Partida Rol por web

Nieve Carmesí V

La Mansión

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16/03/2009, 12:38
Pieter

Junto a las escaleras, sangre y más sangre, pero ni un solo movimiento.

El hielo se volvia rosado y se fundía en contacto con la sangre caliente, empezando a formar un charco de color vino.

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16/03/2009, 12:40
Pieter
Sólo para el director

Al impactar contra el suelo Pieter solo sintió dolor, el hielo aliviaba las quemaduras, pero a la vez le abrasaba la piel, como millones de agujas clavándose por todo su cuerpo. No podía pensar con claridad, un pitido incesante le zumbaba en los oídos y su vista estaba nublada por la sangre y la nieve. Intentó luchar, pero perdió una batalla más cayendo inconsciente. Un instante después dejó de sentir dolor, su mente, como el que desenchufa una ruidosa radio, se había desconectado de su cuerpo.

Por primera vez desde que empezó todo aquello se sintió bien. El dolor había desaparecido junto con el horror de la guerra. Le pareció ver una luz, y escuchó lo que parecía el murmullo de un arroyo. Comenzó a caminar, como flotando, hacia aquel lugar, estaba seguro de que sería un lugar maravilloso.

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16/03/2009, 18:06
Grigori
Sólo para el director

La muerte del lider de estos cerdos, es algo que me esperaba, no asi, pero si es el destino del Dios que nos ha olvidado en este oscuro y frio lugar no soy yo quien para negarselo. Miro la sangre como cae como forma una extrañas figuras en la nieve mientras esa mujer me habla y como siempre la sigo ignorando, y seguire asi haciendolo a menos que me pueda decir algo que me sea util, cosa que no es ahora. Si vamos a morir prefiero en un lugar caliente a este herial helado.

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16/03/2009, 18:34
Octavius

Octavius comenzó a buscar con la mirada, a seguir con su cabeza lo invisible. Habrá sido un movimiento reflejo del cuerpo para justificar lo que realmente percibía, o lo que creía percibir. Ese movimiento le llevo a escudriñar la casa por fuero, pero el sabia que algo les estaban esperando dentro.

A regañadientes acepto la orden del sargento, y tomando a su prisionero, le llevo hasta la puerta, no sin detenerse un segundo para observar a uno de sus compañeros que yacía herido unos pocos metros a su costado, pero sin demostrar demasiada preocupación, siguió su camino.

-Tu entras primero.- y preparó su arma, para que la orden fuera tomada en cuenta.

-No hay forma de que yo sea el primero en entrar, solo muerte hay en esta casa, pero también la hay aquí afuera. Lo único que puedo hacer es esperar.-
y esperó solo unos segundos para..

-No me has escuchado, habré la puerta y mete tu trasero allí.-

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17/03/2009, 03:34
Alexeva

El disparo tensó todo el cuerpo de Alexeva, y la inmovilizó. Lo había sentido extremadamente cerca, con un margen de error de pocos metros, y por un momento creyó que sólo sus músculos entumecidos y llenos de adrenalina le habían impedido sentir el dolor. Tardó poco más de un segundo en darse cuenta que el impacto no había sido sobre ella, y sus ojos fijos en su compatriota al momento del disparo le dieron la certeza que él tampoco había sido el blanco. No vio a ninguno de los alemanes correr ni alarmarse, por lo que antes de dar la vuelta dedujo que el arma había sido de ellos, que el disparo había sido efectuado dentro del perímetro de la mansión y que... En ese momento lo escuchaba nítido, en la ausencia de gemidos de muerte. Había sido sobre el hombre empalado.

Lo comprobó con sólo mirar de reojo. El agujero en la destruida frente del jefe alemán era inconfundible, señalando a gritos un certero tiro a quemarropa. El que había disparado era uno al que los otros ya se habían dirigido en búsqueda de ordenes, por lo que Alexeva dedujo que quedaría legítimamente al mando del resto de los alemanes. Lo que no sabía a ciencia cierta era el porqué de aquel disparo, si había sido por oportunismo, por aprovechar el repentino ascenso y la gloria del momento. Alexeva no concebía la posibilidad de que aquel disparo hubiera podido ser piadoso, no saliendo del arma de aquellos cerdos. Lo veía más como un movimiento utilitario que iba a beneficiar a todo el mundo: al homicida lo pondría al mando, a los otros los despreocuparía de atender un moribundo, nadie gastaría esfuerzos en otra cosa que no fuera su propia supervivencia, y por ello nadie iría a protestar. Todo cerraba a la perfección. Si aquel hubiera sido un soldado ruso, Alexeva posiblemente hubiera festejado su mente fría; pero no lo era.

