Uggh..., aagh... -Lotario comenzó a gemir mientras se despertaba-.
En viendo que Lotario se despertaba, Yabiz se apresuró a coger la cruz de Mayenza, envolverla con algunos harapos que guardaba en su jubón y escondiola en el fondo del mismo.
- Pues salgamos de aquí entonces y busquemos un sitio dónde guarecernos de aquesta gélida noche.
Y en acercándose a Lotario y ofreciéndole un poco de vino para despejar su cabeza dijo:
- Vamos compañero, despierta... La noche es fría y este lugar es inhóspito, salgamos de aquí como alma que lleva el diablo - ocultando así deliberadamente cualquier referencia al tesoro que yacía en su mochila.
Según ayudaba a Lotario, Yabiz recordó el episodio en la capilla del castillo y decidió preguntar al caballero por él.
-Y aquestas criaturas que hemos matado nocle caballero, ¿qué relación guardan con los blasfemos rituales que parece tuvieron lugar en la sagrada capilla de este castillo?
La cruz de Mayenza estaba helada cuando la tocaste. Tus manos se volvieron blanquecinas del resplandor que emergía de ella. Tras envolverla y guardarla, avisaste a un Lotario que se despertaba. Tras ésto, le contaste que tenías la cruz en tu poder, y sin saber muy bien qué había pasado, se sorprendió. No llegó a ver los cadáveres allí postrados, pues estaban en medio de la oscuridad de aquel sótano. Et fue entonces, cuando éste se levantó que no dió crédito a ver al viejo caballero templario allí, a su lado. En el fondo se alegró (al menos ya no había gritos espeluznantes) y los tres subísteis arriba arduos. A fin de cuentas, ya teníais lo que queríais.
Una vez arriba, salísteis al patio de armas del viejo castillo de Vimianzo. Ya no llovía a mares como antes. Sin embargo, pese a que veíais la puerta de entrada a pocas varas, una figura se interponía casi bajo ella. A poca distancia la silueta de un hombre alto se interponía. Al mirarlo un poco mejor vísteis que su rostro y sus manos eran marcadamente azules... Y os miraba desde la distancia. El caballero armado y Lotario se detuvieron, algo asustados, pues temían que fuera otro de aquellos terribles seres. Sin embargo, allí estaba, parado, y lo único que hizo fue extender su brazo y mano y hablaros.
Entregadme esa cruz... -os dijo suavemente-.
Al oír la aterciopelada voz del hombre el erizósele el vello de la nuca al curtido morisco que solamente fue capaz de balbucear:
¿Quién reclama esta cruz para si y con qué derecho?
Aunque el miedo le invadía la avaricia del asesino se impuso a este y como acto reflejo Yabiz estrechó la cruz contra su pecho resistiéndose a entregarla.
¿Por qué no se nos deja desandar el camino hasta aquí y guardar la cruz en un lugar seguro tal y como el noble caballero que nos acompaña, legítimo guardián de la cruz, reclama?
¿Quién reclama esta cruz para si y con qué derecho?
Uno que puede -dijo, mostrando una pequeña sonrisa-. No es sino aqueste tiempo en el que he sido guiado hasta aquí, et que os he visto a vos et vuestra ansia de riqueas -continuó-. Puedo darvos cuanto queráis, cuanto deséeis. Sé donde hay oro por doquier, en gran cantidad, porque yo veo a través de la riqueza. Dadme agora lo que portáis, et seréis benefactor, et no haréis otra cosa en la vida que gastar y gastar, pues a tales y tantas riquezas os haré llegar.
¡Callad, impío! -gritó el caballero armado con su espada en alto-. No le hagas caso, Yabiz -te dijo susurrando para luego volver a mirar al de la piel azul-. Seáis quienes seáis, no sois digno de aquesta joya, que Dios hizo para el regocijo de los hombres. ¡Idos, ladrón, o morid agora mismo!
El tipo, en cuanto el viejo templario habló, elevó sus brazos, poniéndolos como en cruz, con la palma hacia arriba. No retiro su media sonrisa de la boca. Et entonces, la tierra que pisábais en el complejo de Vimianzo, comenzó a vibrar. Bajo vuestros pies la tierra temblaba mu levemente, y un terrible rugido se oyó... bajo vuestros pies.
¡¡DÁDMELA HE DICHO!! -ordenó el hombre ahora con una terrible voz más grave y resonante-.
Ante la manifestación de poder del misteriosos hombre Yabiz se refugió detrás del caballero amarrando la cruz como si le fuere la vida en ello.
Más vale pájaro en mano que ciento volando Aprovechando el enfrentamiento entre este hombre y el viejo quizás pudiere huir con aquesta cruz en mi poder.
