Partida Rol por web

Nieve Carmesí V

La Mansión

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27/03/2009, 00:19
Octavius

Una mujer lloró, de manera desoladora, que hasta a Octavius se sintió un poco devastado. Tardo unos segundos en darse cuenta, y fue cuando la molestia en su mano comenzó nuevamente.

-¿Sera verdad?- pensó mientras apretaba su puño contra la pared. –Puede ser un dejo de esperanza, una forma de salir de aquí con vida.- Sus ojos se iluminaron por completo, pero solo un instante.

Miro sobre la mesa el cuerpo un soldado, un compañero y un doctor. Una vida que se extinguió, y dos más que seguro partirán.

Octavius había vivido la guerra con una intensidad tal, que esa imagen, repetida muchas veces y en muchos lugares durante la guerra, habían insensibilizado su corazón.

Esa imagen….

El lugar era algo diferente, más oscuro pero menos gélido. El rostro del medico y el del acompañante estaban vacios, sin expresiones ni forma, solo eran una mascaras que aturdían, desorientaban los sentidos del presente.

Octavius claramente puede observar como el velo de la muerte se deslizaba cual paño de seda y caía al suelo, en un estruendo sordo, imperceptible, apabullante, rozando la frente y las mejillas del ser postrado en la soledad, descubriendo así las facciones de el que era, que fue un compañero soldado. Era Pieter.

Tarde se dio cuenta, tras examinar su memoria, que había soñado con la muerte del soldado. Una pesadilla que reprimió, como otras tantas, de su consiente.

Volvió a la realidad, y el dejo de esperanza se había esfumado. -La muerte es segura, aquí dentro o allá afuera.- Pensó mientras trataba de examinar el rostro de sus acompañantes, buscando en vano alguna concordancia con las pesadillas, con las visiones.

Pero había esperanza.

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27/03/2009, 01:26
Karl

Mientras el humo de su cigarro tapaba su cara de la escasa luz de la mansion, observaba impasible y pensativo a sus hombres, toqueteaba el diario de su Teniente mientras que los dedos de la otra mano se manchaban un poco mas de nicotina.

Apoyado contra la pared, una silla vacía le llamo la atención. -Seguramente esta la madera mojada no arderá... ademas no tengo alcohol...
Y entonces el estridente y desolador grito de una octava persona, un llanto de mujer lo sobresalto.
Busco ha aquella rusa que ahora parecía mirar al techo; sin duda ya había encontrado algo útil, pero era igualmente inútil al no saber expresarse en una lengua digna. Nostante parecía tranquila y no gritaba, tan solo pronunciaba palabras en ruso que poco importancia les dio.
No la veía como una amenaza, era una prisionera mas de la guerra y por desgracia una persona mas a la que proteger, por mucho que ella se negara a admitir con su rusa actitud.
Un segundo llanto inundo la habitación, incluso Hans detuvo su salmo a su hermano muerto para escuchar aquella voz venida de arriba. Ahora todos estaban seguros, no estaban solos.

Era de esperar que en un lugar tan grande alguien mas se resguardara, ¿Pero amigo o enemigo?, entre sus filas no había mujeres, pero de los rusos... no podía decir lo mismo, tan desesperados estaban que cualquier mano que pueda sujetar un arma les valía, bárbaros estúpidos.
Pero no por ello menos respetables, si algo aprendió es a no infravalorar al enemigo, hasta un perro acorralado resulta peligroso.

-Señores, no estamos solos. Y quien sabe la razón de ese grito, pero lo que si se, es que si es un compañero debemos ayudarlo y de ser un enemigo no nos quedaremos aquí para que nos de caza como gatos a roedores.-Sentencio.
-Si es alguien de la casa tal vez nos pueda ayudar a salir de este frente cruzado.
Repónganse, debemos ponernos en marcha, pero antes...
-Callo alzando su pierna y pateando con fuerza tal aquella solitaria silla, que no tardo en quebrarse sus estrechas patas, con un par de golpes de su fusil, consiguió hacerse con una pata de ella y con la ayuda de su bayoneta, rasgo el brazo de su camisa para enrollar aquella pata.
-¿Alguien tiene alcohol? Puede servirnos de antorcha hasta que encontremos una buena vela o candil, ¿Doctor, tiene alcohol de quemar?

