Por mucho que quisieran pensar que fue una pesadilla, aquello era dolorosamente real, sobre todo para los que no salieron indemnes de esa noche. Ya fuera por heridas físicas o en la misma psique, los que viajaron en ese autobús jamás llegarían a ser los mismos. Incluso los que fueron al pueblo buscando trabajo, se marcharon en cuanto pudieron, prefiriendo volver a sus hogares a vivir humildemente. Pero dos mujeres quisieron saber más, interiorizarse en ese otro mundo que les permitió ver a través del velo y descubrir que había cosas ocultas al ojo humano. Cosas que siempre estaban acechando.
Ambas tenían el número de Oliver, el único que parecía saber que pasaba y que fue entregado por el extraño grupo de cazadores. Pero contactar con el sujeto no fue nada fácil, cada vez que llamaban, sonaba una contestadora que decía siempre lo mismo.
Soy Oliver, si tienes un problema deja tu número de teléfono. Si estoy vivo, te contactaré
Pero, luego de una semana casi de esperar, recibieron la tan ansiada llamada. Fue corta y sin muchos preámbulos, les pedía que le vieran en el cementerio de Kennmort a media noche. Si, media noche. Como si encontrarse con un desconocido en un cementerio no fuera suficientemente espeluznante, tenían que hacerlo a media noche. El tipo ni siquiera esperó a que confirmaran, cortó y ya.
Pero pese a todo sentido común, ambas llegaron al cementerio, en donde una tenue luz les guio hasta el dichoso Oliver. Estaba sentado junto a una tumba abierta, sobre la pila de tierra que él mismo acumuló, medio apoyado en una pala. Al verlas llegar, encendió un cigarro con una cerilla y la arrojó aun encendida en el hueco. Algo debía haber ahí dentro, pues se prendió al instante y el lugar fue iluminado por el fuego rojizo. Sonrió.
-Kailan y Simone supongo- miró a ambas con mal gesto, como si estuviera precisando de que calibre eran. Al pararse y acercarse a ellas notaron más detalles sobre su persona. Iba vestido de manera sencilla. Vaqueros gastados, abrigo viejo pero resistente, una camisa naraja sucia de tierra. Tenía un bigote de los viejos, totalmente pasado de moda que caía por el costado de sus labios hasta el mentón. Varias cicatrices coronaban su rostro, dándole un aspecto fiero y rudo. Debería media metro noventa y su torso era ancho, al igual que su estómago, que sobresalía levemente-. Bonito pueblo.
En la noche solo el crepitar de lo que sea que se estuviera quemando en es tumba parecía romper el silencio, como si todos se hubieran callado para poder oírles. El tipo parecía mas un camionero o motero que alguien que pudiera darles respuestas, pero ya estaban ahí.
Simone había permanecido en las calles durante esa semana de espera. Le gustaba más dormir mirando las estrellas, una forma un tanto melodramática teniendo en cuenta que acababa maldiciendo todo lo posible cuando llovía, pero aun así era mejor que estar acompañado. No es que fuera antisocial, aunque su actitud no ayudara precisamente a hacer amigos, sino que con el paso del tiempo había aprendido a que era mejor apartarse, sobre todo mientras dormía al no controlar su cuerpo. El mejor remedio para evitar muertes innecesarias era apartarse, doloroso, pero cierto.
Y así llegó el tan esperado día. Cansada de comer comida por donde pillara y dormir en algún banco, recibió la llamada de Oliver. Ese sería el día en el que se tomaría una ducha (que ya cantaba un poco) y se pondría sus mejores galas, una sudadera demasiado ancha que había robado de algún tendedero y un pantalón de gimnasia oscuro, bastante cómodo para ella. Perfecta para ir al cementerio.- Se hizo una coleta dejando varios cabellos sueltos fuera y guardó las manos en los bolsillos mientras caminaba por el tétrico cementerio, mirando a un lado y a otro las lápidas sin leer su contenido, más bien estando pendiente por si una mano asomaba de entre la tierra y volvía a tener otro episodio zombi.
