Partida Rol por web

-Chicas... corred hacia el otro extemo -les apresuró a decir Istar al mismo tiempo que se encaminaba hacia la estatua-, voy a coger el medallón. ¡Iros!

Istar les ordenó que se fueran por temor a que aquello se derrumbase y se quedaran sepulcradas. Una vez que ,a regañardientes, se alejaron un poco de la escena, Istar se apresuró a coger el medallón.

Tras el salto, vio como Istar se lanzaba, literalmente, a por el medallón. Iba frenarla, iba a decirle algo acerca de los jeroglíficos, de su significado... de que contenían una advertencia acerca de los infieles... ellas eran los infieles.

Pero no tuvo tiempo.

Así que pegó su cuerpo a la entrada, preparada para saltar de nuevo en dirección contraria a la que acababa de saltar.

Ahora estabais de nuevo en la sala del foso. No había mucho más que debatir: el obstáculo tenía que ser sorteado de nuevo.

Ahora existía un inconveniente, el medallón que había cogido Istar (sin ninguna consecuencia al parecer) pesaba y eso implicaba que quien lo portase tendría que hacer un esfuerzo extra por superar el salto.

Istar corrió hacia dónde se encontraban Safiya y Beth.

-Lo tengo, al parecer no he activado ningún mecanismo, eso... me consuela.

Suspiró aliviada aunque... no del todo. Debían saltar de nuevo aquel foso y el medallón pesaba lo suyo. Si caía... acompañaría a Adam en aquellas aguas con cocodrilos. Suspiró. Sólo sería un salto de nada, todo sea por el bien de las tres y que saliesen de allí sanas y salvas.

Cogió carrerilla y se impulsó. Sonrió, había tocado tierra. Sin embargo, se giró preocupada por ambas. Se deberían haber quedado, Istar se temía lo peor.

-Chicas... tened cuidado... Coged carrerilla, yo os cogeré.

Safiya miró el foso por el que había caído Adam. El peligro no había pasado y cualquiera de ellas, si no todas, podía verse abocadas al mismo destino, así que miró a sus compañeras.

-Creo que deberíamos pensar en esto con frialdad. Lo mío no son las heroicidades físicas, así que el medallón debería llevarlo quien fuese más atlética. Creo que eres tú, Istar, así que deberías ser la última.

No había acabado de hablar cuando Istar, ni corta ni perezosa, había cogido carrerilla y saltado sin esperarlas. Afortunadamente, logró, aunque in extremis, pasar, pero a Safiya no le hizo ninguna gracia.

-Demonios, ¿es que no puedes esperarte un poco? -le gritó, enfadada -. Está bien. Beth, ahora tú. Yo te ayudaré a coger impulso cuando saltes.

Por desgracia, todos los planes de Safiya se fueron al traste cuando Istar pisó en el borde del foso y se desequilibró. Sin apenas darles tiempo a reaccionar, Istar empezó a caerse, aunque logró cogerse al borde lo justo como para evitar una desgracia inmediata.
Sin tiempo para pensar, Safiya dejó de lado los malditos planes, caminó hacia atrás y corrió para saltar el foso y poder ayudar a Safiya.

-¡Mierdaaaaa!

Esta vez el salto de Safiya fue lo suficientemente largo como para aterrizar sin mayores problemas en el otro lado. Se giró rápidamente e intentó coger las manos de Istar.

-¡¡Ni se te ocurra soltarte!!

Istar saltó con todo el ímpetus del mundo, pero... falló.

Aquello era surrealista. Había fallado la presición del salto y ahora... Se encontraba colgando de un precipicio. Morir o salvarse aquella era la cuestión.

Mirar hacia abajo no era la solución, pues allí, entre las aguas, nadaban aquellos reptiles hambrientos. Aún se podía distinguir el ropaje de Adam.

-SAFIYA EL MEDALLÓN ESTÁ EN EL BOLSILLO... -exclamó mirando cómo este empezaba a salirse de él, para precipitarse al vacío-.

Esta vez, la joven egiptóloga la había liado, sus acciones no pensadas con certeza le habían jugado pasada. Sentía las manos de Safiya intentándole ayudarle, pero... ¿Qué haría con el medallón?

-¿¡QUÉ HAGO!?

El pánico empezaba a invadirle y se negaba a soltar el medallón. Aquella era la única vía para la salida de ,al menos, Safiya y Beth y perderlo... supondría la muerte eterna sin salida.

Safiya intentó sostener a Istar. A pesar de haber saltado con rapidez y lanzarse hacia el borde como si estuviese en un tobogán, no sabía si tendría la fuerza suficiente como para soportar su peso, ni tampoco si Istar lograría mantenerse en el borde antes de caerse.

Safiya estaba sosteniendo a Istar, pero a cada segundo que pasaba, le costaba más y más. Necesitaba otro par de manos.

-¡¡Beth!!. ¡¡Te necesito!!. Rápido, salta y ayúdame!! -le gritó, cerrando los ojos por el esfuerzo y rezando porque Beth no tardase demasiado.

Las cosas seguían yendo demasiado rápido para la pobre Beth, que estaba aún atrapada en el dolor de haber perdido a su Adam. Aún no habían acabado de entrar, que ya debían volver atrás. Y todo se precipitó, de nuevo.

Istar había quedado colgada del abismo, con Safiya agarrándola a duras penas, intentando evitar una nueva caída fatal.

-VOOOOOOY!!!

No pudo decir más, saltó tan bien como pudo, el corazón latiéndole con furia.

Beth saltó con holgura el pequeño vacío y se colocó al lado de Safiya. Istar estaba colgando de la pared y a cada segundo que pasaba, Safiya pensaba que ya no iba a poder aguantar más. Pero ya no solo se trataba de sostenerla. Debían conseguir levantarla.

Las dos mujeres agarraron las manos de Istar y tiraron a la vez hacia arriba.

-¡VAMOS! -gritó Safiya, haciendo un último esfuerzo.

Finalmente, entre las dos lograron subirla. Istar se arrastró por el borde hasta que su cuerpo se encontró fuera de peligro, y Safiya se dejó caer boca arriba, exhausta.

Tras recuperar el aliento, Safiya se levantó y ayudó a Istar a hacer lo mismo.

-Qué sea la última vez que haces algo por tu cuenta. Podríamos habernos matado las tres intentando salvarte. ¿No te das cuenta de que no quiero que muera nadie más aquí y que nos necesitamos las unas a las otras para salir con vida?

Después, abrazó a Istar y a Beth.

-Bueno, ahora que tenemos este medallón, volvamos a la sala anterior a abrir la puerta, ¿no os parece?