Notas de juego

Tengo intención de usarla de "improvisada antorcha".
Si nadie presta alcohol al Sargento lo intentara igualmente dando fuego a la tela con su mechero de gas.

En cuanto consiga luz piensa poner en marcha a todo el pelotón, escaleras arriba.

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27/03/2009, 05:09
Alexeva

Tenía los ojos puestos en la araña cuando el hombre fue arrancado de las manos del médico por la muerte. Bajó la mirada cuando a los gritos histéricos le sucedió una voz llena de pesar, un silencio resignado en medio de la desesperación, pero sólo los miró un momento. Aquello no era más que el necesario resultado de una guerra que ellos mismos habían empezado, ¿cómo iba a pensar en compadecerse de ninguno de ellos? Ni siquiera de aquel alemán que, aún ante la evidencia, continuaba rogando a los gritos que alguien salvara aquella vida. No, porque aquel hombre hubiera apuntado directamente a la cabeza de una madre o de un padre abrazado al cuerpo de su hijo muerto por una bomba, y le hubiera obligado a ponerse de pie con las manos en alto para tomarlo como prisionero si no era para matarlo. Aquel hombre hubiera obligado a cualquier ruso a abandonar a sus seres queridos, incluso a dejar en desamparo a los agonizantes, dejarlos a la intemperie de la muerte, si no podían caminar para ir con ellos y servirles de escudo humano ante las balas. ¿Cómo podía compadecerlo, o respetar su dolor?

No podía. No lo hacía.

Alexeva se movió de inmediato, dejando su puesto de vigía privilegiada de la araña que colgaba sobre sus cabezas. Se dirigió directamente hacia donde había tocado las velas, y arrancó un par de su sitio sin ninguna ceremonia. Estaba dándose la vuelta, algo aturdida por los gritos incesantes del alemán en histeria, cuando a aquellos le sucedió uno que le hizo caer de rodillas y tirarse al suelo. Las velas en sus manos resistieron el impacto, pero Alexeva había dejado de prestarles atención. Sus ojos eran enormes, moviéndose incesantes por el gesto de los otros, eran presas de un estremecimiento distinto al miedo. Era el escalofrío de confirmar lo que hasta ese momento había sido un interrogante, desde el mismo segundo que una voz de mujer atravesó el aire de aquella mansión, y no era la suya.

Cualquiera de aquellos podría haber confundido esa voz con la de ella. Alexeva, por supuesto, no.

Cuando el grito se apagó, se puso de pie con rapidez. Hasta ese momento había mantenido una posición de expectativa; ya no podía hacerlo. Se acercó al jefe alemán, que aporreaba una silla hasta conseguir arrancarle la pata, y le extendió una de las velas que había conseguido. Lo miró a los ojos, de hito en hito, sin necesidad de decirle nada. No importaba qué le dijera; no la entendería. No de verdad.

- El mechero - dijo en ruso.

Se quedó cerca, muy cerca, de donde Pieter yacía y donde, con él, descansaban todas sus pertenencias.

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27/03/2009, 06:43
Grüber

Ya tranquilo y relajado totalmente entristecido por otra perdida y acongojado por el llanto Grüber seguía a los pies de Peter.
Alexeava se acerco a los pies de Peter y en ese momento de los labios de Grüber salieron las  únicas palabras que conocía en ruso "Я спасать жизнь без inportar грамматический определенный член страна,Я быть не припой быть половина" (yo salvo vidas sin inportar la patria yo no soy soldado soy medico).
Su acento y pronunciación eran horrorosos pero se podía entender el significado de la frase.
Cerro los ojos de Peter con la mano, como si fuera el compasivo acto de una madre.
Deja de sufrir amigo, que quien te espere arriba te de todo lo que no te dio esta vida.
Tras eso se levanto y dubitativo dijo: puede que alguien este sufriendo arriba, mi deber como medico es ir a mirar ¿quien me cubre?
!Dios! tengo que salir con vida de esta, pero si eso no pasa que mi gente sepa que  hubiera sido un gran medico para ellos.

