Partida Rol por web

Podemos llegar. 

Ese era siempre el mantra de Kimy.  Querer era poder y ella siempre quería. Aunque el oleaje aumentara, aunque las rocas los rodearan, aunque los siguieran. Kimy siempre iba a seguir avanzando porque esa siempre había sido su forma de vida. Avanzar o morir, ella siempre avanzaría, ella siempre adelanta... hasta... que... le... fallaran... las... fuerz...

—¡Podemos llegar... vamos! —gritó a todos los chicos sientiendo como el agua le entraba por la boca, como la sal le llenaba el paladar y ya fuera por el agua, por la carrera, por todo lo que había sufrido en la isla, cuando estaban tan cerca de alcanzar el barco, su cuerpo le abandonó. Los ojos se le empezaron a nublar, los músculos le dolían como punzados por agujas, las piernas se le encogían con los calambres.

Primero se paró y se quedó flotando para tomar un poco de aire, pero las olas le impedían mantenerse en calma y en cuanto esperara un poco más una de ellas le arrojaría contra las rocas. Pero no podía más, quería... pero no podía...

Se quedó flotando con la esperanza de que el cuerpo volviera a reaccionar a última hora y gritó —¡Venga chicos, vosotros podéis! —sabiendo que ella no podría

Jensen empezó a recobrar el sentido y lo primero que notó fue los brazos de Kate sujetandole, seguido del agua. Agua alrededor. Mucha agua.

Mmm...¡TJO TJO TJO!

Tosió.

Estaba desorientado como si no recordase nada desde el momento en que empezasen a correr para salir de aquel laboratorio,  pero sabía que estaba en el agua, que Kate nadaba y tiraba de él. Era una carga. Un peso muerto a flote.

¡Aah, uh!

Se intentó recobrar y mantenerse a flote por sí mismo. No sabía hacia donde nadaban, pero tenía que permitir a Kate ocuparse de ella misma. Andaría y la seguiría a donde sea que estuvieran yendo.

Mientras iba nadando con todas sus fuerzas, notó cómo Jensen comenzó a volver en sí, por lo que, se dejó flotar un poco para que el chico notara dónde estaba y pudiese empezar a nadar por él mismo. El oleaje comenzaba a ser más fuerte y necesitaban estar en plena forma para continuar - ¿Dónde está la doctora y su acompañante? - dijo mientras miraba un poco a su alrededor.

Kimy intentaba tirar de mi pero yo sabia que era un peso muerto y sentia como sus fuerzas la abandonaban, si queria que se salvara debia dejarme ir, debia dejar que ella siguia aunque aquello supusiera mi muerte pero preferia que ella siguiera con vida.

Asi que a duras penas me solte y deje que las olas me arrastraran pues mis fuerzas aun eran no estaban recuperadas debido al golpe pero lo peor fue la imagen que estaba delante mio, Kimy habia agotado tanto sus fuerzas que veia como el oleaje tambien la arrastraba a ella sin que pudiera hacer nada y todo era por mi culpa

Ayudad a Kimy!! grite a la espera de que por lo menos ella lo consiguiera

Antes de que pudierais hacer nada, una ola hizo desaparecer a Kimy y Nya bajo el agua. Era como si de pronto el aire desapareciese a su alrededor y no pudiesen controlar ni hacia dónde iban ni tampoco qué hacer.

Era el fin, pues la fuerza de las corrientes era demasiado intensa como para poder luchar contra ella, haciendo que sus cuerpos girasen sin control y que finalmente... sus bocas se abriesen para intentar conseguir desesperadamente una bocanada de aire.

El agua entró en sus pulmones como una cascada, agitando cada uno de sus nervios y arrastrándolos a la agonía, hasta que finalmente, la vida se alejó de ellos como un suspiro, dejando sus ojos abiertos de par en par, sus músculos inertes y sus cuerpos flotando a discreción de las aguas.

Sobre la superficie, mientras tanto, Jensen y Kate se debatían contra el destino. A la pregunta de Kate, ambos miraron a su alrededor y se dieron cuenta de que no había ni rastro de ninguno de sus compañeros ni tampoco de la doctora o de su acompañante. Quizás no os hubiesen seguido hasta el acantilado; a lo mejor los habían atrapado.

O también podían haberse ahogado igual que parecían haberlo hecho  sus compañeros.

Así que nadaron con fuerza, hasta que los músculos parecían arder como si una hoguera invisible los estuviese quemando, elevando sus cabezas para distinguir en dónde estaba el barco y para conseguir algo más de oxígeno.

Sus cuerpos subían y bajaban con las olas, pero milagrosamente, lograron permanecer a flote e ir aproximándose al barco, cada vez más, cada vez más, hasta que finalmente, cuando ya todo parecía perdido, sus manos tocaron el frío metal y entonces...