Uno de los alemanes intentaba forzar a su compatriota a meterse en la casa, y su compatriota parecía totalmente perdido en las manos de sus captores. Alexeva apretó los dientes, desdeñando su debilidad y su falta de resistencia ante la situación adversa. Ambos sabían muy bien qué era ese lugar y cuántas posibilidades tenían allí, y cuántas afuera. Pero él parecía más preocupado por el fusil que por su dignidad, y no daba signos de haberle escuchado. Entonces, Alexeva miró a su alrededor y evaluó la situación. El alemán que estaba asignado a ella parecía indeciso, y sabía que de tener que moverse no le dispararía, al menos no sin darle un aviso. Los demás parecían demasiado conmocionados para siquiera fijarse si su compañero caído realmente estaba muerto. No peligraban sus vidas con esa maniobra, ni les iba a demorar más de siete segundos, y Alexeva se preguntó hasta qué punto llegaría la crueldad de aquella nación invasora. No sólo no se podían quedar en su pedazo de tierra y no les importaban los otros: tampoco les importaban ellos mismos. No había respeto posible.

Dejó a su alemán asignado que no la tenía sujeta, luego de mirarlo a los ojos con frialdad como si condenara profundamente su actuar, y avanzó rápidamente en línea recta hacia donde estaba el hombre sepultado en la nieve. Nada en su lenguaje corporal parecía indicar que estuviera intentando huir; por el contrario, ante la inacción de todo el cuerpo alemán, parecía la única persona que había obedecido las órdenes del que gritaba. La vieron llegar junto al cuerpo y empezar a apartar la nieve con rapidez, empezando por uno de los lados. Sus manos se interrumpieron cuando el metal asomó: el fusil de Pieter, manchado de sangre. El cuerpo, o el soldado, estaba apenas más abajo.

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17/03/2009, 04:19
Hans

Todo pasó rápido, demasiado rápido. Estaba mirando al teniente cuando la voz de Karl lo sacó de sus pensamientos. Pieter? Pieter estaba herido? Miro de nuevo a todo el grupo, y vió, en el suelo el cuerpo de su hermano.

Había estado tan preocupado por su propia seguridad que había dejado a su hermano de lado, ni siquiera había visto lo que le había pasado. No podía ser. Era su culpa que su hermano estubiera en esa situación.

Mierda, eres gilipollas...sólo tenías que mirar por tu hermano... - Se dijo para sí una y otra vez, pero ahora eran inútiles ya las palabras, debía pasar a la acción.

Corrió y se puso al lado de su hermano intentando ayudarle en lo más posible. El estado de su cuerpo no era nada satisfactorio, y se ayudó de sus manos para intentar cerrar alguna herida abierta.

Mientras, se giró hacia la puerta, y a sus compañeros que seguían allí.

- La puerta aún sigue cerrada?. La hecharé abajo si es necesario!

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17/03/2009, 07:04
Grüber

Maldita sea  esta maldita guerra!!!
No se que nos espera dentro, pero no creo que se inmune a las balas.

Dijo Grüber acelerado por el intenso dolor de tener un trozo de metralla dentro de la pierna, necesitaba un lugar tranquilo para poder sacar eso de su pierna.
Este dolor!!!!
usando su arma de cayado y ayudado por sus compañeros el medico se quedo cerca de la puerta.
¿eso es un JODIDO desgarre muscular? , he forzado demasiado el músculo?
Pensaba grüber mientras intentaba extirparse con el material de uno de los botiquines suficientemente la metralla
No se si evitare la cojera, pero tengo que impedir la gangrena !al menos esto me mantendrá unos meses en enfermería, los suficientes para esquivar la muerte en esta guerra........ si salgo de hoy claro esta.
DIOOOOOOOOOOOS!!!"!!!!!!!!