Grüber recolecto las armas de peter, tenia cierto miedo de que alexeava intentara usarlas y a consecuencia de eso Octavius la matara, no queria ver mas muertes.
Todo y con eso dejo otros objetos que facilitarian que ella escapara  (casco etc etc).

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27/03/2009, 19:42
Director

Entre el miedo y la confusión lograron reunir algo de cordura para conseguir un poco de luz. Alexeva acercó un par de velas al sargento, quien con su encendedor les prendió llama. Juntos extendieron ésta al trozo de camisa que había liado en la pata de la silla. La madera de ésta se mostraba increiblemente seca y prendió casi al momento, convirtiéndose en una llamativa antorcha que iluminó la práctica totalidad de la habitación.

Rápidamente loso demás se arremolinaron en torno a ella.

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27/03/2009, 22:16
Karl

Karl sonrió un instante cuando vio como aquella mujer dejo las indiferencias a un lado y ayudo por interés propio a tener luz en la estancia, al menos sabia que lo que estaban haciendo era para un bien común, tanto para ella y su camarada, como para ellos.

Entrego una de las velas a ella y la otra la cedió al callado Dieter, mientras el mismo portaba aquella curiosa antorcha; muchos superiores le hubieran degradado allí mismo al usar parte de su condecorado uniforme, simplemente para crear fuego como si fueran neardentales, incluso el mismo se hubiera amolestado si no estuvieran en tamaña situación, por ello aparco ese pensamiento para mas adelante cuando sus hombres estuvieran a salvo y tuviera tiempo para regañarse por lo hecho.

Alertado por las voces de su medico, lo detuvo, obligandolo a callar.
-Iremos todos, Doctor. No pienso dejar que nos separemos ahora, en tierra enemiga, frente cruzado y sin luz.-Hizo una pausa esperando la aceptación de sus palabras, por el resto de los presentes. Después continuo.-Dieter y Octavius abrirán la marcha junto con los Rusos, yo iré detrás cuidando sus espaldas, a usted lo quiero a mi lado Grüber, y Hans cerrara la marcha.
-¿Hans? Esperen un momento, Octavius vaya abriendo una de las puertas lo dejo a su elección, creo en su intuición.
-Le dijo con voz férrea, sus palabras no titubearon ni un momento, realmente sonaron sinceras.

Camino unos pasos alumbrando el cuerpo sin vida de Pieter y a Hans a su lado conteniendo el llanto.
-Serénese soldado, lo necesitamos para seguir adelante, así lo hubiera querido su hermano, vamos levántese.-Le dijo asistiéndole del brazo para ayudarlo a erguirse.-Recoja su fusil y quédese con lo que desee de su hermano como recuerdo, lo necesitara, lo se por experiencia. Pero vuelva con nosotros, venga conmigo, usted cerrara la marcha. Debe continuar, vamos.-Dicto alzando el tono un poco en sus ultimas palabras. Sabia que aquel soldado estaba destrozado, pero así era la guerra: cruel y sedienta siempre de sangre, el juego preferido de la muerte.

El Sargento se mantuvo firme con su mano aferrada en el brazo del destrozado artillero, esperando a que asintiera y se pusiera en camino.

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30/03/2009, 03:18
Hans

- No puedo dejar a mi hermano...no ahora. No le presté la atención necesaria cuando me necesito...ahora, si me disculpa, me gustaría quedarme un rato a solas con él. Debo arreglar cuentas pendientes.

Dijo cuando consiguió salir de su lamentable estado de sock. No podía moverse, ni siquiera un ápice. Allí seguía, quieto, como una estatua, esperando algo, quizá un milagro fuera capaz de devolverle a su hermano. Pero no podía irse, al menos no por el momento.

