Los tres compañeros improvisados de viaje, recorren el bosque con cautela, siguiendo los pasos de uno de ellos, el mediano, quien de manera diestra y con aparente conocimiento de la zona, avanza con total rapidez y despreocupación hacia la ciudad. Evitando caminos y casas de granjeros. Todo parece desierto y tranquilo. Y la presencia de pieles verdes parece un producto de la imaginación de todos. No hay rastro de ellos, ni de su matanza.
Sigo caminando, con una mochila a mi espalda, preparada para traer cosas, y recordando en mi mente las cosas que tenía que coger en la ciudad. El silencio se había apoderado de la conversación de mis compañeros durante demasiado rato. No podía soportarlo.
- Bueno... ¿Sabéis que Rabert es el único tío que ha salido vivo de Tnalt?
Miro a Will mientras camino.
- Has comentado que creías que tu mujer y tu amigo puede que estén allí... y yo intentaba darte esperanzas en el campamento. La cuestión es que... al contrario que tú, Rabert salió de la ciudad. Pero vio como destrozaban a toda su familia antes de hacerlo.
Sigo caminando, esperando que la conversación se anime entre los tres.
- Me contó la historia una vez. Le estban protegiendo del ejército de pieles verdes que les había rodeado. Su esposa, su hermana y el marido de ésta. Entre todos tenían como cinco críos. No lo recuerdo, pero me parece que también estaba su madre. Consiguió atravesar la multitud porque los monstruos estaban ocupados comiéndose a los demás. Dijo que ocurrió tan rápido que ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que estuvo a salvo.
Escuché con atención la historia del mediano, y pensó en Rabert. No parecía un gran guerrero, ni alguien que pudiera esquivar a tantos pieles verdes, pero decidió no juzgar. En todo caso, había otra pregunta que quería hacer.
-Dijiste que este lugar estaba plagado de Pieles Verdes. ¿Dónde están?
Observo que Will permanece callado. Que no quiere hablar. Lo miro y veo que está perdido en sus pensamientos, en su esperanza de encontrar a su familia con vida. Y mi intención no es quitársela, es sólo darle a entender que lo más normal es que esté ya muertas. Es la realidad.
- Nos queda poco para llegar. En cuanto salgamos del bosque.
Pienso en lo que había hablado días atrás con Rabert y mi cara se ensombreció.
- La tienda de armas de Rabert está a cinco manzanas del lugar más alejado que yo he logrado llegar. Nunca me he adentrado tanto. No creo que lleguemos allí.
Esa era la intención de mi viaje. Buscar armas para poder defendernos. La mayoría, por no decir casi todos, no teníamos armas, y eso era primordial, antes incluso que buscar comida o un lugar donde dormir. Sólo espero que al volver, la gente del claro no juzgue mal mi decisión. Tendrán que seguir durmiendo sobre la tierra y abrigados con la luna. Para que sirve tener una tienda de campaña para protegerse del frío, si no tienes un arma para protegerte de los pieles verdes.
- La ciudad está hacia allí.
Cuando señalo a través de los árboles, todavía no se ve la ciudad, pero mis ojos ven algo en el suelo, cerca de unos árboles a la izquierda de nuestro sendero. Un piel verde muerto. Su olor... juraría que puedo olerlo desde aquí.
Espero a que lleguemos.
Mis ojos se fijaron en el piel verde que Blebn había visto. De repente se me ocurre una cosa.
- Seguidme. Tengo una idea.
Y me encamino hacia el piel verde con decisión.
- Venid por aquí.
Me paro y los miro para comprobar que me siguen. Blebn se ha quedado parado indicando con la mano el camino hacia la ciudad.
- Confiar en mi.
Y sigo andando hasta llegar al piel verde. El olor es espantoso, y las nauseas que producen son intensas. A pesar de ello, me acerco más a él y le cojo de los pies. Está vestido con una piel de oso que le cubre todo el rostro. Pantalones de cuero anchos y el pecho sin protección. Le miro y parece que no tiene ningún arma y la causa de la muerte no sabría decirlo.
Le sigo muy a mi pesar.
- Hum... ¿Que estamos haciendo?
Cuando llego cerca del piel verde, el olor es tan intenso que me revuelve el estómago. No sólo el olor que ellos suelen desprender está allí, si no el de la carne muerta. Y la mezcla de los dos olores, dulces y asquerosos hacen que me maree. Las nauseas se apoderan de mi y comienzo a vomitar violentamente. Me seco el vómito de mi boca con la manga de mi camisa.