 

- Tiradas (2)

Tirada: 1d8(+8)
Motivo: Conocimientos 8
Resultado: 7(+8)=15

Tirada: 1d8(+4)
Motivo: Vigor 4
Resultado: 3(+4)=7

Notas de juego

Presupongo que es el protocolo necesario:
esterilizar no duele, sacar metralla de la pierna lo puede hacer uno mismo dolor intenso, desinfectar  y vendar.
El vigor era par no acabar inconciente.
Tiempo estimado una hora por tanto seguir sacándose metralla dentro de la casa

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17/03/2009, 23:59
Karl

Karl dejo atrás el silencioso susurro de la muerte que se llevaba un alma mas en esa cruenta batalla y guardo el diario de su Teniente en su chaleco, sin llegar a mirarlo siquiera, ya tendría tiempo para saber de el y a quien mandar su ultima pertenencia después, cuando el tiempo le dejara un momento de respiro.

Oteo la actual situación y aun no parecía arreglarse, chasqueo la lengua molesto y acomodando su arma en su hombro, corrió hasta el soldado herido, esperaba no tener una baja mas.
No entendía el porque de aquella mujer ayudando a su captor, tal vez fuera porque después de todo era una simple campesina de noble corazón y solo deseaba ayudar pensando que se ayudaría a si misma de alguna manera.
Pero no había llegado a Sargento por ser confiado, sino recto y capaz. Lo primero que le enseñaron era a no dar la espalda a sus hombres y lo segundo a no fiarse de quien no este entre sus filas, así pues, cuando llego hasta el cuerpo maltrecho de Pieter y vio el arma de su soldado, la aparto del lado de la mujer, asi como su pistola, mientras la apuntaba con su orgullosa Luger.

Ayudo poco después a Grüber junto con Hans, a postrarlo en las escaleras dejando las armas de Pieter a su cuidado, mientras agonizaba por el dolor de la guerra.
-¡Que pasa con esa maldita PUERTA! Necesitamos refugio ¡YA!-Grito a Octavios y Dieter de nuevo sus ordenes, quienes parecían tener problemas para llevarlas a cabo.

Volvió junto con Hans al cuerpo del hermano de este, donde la mujer permanecía arrodillada, la miro directamente a los ojos con rostro afable pero serio, no desconfiaba de ella, pero no podía fiarse, un ataque sorpresa era lo ultimo que necesitaban sus hombres en ese caos.
Se quito el casco como lo hubiera echo su medico instantes antes y ayudo como uno mas a desenterrar el cuerpo de su soldado esperando que la muerte hubiera tenido suficiente con la de Diederick.

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18/03/2009, 01:37
Hans

- Yo me ocuparé de esa puerta! - Hans sacó de su cinturón una granada de mano a la vez que miraba al resto de compañeros, pero en especial al sargento Karl y a su hermano Pieter - Sargento, si me permite...

Hans estaba nervioso. Había lanzado granadas en multitud de ocasiones, pero aquella vez era diferente. Podía herir a alguien de su propio bando, a sus compañeros, amigos, e incluso a sí mismo. Pero lo que más miedo le daba, era sin duda el daño que podía producirle a su hermano.

Movió con nerviosismo la granada en su mano esperando la orden de su sargento. Debían entrar cuanto antes, y esa era la única forma que se le ocurria, debían actuar rápido si no querían acabar muriendo a las puertas de una posible salvación.

Notas de juego

Una fotillo de la granada:

Una pregunta master, como está la situación, podrían apartarse todos un poco para que la granada no hiriera a alguien?

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18/03/2009, 03:44
Alexeva

Las manos de Alexeva sólo habían alcanzado a rozar el metal. La bota del alemán había invadido su campo visual sin sobresaltarla, porque lo esperaba, y el fusil arrojado a un lado había dejado un agujero abierto en medio de la nieve a medio apartar. Siguió la brusca trayectoria del arma y de la pierna, quedándose quieta en su sitio sin continuar desenterrando al caído. Levantó la cabeza, y vio que el alemán le apuntaba con una pistola; aquel cañón le enseñaba el tipo de agradecimiento que merecía una buena acción eficaz y atenta, cuando todos los demás se despreocupaban del asunto. La desconfianza bien podría haber valido la vida del caído, pero el alemán no estaba dispuesto a correr el riesgo. Bien: Alexeva no estaba dispuesta a volver a hacerlo tampoco.

