Partida Rol por web

Más allá del susto, entre la soga que lo sostenía y la ayuda del resto del grupo, Wendell consiguió, también, traspasar la grita y ubicarse en su lugar mientras caminaban.

Al escuchar las quejas de Hamil, el muchacho no dejaba de ser un problema para el grupo, no pudo menos que contestar, a punto de perder sus buenos modos - Nadie te obligó a venir. Y para nosotros el camino es este. Ahora solo toca avanzar... y en silencio -

Por un momento estuvo a punto de pedirle que si no quería seguir con ellos se fuera, pero el recuerdo de las sospechas de Arvin impidió que abriera la boca "Si llegó hasta aquí, mejor que lo tengamos a la vista" se planteó cada vez más preocupado.

Sin embargo, al llegar al llegar al bosque, no dejo de mirar a su alrededor, mientras se mantenía en silencio, tratando de detectar cualquier ruido que pudieran hacer los orcos, si es que estaban en las cercanías. Habían tardado algo de tiempo en rescatar al muchacho y bastante más en cruzar esa grieta por lo que, quizás, la ventaja que creían haber conseguido respecto al legado quizás no fuera tan amplia como hubiera podido ser

Al ver cómo Wendell se quedaba colgado de la cuerda, pero aparentemente sin consecuencias, sonrío mientras me asomo por la grieta ¿Cómo te sientes? pareces un jamón que se está curando al sol digo mientras intento ayudarle a subir, agarrando la cuerda.

Una vez todos al otro lado, sanos y salvos, y sin nada que lamentar, proseguimos el camino, sendero arriba y sendero abajo Nuestro amigo tiene razón. No si es que eres un experto montañista, o qué, pero ¿qué te hace pensar que este no es el camino? ¿acaso pensabas que sería subir y subir y solo subir? niego con la cabeza los caminos son así, chaval.

Seguimos avanzando hasta encontrarnos en lo que parecía el principio de un bosque, el lugar de las fatas Vaya, esto es una pasada digo mirando el bosquecito, verde, florido, con los grandes árboles elevándose menos mal que todavía hay lugares donde la sombra no ha llegado. Ahora, si hay fatas, recemos para que no nos maten antes de poder hablar mientras hablo, miro detenidamente a mi alrededor, observando y buscando.

El avance del resto del grupo es sumamente lento, suficiente como para que yo pierda la paciencia mas decido no mostrarlo abiertamente. Dudo que el resto de los presentes sepa distinguir mi rostro constantemente fruncido a este igualmente fruncido, pero un enano sabría que estoy impaciente.

"Niniel sabía cuando yo me molestaba incluso antes que mi rostro lo hiciera patente."

La melancolía y los recuerdos me ayudan a moverme mentalmente de la tediosa escena presente hasta que un grito me sobresalta. Es Wendell que se precipita al vacío. Tenso con fuerza la cuerda que tiene atada y comienzo a tirar para subirle. No es difícil, a pesar de ser altos, los humanos no son tan pesados y pronto conseguimos que suba nuevamente, sin daño alguno.

Por fin, podemos reiniciar la marcha después de un contratiempo que nos ha tomado mucho más del tiempo necesario. Mientras avanzamos, Hamil parece quejarse de este avance, pero no le presto mucha atención. Creo que los humanos son muy buenos para quejarse pero poco proclives a actuar.

"Por eso se rindieron tan fácil ante la Sombra."

El avance luego se mantiene a buen ritmo, hasta que llegamos a un pequeño bosque de montaña. Escucho al resto de los presentes mientras mis ojos se posan en la escondida manufactura de aquel camino. Sin pensarlo, pronuncio mis pensamientos en voz alta, en el idioma antiguo de mi pueblo:

 - "Esto fue hecho por mi pueblo."

Sin apartar los ojos de mi objetivo, le hablo a los presentes en la lengua del comercio:

 - "Este ers el camino. Enanos hacer-lo."

Indico el camino con el mano, para que el resto lo vea y continúo caminando por la ruta, sabiendo que cada demora nos aleja de la victoria en esta misión de la que quizás no volvamos a pesar de conseguirlo.

Manfred tomó su mochila y prosiguió el camino después de cerciorarse que todos habían pasado, ayudó en lo que pudo para después proseguir. Iba con el pequeño Mika aunque ya no le agarraba de la mano, el muchacho había demostrado su valía y ahora lo trataba como a un muchacho más que a un niño, le daba de beber y de su comida cuando veía que era la hora para ello, también se preocupaba por Hamil, dándole de su cantimplora y de su comida si este no llevaba. La situación se hacía tensa con Hamil que hablaba criticando al grupo, pero Manfred le restaba importancia y le sobreprotegía con sus palabras, había descubierto que muchas veces los seres que parecen más indefensos son los que pueden hacer mayores proezas dado el caso. Él lo había comprobado en su propia carne cuando escapó de la batida, siendo solo un comerciante, un ermitaño del bosque, si él sin conocimientos guerreros, solo sobre la naturaleza había podido evitar al mal que se cernía sobre la tierra confiaba en que otros así también podían hacerlo.

Necesitaban descansar pero en el caminar todo cambió cuando el enano Ulfrin dio a entender que se encontraban en el camino correcto, en el territorio de las fatas. Manfred observó con detenimiento por si encontraba algo que le llamara la atención, algún signo de la supervivencia de aquellos seres...

Atardecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 19)

Pasados quince minutos desde que el grupo entrara a aquel bosque, el mismo empezó a tornarse lúgubre y silencioso, algo característico en la mayoría de los bosques en aquellos años, aunque no por ello dejaba de ser preocupante, si no todo lo contrario, era claro que el peligro podría acecharles en todo momento. Aunque igualmente habrían de haber corrido un nivel de peligro similar en el resto de su viaje.

El silencio, era realmente eso lo que tornaba las cosas distintas, había demasiado silencio en aquellos momentos mientras atravesaban el bosque al atardecer ya de aquel día. El grupo se encontraba tomando una esquina en el camino, cuando sus instintos los llevaron a descubrir que estaban bajo una emboscada, lamentablemente fue tarde pues ya el enemigo estaba cayendo sobre de ellos. Una rápida reacción les hizo darse cuenta que se trataba de enanos, cuatro enanos para ser exactos. Los cuales, sin decir palabra alguna, les atacaban, con la clara y única intención de matarles.

Su breve pero intensa vida con los contrabandistas había preparado a Wendell para actuar rápidamente. Es cierto que las pocas escaramuzas en las que había participado habían sido, principalmente, contra pequeñas partidas de orcos, pero el hecho de que se tratase de enanos no cambiaba su experiencia.

Apenas se dió cuenta de lo que estaba pasando, sin siquiera pensar, dió un paso al frente y movió sus manos con fuerza, buscando impactar en el enano que tenía más cerca. Sus puños, acostumbrados a golpear con exactitud, buscaron el rostro del enano más cercano e impactaron justo entre sus ojos.

No había acabado de golpear con su mano derecha y cuando se preparaba para volver a hacerlo con la zurda cuando se dio cuenta que Ulfrin, un enano, los estaba acompañando. Casi sin darse cuenta ese pensamiento evitó que su mano izquierda siguiera el camino de la derecha, a la vez que exclamó - Ulfrin, que enanos querer hacer? - en su chapucero idioma enanil.

Manfred atacó al enano de la izquierda cuando pudo con su lanza...

Mientras caminaba, estaba más preocupado por nuestro compañero Hamil que por dónde íbamos avanzando hasta que, de repente, nos topamos con una emboscada.

Cuando fui consciente de esto, me maldije a mí mismo por no haber estado atento a nuestro entorno, lo que me ha permitido sobrevivir tanto tiempo en esta tierra salvaje, y caer como un necio en una emboscada. Estaba claro que, cuando entrábamos en territorio de fatas, los peligros se multiplicaban, puesto que ellos estaban acostumbrados a atacar primero y preguntar después.

La aparición de los fatas tomo al mediano por sorpresa que intentando llevar a la compañia por el camino correcto no reparo en quienes se ocultaban en la espesura del bosque.

Jonad se preparó para defender aunque sabia que tenia todas las de perder contra aquel adversario, bueno y ante cualquiera... Deseaba que aquella lucha pudiera evitarse mas si entre ellos caminaba el valiente Ulfrin.

Mis ojos se concentran sin distracción alguna en seguir las huellas de aquel camino delimitado para mi pueblo. Probablemente no hubiese sido visto por otros humanoides pues los enanos somos expertos en la manufactura de cosas sutiles, para no ser visto en ausencia de un ojo experto. Si a eso le sumamos el descuido y abandono, este camino es una pista oculta a simple vista.

Pero entonces, unas figuras aparecen de golpe a nuestro alrededor y a primera vista me parece que son enanos:

 - "¿Hermanos?"

Digo en el antiguo idioma de mi pueblo, para ver si me reconocen como uno de los suyos, aunque sus expresiones son más hostiles de lo que esperaría de un grupo que ve a uno de los nuestros entre ellos, armado y libre de cadenas.

Es solo un instante, breve lapso, un cambio en el ambiente, una hoja que se mueve en dirección inversa a la brisa del camino, un indicio irrelevante pero...

-¡EMBOSCADA!

Rápidamente, mis manos se deslizan hacia mi honda grande que oculto entre las tiras de la ropa. En mis bolsillos saco rocas del camino, especialmente preparadas para éstas ocasiones, dispuesto a vender cara mi piel.

Para mi sorpresa, mientras preparo la honda, veo asomar enanos.

-¡NO¡ ¡SOMOS AMIGOS!

No sé si me harán caso o no, pero mi honda empieza a girar, sólo por si siguen avanzando, dispuesto a pegar el primer golpe.
 

Atardecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 20)

La emboscada procedente de unos enanos que aparecieron de forma inesperada en el camino no fue tan desastrosa como todos temieron en un primer momento. La desesperación por matarles era tal en aquellos enanos, que la mayoría de sus ataques fallaron, siendo solo impactado Hamill durante los primeros instantes de la batalla. El humano de hecho pegó un sonoro grito de dolor al tiempo que clamaba por ayuda. Situación similar con el pequeño Mika quien sollozaba aterrorizado mientras se agazapaba contra el suelo, deseando que Ulfrin y Durghall le protegieran.

En aquellos instantes iniciales del combate, solo Wendell y Arvin lograron reaccionar, y de forma muy efectiva, pues Wendell logró dañar con dureza a uno de aquellos enanos usando solo sus puños, mientras que Arvin había hecho lo propio contra otro enano agresor usando su honda.