Partida Rol por web

—Ustedes vienen de Boston ¿Verdad? ¿Verdad?— Preguntó con una voz bastante mas aguda de lo que su aspecto podría indicar, pareciendo un pequeño niño mas que un adulto, su mirada nerviosa cambió a una mas relajada en cuanto dijo aquellas palabras, mirando uno a uno con una pequeña sonrisa, era claro que estaba feliz de verlos —Es un alivio que ya esten aquí, seguro ustedes podran encontrar a nuestra querida Pennelope... Nosotros ni nos acercamos, ni un poco ¿Pueden creerlo? Al final todos pensaron que era mejor solamente esperar por la caballería— Comentó con orgullo, como si dejar pasar el tiempo esperando por alguién mas pudiera ser la mejor idea en un caso asi, el chico parecía mucho mas calmado aunque extrañamente todavía podían notar como estaba un tanto nervioso o tal vez podria decirse que estaba agitado.

—Oh ¡Diablos! Casi olvido presentarme— Soltó en cuantó se dió cuenta que ni siquiera su nombre había dicho, poniendose por unos segundos mas derecho y haciendo un saludo militar, era mas que obvio que el chico no tenía mucha educación y sobre todo, que no tenía idea de como eran las cosas mas haya de su pequeño pueblo —Mi nombre es John Nisbet, me dieron el puesto de vigilante no hace mucho. No tenemos muchas personas animadas a servir por aquí entonces fui lo único que pudieron rescatar supongo— Junto a estas palabras soltó una risa infantil.

Después de aquella rápida presentación, señalo con un dedo hacía la casa principal de los Learmonth, con algo de apuro y casi como si quisiera ya irse de aquel lugar —Estan hecho un caos los Learmonth, sera mejor que hablen con ellos para que busquen a la pequeña cuanto antes ¡Se los dejare a ustedes! Me asegurare que el comisario se entere que ya estan por aquí y se pusieron manos a la obra, aunque seguro ya debe estar con su familia durmiendo...— Se quedó en blanco por unos segundos, como si se estuviera preguntando que tan bueno sería levantar a su jefe para darle la noticia de su llegada, como si aquello no fuera mas importante que el tener un buen sueño.

Tan pronto el chico dijo aquello, pareció apurado en que todos ustedes fueran hacía donde había señalado previamente, indicandoles que tocaran aquella decrepita puerta de madera que parecía a punto de caerse si se le aplicaba la fuerza correcta, al final los lugareños e incluso la comisaría local no se habían movido mucho para encontrar a Pennelope, por lo que la situación se hacía cada vez mas critica. 

—¡Ah y antes de irme! Tienen un médico ¿Verdad? Creo que nuestro comisario solicitó uno— Comentó bajando un poco la voz y acercandose un poco mas a ustedes, como si estuviera a punto de decirles un secreto y los árboles de alrededor pudieran escucharle. —Si la niña aparece... bueno ya saben, ¿Les molestaría hacer cualquiera de sus procedimientos allí mismo? La verdad es que no tenemos ni idea que es eso de las autopsias, pero lo que sea que haya pasado, dejenlo allá— Apuntó con la cabeza dentro del boscoso pantano, guiñando posteriormente un ojo y con esto, apuntando a que el doctor Palmer tuviera que considerar estas palabras y hacer cualquier procedimiento en el acto. Parecía que incluso aquello estaba considerado un tabú.

Desc​​​endí del coche y esperé a que la señorita Williams lo hiciese para tender mi mano y ayudarla a bajar en aquel terreno tan abrupto. La oscuridad lo invadía todo, salvo las luces del vehículo y la que portaba aquel hombre que nos esperaba en medio de la nada.

Al fondo se veía la luz de la granja de la cual había desaparecido la joven niña. Tenía sueño y hambre, indicativo de lo tarde que era, pero un caballero londinense no se quejaba de esas cosas. Aunque me siguiese preocupando nuestro alojamiento en aquel lugar. Un tema que no pareció preocupar a nadie en el viaje.

Me parecía increíble que los lugareños, conociendo la zona, no se atreviesen a cruzar más allá y buscar a la niña, esperando a que unos desconocidos que no conocíamos el terreno fuésemos la salvación a su pequeño mal. Sujeté mi maletín con una mano mientras que con la otra me apoyaba sobre el bastón, asegurándome de tocar tierra firme, mientras que el periódico descansaba en un bolsillo de mi abrigo.

Escuché atento las palabras del hombre, sus indicaciones, tan vagas como el informe que nos hicieron llegar. Aquello cada vez me gustaba menos. Y entonces preguntó por mí.

- Sí. Soy el doctor Palmer. Médico y forense. - Aunque por su forma de hablar algo me decía que no sabía lo que era un forense.

Pero sus siguientes palabras me dejaron desconcertado y helado a la vez. Una cosa es que no me gustasen los niños y otra lo que aquel hombre me estaba pidiendo. - Señor mío, - le dije con un claro acento inglés, - entiendo que no sepan lo que es una autopista y que consideren que es algo inapropiado invadir de esa manera el cuerpo de un fallecido. Pero es una ciencia más y requiere de un lugar apropiado y limpio. No se puede determinar la causa de la muerte de alguien si el barro y la suciedad tapan la piel y las heridas. Así pues, les guste o no, tendrán que disponer de un lugar donde pueda limpiar el cuerpo y si no hay agentes externos que indiquen su muerte, poder abrirlo y ver si murió ahogada, si es que encontramos a la pequeña. No me importa el sitio, si quieren puede ser una casa alejada del pueblo, pero necesitaré agua y una mesa junto con trapos limpios. - Le expliqué con claridad y luego entorné mi vista.