Se apartó un poco, haciendo la menor cantidad de movimientos posibles, bajo la inexorable amenaza de la pistola del alemán. Había quedado a cierta distancia del cuerpo enterrado y no continuó moviéndose, como si estuviera obedeciendo la implícita orden emanada del arma. Pero cuando los ojos del alemán se posaron sobre los de ella, aún arrodillada, Alexeva alzó la cabeza con el gesto altivo de quien ni siquiera de rodillas considera haber perdido ni un ápice de su dignidad. Que no importaba que ellos fueran quienes le apuntaban, de pie y desde arriba, y ella fuera prisionera de su voluntad en aquel campo de batalla. El estoicismo ruso manaba en cada una de sus facciones serias, de una simple campesina perdida en un mar y un mundo de hombres; si la tundra y los hielos eternos no la habían asustado, ni la habían matado aún, ¿realmente el alemán podía pretender otra reacción de su parte?

Al ver que uno de ellos sacaba una granada de mano, Alexeva supo perfectamente de qué se trataba. Echó una ojeada a su alrededor, mientras los otros se ponían a colaborar en el desentierro del caído, para ver dónde había quedado su compatriota. Aquel hombre no podía estar tan asustado como para no hablar, ni moverse, siquiera resistirse. Era indigno de su parte considerarse ruso, dejándose manejar como un juguete de trapo. Lo iban a ofrecer como carnada y ni siquiera los insultaba. Aquello no era digno de un ruso, Alexeva estaba segura de ello. A menos que estuviera reservando su coraje para una maniobra, faltaba sólo un poco más para que ella pudiera considerarse en soledad en medio de todos extranjeros desconocidos.

No volvió a cavar. Se quedó con las manos recogidas, en donde pudieran ser vistas e inmóviles, como si estuviera obedeciendo las instrucciones del jefe alemán. Se preparó para saltar de su lugar si al loco aquel se le ocurría utilizar la granada para volar la puerta, teniendo en cuenta de cuánto diámetro iba a ser la onda expansiva.

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18/03/2009, 04:05
Octavius

Doblegado ya por el dolor de su mano, y perdiendo un poco la paciencia, Octavius se colgó el fusil en su espalda, no sin antes, separar su su filosa hoja, un poco avejentada por el maltrato del tiempo y la guerra.

Con furia, apoyó su antebrazo izquierdo contra la nuca del ruso, y le empujo contra la puerta, dándole un fuerte golpe contra la misma, y este, con la cara apretujada contra la madera, sintió el frío mental en su pescuezo.

-Falto poco.- pensó, y aflojó solo un poco la presión del cuchillo y de su brazo, sin dejar marcas ni cortes en su "protegido".

Octavius optó por seguir sus ordenes y con la mano libre, la derecha, trato de girar el picaporte de la imponente puerta, sabiendo que no habría retorno.

-No quedara nadie en pie.- y sus ojos comenzaron de nuevo a tratar de seguir instintivamente a aquello que permanecía esperándolos tras las paredes de la casa.

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18/03/2009, 10:25
Director

La casa consistía en una construcción victoriana con sótano, planta baja, primera y segunda planta. El acceso principal estba en la primera planta, mientras que en la planta baja se podían observar una o dos salidas de servicio.

Los muros de ladrillo aparecían desgastados por la erosión de la nieve y el viento, y horadados por maleza y trepadoras que se secaron mucho atrás, pero que habían persistido agarradas entre las rendijas a pesar de ello. Las ventanas eran
grandes, algunas enormes cristaleras, pero el interior apenas se adivinaba ya que estaban cerradas desde el extarior por tablones de madera cruzados. Entre ellos podía verse la suciedad y el polvo fijado en los cristales, traslúcidos y mates. La nieve se acumulaba en los tejados pronunciados, algunos picudos. Las escaleras que subían desde el jardín hasta la puerta principal eran amplias, de bordes redondeados, y rotas en algunas zonas.

El jardín era extenso, y la rodeaba por completo. Grandes árboles, coníferas en su mayoría, seguían en pie aunque resecos, cansados, algunos inclinados por el viento de años. Un pequeño estanque, helado, un parterre de plantas muertas, un banco de piedra a trozos, y una fuente rota frente a él. La sauceda quedaba a un lado, la mayoría de los árboles estaban desnudos, muertos, pero otros, extrañamente, seguían repletos de hojas amarillentas, venciendo sus ramas dormidas hacia el claro en el que una escultura de la mujer se levantaba solitaria.

