Partida Rol por web

Viernes, 18:27 de la tarde. A pesar de que acabas de regresar tras realizar tus “trabajillos” habituales en la ciudad, la jefaza ha dado orden de que seas llevado a su despacho personal en cuanto pongas un pie en el lujoso Maid Café que hace las veces de cuartel general.

Mientras caminas hacia el despacho de la jefa, vas rememorando tu trayectoria personal. No hace un mes desde que llegaste a Japón y tuviste la increíble suerte de encontrar un puesto de trabajo como, ejem, “recadero” de la importante familia Falobene. Fuiste afortunado, sí. No es frecuente encontrar ramas de la mafia italiana tan bien establecidas en el país del sol naciente. En poco tiempo demostraste tus impresionantes habilidades que te valieron un ascenso rápido dentro de la familia. Y ahora la mismísima hija del Capo Alonzo Falobene, Ester Falobene, te había llamado a su despacho personal. Por lo que te habían contado tus compañeros, Alonzo Falobene había confiado plenamente en su hija para llevar la rama de la familia establecida en Japón. Ella era, por así decirlo, el capo al que debías de obedecer bajo cualquier circunstancia mientras estuvieras trabajando allí.

En cuanto llegaste al despacho, llamaste a la puerta y esperaste pacientemente hasta que la jefa te dio permiso para pasar. Al entrar te encuentras con la mismísima Ester Falobene cómodamente reclinada en su sillón de jefaza mientras su doncella de confianza, Greta Heinz, está sirviendo dos tazas de café caliente. Te ofrece un asiento y tú lo aceptas mientras la recorres con la mirada. Ya la habías visto en alguna ocasión, pero nunca tan de cerca. Ciertamente, sus dos enormes domingas son algo digno de mención, no te extraña que todos los trabajadores masculinos que tiene sueñen con meter la cabeza entre esas dos tetazas. Cuando Greta te alcanza una de las dos tazas de café, te das cuenta de que llevas mirándole las peras a la jefa al menos cinco minutos. Carraspeas y tomas un sorbito de la bebida, esperando a que te digan por qué estás aquí y qué quieren de ti.

La jefa bebe un poco de café antes de mirarte con interés y decir:

 -Bueno Enzo, qué agradable que es tenerte entre nosotros. Cosa que no debería sorprenderte teniendo en cuenta la brillante carrera que estás haciendo. Incluso yo estoy impresionada.

En ese momento la jefa abre un cajón del que saca una carpeta y un sobre.

 -Es por eso que creo que tú eres el más indicado para llevar a cabo esta misión secreta.

Te acerca la carpeta para que la leas. Dentro hay informes detallados sobre un tal Joel Minabo y un host club que lleva el mismo nombre, así como de los trabajadores del mismo.

 -Quiero que te infiltres en ese Host Club y que me cuentes hasta el más ínfimo detalle de todo lo que sucede allí. ¿Está claro?

Enzo hizo caso omiso de la carpeta, manteniendo la mirada con su jefa, Ester.  Aparte de esporádicos vistazos a sus domingorras.

Cruzó la pierna izquierda por encima de la derecha, se apartó delicadamente su largo cabello y volvió a dar un pequño sorbito a la taza de café. Se quemó la lengua, pero aguantó como pudo.

-Grazie, jefa, es un honor para mí, y mi familia, escuchar tales elogios de usted-

Su voz era fría como el hielo, desprovista de alma, al igual que su mirada vacía.

-Sus órdenes serán cumplidas a rajatabla, como siempre-

-¿Debería de saber alguna cosa más, jefa?-

Comentó como un autómata, más que como una persona.

Pero él era un profesional, entrenado por los mejores maestros italianos, y no le hacía falta mirar aquella ridícula carpeta. Al menos, no ahora.

 -Sí.

La mujer te acercó el sobre que había sacado junto con la carpeta.

 -Ahí dentro hay algo que va a serte enormemente útil. Son fotos que te servirán para extorsionar a uno de los empleados: Ayato Inoue. Te conviene tener algo parecido a un aliado allí donde vas.

Tras decir esto, Ester se inclinó sobre la mesa y dijo en tono amenazador:

 -Si te pillan negaremos conocerte y cualquier conexión que puedas tener con la familia Falobene. Y si te dejan salir vivo, nos ocuparemos de solucionar eso también.

Luego volvió a reclinarse hacia atrás y dijo:

 -¿Alguna pregunta Enzo?

-Si te pillan negaremos conocerte y cualquier conexión que puedas tener con la familia Falobene. Y si te dejan salir vivo, nos ocuparemos de solucionar eso también.

-Tsk-   bufó con cierta indiferencia

-Lo usual, jefa- Cogió el sobre, aquello si despertaba un mínimo su interés.

Tras abrirlo, vio aquellas grotescas fotos, las de un hombre destripado, y encima desde diferentes ángulos. Aquello si calentó un poco la sangre del frio joven. Cuando fue a guardarlas, se le cayeron al suelo, desparramándose por el mismo.

-Las manos, a veces sufro temblores-  Se disculpó. Luego las guardó de nuevo y las metió en la carpetilla.

-Cómo voy a contactar con usted, Jefa, y cada cuanto tiempo-  Una vez pasada la emoción de las fotos, volvió a su pose de indiferencia absoluta.

-No te preocupes por eso, ya nos pondremos en contacto contigo cuando sea necesario. Tú sólo ocúpate de cumplir con lo que te he ordenado. Así que si no tienes más preguntas...

Dejó la frase en el aire, esperando que entendieras que si no ibas a decir nada más, podías irte ya.

COn un ligero suspiro, Enzo cogió la carpeta y se dispuso a marcharse

-Bene, bene, ya veo que sobro-

Saludó a la jefa y se marchó

En cuanto Enzo se marchó, Ester se puso a imitarle de forma ridícula:

 -Bene, bene, ya veo que sobro… ¡Meh! Menudo idiota… No le doy más de dos semanas antes de que le pillen…

Acto seguido abrió un tercer cajón de dónde sacó a un chavalín con el pelo azul y orejas y cola de gato. Se lo puso en el regazo mientras sonreía como la pervertida que era y, rascándole la cabecita, dijo:

 -Dime “miau”, bonito. “Miiiaaaauuuu”.