Notaste como casi se atraganto cuando llegaste al climax y penetraste con mas fuerza su garganta, haciendo que todos tus fluidos bajaran por ella sin poder remediarlo.
Alice te miraba sonriendo, feliz de poder ver como llegabas al orgasmo de conseguir que l hicieras, de saber que era gracias a ella - Me encanta verlo... me encanta oirte... me encanta como lo haces...
Sonreí aún cegado por el placer y me dejé caer junto a ella aún respirando agitadamente. -Eres... eres increíble Alice... -Besé sus labios saboreando en ellos mi propio sabor y acaricié su rostro de forma cariñosa. -¿Vendrás a vivir conmigo? Me encantaría despertarme cada mañana contigo entre mis brazos.
Estaba a punto de amanecer, lo sentía en la piel y por pirmera vez en siglos podría verlo.
Se recosto mirandote y sonriendo por tu proposición - Me encantaria, pero no se que opinaran mis padres de ello... aunque escaparme mas de una noche si lo hare, eso tenlo por seguro... - Sus manos acariciaban tus hombros mientras ella se perdia en tus ojos sin dejar de sonreír...
- Mañana me morire de sueño por tu culpa, asi que mas vale que me recojas para dormir la siesta juntos... - Te guiño un ojo divertida dejando claro que no solo se referia a dormir.
La insinuación de la siesta me hizo soltar una risotada bastante estridente. -La duda ofende cariño, siesta y depués Jacuzzi. ¿Acaso hay mejor plan? -pero la mención del sueño me hizo recordar las palabras de mi suegro. -Hostias tus padres van a cortarme los huevos, les dije que estarías pronto en casa. ¿Quieres dejarlo para otro día? -pregunté refiriéndome al amanecer.
Nego con la cabeza y se posiciono colocando comodamente el vestido en su cuerpo y despues te coloco entre sus piernas mirando hacia el horizonte donde ya comenzaba a clarear el cielo poco a poco.
- Ni de broma, ya pueden estar gritando un mes que esto quiero vivirlo contigo... - Susurro en tu oido rodeandote con sus brazos de forma cariñosa - Mañana dejare el Grill, y sere tuya cada dia despues de las dos...
Decir que estaba satisfecho con sus palabras era decir poco. Sonreí ufano y también la abracé mientras besaba su coronilla. -Llevo deseando esto tanto tiempo...ya no recuerdo lo que se sentía cuando el sol baña tu piel con su calor. Este momento... es algo muy especial para mi... y se que en parte puedo disfrutarlo gracias a ti. No podría tener mejor compañía que tu. -Espero que estés donde estés puedas sonreír al verme Roberts... al fin lo he conseguido. -Te quiero pequeña.
No dijo nada, simplemente se quedo en silencio abrazandote y dandote suaves besos en el cuello y la mejilla mientras el sol comenzaba a salir, ese precioso y unico color anaranjado que bañaba los cielos y el agua del lago, ese primer destello que ciega seguido de una maravillosa sensacion de despertar, de vida.
Y justo en ese momento sentiste el aliento de Alice en tu oreja - Te amo... estoy loca por ti... quiero ser eternamente tuya...
Sin apartar la mirada del Astro Rey y de cómo su influjo iba llenando de vida las montañas que rodeaban el lago sonreí de una manera que hacía siglos que no esgrimía: una auténtica sonrisa de felicidad. Tomé su mano y mordí su muñeca para beber su sangre mientras los primeros rayos de sol comenzaban a tocarme directamente sin que nada malo me pasase.
La sensación de beber sangre a la luz del sol era algo que jamás podría describir. No hay suficientes adjetivos buenos en todos los idiomas para ser completamente fiel. Bebí hasta saciarme y después volví a morderme mi muñeca para ofrecérsela a ella. -Bebe de mi sangre... acepta este vínculo de sangre como un símbolo de mi compromiso... Y seremos uno para toda la eternidad.
En ese momento confirmaste todo lo que pensabas, verla coger con sus finas manos tu brazo como sus labios se posaban en tu muñeca y bebía sin dejar de clavar su intensa mirada en la tuya fue una imagen que jamas borrarias y algo que necesitabas tener algun día, algo que sabes que te volveria loco por completo.
Ella mordiéndote como vampiro.
Aquel amanecer, junto con la imagen de Alice bebiendo mi sangre era una imagen que nunca olvidaría. La dejé en su casa al poco de amanecer y fui caminando contento a la luz del nuevo día que comenzaba hasta llegar a casa de Arthur. Entré esperándolo ver en la cocina para así hablar con el respecto a mi mudanza y lo que había descubierto del cazador.