- Y me parece una aberración que pidan que dejemos el cuerpo ahí tirado, como si no fuese más que un animal enfermo. ¿Acaso aquí no se les da sepultura y descanso a sus muertos o es que hay algo más que no nos quieren contar? - Y si no guardaba silencio, ahora vendrían los cuentos de brujas y demonios.

Dexter apagó el motor, observando todo lo que le rodeaba. El lugar era funesto, sintiendo incluso un rechazo por todo lo que le rodeaba. Estaba claro que aquello no era una simple partida de búsqueda, y los carteles de “se busca” que les dieron la bienvenida a la entrada lo corroboraban.

Bajó del vehículo y arrastró sus botas de forma inconsciente unos segundos para comenzar a caminar junto George con la mochila del equipo a su espalda. 

— Esto no me gusta viejo amigo — dijo en voz baja a su compañero alienista.

Mientras se aproximaban a la figura que les esperaba más adelante intentó ver más allá de lo que sus ojos y la oscuridad le permitían, buscando sin darse cuenta, alguna pista.

Escuchó palabra por palabra a aquel joven vigilante negando en más de una ocasión con su cabeza.
— Y estará durmiendo tan tranquilo mientras una niña necesita su ayuda — masculló entre dientes hacia sus compañeros. Cuando su compañero Gregory terminó de hablar lanzó un sonoro soplido de desaprobación para seguidamente adelantarse un par de pasos. — Ya escuchó al Doctor, nosotros no dejaremos ni a la niña ni su cuerpo para esconder el bulto, así que será mejor que preparen lo que necesita. ¿Imagino que hicieron lo mismo con el resto de gente desaparecida? Que es una niña, joder… — la separación de Dexter y el señor Nisbet era mínima. — Y ahora dígame, que zonas han recorrido y si han encontrado algún indicio, ¿o ni eso hicieron? — y sin esperar contestación comenzó a caminar hacia la puerta de la granja, observando su entorno.
 

Y habían llegado, lo cual George se dispuso a bajar rápidamente así podía ir a la par de su mejor amigo. Le agradaba en demasía compartir esto, eran ese tipo de personas que solo con dos palabras podían entenderse sin mayores preámbulos y a la hora de llevar a cabo una investigación, siempre supieron complementarse como si fueran uno. Así que por ello, en cuanto aquel susurro por lo bajo llegó a los oídos del alienista, torció el gesto y respondió. 

—Para variar, estoy de acuerdo contigo—dijo con ese toque ácido, que solo Dexter entendía y al escuchar al joven, suspiró—. Vaya, tendremos bastante que hacer. Esto se pone interesante. 

Las palabras John lo llenaron de interrogantes, casi que se mordía la lengua por preguntar y algunas cosillas de su argumento inquietaron más que la niña perdida. No sólo por la biopsia que solicitaba sin conocimiento alguno, sino la falta de preocupación latente que tenía en actitud y argumento. Ni hablar del Comisario que se encontraba durmiendo plácidamente en la casa mientras una pequeña quizás había pasado por lo peor de su vida. 

—Encantado, señor Nisbet—se presentó—. Soy George Russell. Dígame porque no sé si he entendido bien... ¿Usted conocía a la niña? ¿Qué saben hasta el momento más allá del estado de sus padres? ¿Está queriendo decir que por ahora nadie exploró los alrededores?

No lo pudo evitar, tenía que preguntar porque ese tipo de inquietudes en él salían como bocanadas de aire. Eran inevitables, incluso su amigo era igual. Alguna pregunta tenía que ser respondida. 

No tuvieron que decidir mucho porque en poco tiempo estaban en la granja. El auto se apagó y se dispusieron a bajarse, mientras Blanche observaba con sutileza alrededor del lugar hasta que llegaron dónde se encontraba quien los esperaría. Por su apariencia y modo de hablar parecía estar bastante nervioso con toda la situación o más bien, como que quería salir del paso, interesante.

También notó el ambiente. Se sentía bastante incómoda en general, con una pesadez en el cuerpo y eso no le gustó, quiso atribuirlo a la zona y al cambio de aire, pero algo le decía que no era solo eso.

Asintió al hombre en modo de saludo mientras el resto también saludaba y se presentaba y comenzaban a hacer preguntas. Hizo una mueca cuando comentó que mejor dejaran el cuerpo en los pantanos ¿Los pobres padres no querrían que volviera su hija, viva o muerta?

Odiaba ese tipo de casos, que incluían niños y personas desinteresadas, parecía que les daba igual todo, total podrían traer más al mundo, por supuesto.

Aunque quiso preguntar ella también sobre aquello, ya que sus compañeros lo habían hecho prefirió seguir adelante para hablar con los padres, sacarían más respuestas de ellos. Así que mientras miraba alrededor, se acercó a la puerta de la casa y tocó con cuidado, esperando que le respondieran.