Soy más de Caribe, pero supongo que no está mal.- Pateó una piedra, rebotando en una de las lápidas y perdiéndose por la espesura.- Veo que ambos vamos al mismo modista.- Señaló su ropa, intentando dar un poco de conversación. Ya se sabía que sociabilizar no era lo suyo.- ¿Tienes algo interesante que decirnos?
-Odio el calor- dijo Oliver comenzando a rellenar otra vez la tumba con paladas de tierra cuando el fuego ya se apagó. A pesar de ser un hombre de aspecto descuidado, contaba con bastante vigor y resistencia-. Es mejor llevar ropas que no llame la atención o que sea descartable- se detuvo y miró a amabas, estudiándolas una vez más-. Ustedes se toparon con cosas bastante turbias- sonrió a través de sus bigotes pasados de moda, con un brillo en los ojos-. Estas rengueando rubia, levemente, pero lo noto. Supongo que aquello te dejó alguna marca- otra sonrisa, sin dejar de meter paladas en la tumba-. También miran las tumbas con precusion, esperando que algo saltara de ellas a arrancarles la carne de los huesos- más paladas y el montón de tierra empezaba a ser mucho menor-. ¿Si tengo algo interesante que decir? Pues si… pero no volverán a ver ninguna otra cosa de la misma manera. Un cementerio de mierda como este será el menor de sus problemas. Porque esas cosas- señaló hacia la oscuridad, a un punto indeterminado-. Están en todas partes.
Terminó de tapar el agujero, sentándose luego en el suelo y sacando un petaca del costado del cinturón, apurando un largo trago. Les invitó a sentarse cerca, teniendo un par de tumbas como asiento.
-Si entran en este mundo… pues van a sufrir mucho miedo, muchas tristezas y seguramente mueran solas- otra sonrisa que no transmitía alegría, solo una cruda verdad-. Estoy dispuesto a enseñarles a disparar, apuñalar, investigar, rastrear, matar… pero luego voy a querer algo a cambio. Porque mi tiempo es oro y el perderlo hace que gente inocente muera. Espero que estén dispuestas a pagarlo.
La calma volvió a la vida de Kailan, su abuela estaba estable y tomando sus medicinas y por suerte todo lo ocurrido con los zombies no había llegado a ella, aunque los funerales luego de los alumnos que murieron le dieron un aura bastante desanimada al pueblo, mas de lo que normalmente era, Kailan simplemente dejo de hablar del tema, incluso para Chloe y Roy a quienes no les contó nada, agradecía en parte que sus amigos no estuviesen involucrados en ello.
Simone no acepto su propuesta de quedarse en su casa, tampoco insistió mas, entendía de alguna forma que esa chica era muy diferente a las que conocía, tampoco es que Kennmort tuviese un variopinto interesante de chicas.
Finalmente se decidió a llamar a ese tal Oliver, siempre el buzón de voz, hasta que por fin devolvió su llamada y así fue como una hora antes Kailan estaba en el cementerio, frente a la tumba de sus padres charlando con ellos mientras hacia tiempo, aun en su memoria estaba la voz de su madre y los extrañaba, al rato observo como un hombre llegaba, nadie mas estaba a esas horas en ese lugar.
Se acerco y saludo con un gesto a Simone, se le veía bien, cuando Oliver menciono que esas criaturas estaban en todas partes Kailan observo el cementerio y la oscuridad que les rodeaba, le creía, después de lo vivido, si le contaban que los elefantes rosados existen y vuelan, ella lo creería.
-¿Luego?... ¿a que te refieres con luego?, por que imagino que si estas aquí con dos jóvenes es por que no debes tener mucha gente que crea en "esto"- o que los que creían estaban muertos.