- Por favor se lo ruego. Continuaré más tarde, pero dejeme despedirme adecuadamente, mi sargento. Es todo lo que le pido.

Sus palabras sonaban a súplica. No podía continuar hacia adelante y estar lo suficientemente atento por si algo ocurriera. No quería ser una carga para sus compañeros en su estado, sus vidas estaban en juego.

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30/03/2009, 07:46
Alexeva

La pequeña luz de su vela se movía apenas con el aire interior, pero daba directo en el rostro de Alexeva y le hacía adquirir una expresión fantasmagórica. La rusa la levantó a la altura de su hombro, o un poco más arriba, y la llama quieta le dio de costado, sumiendo parte de su gesto en la oscuridad. Miró al jefe alemán cuando trataba de alentar al soldado histérico, y luego al resto de la tropa que parecía totalmente indecisa sobre cómo actuar. Esperó que alguno se moviera, pero el soldado histérico parecía resistirse a la orden de su superior, y los demás quedaron a la expectativa de lo que sucediera en ese momento.

Alexeva movió la vela con impaciencia y negó. Su mirada se dirigió al alemán que tenía asignado a su compatriota, Octavius, que había recibido unas palabras en particular del jefe. Pupilas contra pupilas, en el marco de aquella penumbra, trató de intuir su reacción pero no lo logró. No lo lograría; sólo se lo daría a entender. Entonces dio la vuelta, y empezó a caminar con lentitud mientras seguían a la expectativa. Pasó al lado del piano a pasos acompasados, y en un movimiento suave recogió la partitura, que sostuvo con la punta de los dedos de la mano que sostenía la vela. La luz dibujo un haz perfecto sobre la puerta de madera, cerrada ante ella. Adelantó la mano, y si nadie la detenía, si ninguno de sus captores jalaba de ella y la obligaba a permanecer detrás, los dedos de Alexeva llegarían al picaporte y sellarían la elección.

Notas de juego

Me tomo el atrevimiento de suponer que ha podido caminar con esa libertad. Director, lo dejo abierto por si apenas quiere dar un paso, cualquiera de ellos la obliga de algún modo a resignar su idea. Cualquier mensaje alemán en ese sentido va por encima del mío.

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30/03/2009, 20:08
Octavius

Octavius acato la orden y tomo del cuello, por detrás a al prisionero, llevándolo a empujones siempre al frente de él. Este mismo era prácticamente peso muerto, maleable ya que no oponía resistencia, pero requería mucho de la atención y fuerza de Octavius, que si bien le servía de escudo, pronto le cansaría y le resultaría prescindible.

Alexeva tomó por decisión emprender camino hacia la puerta cerrada, pero la intención de la misma era desconocida por Octavius, y más desorientadora cuando ella agarro las hojas de papel que había sobre el piano.

-¿Las usara prendiéndolas fuego, como una distracción mas y así poder escapar?¿ O las usara para tratar de enviar un mensaje a sus compatriotas?- Fue lo que pensó, y él no dejaría que eso sucediese, por mas que supiera que no le seria tan fácil el huir de la mansión.

Aun con su prisionero a rastras, Octavius se acerco a la dama, justo antes que ella abriese la puerta.

Un poco ofuscado dice: -¿Que tienes en la mano?- Dejando de lado a su rehén, con la misma mano que le traía empujando, tomó las partituras y bajo la luz del la antorcha trato de leerlas, de manera despreocupada.

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31/03/2009, 01:20
Karl

Karl aun con la antorcha entre sus manos la cual se consumía lentamente permaneció impasible sin soltar de la axila a su hombre, le escucho paciente sin hablar hasta que Hans volvió a su silencio y su mirada a su hermano.
-No, Hans. Lo necesito y lo necesito ahora. Es usted un soldado y yo su superior, conoce las normas y juro respetarlas, sino no estaría aquí, conmigo y el resto de sus compañeros.-Hizo una pausa para que aquel soldado destrozado volviera el rostro y le mirara a la luz de ese improvisado y cavernario candil.