Aquel ambiente depresivo cayó sobre Cornelius cuando se bajó del coche. La granja era tan decadente como todo lo que habían visto hasta el momento y las palabras de aquel imberbe que les salió al paso solo consiguió que el estado de ánimo del inspector se abatiera aún más. Era inconcebible todo lo que estaba escuchando.

Asintió en silencio a las palabras que murmuraban sus compañeros y, apretando los puños, se acercó a Nisbet intentando no mostrar el enfado y la impaciencia que habían crecido en su interior.

—Soy el inspector Fernsby y ellos son mis compañeros —señaló al resto y presentó a los que aún no lo habían hecho—. Me gustaría tener unas palabras con el comisario cuanto antes y poco me importa que sea tarde o esté en la cama. Este es un caso urgente en el cual no podemos perder tiempo y necesitamos todos los datos posibles que hayan podido averiguar hasta el momento.

A pesar de su juventud para ser inspector, el tono autoritario y serio de Fernsby imponía. Pero sobre todo la velada ira que se escondía en el tono de su voz. No iba a permitir que, por muy ignorantes que fueran en aquel pueblo sobre los procedimientos policiales, la desidia y el desinterés que mostraban fuera la causa de que la pobre niña no hubiera sido encontrada ya.

—Al igual que le pido que empiece a buscar un lugar adecuado, tal y como le ha pedido el doctor Palmer, para poder examinar el cuerpo en el caso de que la encontremos muerta. Informe al señor Collins —señaló hacia Dexter al hablar— de cuántas patrullas se han formado para buscarla y cuánto terreno han examinado cada una de ellas. Quisiera tener una lista de las personas que han participado en la búsqueda para poder hablar con ellas, quizás hayan visto algo que nos pueda ayudar aunque ellos lo hubieran considerado intranscendente.

Le seguía pareciendo increíble que apenas hubieran hecho nada. Solo lamentarse y tomarse aquella desaparición como una desgracia. Echó un rápido vistazo al deprimente lugar antes de volver su atención en el joven que les había salido al paso.

—Que el comisario se reuna conmigo aquí, tengo unas cuantas preguntas que hacerle —saludó al joven dispuesto a dirigirse ya a la granja, el siguiente paso que debían dar. Pero antes de alejarse dio media vuelta para hacerle una última pregunta a John Nisbet—. Por cierto, ¿hay alguna pensión en el pueblo donde podamos alojarnos el tiempo que estemos por aquí? O en su defecto alguna casa que nos alquile habitaciones...

Mientras el doctor estaba esperando a que el extravagante John respondiera las inquietudes que le habia externado, se pudo tomar un momento para percatarte de sus alrededores, aunque la oscuridad de la noche había caído para esos momentos, la luz de la luna comenzaba a dejar a la vista al menos parte del terreno y aunque en aquellas condiciones no lograba ver nada relevante, si que se le hizo curioso cuanto menos notar que tenían encima un trío de cuervos, volando en circulos como si de un mal augurio se tratara, aunque lejos se encontraba de creer en ese tipo de cosas y mas bien, estos animales también podrían ser indicio del mal estado en el que estaba aquella granja. Asi mismo, la luna también dejaba ver que cerca de la casa principal de los Learmonth se encontraba un granero probablemente igual de abandonado que el resto de aquel lugar, y justo  en el centro de donde tendrían que estar los plantiós también se podía observar lo que podría ser un almacén, posiblemente donde deberían encontrarse todos los utensilios para la granja.

Fuera de estas cosas, realmente no había mucho mas a destacar o que sus ojos pudieran observar, pues mas hectáreas rodeaban el lugar, como si no tuvieran fin por muy extraño que pareciera.

Mientras observaba Dexter su entorno, la basta experiencia que el hombre tenía gracias a su profesión le fue suficiente para ir respondiendo la pregunta que le había hecho al vigilante John sin necesidad de esperar a que este respondiera. La luna que estaba comenzando a brindar un poco de iluminación extra también dejo expuesta la zona en donde empezaba el terreno boscoso detrás de la casa de los Learmonth, a juzgar por el pasto pisoteado y maltratado de aquellas cercanías y de lo poco que  se podía observar no era dificil adivinar que un grupo si que estuvo por allí pero seguramente no avanzaron casi nada pues los árboles de esa zona, iluminados por los leves destellos lunares no presentaban ningún tipo de indicios de haber sido maltratados por ningún grupo o persona, algo usual durante las busquedas pues muchas veces se utilizaban los propios árboles de la zona para marcar por donde habían ido o venido, con el fin de no perderse también.

Quedaba claro para Dexter que debían de ser ellos quienes hicieran las cosas bien. Pues justo como el propio chico Nisbet había dicho anteriormente, el terreno daba fé de que sus palabras eran correctas, no parecía haber habido mucho movimiento para encontrar a la niña, al menos en esos momentos se podía deducir esto.

Mientras el grupo se acercaba a tocar la puerta de los Learmonth y esperaban por alguna respuesta de parte de Nisbet ante la lluvia de preguntas que le había caído tras su preocupante presentación. George de forma natural pudo percibir rapidamente que el extravagante John parecía tener un claro nerviosismo, esto marcado en su postura y sus movimientos de manos, aunque lo que no pudo persibir correctamente era si estos nervios se trataban por que el hombre estaba asustado de encontrarse con un grupo de la ”gran ciudad” o porque mas bien, quería escapar de aquel lugar tan pronto como fuera posible, reafirmando con esto último aquella preocupación que el alienista ya había pensado respecto a la clara falta de interés por querer hacer su trabajo.