Así que el malcarado morisco miró a su alrededor buscando una manera en la que poder huir y haciéndole una señal a Lotario para que estuviera alerta.
Busco alrededor a ver si hay algún trozo de muralla por el que pueda trepar y descolgarme al otro lado sin correr demasiado riesgo.
¡¡¡GRRRR!!! -el tipo rugió severamente con un gruñido, pero sus manos no bajaron, et fue entonces que la tierra continuó moviéndose, pero más, ¡MUCHO MÁS! El suelo comenzó a resquebrajarse entonces bajo vuestros pies, y el rugido bajo vuestros botas, en el interior de la tierra se hizo mucho más claro. Lotario asintió a tu señal, pero, pero ciertamente estaba asustado por lo que pasaba.
¡AHORA SUFRIRÉIS LO INNOMBRABLE! -gritó el tipo de la entrada del complejo-, ¡SUFRIRÉIS! ¡SUFRIRÉIS!, ¡Y MORIRÉIS! -el tipo hizo aspavientos con sus manos, elevando sus brazos al tiempo que la tierra se resquebrajaba más y más-. Pareciera que él mismo fuera quien rompiera el terreno y lo abriera en canal, cual cerdo, como si nada o nadie le importase lo más mínimo.
El suelo lleno de tremendas hendiduras se movía, vibraba al unísono por todo el castillo. Parecía incluso que vida propia tenía el fortín, pues tanto se movía para vuestros ojos que incluso caerse pudiera en cualquier momento, al ser montones de piedra olvidada. El temblor no cesó, y mientras os colocábais bajo el viejo y echábais a correr a una parte de las murallas más bajas, unas manos comenzaron a salir de las grietas de la tierra. Pequeñas falanges apretaban el terreno y se izaban del interior como malamente podían. De ellos era el rumor procedente del subsuelo...
Enseguida vísteis una tuba de personas, mejor dicho, de cadáveres, levantándose hacia la superficie terrestre y comenzando a andar hacia vosotros. Teníaislos por detrás, por delante, al fondo del castillo y en los laterales. Aquella tierra parecía estar infestada de maldad y cuerpos hediondos capaces de aniquilar a cualesquiera... Si por Lotario fuera, desmayárase allí mismo, et que tampoco credibilidad dióle el templario centenario cuando vio a todos aquellos infelices y despellejados invitados mirándoos fijamente.
El caballero armado comenzó a evitar a estos seres, que movíanse cuales los anteriores del aquel sótano oscuro, et que a base de mandoblazos empezó a quitarse uno a uno de encima, abriéndose paso hacia el hombre de piel azulada. Quizá pensara que de eliminarle, aquel malvado prodigio de la tierra acabárase, et todo volviera a la normalidad. Pensaba incluso en el Mal. Satán, Belcebú, Astharoth... que cualquiera de ellos fuera el causante de aquesta guisa no era locura pensarlo... et estaba allí delante de vosotros, con las manos extendidas.
A fructibus cognoscitur arbor... -musitó el templario mientras resignado os miraba yendoos y huyendo-.
La cosa es así:
el suelo del castillo ahora tiene un montón de grietas de las que han comenzado a salir como cadáveres de ellos (parecidos a los del interior del castillo). Éstos os persiguen y también al viejo armado, el cual se está acercando al tipo de piel azul abriéndose paso a espadazo limpio (quiere luchar contra ese tipo). Mientras, Lotario y tú intentáis escalar por un lado de la muralla que es bastante bajo. Haz una tirada de Trepar (AGI)
A Yabiz el miedo proporcionole alas que le permitieron trepar a la muralla en un santiamén, pero muy a su pesar al volver la vista al patio sembrado por una turba de cadáveres que parecía iban a engullir al viejo caballero y noto una sensación prácticamente desconocida para él, remordimientos.
¡Viejo loco! - gritó encaramado a la muralla - ¡Corre hacia aquí donde la muralla es baja y podremos huir, deja a esa aberración en este infecto patio y huye con nosotros!
Motivo: Trepar
Tirada: 1d100
Dificultad: 85-
Resultado: 4 (Exito)
Sin embargo, aquel viejo no podía oírte. El incesante alarido de los cadáveres andantes era demasiado fuerte, y el terrible temblor de tierra no era sino ensordecedor... Tras la carrera, te encaramaste a la muralla como un gato trepador, et ninguna traba hubo en ello, ya que en cuestión de segundos estabas arriba. El tipo del rostro azul te miraba desde la distancia, no perdiendo atención tampoco en el templario, que se acercaba a golpe de filo. Lotario, por su parte, iba tras de ti, empero que lo suyo parecía ser el cantar, et no el trepar... Cuando intentó trepar el tramo, resbalo su pie y la pared se deshizo, et que entonces cayó hacia abajo. Allí esperaban ya una docena de muertos, et viste cómo tu compañero de aventuras desaparecía entre la enorme masa de cadáveres bajo tus pies, mientras éstos lo despedazaban al momento...
