagado de hormigas!

O bichos que se le parecen. Quizás son un poco grandes para ser hormigas, pero son claadas, y de color rojo.

Cada uno siente otro picotazo en las piernas. Y ya van tres... Duele como si os hubiesen dado un profundo mordisco. Escuece como una herida a la que han echado sal.

¡Por fin! Hay algo de luz en este día...

Intento memorizar la dirección en la que veo la cabaña, pero entonces siento esos mordiscos. Es hora de moverse.

Vamos Junior - le digo, mientras le ayudo a bajar apuradamente del árbol. Una vez ahí, sacudo con mis manos todos esos insectos que aún recorren mis piernas. En caso de ver que me cuesta, me acercaré a la cesta de mimbre para recoger alguna servilleta o mantel y terminar de quitarlos.

Ya con las piernas tranquilas, recojo la cesta del suelo y agarro a Henry con la otra mano - Vamos, sígueme. Acabo de ver una cabaña.

Y guío a mi pequeño en la dirección del humo.

Henry baja del árbol ayudado por su madre.

- ¡¡Mamá, duele mucho!! - dice mientras se quita hormigas de las piernas, con dos lagrimones en los ojos. Siempre que iba a jugar al bosque tenía la precaución de ponerse pantalones largos, pero precisamente el buen tiempo que hizo aquella mañana le animó a ponerse los cortos. Ahora, además de no hacer buen tiempo, encima le pican los insectos.

Cuando su madre tira de él, la sigue, mirando al suelo para ver si las hormigas le persiguen.