-No pienso dejar a un hombre solo cuando claramente este sitio tiene actividad y no sabemos a que bando pertenece. ¿No le enseñaron nada en la instrucción? Un pelotón se mantiene unido, un soldado ayuda a otro mientras pueda, en la guerra no sobreviven los que actúan solos o por impulso, por eso nos mantenemos juntos.
Es usted alemán por el amor de dios, tenga un poco de dignidad. Su hermano esta muerto, nadie nos lo devolverá y le aseguro que esperara aquí cuando volvamos de explorar la mansion.
-Hizo una nueva pausa para que aquel artillero asimilara toda la fuerza de sus palabras.

-Levantase de una vez soldado, es una orden. Tiene mi palabra que su hermano sera llevado de nuevo a su patria para la gloria de su tierra y consuelo de su familia, pero ahora le necesito tanto como al resto, no pienso abandonarlo, pero tampoco pienso aceptar su actitud.--Ordeno de nuevo al hermano mayor para que se tranquilizara y volviera a la realidad, no se percato de lo que los demás hacían a su alrededor, pero esperaba que sus hombres cumplieran con su deber, después de todo confiaba en ellos.
-Vamos amigo, levántate de una vez, no quiero perder a otro hombre en esta loca noche.

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31/03/2009, 14:14
Grüber

Con el intenso miedo a la muerte que siente alguien que tiene una gran causa para vivir grüber alzo su vista y se preparo para seguir a pies juntillas lo que dijera su sargento.
Estoy listo mi sargento.
Dijo tragando saliva y mirando detalladamente cada detalle que pudiera ser importante.

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31/03/2009, 17:47
Director

Octavius arrebató el papel de manos de Alexeva, casi destrozándolo en el proceso, pues se encontraba en un lamentable estado. No obstante, antes de que éste le fuera sustraído la mujer logró leer las primeras líneas del mismo y reconoció los nombres que en ellas aparecían.

Era la novena sinfonía de Beethoven.

El soldado también pudo leer aquellos caracteres impresos sobre el papel amarillento y resquebrajado.

Tras ellos el Sargento Karl y el soldado Hans mantenían una dura conversación frente al doctor Grüber. Conversación que se detuvo en seco un segundo después al silenciarles un sonido inesperado.

Alexeva y Octavius dieron un salto hacia atrás, con el corazón bastante más cerca de la garganta de lo que los estudios de biología consideran normal.

En el piano había comenzado a sonar la música impresa en la partitura, la novena sinfonía de Beethoven. ¡Pero no había nadie sentado en aquel banco! ¡Ninguna mano presionaba aquellas teclas que, no obstante, se hundían al ritmo de la música!

La respiración se aceleró. El frío dejó paso a un sudor seco, escalofriante. Vieron como el asiento de madera tras el piano, de aquellos redondos con una espiral en su eje, giraba sobre sí mismo para ganar altura, hasta quedar cerca de las propias teclas.

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01/04/2009, 04:17
Octavius

Una tibia sonrisa. -No hay más que esconder. Ante nosotros se encuentra la prueba que necesito para no parecer un desquiciado.-

Octavius opto por el silencio toda su vida. Él nunca quiso ser diferente, pero los sueños, las ilusiones y el no poder demostrar fehacientemente que poseía esas capacidades, sin que le tomaran por brujo, o peor, mentiroso, le habían encerrado en un predicamento, y su única solución era callar. Lo que le transformo en un hombre extraño, pero ya no más.

-En este lugar habita el mal.- dijo mientras se rascó la mano contra el pantalón, y desatendió por unos instantes a su preso.

-Fantasmas, espíritus, como quieran llamarles, están aquí y alguno de ellos no dejaran que salgamos con vida, pero podemos intentarlo.- tomo un respiro y continuo –No pueden negar las cosas raras que están sucediendo por aquí, lo que le sucedió al Teniente, y ahora esto.- y su mirada se perdió en el piano, solo un segundo.