Motivo: Trepar
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 98 (Fracaso)
Tu dirás si saltas hacia el otro lado. En el otro lado no hay nada, sólo el pequeño claro y luego el bosque (no hay cadáveres).
Y en viendo que Lotario acababa de ser despedazado por esos cadáveres andantes y que el misteriosos viejo no podía escucharle y estaba decidido a enfrentarse con aquel ser de rostro azulado Yabiz, tras unos pocos segundos de titubeo, se decidió a huir como alma, que en este caso, no se llevaba el diablo. Pasados esos segundos de tribulación miró Yabiz al otro lado de la muralla percatándose con su único ojo de que no había cadáveres, o al menos estábanse quietos en sus tumbas, en el claro del bosque al que daba la parte exterior de la muralla comenzó a descolgarse rápidamente por la pared hasta llegar al suelo con la intención de correr mientras le aguantasen las piernas.
Motivo: Trepar
Tirada: 1d100
Dificultad: 85-
Resultado: 59 (Exito)
Difícil dilema moral para un asesino despiadado... :S
Te hago una tirada de trepar por si la necesitas para bajar por el otro lado :)
Yabiz, en un intento por sobrevivir, se descolgó por la pared* exterior de la baja muralla, y comenzó a volar hacia abajo. Un instante después te posaste en mitad del campo, saliendo de las dependencias del castillo. El rugido y el temblor continuaban, aunque ahora con menor intensidad. Lo que si se oía eran gritos de pelea, concretamente los del viejo armado y el hombre de piel oscura y azul. Claro que, mientras corrías y ponías pies en polvorosa, te detuviste en seco al escuchar, ya muchas varas a tus espaldas, un terrible estruendo: la torre más alta del castillo de Vimianzo comenzaba a derrumbarse.
Lo viste todo, y aquello era fruto del temblor de la tierra de la que ahora quedaban pequeñas sacudidas esporádicas. La torre de homenaje, ahora hecha añicos, había caído sobre el patio de armas, aplastando allí cuantos cadáveres había. De la suerte del centenario templario nada supiste, pues dejaste de mirar atrás y corriste como si no hubiera un mañana...
*: en realidad es bastante baja como para no hacer tiradas de descenso. De ser así, la tirada sería por "Saltar", y no por Trepar. Pero desciendes sin problema (no llega a 3 varas).
Puedes si quieres hacer un último post. En breves pondré el epílogo de esta mini-aventura.
Yabiz, mientras corría para salvar su vida, escuchó un fuerte ruido a sus espaldas. El miedo le impidió volver siquiera la vista atrás para ver a qué se debía tamaño estruendo. Sus piernas sin embargo no se dejaron atenazar por el terror que invadía al infortunado asesino y se movieron más ligeras que nunca alejándole de aquel escenario de pesadilla e internándolo en el oscuro bosque que le condujo hasta allí. Cuando Yabiz se alejó lo suficiente para sentirse a salvo se dejó caer junto al tronco de un árbol para coger resuello. Justo en ese momento Carbón, su fiel compañera, salió de los pliegues de la capa de Yabiz en los que se escondía para respirar el aire fresco de la noche quedándose con la mirada fija en los ojos de Yabiz levantada sobre sus patas traseras.
No me mires así Carbón, la vida es dura. He hecho lo mejor para nosotros. Lotario, Xaquín y ese viejo eran conscientes del peligro que se corría y habían vivido lo suficiente en este valle de lágrimas como para no reprochar al pobre vástago de una ramera que antepusiese su pellejo al de todos ellos.
De verdad que lo siento por Lotario, Carbón, le había cogido cierto cariño. Y quizás este desenlace hubiera sido mejor para él que haberle tenido que emborrachar hasta la inconsciencia, en una oscura taberna para poder huir después con tan preciada cruz. O quizás peor, imagina que se hubiera dado cuenta de las intenciones que albergaba con respecto a quedarme la cruz para mi sólo y hubiéramos tenido que convencerlo para que nos dejase marchar por métodos más explícitos. Ya me entiendes Carbón, no es la primera vez que me ves hacer algo así en un callejón de arrabal.
Y así tras mirar al infinito largo rato mientras amanecía, emprendió el camino hacia algún sitio civilizado donde vender la Cruz de Vimianzo, intentar vivir al menos una temporada a costa de las ganancias obtenidas y olvidar lo que tuvo que hacer y ver para obtenerlas.
Escena cerrada.
En breves, epílogo.