- Lo siento... es que no me esperaba esto esta mañana. Estoy acostumbrado al olor de la ciudad, pero oler a uno de ellos muerto es otra historia.
Intento reponerme un poco.
Bedwyr siguió a Will hacia el nauseabundo olor. El mediano lo echaba todo un poco más allá, Bedwyr debía controlarse para no hacer lo mismo.
-Will, ¿qué diablos pretendes? ¿Que todos echemos el desayuno?
Puf, semana tan liada que no he tenido ni tiempo, perdona.
Le cojo de sus desproporcionados pies y comienzo a arrastrarlo, retirándolo del árbol que lo cobija. Me está costando contener dentro de mi la comida de la mañana, pero era necesario. O al menos eso pensaba hace unos momentos. Ahora la duda me estaba haciendo sentir como un tonto.
Levanto la mirada hacia mis dos compañeros, o mejor dicho, hacia Bedwyr, ya que Blebn está haciendo una demostración de todo lo que ha desayunado.
- Estas criaturas no parecen muy listas. - ¿Que estás pensando? Suelto las piernas del piel verde y me seco el sudor de mi frente. Mi cuerpo estaba reaccionando al fuerte olor. - Ese olor. - Bajo la mirada de nuevo y sigo tirando de la criatura. - He visto que algunos se mueven, - Respiro un poco de aire. Las ideas se nublan en mi cabeza. - Todo parece indicar que no actúan a máximo rendimiento. Así que no digo que sean depredadores. Tal vez sean tan simples como nosotros. Ambos tenemos brazos y piernas.
Saco mi hacha pequeña del cinto, utilizada en mi carpintería para partir tablas. Y golpeo con fuerza la mano del piel verde. Varias veces hasta cortarla.
Blebn me mira y vuelve a girar su cabeza para seguir vomitando. Mezclando un grito ahogado de repugnancia y dolor.
Que conste que sigo aquí, estoy esperando a ver qué diablos pretende hacer este mediano.
- Bueno, si hubiera sabido que hoy iba a hacer esto, no me habría levantado tan temprano. Tenemos que intentarlo.
Sigo pegando hachazos para ahora, cortar las piernas.
Me recupero un poco y sin acercarme a Will comienzo a advertirle lo que he aprendido con mis pocos enfrentamientos a los pieles verdes.
- No te acerques mucho, Will, estas cosas son tan asquerosas que no se qué podría pasar si te cae algo de su sangre en la boca. Sus armas son mortales y es sólo porque entran en contacto con nuestra piel abierta.
Respiro hondo.
- ¿Que es lo que pretendes?
No puedo aguantar la nueva bocanada de vómito que me viene de sopetón. Y lo expulso de mi cuerpo doblando un poco la cabeza hacia un lado. Cuando termino, me vuelvo a limpiar la cara, dejando restos en mis labios.
- Lo siento. ¿Sabes? ¡Creo que te estás volviendo loco!
Miro hacia Bedwyr, ya no aguantaba más allí.
- ¿Nos vamos?
Aquella gente estaba totalmente ida, no se sabía si por el shock del ataque o por qué, pero estaba claro que Will no pensaba con claridad.
-Will, ¿se puede saber qué demonios estás haciendo? eso es peligroso, déjalo ya. Si no lo dejas inmediatamente, nos iremos sin ti.
Bedwyr acompañó al mediano unos centenares de metros lejos de allí, donde no pudiera oler aquella escena tan nauseabunda.
Las ideas se me amontonaban en la cabeza. No pensaba con claridad. Y por un momento, las palabras de Bedwyr me dejaron ciego ante mis actos. ¿Que estaba haciendo? ¿Que es lo que quería hacer con aquello? ¿Que estaba pasando? Noté como el sudor de mi frente se mezclaba con la sangre del piel verde que me había salpicado, y ahora, también con las lágrimas que me estaban recorriendo las mejillas. Me arrodillé sin saber muy bien por qué.
- Mi mujer....
