Partida Rol por web

«Demasiadas vueltas...»

Pienso al sentir como mi mano tiembla, necesito ir a la enfermería con urgencia. No creo que esté más tolerante con el correr de los minutos si no avanzamos en esta misión de una vez por todas. 

Mei, se enfrenta a un lock, en micro terminal manual. Extiende su mano en un escáner, y resuelve una contraseña. Vaya claramente es fácil, y más cuando tienes la pista, de saber, que los que hacen las contraseñas, son las iniciales de "e". -Entonces, lo más importante son, 2,71, aunque también podría redondear ya que algunos libros indican, 2,74. Esto debe ser un juego. -Colocaré las iniciales de pi, que son 3,14. Ahora si invierto, "pi" antes que "e". -Esto, es bastante ofensivo. Mei, presiono 314271 en la pantalla de la micro terminal de la compuerta. Y después de unos segundos, está se abrió.

Samantha apretó los dientes: la primera prueba. La compuerta daba a una cámara de descompresión. Si ésta estaba intacta quizás había alguna esperanza para la Zelonia y lo que llevara... si estuviera también invadida.

-Aoi -radió- apártate. Jessie, entras tú y yo te cubro (*).

La compuerta se abría como un pozo negro ante ellos, no se veía ninguna, ni siquiera los pilotos de emergencia. Un sonoro clonc resonó cuando Samantha se movió hacia un lado y ancló las suelas magnéticas del traje. Desde ahí tenía un buen ángulo de tiro ý podría cubrir a Jessie.

Dejó escapar lentamente el aire:

-Cuando quieras, Jessie.

La soldado desactiva las suelas magnéticas al 50%, dejando la resistencia justa para no caerse ni flotar, pero sí tener una más cómoda movilidad. En el panel numérico que da acceso a la Zelonia, Jessie puede ver una luz verde que anuncia que puede abrir la compuerta. La ha abierto la comandante lenta y casi silenciosamente. El escaso aire de la sala de descompresión saliendo al espacio permite escuchar el golpe metálico.

—Voy a entrar —anuncia a través del intercomunicador multimedia—. Podéis ver a través de las hololentes lo que yo vea. No entréis hasta que asegure la sala.

Con la linterna del fusil encendida, Jessie accede al interior de la sala. Las puertas de plexiglás reforzado que separan la sala de descompresión del resto de la nave permiten ver parte del interior de esta, aunque todo se encuentra sumido en la más completa oscuridad.

—Está despejado —dice rápidamente—. Sugiero que, en cuanto entremos, Mei se haga cargo de activar los sistemas de este antro, ¿vale?

Poco a poco siento que algo me agobia, pero no digo nada y espero un tanto impaciente a qué abran la compuerta. No comprendo porque nos lleva tanto todo esto, si bien no es más que un procedimiento y mi idea es mantener a la planta bien aislada para comenzar a investigar todo al respecto de ella. 

—Una vez certifiquen, avanzamos. 

-Mondai nai. Levanto el pulgar en señal de que entendí el plan. Espero que no encontremos otro organismo, aparte de la planta. Siento la típica corriente en mis manos, que pide a gritos que debo resolver algo. Ah, vaya, la emoción va a matarme. Mientras parecía que un aura infantil rodeaba mi presencia, me dí un momento de paz. Ok, solo esperare a que más de uno pase, en este caso la Doctora Leclerc y Van Damme.  Puede que así, nada me tome por sorpresa.

La nave muerta, pues sin energía es lo que es, provoca un escalofrío en Samantha. Es una tumba, piensa, aunque sin cadáveres se corrige mentalmente al pensar en los cuerpos de la tripulación flotando en el espacio. 

Están en un corredor, si no se equivoca, hacia la derecha está la planta de potencia de la nave, normalmente en dirección opuesta al puente de mando y alejada de los habitáculos de la tripulación y las zonas comunes (*).

-Mei, vamos a la planta de potencia. Jessie tiene razón, veamos si podemos encenderla. Doctora, Jessie, vengan con nosotras.

El tono de Samantha trata de ser conciliador (**) pero la costumbre del mando está marcada en sus palabras y en la sequedad con que las pronuncia, incluso en el paso al usted. 

Atareada observando el corredor, la comandante a medias no parece haberse dado cuenta (***).