-Es algo que vengo sintiendo desde que estamos aquí, y no he podido explicarlo, solo esperar a que algo como esto sucediese.–

La guerra parecía distante, ante la amenaza que cierne sobre sus cabezas.

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02/04/2009, 00:09
Karl

Karl quedo tan sorprendido como el resto al empezar a escuchar la musica que salia del piano, dio la espalda a Hans aunque no le solto, mientras observaba como aquella silla daba vueltas como loca al son de la musica que envolvia la habitacion.

Tan solo alzo la vista de las teclas de aquel gigante instrumento musical cuando uno de sus hombres hablo.
-Detenga sus palabras soldado, lo que menos necesito es que haga cundir el panico con su supercheria.-Le obligo a callar a la vez que cerraba la tapa de las teclas de aquel piano con fuerza, esperando que asi que callara.

-Ahora mismo vamos a irnos de esta sala al lugar donde se origino el grito, sean fantasmas o una estupida broma, no pienso perder mas tiempo y dejar que nuestros cansados sentidos nos jueguen malas pasadas.
Hans si antes tenia dudas al respecto, ahora estoy seguro que debe seguir con nosotros. Vamos, abra paso yo guardare su espalda, ¡Es una orden!
-Hizo fuerza suficiente para que se irguiera pero sin llegar a hacerle daño.-Recoja sus pertenencias, no vamos.

-Octavius abra esa puerta de una vez.
-Sentencio finalmente.

Notas de juego

Quedo a la espera de la contestacion de Hans.

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02/04/2009, 05:21
Alexeva

Un salto hacia atrás la había arrojado de cuerpo completo contra una pared. Agazapada contra su propia sorpresa, esgrimiendo la vela delante suyo como si de un arma mortal o escudo infalible se tratara, Alexeva permaneció inmóvil. Lo único que tenía vida en su cuerpo eran los ojos, que de forma febril e incontrolable se movían acompañando el insólito movimiento de las teclas del piano. Pero cuando el banco empezó a girar sobre sí mismo, al sudor frío de lo increíble le sucedió la reacción del miedo, y no pudo contener un grito en ruso que llamaba a Dios, o llamaba a la fuerza, o llamaba a una muerte rápida e indolora antes de caer en manos de lo desconocido. Los alemanes no hubieran podido dar con el significado real.

- ¿Lo ves? - gritó, dirigiéndose a su compatriota, aquel hombre que con su total falta de compromiso con su vida y, peor aún, con su patria, había dejado que los alemanes nos guiaran a la muerte sin siguiera pelear por su orgullo - ¿Lo ves ahora? ¿Ves dónde nos han metido?

Giró la cabeza para mirar a los alemanes, sobre todo al que le había arrancado la partitura de las manos, y que parecía alegre por lo que estaba sucediendo. Alexeva, que había gastado todo su aire en gritarle a su compatriota, necesitó unos segundos para tratar de frenar su agitación. La melodía seguía sonando y elevándose de grado, tocada en apariencia por nadie, mientras aquel conjunto de inútiles ignorantes se afanaba o bien por aceptar la situación sin más, o bien por no dar crédito a nada de lo que estaba sucediendo. Alexeva apretó los dientes destilando rabia, ante la necesdad de aquellos hombres: ¿cómo podían hacer caso omiso a su propia experiencia, o entregarse a ella sin ninguna lucha? Si esos eran los hombres más valientes y capaces de la nación enemiga, Alexeva no tuvo ninguna duda de quién sería el bando que ganaría la guerra. Y la victoria empezaría por allí, en ese mismo sitio, y en ese mismo momento.