Las lágrimas corrían cada vez con más fuerza. Echaba de menos a mi mujer, y poco a poco estaba perdiendo las esperanzas de encontrarla. Y por lo que estaba viendo, también la cabeza. ¿Que me estaba pasando? Miré mis manos estúpidamente y me pregunté nuevamente. ¿Que quería conseguir con todo esto? Levanté la mirada hacia mis dos nuevos compañeros, unos pocos metros más adelante, y agachando la cabeza me levanté y caminé hacia ellos. Tenía que poner fin a todo. Si mi mujer no estaba en la ciudad, pondría fin a mi vida. No podía continuar así, me voy a volver loco.
Esperé a que Will llegara hasta ello, y ni tan siquiera lo miré. Tenía el cuerpo cortado y no tenía ganas de bromas, sobretodo la que acaba de pasar. Descuartizar a un piel verde sin sentido. Era absurdo. Agaché la cabeza y caminé hacia la ciudad. Pocos minutos después llegamos a las primeras casas. Las conocía perfectamente, era el sitio por donde siempre entraba. Un camino de tierra no demasiado bien aplanada separaba las primeras casas, dando a su espalda, donde no había puertas, donde curiosamente no había ventanas. Me sentía más seguro entrando por allí.
Decidido caminé por el camino. A los pocos metros me pequé a la pared de una de las casas. Justo en esa misma pared, pero a unos pocos metros más adelante, había un piel verde sentado en el suelo. Lo miré detenidamente. Tenía síntomas de estar realmente borracho. Miré hacia mi alrededor, por si notaba o veía algún piel verde más, pero era el único que estaba.
Estaba claro que Will estaba perdiendo la cabeza. Probablemente por su mujer, o por el shock. Quién podía saberlo, el caso es que ir con un loco a una ciudad llena de enemigos era suicida. antes de que siguieran avanzando, se acercó a él y le puso una mano en el hombro.
-Mira, Will, todo esto puede ser muy duro. Entiendo que estés un poco confuso. Vete a al campamento, lávate y come algo. No te preocupes, aquí lo tenemos controlado. Si encontramos a tu mujer volveremos y te lo contaremos, no te preocupes. Pero ahora, debes ir y descansar.
Tras continuar su camino, vieron por fin a uno de los pieles verdes sentado, borracho a todas luces. No parecía haber más, así que Bedwyr desenfundó la espada en silencio. Señaló al Piel Verde con la espada, mirando al mediano, dejando claro lo que iba a hacer.
Miré a Bedwyr. No quería admitir que tenía razón, pero la tenía. Tampoco podía soportar la idea de no estar en la ciudad para ver o no ver a su mujer. Pero tampoco podía poner en peligro a ellos dos. Estaba claro que Bedwyr tenía razón. Asentí con la cabeza y me giré sin decir nada, y volví sobre mis pies hacia el campamento.
Asentí con la cabeza a Bedwyr. Sabía que iba a matarlo, y era la mejor opción. A pesar de estar borracho, podría dar la alarma si nos viese pasar a su lado, además, a la hora de volver, mejor que no estuviera aquí. Y no pasaba nada si algún piel verde descubría su cuerpo. Había visto numerosas peleas entre ellos, donde muchos habían acabado muertos. Por lo que no era raro verlos en las aceras y ninguno de los demás se alarmaba. Era la mejor opción. Así que permanecí quieto y esperé a que Bedwyr hiciera su trabajo. Era el guerrero de los dos. El más apropiado.
Bedwyr se colocó en posición, y, de un solo salto, salvó la distancia que le separaba del enemigo, atacando con una estocada certera en el hombro del piel verde, buscando cortar el cuello para que no tuviera tiempo ni de gritar.
Motivo: Ataque al orco (Destreza + Armas cuerpo a cuerpo)
Tirada: 7d6
Resultado: 25
Motivo: Corrección del ataque
Tirada: 4d6
Resultado: 13
La cabeza del piel verde rueda por el suelo, y su cuerpo se deja caer lentamente por la pared hasta tocar la tierra. Sólo un grito ahogado le había dado tiempo a aquella criatura. Suficiente para asustarme.
- No. Ni de coña. No va a funcionar. No.
Cierro los ojos y sigo pegado a la pared. Aquél pequeño grito de la criatura podría alertar a los demás piel verdes. Pero tras varios segundo esperando respuesta en el silencio de la ciudad, me tranquilizo.
- No nos atacan.
Me separo de la pared y continúo andando por la calle hasta doblar la esquina.
- No se tú, pero a mi me tenía harto Will con tanta tontería.
Llego hasta unos tablones de madera que cortan la calle. Los aparto para que podamos pasar.