-¿Podrías ser mas especifico?... la idea de morir sola no me convence-
-Luego será cuando vea algo que podrían manejar. Como una prueba o cosa similar- sacó un paquete de cigarros y le dio un par de golpes contra el dorso de su mano, para luego sacar uno y encenderlo-. Suelen haber casos en todo el país, pero es difícil verlos. Hay poca gente que cree, de esos aún menos hacen algo o si lo hacen… no duran mucho- exhaló humo por su nariz, dando tiempo a pensarlo-. Mi tiempo es valioso, así que exijo que la gente que se mete en esto haga algo a cambio. Normalmente salvar a un pobre idiota que acosado por fantasmas- pateó la tumba sin ganas con su pie-. Llamó la atención de algún ser, tiene alguna maldición o mil mierdas más- miró a Kailan, quien suponía con menos ganas de meterse en eso-. Si me preguntas, prefiero morir defendiéndome que siendo la comida de “algo”. Por eso están aquí- ahora miró a Simone, para volver a hablar-. Quieren defenderse de lo que sea que podría surgir. Me tengo que ir en un par de días, pero me quedaré y les entrenaré. Incluso les diré como acabar con algún tipo de criatura. ¿Zombis? Creo que ya lo saben. ¿Hombres lobo? ¿Fantasmas? ¿Gouls? ¿Brujas? ¿El maldito Yeti? Pues puedo darles algunos consejos- de un bolso arrojado sin cuidado al lado de la tumba profanada, sacó dos celulares de aspecto toscos y se los arrojó-. Un regalo de mi parte. Nadie va a poder rastrearles con eso y son duraderos… pero me temo que no podrán usar WhatsApp.
Eran teléfonos viejos, con botones… ¡Botones! Pero dentro de todo estaban bien cuidados y seguramente tendrían cobertura en cualquier lugar. De esos que podías usar como armas.
Kailan comenzaba a comprender mejor de iba todo, en cierta forma estar de este lado del velo la hacia ver al mundo desde otro angulo, siempre intuyo que ahí en la oscuridad había algo mas o que esas sombras que uno veía por el bordillo del ojo, no eran simples alucinaciones, era imposible que la humanidad no tuviera depredadores por decirlo así y después de todo, las historias eran ciertas.
-Bien, quiero aprender y estoy dispuesta a ser uno de los tuyo...- se quedo pensativa un momento -¿Cazadores? se hacen llamar, ¿cierto?, pues el grupo que nos dio tu contacto, también tenia acceso a libros, nosotras tendremos acceso a eso, algo así como una enciclopedia o algo similar, los que has nombrado me parecen pocos para... todo... lo que puede existir por ahí-
En distintas culturas existían leyendas de todo tipo y seguramente pudiese existir una criatura por cada una de ellas y eso, no suena muy alentador pero, si se conocen mas detalles de tu enemigo, tienes cierta ventaja inicial.
-¿Como empezaremos el entrenamiento?-
-Somos conocidos como los Intrépidos Hijos de Puta Mata Monstruos S.A.- dijo ladeando la cabeza y sonriendo de costado-. Llámense como quieran, ciertamente es lo mismo- apagó el cigarro contra la tumba y empezó a recoger sus cosas-. Los libros son cosa seria, no los doy a nadie. Los que tenía Dinkley y compañía fueron adquiridos por su cuenta, algo que no recomiendo hasta tener conocimientos y responsabilidad. No cosas de niños y jugar con ello puede ser catastrófico- ahora no bromeaba para nada, pues miraba a ambas con intensidad, sin pestañear siquiera-. Lo que les puedo dar, a modo de muestra gratis, es conocimientos sobre un monstruo en particular. Aunque seguramente no sabrán si les sirve a menos que se enfrenten a ese bicho, pues casi siempre se debe investigar, saber que es y como matarlo. Nunca es tan sencillo- miró a Simone, sacando un sobre y entregándoselo-. Me adelantó algo Vilma, podría servirte. Mañana empezaré a entrenarlas, por separado- la rubia tomó el sobre y sin decir nada, se dio la vuelta para marcharse de ahí-. Y tú- señaló a Kailan-. Espero que sepas en lo que te metes.
Simone sale de escena.
Kailan, puedes rolear todo lo que quieras en esta escena, sobre todo lo que quieras entrenar.
Por otro lado, piensa en algun monstruo que quisieras conocer, el que quieras, para tener algunos datos sobre èl.