Partida Rol por web

Misterio en Villatripas

La capilla

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10/06/2013, 21:26
Director

Es raro, la capilla está manga por hombro, pero la virgen sigue intacta.  Es como si hubiese pasado un tornado revolviéndolo todo y el centro del mismo hubiese sido la virgen.

La gente que entra y sale, se horroriza con lo que ve allí, sobre todo cuando debajo de las andas de la virgen descubren el dibujo de una media luna dibujada con pintura roja.

-¡Eso han sido los moros! ¡Que atentan contra la religión Cristiana! ¡Seguro que quieren volver a invadirnos! -Las voces se van airando cada vez más y parece que se preparan para linchar a la única familia de moros que vive en el pueblo. La voz de la razón intenta hacerse oír en labios de un Joven veraneante.. -El señor Aiman y su familia llevan aquí casi cinco años y nunca han dado problemas. ¡Es un buen hombre! - Pero la protesta muere ahogada por los gritos de rabia e indignación del resto de los presentes, que están muy encendidos por el destrozo de la capilla y el robo de la iglesia.

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10/06/2013, 21:34
Director

Sin embargo, para los agudos ojillos de Fulgencia que todo lo ven y en todo se fijan, eso no es nada normal, parece que alguien intenta atraer las miradas sobre la virgen, para que nadie se fije en otra cosa... Pero ¿qué otra cosa puede ser importnate de la capilla? Y entonces se acuerda ¡La reliquia de san Eufrasio!

Corre apurada hacia el pequeño altar que le hicieron al santo en la capilla, se lo habían hecho hacía un par de años, cuando el alcalde volvió de su viaje a Roma con la sagrada reliquia que el mismísimo Papa le había entregado.

Al llegar allí observa que el pañito que cubre la reliquia y sobre el que descansa la talla en madera de San Eufrasio, tiene una esquina levantada. Con reverencia, mueve al santo del lugar y levanta el pañito para mirar bajo la loseta que guarda la reliquia. En ocasiones normales no se atrevería a toquetear un lugar sagrado de esa forma, sin el permiso del señor cura, pero algo le dice que no es una ocasión normal.

Y cuando levanta la loseta que cubre la reliquia, casi se desmaya del susto. ¡La habían robado! ¡Se habían llevado el mayor orgullo del pueblo!

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11/06/2013, 01:41
Fulgencia Ramírez Cabrales

-¡Padre Nicomedes! ¡Venga usted aqui! -el grito desesperado rasgo el aire, poniendo los pelos como escarpias al más pintado- ¡Qué desgracia, padre mio, que desgracia! ¡Esto es obra del demonio! - comenzó a santiguarse, y hasta los ojos se le rasaron en lágrimas sólo de pensar que alguien se podría haber llevado de alli las reliquias. ¡Las reliquias! Aquello ya no era ni una gamberrada ni ná. El que se hubiera agenciado las reliquias se merecía arder en el infierno. Y, señaló al cura, con una mano temblorosa, el hueco que acababa de destapar, mostrándole que en el hueco en el que tenían que estar las reliquias de San Eufrasio, ahora no había nada. 

Fulgencia no se lo podía creer. Aquello no podía ser verdad, no podía el Señor permitirlo.  Y seguro que el alcalde tenía algo que ver. Si ella ya tenía claro que en la plaza había visto lo que había visto. Y allí se estaban callando algo- Ay, padre, quien ha podio hacer esto... No tiene nombre, Dios mio, no tiene nombre... - se sigue lamentando, sollozante, ante tal herejia.

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11/06/2013, 13:17
Nicomedes Deiros Riviera

El Padre Nicomedes llega a la capilla, falto de aire por la edad y el tabaco. Mas por lo segundo que por lo primero, todo habia que decirlo. Cuando ve la gente que ha llegado ante el, gritar, no dice nada hasta que no juzgue con sus propios ojos. Aparta a los presentes, con una mezcla de temor e ira poco propia de un sacerdote, y ve como ha quedado la capilla.

Se queda con la boca ligeramente abierta, en todos los años de sacerdocio nunca habia visto tal herejia. Nunca habia visto tal desproposito contra la iglesia de su señor. Avanza por el lugar, apretando los dientes en un gesto de rabia e indignacion, llevando los dedos a algunas de las cosas rotas, hasta que la Señora Fulgencia me llama. Me acerco, y es cuando veo la Luna Roja pintada, y los primeros gritos de acusación contra los moros.

Quien este libre de pecado, que tire la primera piedra...  Digo a los presentes, alzando la voz ligeramente para que me escuchen.  ¡Pero este simbolo pagando es propio de los moros! ¡Que algunos vayan a ver que han estado haciendo mientras estabamos en la casa del señor! ¡Esos paganos!

En cuanto el veraneante habla, le señalo  Usted Callese ¡Turista! Grito, sin problemas al desacreditar alguien que ya no vive alli ¿Que sabra él de los problemas que han dado o dejado de dar? ¡Son moros! ¡Y un cura como yo estaba lleno de prejuicios!