Detrás, ya dejando la esquina para llegar a la parte posterior de la casa, el pequeño pero poblado cementerio persistía. Ahora, sin embargo, había perdido el cuidado y ordenado planteamiento, y como si hubiera sufrido por algún terremoto, las lápidas y las cruces en las tumbas estaban torcidas, algunas resquebrajadas.

El conjunto estaba cercado por la reja, altísima y recia, de hierro forjado y acabada en puntas de lanza. La cerraba la puerta de dos hojas que ahora se mantenía cerrada, con el cuerpo del teniente encastado en ella.

Tras las puertas, la alameda y el camino habían desaparecido entre la niebla y la
tormenta, y parecía que el mundo se acababa y comenzaba en la Mansión.

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18/03/2009, 10:26
Director

Llegaron al pie de la gran escalinata y comenzaron su ascensión.

Octavius arrastraba delante suya al campesino ruso y había cambiado de táctica, empuñando ahora el cuchillo contra su garganta. Llegó hasta la parte superior de las escalinatas y lo forzó contra la puerta de la mansión. Cuando se encontraba tras él, obligando a su cuello a mantener una dura postura contra la madera, y tratando de alcanzar el pomo que abriría la misma, una fuerte racha de viento les azotó por la espalda y casi les hizo caer de frente al interior del edificio. Escucharon un fuerte sonido, grave y seco, como de madera y cuando levantaron la mirada pudieron comprobar que aquella misma racha de vieno, supuestamente, había abierto de par en par las puertas de la mansión, que ahora mostraba su oscuro interior como las fauces abiertas de una bestia.

A duras penas Octavius consiguió mantenerse fuera del umbral.

Mientras, el Sargento Karl ayudado por Hans, que se percató de que ya no era necesaria su granada, habían conseguido sacar a Pieter de la nieve y cargaban con él hacia las escalinatas. Ni tiempo había de hacerle un primer reconocimiento. Dieter les abrió camino, apuntando con su arma a la prisionera, a la que forzaba a ir en primera posición.

Grüber se afanaba en dar a su pierna el mejor trato posible mientras ascendía lentamente, dando pequeños saltos.

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18/03/2009, 13:16
Pieter
Sólo para el director

Pieter pudo notar como su cuerpo se elevaba, como transportado por dos ángeles, hacia la luz. Un lugar mejor, sin duda...

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18/03/2009, 21:02
Grüber

 

Es un bonito sitio , !pero no moriré aquí!.
Pensó grüber mientras sacaba un gran trozo de metralla ya pasado el umbral de la casa, el sudor frio recorría todo su cuerpo, pero el sabía que era un buen médico y que se salvaría de las muertes por gangrena o hipotermia.
Parece que esa gran parca (la muerte) nos persiga siempre a nuestros talones, pero no permitiré que todo el esfuerzo de mi pueblo por educarme caiga en saco roto.
 
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18/03/2009, 22:46
Octavius

Cuando trató de girar la perilla, un golpe de aire, traicionero, intencionado, maldito, lo empujó junto con el campesino y abrió la puerta de la casona, dejando al descubierto su magra hospitalidad, aumentando la suspicacia de Octavius. -Este es tan buen lugar para morir como cualquiera.-

Octavius pensó que "eso" los querría adentro, pero cualquier advertencia que él mismo indicase, a sus compañero, o a su superior, serian tomadas como las de un loco. -Hasta ahora todo lo sucedido puede ser explicado, necesitare que suceda algo mas para que me crean, o al menos tomen recaudos.-

Cruzo el umbral, pero, aunque la poca visibilidad de afuera era extenuante para los ojos, mas lo fue la oscuridad de allí adentro. Paso solo un minuto hasta que sus ojos se acostumbraron al nuevo ambiente.
Volvió a tomar su fusil, armándolo de nuevo con su filo. Su mirada se enfocó de nuevo en su acompañante, pero sus pensamientos se concentraban en la maldad que habitaba el lugar.

Paso su mano derecha por su pelo, fregándola enérgicamente, para tratar de apaciguar el dolor, como si fuese producto de una quemadura, aunque sabia que no solucionaría nada, lo único que queda como remedio es salir de allí e irse, muy lejos.