Sea como fuere, parecía que dependía del grupo en hacer las cosas bien y encontrar a la niña como su misión estipulaba. Asi mismo, pudo notar como la aparente oscuridad de la noche comenzaba a ser perturbada un poco gracias a la luna, la cual lograba alumbrar tenuemente los alrededores de la granja.

Mientras Blanche se estaba separando un poco del grupo que estaba esperando respuestas por parte de aquel extravagante y extraño vigilante, pudo notar que pese a tener la noche encima ya en esos momentos, la luz de la luna comenzaba a ayudar un poco con sus suaves rayos, exponiendo un poco mejor los alrededores de aquella granja.

El ojo perspicaz de la detective no pudo evitar detenerse sobre un granero que estaba tan abandonado y destruido como el resto de aquella penosa granja, sin embargo este granero parecía tener un gran candado en sus puertas, mismo que parecía bastante nuevo y que claramente no era congruente con el resto de aquel edificio, seguramente lo habrían utilizado hace poco pese a su aparente estado, aunque en esos momentos el grupo debía concentrarse en la busqueda no estaba de mas tomar notas mentales de los alrededores con el fin de encontrar un poco mas de pistas.

Para el joven inspector no le fue dificil notar que Nisbet probablemente era no mas que un novato, debido a la forma de hablar del extraño hombre y la forma en que se compartaba. Sin embargo Cornelius también pudo tomar un momento para ver su alrededor mientras esperaba por las respuestas del vigilante, si bien la oscuridad de la noche había caído ante el grupo, la luna también había surgido como aliada para esos momentos, iluminando con sus tenues y blancos rayos al menos un poco alrededor de la granja, asi mismo el inspector logró gracias a esto ver un poco mejor las estructuras que le rodeaban, notando un pequeño madero destruido en la valla de la granja, y juzgando por la posición en la que se miraba desde la distancia parecía como si alguién hubiera hecho ese golpe. Parecía que al final John no había mentido al respecto cuando dijo que todos se habían simplemente dormido en sus laureles a la espera del grupo ”mas experimentado” para que resolviera lo que había sucedido.

Era mas que claro que dependía de ellos hacer las cosas bien y sobre todo, realizar la busqueda lo mas rápido posible para ganar todo el tiempo perdido que tenían entre manos.

Ante la respuesta del doctor Gregory, el joven vigilante no pudo hacer mas que ladear la cabeza de forma nerviosa pero que demostraba también una clara expresión de duda, era como si estuvieran hablando con un niño en el cuerpo de un adulto en toda la expresión de la palabra —¿Que? ¡Oh, por supuesto que no me refería a eso! Nosotros tenemos siempre espacio para nuestros muertos en la sagrada catedral— El hombre hizo una pausa tan pronto dijo aquello último, bajando la cabeza solemnemente tan pronto menciono la catedral, como si fuera un lugar demasiado sagrado para él —Me refería a que dejaran sus... experimentos dentro de ese lugar antes de regresar, no es aceptable profanar a un cadaver, aunque por eso les dejé esa posibilidad, al final todos ganamos ¿No?— Comentó como si quisiera simplemente dejar de lado ese tema antes que nada, su claro nerviosismo había crecido en esos momentos ante la gran cantidad de preguntas y peticiones que le estaban haciendo, notandose esto en su tono de voz mucho mas agudo esta vez —Igual, esto es simplemente... ¿Como se le dice? ¡Hipotetico! Claro hipotetico, despues de todo estan aquí para encontrarla y todos tenemos la certeza que estara con vida, en todo caso lo necesitamos allí doctor Gregory para ayudarle si es que tiene alguna herida o necesite atención inmediata, no nos puede fallar ¡Verdad que no!— Terminó de decir, aunque el hombre terminó retrocediendo un poco ante la repentina y breve cercanía de Dexter hacía el, aunque estaba seguro que ya había respondido la incognita que mas había alertado al grupo.

Antes de responder a los comentarios del guardabosques o del inspector. John terminó mirando al señor Russell, encontrando sus palabras mas amables —¿Quien no la conocía? Es la mas lista de su clase hasta donde tengo entendido ¡Dos veces fue galardonada por las monjas! Dos... es todo un logro si me lo preguntan a mi— Estaba a punto de responder mas pero el hombre se quedo pasmado por unos segundos, antes de negar con su cabeza, como si aquello no fuera realmente importante en esos momentos, y regresando mas bien a esa actitud nerviosa y como si quisiera ya irse del lugar lo mas rapido posible —Bueno como sea, creo que ya les había dicho que no exploraron casi nada ¿No? Venía la caballería asi que no puedo decir mas respecto a eso— Comentó como respuesta a Dexter, juzgando por su apariencia parecía que el ni siquiera había participado en nada de ello, tal vez solo los estaba esperando y poco mas realmente, todo un caso sin duda.