Ahora si, me acerco a Fulgencia, tras desatar la ira de la muchedumbre, y azuzarla para que busquen culpables, al ver que la policia no ha conseguido nada mas que dejarse una vez mas, en evidencia. Cuando observo el hueco, y veo que falta la reliquia. ¡LA RELIQUIA! Cojo aire, sentandome en el peldaño de peidra junto la virgen, cogiendo aire. Aquello no eran las ofrendas, era la mismisima reliquia de San Eufrasio. No se encontraba bien, demasiados nervios, demasiados disgustos, y demasiado poco tiempo.

¡Hermanos! Me pongo en pie ¡Hermanos! ¡Han robado la Reliquia del pueblo! ¡Debemos recuperarla a toda costa!

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro embarullar para que la gente se cabree xD

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11/06/2013, 22:06
Fulgencia Ramírez Cabrales

Fulgencia andaba tan concentrada en la desaparición de la reliquia, que ni siquiera se había fijado en esa media luna roja- ¡Los moros! ¡Eso han sido los moros, que se quienhacer estallar! ¡Seguro que hay una bomba, madre del amor hermoso.... nos quien destrozar la fiesta! - se suma al discurso catastrofista del padre Nicomedes, destando ahora toda esa tensión en su discurso. Todo un alarde de comprension y tolerancia, claro está- ¡Si ya le dije yo al alguacil que lo que había que hacer era mandarlos de una patá en el culo a su casa!- exclama, y, al mentar al policía se acuerda de algo. Se acerca entonces al padre Nicomedes, agarrándolo del antebrazo, con esos dedos huesudos suyos- Padre Nicomedes... - baja la voz ahora, en tono confidente- Yo no es por ponerle mal cuerpo, pero me paece a mi que el impresentable ese del alcalde sabe algo más... Que hoy, en la plaza del pueblo, parecía enfurruñao con el alguacil datrás.¿No se ha percatao usté? - es su revelación. Y, después de decir esto, vuelve a mirar a su alrededor, por si acaso se le ha pasado algun otro detalle por alto, golisqueando un poquillo más, que para eso es su especialidad y no hay ná que escape a su ojo clinico.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Yo tambien tiro embarullar y golisquear, a ver si la liamos xD

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17/06/2013, 10:57
Director

La gente ya estaba calentita, y no os cuesta mucho que se calienten aún más, aquello es una marabunta, pero son gente de pueblo, así que pensar lo que se dice pensar no piensan mucho. Por lo que los veis salir corriendo de la capilla, discutiendo sobre si coger la escopeta de sal o la de perdigones…

Dentro de la capilla, Fulgencia no descubre nada nuevo, salvo lo que ya ha visto

Notas de juego

Os dejo una imagen de la capilla.

El altar principal está situado al este. Saliendo, al norte tenéis el pueblo. Al sur algunos campos. Hacia el este hay una gasolinera. Y al oeste más campos. 

Es decir, mirando la imagen los puntos cardinales son:

   N

O    E

   S

PD: Siento el retraso, hasta arriba de curro, proyectos y cosas por hacer T_T

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21/06/2013, 00:46
Nicomedes Deiros Riviera

Me llevo la mano a la pipa, fumando dentro de la iglesia, dando una larga calada mientras me cruzo de brazos, con una ligera sonrisa cuando veo escapar la marabunta en direccion al pueblo. Si no habian sido los moros, cosa proco improbable, les daria una razon para que se largaran de villatripas, mi pueblo. Si habian sido ellos, encima de largarlos, tendria las cosas que habian robado.

En cuanto Fulgencia me habla, me giro hacia ella, caminando hasta ponerme frente a ella, mirandola con gesto de gravedad ¿El Alcalde? ¿Segura? Niega con la cabeza  No, no lo vi. Tampoco quisieron contarme nada, es posible que sepan algo. Vamos a buscar a ese impresentable, doña Fulgencia.

Cierro la capilla, sin arreglarla ni tocar nada. Era hora de ir a buscar al alcalde, y contarle las cuarenta.

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21/06/2013, 01:12
Fulgencia Ramírez Cabrales

Fulgencia lleva un buen rato exhibiendo un rostro reflejo de la más suprema satisfaccion y aprobacion al ver a la marabunta enfurecida salir de la iglesia en direccion a cá los moros. Que se fastidien, si no que se hubieran quedado en su pais. Ahi seguro que nadie les molestaba.

Y siente un deje de orgullo en cuanto ve que el padre no solo le presta atencion sino que, además, parece tomar en serio su comentario. Eso tenia que significar que ella, la Fulgencia, era mas sabia y mas lista de lo que parecia. Seguro. Si no no se explica que el cura, que es un hombre letrado y de Dios le haya hecho caso a ella.

Asiente, decidida, cuando la anima a acompañarlo a hablar con el alcalde. Con las ganas que le tiene al pamplinas ese. Se iba a enterar. Y, ni corta ni perezosa, coge al cura del brazo, un gesto que le sale del alma y, mentón alzado, se dirige junto a el a hablar con el impresentables del alcalde- Amonós, padre. Se va a enterar ese de lo que vale un peine...