Comenzó a escudriñar sus recuerdo, principalmente los de sus sueños, tratando de asociar imágenes del lugar o de sus compañeros, para así tener una ventaja. Pero estos mismos fueron borrosos y muy confusos, tanto que por el momento no conseguía traerlos a su mente, o no quería, subconcientemente.

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19/03/2009, 00:13
Director

Desde el jardín las escaleras llevaban hasta un rellano ancho, con la puerta principal, de madera noble, con cuarterones repujados y una gran aldaba doble en forma de cabezas de león. A un lado se hallaba un tirador de hierro forjado que debía accionar una campana en el interior, lo que hacía ver que las aldabas eran puramente ornamentales. Sobre la puerta el escudo de la familia, en piedra, sobre el muro. Pero tan desgastado que no se acertaba a ver qué representaba.

Dentro, una gran cristalera abombada hacia fuera, en la pared izquierda del recibidor, dejaba pasar una luz tamizada por el polvo acumulado. Con cristales emplomados, formando un arabesco, de suelo a techo, pero sin colorear. Apenas se distinguía la silueta de los sauces, y algunos cipreses a través de las maderas que la bloqueaban desde el exterior.

A la derecha un gran arco en la misma pared, sin puertas, permitía ver un distribuidor en toda su impactante grandiosidad. También podían verse dos puertas más, una a la derecha, después de la arcada, entreabierta, que comunicaba con la Biblioteca. Y otra mucho más grande enfrente de la entrada, doble, de cristales emplomados en la misma línea que la cristalera.

El ambiente resultaba opresivo, el aire era gélido, aunque nada comparado con el del exterior. Los sonidos de la tormenta y el bombardeo quedaron automáticamente amortiguados nada más entrar en la mansión, como si se encontrasen a kilómetros de distancia de aquel lugar y no tan sólo a unos pocos metros.

De momento la luz que se colaba por rendijas en las ventanas era más que suficiente para ver donde se encontraban, pero en cuanto cayese la noche...

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19/03/2009, 01:44
Karl

-Al fin dentro-Pensó con alivio, mientras transportaba con la ayuda de Hans el cuerpo inconsciente de Pieter.

Ahora todos estaban dentro en un refugio fingido y a oscuras.
-Dieter manténgase con la mujer. Octavius, ¡¡OCTAVIUS Despierte!!-Repitió su nombre pues parecía ausente, sin duda sufría por la perdida de su Teniente. -Continué con su trabajo como hasta ahora, no se distraiga.-Dijo refiriéndose al ruso que mantenía a raya.-Grüber, si puede moverse eche un vistazo a este hombre, necesito saber si esta vivo o muerto.-Refiriéndose a Pieter.-Hans levántese y ayúdeme a cerrar esta puerta lo ultimo que necesitamos es que un nuevo proyectil entre sin presentar resistencia, ademas el frió sera mas soportable entre paredes cerradas.-Dio nuevamente ordenes a sus soldados.

Karl tenia experiencia en tomar el mando y gustaba del respeto que daba su cargo y también sabia lo importante que eran cada uno de sus hombres es por eso que se empeñaba siempre en conocer a todos y cada uno de ellos o al menos a recodar sus nombres. A la hora del recuento de bajas creia que saber si Derek O Emil habían muerto era mas humano que saber simplemente que los soldados 12 y 15 de su escuadrón nunca volverían a casa.

Y mientras cerraba esas puertas se pregunto como combatirían la oscuridad y el desconocimiento de la casa, y si realmente había echo lo adecuado.
-Bien, ¿Alguien tiene una cerilla o linterna?

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19/03/2009, 04:43
Alexeva

- ¡No tenemos que entrar allí! - dijo Alexeva en ruso, con los ojos clavados en su compatriota, y sin mirar al alemán que ahora había tomado el relevo de amenazarle con un arma - ¡Nadie sale! ¡No entr...!