Despues de esto fue comenzando a alejarse un poco de los que seguían cerca de el, mirando como la única chica del grupo ya estaba tocando la puerta de los Learmonth —Miren intentare ayudarles con sus peticiones ¿De acuerdo? Pero deben de ir al rescate ya mismo, estan para una busqueda ¿Porque suena mas a una investigación? Espero tenerles buenas noticias pero no esperen mucho, primero lo primero como dirían algunos— El hombre parecía pendiente a la puerta de la casa de los granjeros, y como si fuera una broma metiendo prisa por empezar la busqueda, aunque al final estaba excusado pues el grupo estaba para eso tal como el mismo había dicho.

Despues de decir esto, el chico dio media vuelta, esta vez sin dejarles decirle nadamas y como si estuviera haciendo una lista mental de todo lo que habían pedido, empezó a canturrear en voz alta: “Traer al comisario... alojamiento, agua ¿Eran trapos? Si si, trapos limpios... ¿Como consigo eso? Aish...” Podían escucharle, mientras se iba alejando.

Era mas que claro para todo el grupo allí presente que seguir tratando con aquel muchacho al final no les traería diferentes resultados mas allá de seguir alertandolos de una obvia falta de interés y una penosa administración policial en aquel pueblo tan apartado de la vida actual. Dejandoles con esto una sola esperanza en los Learmonth para encontrar al menos una pista de donde comenzar la busqueda y asi poder ir recuperando tiempo, pues todos los presentes tenían como esperanza encontrarle viva tal como Green les había encomendado. Mientras se podía ver al pequeño hombrecillo seguir caminando en la distancía, siguiendo con aquella lista de tareas que tenía que hacer en voz alta, Blanche ya se encontraba tocando en la puerta de la familia afectada, la cual no tardó mucho en abrirse de golpe y dejando a la vista a quien seguramente era el padre de Pennelope.

El hombre que había de pronto parado frente la detective se podía ver, en palabras simples, destruido; Su silueta, la cual indicaba que en algún momento había sido un caballero con bastante porte, se encontraba tambaleandose de lado a lado en esos momentos, indicando claros indicios de haber bebido bastante, posiblemente para ahogar aquellas penas de haber perdido a su hija, su atuendo si bien era fino estaba completamente desarreglado y sus ojos se mostraban bastante rojos posiblemente por haber estado al pendiente todo el día por si encontraba a Pennelope. 

Mas atrás, si sus miradas podían llegar al pasillo que tenía el señor Learmonth a sus espaldas se podía observar a una bella y esbelta mujer, la cual no tardó nada en correr con un mar de lagrimas en sus ojos a lado de su esposo. La señora Learmonth si bien se miraba igual de mal que el hombre en espiritu, se mostraba mucho mas saludable y alerta, sus ropas tan finas como la seda se encontraban en perfecto estado, aunque también se podía notar el dolor que estaba atravesando en esos momentos al igual que su esposo, ambos se quedarón mirando a Blanche por unos segundos, para despues pasar sus miradas al resto del grupo que estaba allí presente de igual manera, parecían un tanto atónitos al ver personas que no conocían, pero no tardarón mucho en reaccionar.

La mujer fue la que tomó la palabra, pues su esposo aunque estaba a punto de decir algo pareció mareado de repente, seguramente debido a su estado actual que le obligó a simplemente dejarse recargar sobre el marco viejo de la puerta y proceder a reponer su aliento —Ustedes... ustedes nos ayudaran ¿Verdad? Vinieron a rescatar a mi niña ¿Cierto? Oh gracias a dios, por favor deben encontrarla, se lo suplicamos— La mujer dejó  que su esposo siguiera reponiendose un poco mientras ella se aferraba al brazo de Blanche por tenerla mas cerca, otra vez comenzando a llorar mares pero corriendo ahora hacía Dexter, para allí desplomarse de rodillas en el suelo —¡Es solo una niña por favor! Debe estar asustada y sola en esos malditos pantanos... Por favor, por favor digannos que la encontraran buen señor— Alzó su mirada hacía el guardabosques que se encontraba allí frente a ella ahora, mirandole a los ojos con un pesar que era practicamente palpabla en esos momentos, aunque no tardó mucho en recorrer con la mirada a los demas presentes, pasando por Cornelius, George y finalmente Gregory. Aunque se miraba completamente devastada en esos momentos, intento hacer su mayor esfuerzo por limpiar sus lagrimas y jalar un poco de aire luego de haber rogado por su hija, su cuerpo por supuesto se encontraba débil.

—Mi nombre... es Jettie, Jettie Learmonth, mi esposo es Roland— Comentó aun entre lagrimas, dejando que su cuerpo siguiera en el suelo mientras juntaba las fuerzas para reincorporarse una vez mas —Vinieron a ayudarnos ¿Verdad? ¿Si son ustedes? No podemos dejar a nuestra Pennelope allí afuera y menos de noche ¡Deben encontrarla!— Volvió a repetirse en voz cortada, como era obvio en alguién que estaba pasando por el duelo de saber que su hija estaba perdida y la noche había tocado ya sus puertas.