- Han disgustado a los dueños de esta morada entrando sin llamar y creyéndose con el derecho de hacerlo, tal cual han hecho con nuestra patria - dijo Alexeva en tono gélido, amainando la agitación de sus palabras detrás del frío de su dicción, y aunque estaba hablando en ruso el tono era tal que el mensaje se entendía a la perfección - Les advertí que no pusieran pie aquí dentro, pero nadie escuchó, y quien escuchó bien, ¡hizo silencio y fue cómplice! - su mano temblaba al contrario de sus palabras y así la llama trémula iluminaba con intermitencia su rostro, mientras las notas del piano continuaban sin remedio - Afuera había una posibilidad, porque el peligro era conocido. Aquí no, sobre todo porque no creen que lo sea... lo mismo que siempre pensaron.

Alexeva giró sobre sí misma. La música había empezado a elevarse hacia el agudo, hacia la tensión. Sin esperar más, cuidando de moverse hacia un sitio al lado del marco desde el cual pudiera defenderse de lo que pudiera salir de allí atrás, su mano rodeó el picaporte y tiró hacia abajo con violencia.

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02/04/2009, 14:20
Grüber

Aparentando tener calma intento tranquilizar a sus compañeros argumentando todo lo bien que le permitía esa situación.
Recuerdo una feria de tecnología en la que pude ver Cosas asombrosas que para mi eran casi magia pero era tecnología....
El siglo pasado cosas como los carros de combate y esos estrafalarios trastos que reproducen imágenes serian brujería.
Puede ser algún tipo de tecnología rusa que desconocemos.

!No te engañes Grüber es el mismo diablo que nos reclama!.
Si mantenemos la calma y permanecemos unidos nada pasara.... mantener la calma como aconseja el Sargento .
En ese momento desearía no haber dado su ultimo cigarrillo a ese soldado moribundo en el frente.
Los cigarrillos son un gran invento y además  fantásticos para el control de los nervios......una maravilla para la salud.
Ahora mirare si dentro del piano se encuentra algún mecanismo y todos nos quedaremos mas tranquilos.
Una parte de Grüber le exigía que saliera corriendo y se olvidara de esa absurda idea, pero todos sus conocimientos solo podían indicarle que algo mecánico era lo que tocaba esa melodía y que el podía pararlo.
Dio un paso y se quedo paralizado y pensativo.
Podría tener algún tipo  de explosivo, es lo que haría un buen táctico diezmarnos uno a uno.
Lo mejor será que ignoremos ese aparato.... mecánico.

!o diabólico!

 

- Tiradas (1)

Tirada: 1d8(+4)
Motivo: Porte 4
Resultado: 5(+4)=9

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03/04/2009, 09:20
Director

Siguiendo las órdenes del sargento Octavius agarró el pomo de la puerta y trató de abrirla. Estaba cerrada con llave. No obstante un siple empujón con el hombro hizo que la madera se resquebrajara como papel viejo y el soldado se adentró junto con ella en la habitación.

La estancia en la que entraron era de reducidas proporciones en comparación con el recibidor o la biblioteca. Se trataba de algún tipo de despacho rectangular de uno veinticinco metros cuadrados. En él ocupaba la posición predominante un gran escritorio de madera oscura, de aspecto pesado y decoración muy recargada. Podía verse, allí donde el polvo era menos denso, que su superficie estaba recorrida por líneas doradas. Sus patas eran cuatro recios soportes labrados hasta lo indecible. Estaba repleto de papeles amarillentos, carpetas, libros e instrumentos de escritura. Detrás del escritorio se mostraba un cómodo sillón también fabricado en madera oscura y forrado de terciopelo rojo. Tras este algunas estanterías y muebles bajos cubiertos de más papeles y libros. Un gran cuadro dominana la pared del fondo, un retrato de un aristócrata de tiempos pasados. En la pared de la derecha había una puerta cerrada.

Tras ellos la música continuaba sonando.

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05/04/2009, 16:34
Grigori
Sólo para el director

 Creo que la mujer no se entera de lo que puede hacer y de lo que no, creo que hay algo que no entiende, si vamos a sobrevivir nosotros, deben morir ellos, y yo ayudare un poco a eso. Ser sumiso es poco considerando lo que puedo llegar a hacer. Quieren luz, tendran luz, quieren alcohol, que se lo hagan con su sangre, que lo beban y asi mueran antes. 

