Partida Rol por web

Tras una semana y un poco más en casa, Vincent vuelve a buscarte:

- ¡Buenos días, Iron! Es la hora. Le recuerdo que después de esta misión, decida aceptarla una vez sepa su contenido o no, entrará en la Agencia y obtendrá su deseo: protección para su familia. Hay, sin embargo, otro punto del que hablemos y al que me gustaría volver brevemente: le dije que esa familia podría depender de esta segunda misión. Por supuesto no su integridad, sino su unidad.
Sé que es un poco sucio mencionar parte de su pasado, pero me es necesario. Si no le ofende contestar, Coronel, ¿piensa que el mayor regalo que le hizo aquel monje fue la oportunidad, y no la obligación, de cambiar? ¿Fue la libertad para aceptar o fracasar en su reconversión?

Gracias a la tenue luz que emite la llama de tu mechero puedes ver el interior de la base. Con mucho polvo tanto en el aire (con el consecuente problema para respirar) y en la maquinaria, descubres con placer que casi todo en el interior es de hierro, así que destruir toda la estructura (salvo el extraño metal exterior en forma de cubo que la protege) no te supondrá un gran problema desde aquí.

Absolutamente todos los aparatos y máquinas parecen muy viejos, anteriores a la invención de la electrónica, e incluso algunas cosas parecen resueltas con sistemas de poleas y engranajes o grandes hierros pulsadores como las utilizadas por las antiguas máquinas de escribir. Por lo menos Vincent parece no haber mentido sobre la antigüedad del lugar: seguramente construida en la primera mitad del siglo XX y nunca reformado, o apenas hecho.

Los movimientos de las palancas arriba y abajo siguen su curso, ajeno a tu estancia allí. No logras distinguir exactamente que hace cada parte (dudas que alguien lo pueda descubrir en breves momentos), por lo que si no quieres destruir la maquinaria completamente pero si inutilizarla temporalmente, debe haber algún tipo de antena que emita la señal que según Impulso modifica ligerísimamente la conducta humana, y que sea capaz de atravesar el metal que rodea la estación.

 Jack no podía decir que se sorprendiera. Realmente tenía una ligera idea de que encontraría algún aparato de alta tecnología alienígena; pero no aquello. Se paseó por la sala mientras le llegaban los ruidos del exterior. Buscó algo que explicara la función de aquella estrambótica máquina que parecía estar allí desde principios de siglo. Buscó una pantalla, una impresora,... algo.

 Concentrándose, dejó el mechero zippo suspendido en el aire, encendido, y comenzó a buscar.

Cuando crees haber localizado un camino que te llevaría hasta la antena, oyes un zumbido repentino que cesa rápidamente. El polvo en el aire empieza a moverse rápidamente, y un gas aparece desde el suelo y comienza a expandirse. Detrás de ti, suena una voz:

- Váyase de aquí, señor -es uno de los héroes con los que te has enfrentado fuera, el tipo que ha desaparecido ante vuestros ojos, y que ahora se ve con una extraña luz que no parece de origen eléctrico, sino parecido al de muchas luciérnagas juntas, alumbrando también una parte de la estancia. Es posible que haya entrado antes que tú y esas palancas que has visto bajar no fueran parte del mecanismo, sino él moviéndolas al azar. Mantiene en su mano derecha una cadena bajada-. He activado el sistema de seguridad, todo lo que se quede dentro de aquí va a morir -él tampoco se mueve, por lo que supones que si dice la verdad (aunque tú creas que miente descaradamente) piensa sacrificarse.

 Con el ceño fruncido, Jack da un paso hacia detrás (hacia el agujero), desconfiado. Con un movimiento de muñeca enrosca la cadena alrededor del cuello de aquel tipo brillante.

 -Me iré; pero antes dime: ¿Qué cojones hace esta máquina? ¿Por qué tenéis tanto interés en mantenerla activa?

 Otro paso hacia el agujero.

- No lo sé, solo me han mandado protegerla y somos los buenos. ¿Por qué quiere destruirla usted, si no conoce cual es su función? -parece no importarle mucho que le rodees la cadena con el cuello: ha aceptado su muerte.