Roland por su lado, parecía intentar procesar que estaba sucediendo en esos precisos instantes, se encontnraba completamente ido de si mismo  y mirando hacía un punto invisible en la oscura noche, sin embargo fue el llanto y las palabras de su esposa las que le sacaron de aquel pequeño vació que había experimentado —Ustedes... ustedes ¿En verdad la encontraran? No tenemos mucho en estos momentos, pero por favor deben encontrarla, podemos al menos permitirnos un pequeño pago, seguro tengo algo guardado— El hombre parecía seguir sin entender bien lo que estaba pasando, seguramente debido al alcohol que se encontraba en su organismo en esos momentos, pero podían ver que también el estaba desesperado por encontrar y tener entre sus brazos a su niña.

Por supuesto que por muy desgarradora que era la escena que ambos padres estaban dejandoles ver en esos momentos, el grupo de rescatistas tenía que enfocarse, aun tenían trabajo que hacer y por mas depresivo que fuera el ambiente, era el trabajo de todos seguir con las esperanzas en alto.

Cada detalle para el alienista era información que tenía en cuenta, muchas veces las palabras eran el adorno idóneo para esconder la realidad de una persona ya que cualquier persona se guía en el argumento que a sus oídos llegan pero perderán esos pequeños instantes reveladores que expresan más que cualquier palabra. Por ello es que de alguna manera este Doctor formaba parte del grupo, era quien solía estar callado en la mayoría de las ocasiones mientras se dedicaba a observar todo. Desde los gestos, el movimiento de las manos y el matiz único de una expresiva mirada. 

Ese tal John desde la mirada de George estaba asustado, algo lo tenía muy aterrado y por alguna curiosa razón no había salido a cumplir con su deber. Quizás la desaparición de esta niña esconda algo muy perturbador que de momento aquel hombre no era capaz de revelar y que de alguna manera el alienista podría descubrir con el correr de las horas. No obstante ante la respuesta recibida, ignorando lo de la biopsia/Catedral/cuerpo ya que le resultaba surrealista cada palabra sobre ello, se limitó a responder a lo que él se había interesado en preguntar. 

—Una niña ejemplar, eso parece. 

Y no aportó más, solo esperaba que esta gente no la haya ofrendado en alguna locura sectaria. Había muchísimo mal rollo con esas creencias estúpidas y uno nunca sabe a la tontería que se le podía profesar devoción. Aún así con tanta teoría rondando en su mente, fue Blanche quien tuvo la iniciativa y al ver a los padres de Pennelope, no pudo evitar el doctor sorprenderse por la belleza de la madre. No estaba nada bien que se fijase en ello, más allá de que resaltaba como una luciérnaga en medio de la oscuridad en comparación con su desmejorado esposo, era realmente guapa. 

Pero intentó ser profesional, no veía bien que se le vaya la cabeza en un momento importante y dio un paso hacia delante cuando estas personas comenzaron a hablar.

—Buenas noches, soy George Russell—dijo al quitarse el sombrero y tras hacer una reverencia continúo—. Efectivamente estamos aquí para brindar nuestra ayuda, antes de nada es mejor conocernos más y conversar sobre la pequeña. Es importante que cada detalle no se pase por alto, además pueden contar conmigo para lo que necesiten. 

Ya cuando el hombre ofreció un pago, alzó la mano negando con la cabeza. 

—Primero, conversamos... Me cuentan sobre su hija y luego vemos eso otro, por cierto mis compañeros...

Y rápidamente presentó a cada uno o lo hicieron ellos mismos, para el alienista ya los detalles comenzaron a surgir y debía estar muy atento. La verdad saldría a la luz. 

Miré hacia el cielo y tener a un trío de cuervos sobre nosotros no me hizo mucha gracia. Básicamente iban a la carroña y nosotros no lo éramos. Aunque con la luz que había en el lugar gracias a la caída de la noche, quizás estaban sobrevolando un animal muerto y no era capaz de distinguirlo por la oscuridad reinante. Eso me llevó de vuelta al vigilante aquel que hablaba nervioso.

- Si ustedes no se han molestado demasiado en buscarla de día, conociendo el terreno, nosotros sin conocer esto y de noche, junto el tiempo que ha pasado, tendremos menos posibilidades de encontrar a nadie... vivo o muerto. Pero le recuerdo que el tema de encontrarla muerta lo sacó usted. Y no son experimentos, es ciencia. Así que al menos tengan preparados un lugar con agua limpia y trapos. Sábanas blancas servirán, ya las cortaré yo si es preciso... cosa que realmente espero que no sea necesaria y la pequeña solo necesite atenciones médicas básicas. - Le hablé con severidad y autoridad. No sabía que estaba pasando allí, pero estaba seguro de que tenían sus cuentos de brujas y fantasmas y temían por ello. Tanto cartel de desaparecido y que no encontrasen a nadie no era normal y menos que llamasen ahora... cuando se veía que allí hacía falta ayuda desde hacía mucho tiempo.

La detective se alejó sola y se marchó a la casa. Admiraba su iniciativa, pero esperaba que eso no fuesen muestras de insensatez, pues lo que si fue esta vez, es bastante poco correcta y educada. No se lo iba a recriminar, cada cual había recibido la educación que pudo en su momento, pero al menos un "disculpen" o "me iré adelantando" si pudo haber dicho. Era una lástima pues su historia sobre como llegó a ser detective sonaba muy bonita, pero empezaba a pensar que más bien nadie quería estar con una mujer hermosa por su pobre educación. Al menso Martha, era pesada, pero cortés y amable.

