—¡BIEEEEEEEEEEN! —es lo único que puedo gritar con todos los tesoros que he obtenido en mi búsqueda. No obstante, yo no soy ningún lumbreras, y no sé qué relación hay entre unos y otros.
No obstante, sé muy bien para qué valen dos de los objetos. Así me pongo la máscara, y me meto el muñeco desproporcionado en los pantalones, para ir corriendo a otra habitación, a ver qué encuentro mientras Eustaquiano se queda pensando para qué pueden valer...
Voy a la habitación más próxima, si el salón no tiene más que la salida por la que he entrado, pues salgo por ahí y sigo por el pasillo que había. Pero vamos, que mi idea es registrar la casa, así que si quieres agilizar, hago una tirada por cada habitación, y ya me cuentas si saco algo...
Mapa de la casa del alcalde:
Pues ale, tiradita al canto por cada sala que queráis "Investigar" (El salón ya no, que ya lo habéis visto todo :P)
Si lo preferís, también me vale una sola tirada, pero diciendo en qué salas miráis.
Motivo: Recibidor
Tirada: 1d10
Resultado: 4(+5)=9
Motivo: Pasillo
Tirada: 1d10
Resultado: 6(+5)=11
Motivo: Baño
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+5)=14
Motivo: Cocina
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+5)=14
Motivo: Despensa
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+5)=13
Motivo: Huerto
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+5)=14
Motivo: Habitación Azul
Tirada: 1d10
Resultado: 6(+5)=11
Motivo: Habitación Pequeña
Tirada: 1d10
Resultado: 5(+5)=10
Motivo: Baño Arriba
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+5)=13
Motivo: Despacho
Tirada: 1d10
Resultado: 6(+5)=11
Motivo: Biblioteca
Tirada: 1d10
Resultado: 3(+5)=8
Motivo: Trastero
Tirada: 1d10
Resultado: 7(+5)=12
Motivo: Habitación chiquitos
Tirada: 1d10
Resultado: 10(+5)=15
Motivo: Habitación Matrimonio
Tirada: 1d10
Resultado: 4(+5)=9
Todo gulusmeado, menos los balcones. Sigo el orden de las tiradas, por si entre medias llega la mujer y se lía a estacazos conmigo.
Garrotón se interna por toda la casa buscando cosas interesantes, hasta ha cogido un pequeño hatillo que había en el recibidor para poder llevarlo todo. Aprovechando que pasaba por el huerto, ha metido un par de zanahorias, pero cuando vuelve del huerto a la cocina, se encuentra a la mujer del alcalde. -¡Jesús que susto! –Grita al ver entrar a Garrotón, pero luego la cara de susto se va poniendo roja de ira..
-¿Todavía estáis aquí gurriatos? ¡Devuélveme eso! ¡Que valeun dineral! ¡Ven aquí no huyas, que voy a dar una buena tunda por como me has dejado el salón! ¡Mala bestia! ¡Atontaó! ¡Ya verás como te pille!
La mujer coge una escoba para atizaros, pero antes de que pueda hacer nada Garrotón sale corriendo tirando de Eustaquiano. Y sigue corriendo colina abajo hasta llegar al prado del Emiliano. Donde se asegyura que ya no le siguen y se sienta en una roca grande a desenvolver sus tesoros. Eustaquiano le mira algo molesto, pues aún no ha encontrado a su cabrito.
En el hatillo hay tres libros encuadernados en piel que los ha cogido porque tenían letras brillantes en la portada. Garrotón no tiene ni idea de lo que son. Eustaquiano se asoma por encima de su hombro y lee lo que pone en las portadas: Faust der Tragodie, Andaleb y Clavicula Salomonis Regis. Sacáis, además, dos zanahorias, cuatro algodoncitos de colores. Una rama de olivo, y otra de Laurel. Rimmel, un botecito con polvitos amarillos, una caja de tizas blancas, una piedra ovalada de color azul turquesa que os recuerda a un escarabajo, una cera manley de color rojo, un plastidecor azul, un ojo de plástico que debió ser de alguna muñeca, un trozo de queso viejo y un ratón blanco que Garrotón no tiene muy claro como ha llegado a la bolsa. Además de la figurilla que Garrotón se había llevado del salón y la máscara que todavía lleva puesta.
—¡Mira mira mira! —digo a Eustaquiano enseñándole los tesoros. No obstante, parece que el hombre está más pendiente de otra cosa que de mis tesoros. Una pena, porque seguro que valen para algo.
Ya que yo no llego a comprender lo que significan todas estas cosas, y el pastor parece que tampoco, vuelvo a guardarlo todo, y pongo rumbo al ayuntamiento. El alcalde es mu listo, seguro que él sabe que son todas estas cosas suyas.
-A ver que tiés ahí...- El Eustaquieno empezó a examinar todos los tesoros que el Garrotón le había traido pero no había ninguna pesquisa de pa donde podía andar su cabrito. Desilusionado, y un poco desfogado por la carrera todo hay que decirlo, se cabreó ligeramente. -Le hemos destrozau la casa al soplagaitas ese pa nada... Espera... Trae pa´ ca esto. -Dijo haciéndose con la play-boy. Al ver la cara de intriga de su compañero de saqueo se explicó. -Creo que aquí hay una pista de donde puen estar mis jamelgas... digooo, mi cabrito...
Los libros esos raros no le decían nada, es más, a penas podía leer sus títulos que tan raros eran... -Tira. Vamos con el cura y los demás que seguro que andan tras la pista güena.
El pueblo parece haberse quedado vacío del todo cuando bajáis de nuevo hacia el ayuntamiento. Lo que en cierto modo es normal, ya que es día de fiesta y son casi las tres de la tarde. Probablemente estén todos comiendo en sus casas, recordar esto hace que empecéis a sentir algo de gusa…
Llegáis a la puerta del ayuntamiento y escucháis voces que vienen de la recepción. Parece que el señor cura le está gritando a alguien, aunque no alcanzáis a oír del todo bien lo que dice, ni la respuesta que recibe.
-¡Cagúen laba! Creo que es el cura. Vamos Garrotón, vamos a ver que discuten que igual hay que partir cráneos. -Dicho esto azuzó el garrote que sostenía en la mano y echó a correr hacía el origen de los gritos.
Eustaquiano no era un hombre extremadamente violento pero le habían hinchao los cojones con el robo de su cabrito y estaba algo frustrado por no haber encontrado nada en casa de los moros ni en casa del alcalde, y además tenía un hambre que se podría comer un tractor en marcha.