Partida Rol por web

No parecía ocurrir nada y eso la desanimó, pero aún con todas no perdía optimismo en lo segundo que había dicho sobre otros como ellos. Le aferró la camisa y lo miró por unos segundos mientras este decía lo de la jungla.

-No lejos, quizá personas como tú como yo venir por pistola. 

Sabía que tampoco podían quedarse allí esperando algo que a lo mejor no llegaba, así que aceptó el ir a la jungla, solo esperaba no alejarse demasiado del punto " bengala" por si acaso surgía un milagro. Lo primero que buscó fueron hojas de palmera caídas al suelo que sirvieran para hacer un buen refugio improvisado junto a ramas gruesas que pudieran romper o tomar del suelo. Intentaba no pensar, no ser nefasta con su mente que era un lío, si fuera por ella se quedaría llorando desconsolada pero sabía que debía hacer algo por sobrevivir y... Angelo la alentaba a ello lo que agradecía muchísimo, esa calma era lo que la mantenía a flote en ese momento porque se contagiaba un poco de la misma... A pesar de que corría a todos lados donde pensaba que había encontrado algo útil que usar. 

Sin duda vio la bengala, pero... ¡Patatas! Sin dudarlo un segundo intentó arrastrar el saco poco a poco, si tuviera cebolla, huevos, leche... De repente le apetecían unos Boxty, empezaba a pensar que estar en una isla era un rollo, allí no tenía cocina en la que hacer mil y una comidas ricas...

Tras beber el agua que teníamos, salimos a explorar la playa. Revisamos la zona donde Bridget dijo haber visto unos brillos inusuales. Ahí encontramos varias cosas del naufragio y comienzo a alejar del agua todo lo que veo: La madera, las cajas, todo pues aunque ahora puedan no parecer demasiado útiles, incluso la madera seca para quemar será algo que apreciemos si no podemos abandonar esta isla rápidamente.

El saco de patatas es como un regalo del cielo. Ayudo a la pequeña a sacarlo del agua mientras hablo:

 - "Debemos secar las patatas o se pudrirán con la humedad. Debemos secarlas al sol o al fuego para que duren."

Veo el catalejos y lo tomo, sabiendo que puede sernos útil aunque no sé bien todavía para qué.

Entonces vemos la bengala. Escucho a Celeste y le hablo mientras le detengo con mi mano:

 - "¡Espera un poco! Deben haber venido del naufragio como nosotros y no deben estar en una posición mucho mejor que nosotros. No irán a ningún lado o no habrían lanzado una bengala. Dispongamos de estas cosas en la cueva y luego vamos a verlos. Quizás tengan hambre y necesidades, agradecerán estas provisiones tanto como nosotros y si las dejamos aquí, puede que todos las perdamos."

Tomo el catalejo y lo uso para mirar en esa dirección, a ver qué consigo avistar de esas personas pero decidido en que no podemos dejar que estos recursos queden aquí a la intemperie. Cualquier criatura, incluso peces o aves pueden malograrlos y entonces seremos muchos los que perdamos solo por la prisa de reunirnos con quienes tampoco tienen a donde más ir.

Efectivamente aquel trozo de metal no iba a moverse, y parecía ser que vuestra única alternativa sería buscar recursos en la jungla. Sin embargo después de esperar ese momento por parte de Nyamo en el que agarró a Angelo, este empezó a caer, inicialmente encima de la chica, hasta que finalmente cayó redondo al suelo.

¿Que había pasado? Ese chico había caido así sin más. ¿Se había desmayado? ¿Estaría falto de algo? ¿Necesitaría un medicamento? Espera, lo peor de todo ¿Tenía pulso?

No sabías que podría ser, pero por un momento, tus nervios empezaron a fallarte
 

Dicho y hecho, lo que teniais en mente, recogisteis las cajas, maderas y el saco de patatas y fuisteis a ponerla dentro de la cueva para poder ocuparos de la dirección de la bengala.

Desde donde estabais solo veiais una pared rocosa que separaba vuestro lugar de donde estaba el origen de la bengala. Por tanto, para llegar hasta allí había que rodear. Por suerte, la marea no estaba tan alta y había un pequeño acceso andando entre unas rocas a ras del agua. Un trozo de tierra suficiente estable para pasar y si os asomabais lo suficiente lo veiais. Una chica de piel morena junto a un chico de piel clara. Este último yacía en el suelo y parecía que inconsciente.

No pudieron siquiera avanzar pues de pronto el muchacho cayó redondo sobre ella, quien al saber que no aguantaría su peso y caería haciéndose daño se apartó ligeramente para ayudar con sus brazos a que cayera en el suelo lo más suave posible y no  a lo bruto. Al principio el shock no la hacía reaccionar, los segundos se sucedían y solo podía ver el rostro de aquel muchacho hasta que empezó a llorar desconsolada y con una ansiedad notable, con manos temblorosas le tomó el pulso como le habían enseñado en primeros auxilios típicos de escuela y se abrazó a el cayendo presa de sus propios nervios, no podía siquiera hablar y le costaba respirar a causa de la presión que sentía en ese momento.

Asentí un poco avergonzada. Richard tenía razón. Si eran más y estaban en nuestra situación, lo mejor era tener al menos algo para darles una bienvenida. Estarían agotados como nosotros y quizás con hambre. Como ellos se encargaron de coger el saco de patatas yo cogí una caja y avancé con ella metiendo pedazos de madera que encontraba por el camino. Tras reunir algunos suministros fui la primera en salir en dirección al lugar donde habíamos visto aquella bengala.

- ¡Vamos, rápido! - Dije a ambos con el mismo entusiasmo que antes. Quería confirmar que había alguien más, alguien que, con suerte, sabía algo de dónde nos encontrábamos.

