Partida Rol por web

Decidieron que sería una buena idea poder hablar con su padre, despedirse de él dándole un poco de confianza en que iban a estar bien, que no los iba a perder nuevamente. Era realmente importante que ellos le dieran ánimos, por ridículo que sonara.

Lo encontraron sentado en el tocón de un árbol, mirando la tierra y una pequeña flor que sobresalía de entre el pasto. Era parecida a una margarita, aunque no exactamente igual. Alec no los oyó venir, se hallaba sumido en sus pensamientos y un aire de tristeza empapaba sus bellos ojos verdes. La brisa movía su cabello y se pudieron imaginar que bella pareja habían sido sus padres. Una relación tan fuerte como maldita por un destino cruel que los separó.

Tal vez... solo tal vez... podrían ellos dos darlo vuelta (estaba en manos de Gaia y de ellos mismos)

No estaba del todo seguro de cómo de duro sería despedirnos de nuestro padre. En realidad, aunque en aquellos momentos ya sabíamos que Alec era nuestro padre, en realidad no dejaba de ser un desconocido para nosotros. No terminaba de asumir cómo me hacía sentir eso respecto a él. ¿Le quería? ¿Me preocupaba? ¿Le añoraría mientras estuviéramos fuera? Una mezcla de sentimientos se arremolinaba en mi interior, y no me dejaba claro cómo sentirme.

Sin embargo, cuando le encontramos allí sentado, con la mirada perdida, hubo algo que sí tuve claro. Y era que me hacía sentir una inmensa lástima. Le vimos allí, con aquella flor en la mano, perdido en sus pensamientos, y no pude evitar recordar todo lo que nos habían contado. Cómo se había mantenido cerca pero manteniendo las distancias durante todos aquellos años, observando desde lejos a sus propios hijos, por su bien. Por nuestro bien. Tenía que haber sido realmente duro para él, más aún si se le sumaba lo que le había pasado al amor de su vida.

¿P-papá? -Le llamé, al acercarnos, sintiendo cómo me temblaba la voz. Me acerqué tímidamente, sin dejar de mirar a mi hermana se reojo cada poco para asegurarme de que venía a mi lado, hasta situarnos junto a él- Cuando volvamos... ¿nos hablarás de mamá? Me gustaría conocer toda vuestra historia, cómo os conocísteis, esas cosas... Igual con otro chocolate caliente.

Llegar hasta él fue fácil. Lo difícil fue saber interpretar el remolino de sentimientos que me invadían. Estaba claro que él nos quería y que se preocupaba por nosotros, pero no tenía muy claro en qué punto estaban mis sentimientos hacia él. Fue al verle que sentí como un inmenso amor me recorría de arriba abajo, lo mismo que sentí cuando vimos a nuestra madre que, aunque no la conocía, algo dentro de mi la recibió con el cariño que sólo los padres pueden despertar.

Cogí sus manos mientras Conrad hablaba. Me dejaba llevar un poco por un instinto raro que se había despertado en mi.

-Estaremos bien, papá-le dije en un susurro casi inaudible-. No nos pasará anda malo-añadí mientras veía la flor que él tenía en sus manos.

Alec los miró primero con ojos serios, como cuando alguien está pensando en qué decir. Pronto sus palabras revelaron lo que ellos ya sabían, que todo eso era fruto de tener miedo de perderlos para siempre. Así que se puso en cuclillas y los abrazó un buen rato sin hablar.

Luego dijo:

-Os contaré todo sobre Olivia, la Olivia de la que me enamoré... la mujer llena de luz que llenó mi vida y me bendijo con los dos mejores hijos que un padre puede recibir.

Eara le aseguró que estarían bien y no es que él no confiara en ellos, en su capacidad, sino que era muy consciente del enorme peso que estaban cargando.

-Lo sé... creo en vosotros más de lo que creo en nadie. Mentiría, de todos modos, sino admitiera que daría todo por ser yo el que hiciese esa tarea.

No cabía duda de que hablaba con la verdad, pero era un humano solamente... aunque las personas podían lograr mucho era evidente que frente al Wyrm y sus manipulaciones, era un eslabón débil.

-El jefe me prometió que al volver vosotros podríais vivir conmigo. No es algo usual pero me ha dicho que ya hemos perdido demasiado. Así que podremos vivir todos en la manada, si me aceptáis... por supuesto.

Papá nos da uno de esos abrazos que sólo un padre puede dar. Igual es cosa de nuestra nueva condición o simplemente ese sexto sentido que dicen que tienen las chicas, pero noto la desesperación que denota ese abrazo, la tristeza por tener que separarse de nosotros y la preocupación porque estemos bien.

Cuando se separa de nosotros jura que nos hablará de mamá y dice que confía en nosotros. Le sonrío dulcemente.

Luego resulta que el jefe le ha prometido que podremos vivir juntos, algo no permitido. Le sonrío ampliamente y le abrazo de nuevo. ¡Por fin tendremos un papá de verdad! De repente tengo muchas ganas de que todo eso acabe y poder comenzar la nueva vida.

-Claro que si-le digo mientras le tengo rodeado el cuello con mis brazos.

Mientras Alec nos abrazaba, sentí que aquel abrazo debía necesariamente ser uno de los muchos que tendrían que venir, que suplieran la falta de ellos que habíamos padecido durante toda nuestra vida. Y es que había sido demasiado tiempo teniéndonos únicamente el uno al otro, Eara y yo, creyéndonos solos en el mundo. La vida nos debía muchos abrazos como aquel.

Nuestro padre accedió a contarnos todo acerca de nuestra madre, cuando regresásemos. Eso era lo que yo quería, no sólo que lo hiciera, sino también que pensase en eso, en nuestra vuelta, en lo que haríamos entonces. Que mantuviera la esperanza de que eso iba a pasar. También respondió a Eara, quien de forma más honesta y abierta le había pedido que tuviera fe en nosotros, en que saldríamos victoriosos de aquella prueba y regresaríamos. Además, parecía haber llegado a un acuerdo con Gran Ciervo Rojo, para que pudiéramos vivir con él a nuestra vuelta.

Hmmm... no se, no se... -Fingí estar pensándomelo mientras me acariciaba la barbilla con el ceño fruncido, luchando por no echarme a reír- ¿Nos harás chocolate todos los días para desayunar? -Pregunté finalmente, antes de sonreír abiertamente y lanzarme a sus brazos- ¡Entonces sí!