Así pues, tras sentir asco simplemente por el hecho de que dejasen de buscar "porque venía la caballería", usé mi bastón para no tropezar en la oscuridad y llegar hasta la puerta de la granja, cuando el grupo se movió hasta allí mientras que el hombre se alejaba caminando con una buena reprimenda.

Al abrirse la puerta me encontré con la mujer con el rostro más dulce a la par que dolido que jamás pude ver ni imaginar. Tenía las facciones de un ángel y estaba tan quebrada como si le hubiesen cortado las alas. Su marido también estaba presente, aunque en un estado de notable embriaguez. Miré a ambos en silencio. La casa era una ruina por fuera. La granja a penas se sostenía en pie, el granero caería en cuestión de días al suelo, pero ellos vestían con ropa cara y elegante.

Eso no me cuadraba. Esa gente no eran simples granjeros. Un granjero no vestía así. Eran gente humilde, con ropa roída y deteriorada por las horas de trabajo en el campo. Aquello no cuadraba, pero si el dolor que ambos sentían por la pérdida de su hija. Observé en silencio como la mujer se aferraba a Blanche mientras que el hombre necesitaba apoyarse para mantenerse en pie, como luego ella se dejaba caer al suelo y le suplicaba a Dexter que saliésemos a buscar a su hija y encontrarla, en esa misma noche.

¿Acaso estaban locos? Nuevamente la idea de que si los lugareños no buscaron de día, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros de noche sin conocer el lugar? Aquello estaba siendo simplemente una locura. - Vamos. Levántese. - Le dije a la mujer dejando mi maletín a un lado y apoyando mi bastón en la pared junto a él, para tenderla mis manos y ayudarla a levantarse. De no ser suficiente, la alzaría yo mismo pasando su brazo por mi cuello. No sería la primera vez incluso que cargaba con una mujer en mis brazos.

Salvo a mi esposa, claro.

- Estará más cómoda en un asiento y su marido también. Soy el doctor Palmer, el médico del equipo. A su esposo no podré ayudarle mucho debido a lo que ha bebido, pero al menos a usted si podré ayudarla con un leve chequeo y la ayuda de mi compañero , el doctor Russell, al menos la dejaremos más tranquila cuando nos marchemos de aquí.

Si entre un alienista de su reputación y mi ayuda con un chequeo básico para ver su estado, el cual ciertamente no necesitaba para asegurar que estaba alterada, al borde de la histeria y desesperación, mal camino llevábamos. Pero estaba claro que necesitaría un calmante o acabaría dándole algo o haciendo una tontería. Y su marido, esperaba que Russell pudiese hacer una buena evaluación de él. No sería la primera vez que un hombre bebido golpea a su mujer hasta la muerte por la desesperación y aunque no parecía ser de ese tipo de hombres, ninguno lo parecía realmente hasta que algo fallaba en su cabeza y el estrés por todo aquello se la podía jugar muy mal.

Ciertamente, ahora mismo me preocupaba más aquella pareja que su hija perdida. Sobre todo aquella mujer con rostro angelical.

—  La caballería… — masculló el guardabosques entre dientes mientras retomaba el paso hacia la casa. Pero antes, se detuvo unos segundos bajo la tenue luz de la luna. 

Para otra persona habría pasado desapercibido, ya fuera por la poca luz del lugar o, simplemente, no saber ver las pistas que deja el ser humano sin darse cuenta, pero se veía claramente la zona que el grupo de búsqueda había recorrido. Un bufido de desaprobación salió de la boca de Dexter. Estaba claro que las cosas no se habían realizado correctamente por aquella gente y era crucial ponerse manos a la obra. Así que caminó los escasos metros que le separaban de la casa y esperó a que los padres de la niña abrieran la puerta.

En ese momento se acercó a Blanche y Cornelius para indicarles una zona cercana con el dedo.
— Al parecer hicieron una búsqueda muy burda por aquella zona, pero tiene pinta que se rindieron muy pronto… — en ese momento la puerta de la casa se abrió.

La escena que estaba contemplando era la típica de unos padres desesperados tras la desaparición de su hija, por suerte o desgracia, la había vivido muchas veces con diferentes finales. Al ver que la madre, Jettie, se tiraba al suelo desesperada entre lagrimas delante de él, se agachó tras Gregory para ayudar a su compañero a levantar a la mujer.

— Hagan caso a mis compañeros, siéntense y cuéntenos todo lo que pasó el día de la desaparición. Yo saldré a dar un pequeño rodeo por la finca mientras cuentan todo lo que sucedió a mis compañeros, quiero ver la zona por la cual iniciaron la búsqueda. Intenten serenarse algo y recordar los últimos pasos de la chiquilla — en ese momento se dirigió a sus compañeros aún sosteniendo a la mujer junto a Gregory. —¿Me necesitan aquí para algo, les parece bien que salga?

Sabía perfectamente su cometido, buscar un rastro para encontrar el paradero de la niña, el trato, la salud mental o física de los padres la dejaba para sus compañeros especialistas.

Mientras sus demás compañeros terminaban de hablar con el señor Nisbet espero pacientemente a que la puerta se abriera y el resto se diera cuenta de su movimiento, en otro momento habría hablado con el hombre, pero había estado abrumado con cuatro hombres extraños y curiosos y realmente no había tenido más que decirle que los demás no hubieran preguntado, así que con lo apresurados que estaban, no iba a perder el tiempo en cortesías ni trivialidades.