El camino nos llevó a una pared con un estrecho pasillo hacia el otro lado. Me aseguré de que estábamos en la dirección correcta mirando al otro lado antes de pasar y me fijé en que había una chica al otro lado, junto a alguien más. - ¡Allí, hay alguien! - Les dije a Richard y Bridget.

Comencé a cruzar a paso firme, no tenía vértigo pero prefería no cometer ninguna imprudencia al ir con prisas.

- Hola, ¿Estáis bien? - Pregunté al ver al chico tirado en el suelo. - ¿Qué le ha pasado? -

Siendo lógica, de poco serviría mirar los tres el lado opuesto, no tenía tanta fuerza con la que ayudar a quien Celeste dijo que había, ese alguien o esos, si tenía en cuenta aquel "estáis", posiblemente preferirían algo de beber, por lo que fue a ver los cocos caídos del día.

Y miraría las plantas cercanas, sin tocar ninguna por el momento, distinguir alguna planta interesante podía ser más beneficioso para todos que ir juntos a ayudar... Sería bueno ver bambú... O alguna planta comestible.

Al tomarle el pulso notas que sigue latiendo su corazón con normalidad. No era un infarto, ni tampoco un paro cardiaco, ni menos una muerte subita... Muchas opciones letales se habían ido de tu mente, pero entonces ¿Qué?

La chica estaba llorando y parecía muy preocupada y desolada por el chico. No entendías que ocurría, pero lagrimas y ver a una persona tomarle el pulso a otra, no era buena señal.

Sigues viendo montones de cocos en lo alto de las palmeras. Salvo golpeando el arbol o agitandolo y esperando que caigan, la mejor manera de recogerlos era trepando. Por otro lado, en la playa solo encontrabas cocoteros, pero si mirabas hacia la zona de la jungla, había otros tipos de arboles. No sabias identificarlos, pero los reconocías, quizás no todos pero si algunos, y sabías que al menos uno de los tipos de arboles que había cerca de la jungla, tenían platanos. ¿Más comida?

No pensaba renunciar al agua de los cocos, si había gente nueva querrían beber, y ella misma agradecería un poco de agua más, sin pensar más, trepar un cocotero no podía ser muy diferente a otros tantísimos que había trepado antes ¿no? Sin más dilación, un buen montón de cocos para celebrar los nuevos encuentros estaría bien.

Miró la palmera más llena, y se lanzó como un cohete,

Dejamos las cosas en nuestro precario refugio, pues aunque no sea el lugar ideal para dejar las cosas a buen reguardo, es definitivamente lo mejor que tenemos en este momento. Cuando ya está todo seguro, me cargo mi mochila con mi maletín y volvemos a la zona desde donde vimos elevarse la bengala.

Bordeamos la roca que nos separa de ese sector de playa, con cuidado para no sufrir un accidente y vemos ahí a un par de figuras, una activa y la otra recostada. Al acercarnos más, noto que es una chica que está junto a un chico inconsciente. Ella es solo una niña mientras que el chico parece bordear la mayoría de edad.

Celeste se adelanta y pregunta por el chico. Me acerco directamente al chico inconsciente y mientras le hablo a la chica:

 - "¿Qué le sucedió? ¿Desde cuando está así?"

Me pongo a revisar al chico. Pongo mis dedos en el triángulo carotídeo, anterior al esternocleidomastoídeo a la altura de la traquea y pongo mi índice y medio para sentir su pulso carotídeo. Abro sus párpados para evaluar el reflejo pupilar y evalúo respiración para ver si debo iniciar alguna clase de maniobra de reanimación.

Estaba demasiado nerviosa como para poder pensar en nada, por su cabeza se cruzaban imágenes de los cadáveres en el avión y eso la hizo hiperventilar mientras lloraba desconsolada, asiendo ligeramente a Angelo sin saber qué hacer con toda esa situación, sintiéndose superada en ese momento.

Cuando llegaron Celeste y Richard no les respondió, tampoco es que pudiera realmente en esa situación emocional en la que se encontraba y solo podía balbucear algunas palabrejas en su idioma natal, el Tahitiano. Miró con nerviosismo palpable a ambos y se apartó de Angelo cuando vio que el hombre sabía muy bien lo que se hacía y se quedó abrazada a si misma y encogida mientras intentaba calmarse.

Al analizarlo más clinicamente que la pobre chica que estaba llorando y tratando de notar su pulso solamente, pudiste notar que clinicamente, el chico estaba bien. Pulso bien, temperatura bien, ningún tipo de herida o picadura que pudiera suponer un desmayo, pupilas en correcto estado... Todo parecía apuntar a solo una cosa: El chico estaba durmiendo. Entonces ¿Por qué tanto escandalo?

Empezaste a notar demasiado toqueteo en tu cuerpo. Presión aquí y allá, algo de frio... Hasta que derepente un brillo te asoló en tu sueño, un brillo un tanto molesto.

Subiste bien a la palmera, sin problemas. Con unos simples golpes los cocos empezaron a caer. Sujetarlos no era una opción pero a golpes caian con facilidad, aunque en la palmera había algunos cocos que no parecían maduros.

Iban a necesitar más comida y bebida, por lo que picó suavemente esos cocos para saber si contenían agua, su conclusión era que los más maduros sonaban más huecos y se decidió a coger los seis, Llevarlos a la cueva sería una tarea des dos viajes, pues aguantar todos sería una tarea peliaguda, tal vez pudiera cargar incluso 4, pero prefería hacerme dos veces el camino con tres.

Mientras lo hacía, miraba hacia adentro de la isla, se moreía des ganas de explorar, pero perderse sin llevar merienda sería peligroso.