El repentino aire que azotó a los dos hombres contra la puerta se llevó también sus palabras. Alexeva permaneció con los labios entreabiertos, viendo cómo el interior de la casa se relevaba poco a poco ante sus ojos, un espectáculo que no quería ver. Contra las metrallas y contra los enemigos se podía tener una posibilidad de luchar, o alguna de permanecer con vida; de toda batalla podía hallarse algún sobreviviente. Pero contra los rumores y los fantasmas, contra el conocimiento de todos los que jamás habían vuelto de esas incursiones, ¿qué se podía hacer? ¿Cómo se podía uno defender de algo que no veía, y en lo que ni siquiera sabía si creer? Al menos, los alemanes eran algo tangible, un algo que te apuntaba al medio de los ojos, te insultaba y te escupía, y quizás luego te mataba si no prefería torturarte antes. Pero ese lugar, y lo que se decía acerca de él...

Retrocedió, y sintió nítidamente al cañón del arma contra su espalda. Dejó de moverse. El movimiento punzante la estaba obligando a avanzar, pero se resistió un poco. Antes que pudiera decirle algo, dio vuelta la cabeza y dirigió una mirada al jefe alemán empalado. Las rejas se habían cerrado sobre sí mismas, y no dejaban ver más allá. Alexeva frunció el ceño, entrecerrando los ojos para ver si así veía mejor y sus ojos no le estaban mintiendo. Cuando se dio cuenta que el mundo había quedado tras una bruma densa al otro lado de los hierros, se afirmó sobre su escepticismo y proclamó la muerte de sus dudas. No importaba qué hubiera escuchado: lo estaba viendo. Y los alemanes, ciegos como no podía ser de otra manera, sólo avanzaban hacia delante sin preguntas, y sin mirar para los costados. No se daban cuenta que por intentar salvar sus vidas, se habían condenado a la muerte.

El alemán la empujó, y sus palabras resonaron imperiosas. Miró a su alrededor, pero en el segundo determinante, supo que no tenía oportunidad. Era morir allí mismo, de rodillas en esas escalinatas, o morir allí dentro con más opción de movimiento. Si no se negaba, estaría ganando minutos de su vida, que podía aprovechar en preparar su conciencia para morir en paz. Las palabras alemanas resonaron de nuevo, y el peso del hombre se trasladó a su arma, moviendo a Alexeva aunque no era ninguna pluma. Con los dientes apretados, la rusa puso un pie en la mansión.

- Esto es un error - murmuró entre dientes, en ruso - Se pagará muy caro.

Hizo un paneo con los ojos de todo el lugar. Sus pasos, con el alemán detrás, la guiaron a detenerse cerca del gran arco que había, el único sitio que le parecía menos peligroso de todos esos, y que estaba relativamente alejado de donde habían quedado todos los demás. Que los sonidos del exterior estuvieran amortiguados no le gustaba en lo más mínimo; sabía perfectamente que esas paredes por sí solas no podían aislar tanto el exterior del interior. Miró dentro del distribuidor y luego siguió mirando a todos lados, sin moverse de su lugar, sin presentar al alemán que la apuntaba la mínima razón para molestarse con ella. Tampoco dándole ninguna clase de cooperación: ni siquiera le prestaba atención.

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20/03/2009, 04:20
Octavius

Octavius mantuvo a su prisionero en el centro de la habitación, a una distancia de no mas de un metro de se rifle. Desconocía si la actitud del mismo era de miedo, o si se trataba de una brillante actuación para que le dejasen en paz y así tramar su escape. Octavius no pensó en darle esa oportunidad, todo lo contrario, el campesino ruso seria su escudo, su forma de seguir vivo un tiempo mas, de todas formas, según el, no hay final feliz.

Octavius creyó escuchar a la campesina advertirles sobre la casa, pero en ese segundo, todo sucedió muy rápido y no tuvo tiempo de prestarle atención, pero las palabras proferidas por ella ni bien entro en la mansión, le dio a entender que al menos existiera la posibilidad de que él no fuera el único quien percibieses la maldad, y allí tendría una aliada, al menos temporalmente. – Pero también existe la posibilidad de que ella se refiriera a otra cosa. Pronto hablare seriamente con ella.- Reflexiono.

Con un reconocimiento mas a fondo de la habitación concluyo que no era el sitio mas seguro, debían moverse de allí y pronto.

-Sargento.- Exclamo. –Deberíamos movernos hacia allá.- dijo señalando hacia la biblioteca. –Doy por seguro de que allí habrá un lugar para recostar al herido, como en un sofá, o un escritorio. Además es más factible encontrar un hogar donde encender el fuego, y darnos luz.-