No creía tampoco que a Nisbet le importara su actitud.

Se guardo por el momento para ella lo que logró observar de su entorno, sobre todo sobre el detalle del granero, para compartirlo con el resto en un momento más oportuno puesto que la puerta se abrió de inmediato por una afligida pareja y logró llamar la atención de todos.

—Blanche Williams — se presentó cuando Rusell la señaló para adentrarse y seguir a la mujer, tratando de calmarla con su aura y unas palmadas que dió en sus manos. Iba a decirle al hombre que no necesitaban ningún pago, pero no parecía estar muy allí en ese momento.

—Hagale caso a mi compañero señora Learmonth, es mejor que este cómoda para esto — le pidió, para luego asentir a Collins —No tardaremos aquí, nos uniremos a usted en lo que tengamos la información — le respondió al guardabosques antes de volver su mirada al matrimonio.

—Sabemos que están muy angustiados, pero necesitamos que sean lo más específicos posible. ¿Su hija solía ir a los pantanos a menudo? ¿Cuál fue su rutina ese día? Cuéntenos todo lo que pudiera recordar o que le parezca importante.

Cornelius bufó al escuchar a aquel novato hablar. Cada una de sus palabras mostraban la dejadez y la falta de interés por encontrar a la pequeña, lo que al inspector le llevaba a pensar si tan acostumbrados estaban allí a perder a sus niños que ya poco les importaba uno más. La situación le estaba resultando muy desagradable y sabía que tendría que hablar con dureza cuando el comisario se dignara a levantarse de la cama y acudir a sus obligaciones.

Esperando que Nisbet se acordara de todo lo que le habían mandado, Cornelius echó un vistazo al lugar iluminado por la luz de la luna. Frunció el ceño ante ciertos detalles que sus ojos pudieron captar, detalles que tendrían que examinar con mayor atención en cuanto pudieran. Pero, al comprobar que Blanche, y tras ella el resto de sus compañeros, ya se encontraban ante la puerta de la granja, el inspector apuró el paso justo en el momento de ver cómo se abría.

El aspecto acongojado del hombre y su más que evidente embriaguez era algo que a Fernsby le parecía natural. Él mismo había pasado por un auténtico calvario cuando Cordelia murió y entendía perfectamente la angustia que estaba padeciendo el señor Learmonth. Pero cuando su mujer hizo acto de presencia los ojos del inspector quedaron fijos en ella y una mueca de auténtico dolor se reflejó en su cara. Cordelia... Por un instante creyó estar ante un fantasma pero, nada más que la mujer habló, con la misma angustia que reflejaba su marido o incluso más, se dio cuenta que aquella no era su amada.

Respiró hondo, apartando los oscuros espectros que amenazaban con dominar sus pensamientos, e intento fijarse en el matrimonio y, cuando tuvieron oportunidad de entrar, en el resto de la casa. No se movió cuando el doctor Gregory y Dex ayudaron a la mujer a levantarse pues demasiadas manos solo entorpecerían más que ayudarían, pero sí se dio cuenta del contraste tan grande que sus ropas e incluso sus modales hacían con la visión de la decadente y casi en ruinas granja.

—Señor Learmonth debería tomarse un café cargado, no está en condiciones de hablar con nosotros y señora Learmonth —echó una rápida mirada a Blance con cierta desaprobación por su impulsividad—, cuando se encuentre más calmada necesitaríamos que contestara a nuestras preguntas. Por el momento respire hondo y, en cuanto pueda, responda a le ha preguntado la señorita Williams.

Poca información iban a sacar mientras aquellos dos estuvieran alterados. Para recordar, para contar los detalles que les hacían falta para iniciar la investigación, necesitaban que ambos se tranquilizaran.

Cornelius se giró hacia el guardabosques, dudando un segundo si acompañarlo. Volvió de nuevo la mirada a sus compañeros y asintió en silencio. A pesar de su vehemencia Blance era una investigadora perspicaz y Cornelius confiaba en ella lo suficiente para dejarle las riendas del interrogatorio. Y estaban los dos doctores, uno del cuerpo y otro del alma, para ayudar en cualquier crisis que atacara al matrimonio.

—Blance, confío en tu instinto y sé que vas a conseguir mucha información. Y ustedes —se dirigió tanto a Gregory como a George—, sé que cuidarán bien de ellos. Yo voy a investigar por los alrededores junto a Dexter.

Se inclinó ligeramente a modo de despedida antes de salir de la granja junto al guardabosques. En el fondo Cornelius se daba cuenta que el ambiente deprimente del lugar lo estaba agobiando y necesitaba salir de la casa cuanto antes. ¿Estaría ya lo suficientemente preparado para encarar aquel caso? Esperaba ser capaz de mantener la profesionalidad que siempre le había caracterizado, pero aquella mujer y el ambiente no habían ayudado en la primera toma de contacto.

—Dexter, los estragos tan grandes que han hecho por aquí nos van a dar más de un quebradero de cabeza —dijo, una vez salieron de la casa y apuntando hacia el madero roto que alguien había golpeado con fuerza—. ¿Serás capaz de encontrar alguna pista entre tanto destrozo?