Vamos a esperar con paciencia, mucha paciencia. Esa musica que suena, me encanta es como el prologo de algo que va a pasar, de algo que tiene que pasar, de algo que esta pasando, de algo que si pasa, demasiado y que tambien es lo unico que me importa, desencadena cada uno de los miedos de ellos, y de esa pequeña... dejemoslo y no lo piense si sobrevive me sera tambien util para escapar de este frio.

si un aparato mecanico, sigue pensando eso. Si supierais lo que ocurrio en esta casa, lo que se cuenta de ella. La hariais caso. Pero a mi de momento esa musica me parece celestial, es mi fuga de vuestra maldita prision y de vuestro maldito ...

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14/04/2009, 16:43
Karl

Satisfecho de que todos sus hombres estuvieran en marcha de nuevo, al menos todos los que aun respiraban, entro detrás de Hans cerrando tras de si la puerta como mejor pudo, de aquella estancia del que no paraba de sonar la música del piano, en pos de que la nostalgia no invadiera a su soldado.
-Tal vez sea una pianola, uno de esos autómatas... si, a de ser eso, sino no explico como con la tapa cerrada y así la barra que evita el movimiento de las teclas colocada, estas sigan sonando.

Pensamientos fugaces abordaban su cabeza mientras la nueva estancia no mostraba mas que polvo y poco mas.
-Octavius abra esa nueva puerta, las escaleras no pueden estar mucho mas lejos.-Dicto nuevas ordenes a aquel nervioso soldado. Mientras Dieter se encargaba de vigilar a aquel silencioso ruso y el mismo a la asustada mujer.
No sin antes observar el rostro que lideraba la estancia, conocer a los dueños de tan magnifica edificacion, tal vez le ayudaria a conocer mejor la propia casa.

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14/04/2009, 19:41
Alexeva

Al ver que ninguno de aquellos alemanes prestaba atención a sus palabras, Alexeva apretó los dientes y dejó que en su rostro se pintara una indudable mueca de odio. Aquello ya no era confundible con el miedo: no había más que un frío, cortante sentimiento de asco en cada línea de su gesto. Acababa de comprobar que además de ciegos, hijos del infierno y delincuentes de la peor calaña, aquel grupo era un conjunto de estúpidos. Sabía muy bien que había quien entendía sus palabras, más aún estaba el que parecía compartir sus impresiones respecto a ese lugar: y lo único que hacía era ignorarlas, ignorarse, y seguir a un desgraciado ignorante ante la mismísima muerte que podían evitar. Y arrastrar a quienes les gritaban advertencias en su propia cara, desoyéndolos, con ellos en su caída.

¿Cómo podían ser tan ciegos?

- Ya saldrán de aquí. Ya los haremos salir - susurró en ruso, mirando al piano sin respirar, antes de pasar a través del umbral hacia la nueva habitación.

Allí no se detuvo. El alemán que la apuntaba también estaba a cargo del otro ruso, por lo que los movimientos de Alexeva resultaban de cierta forma holgados. La música continuaba sonando, pero ya no le trasmitía la misma inquietud que al principio. El espíritu práctico había pasado a cubrir su mente, y ante la indudable evidencia de que nada podía hacer al respecto, y que razón física o no el piano seguiría tocando por la mano que fuera que lo había accionado, Alexeva se abocó a lo primero, lo primario.

Sin decir nada más, en apariencia volviendo al mutismo que había mantenido desde su captura hasta la primer amenaza de sus captores hacia su compatriota preso, Alexeva se dirigió al escritorio y empezó a tocar su superficie con las yemas de los dedos. Pareció murmurar algo, en un tono que podía ser de disculpa o de ruego. Le dio la vuelta, mientras el jefe alemán continuaba dando órdenes, y fue tocando las juntas de la madera despacio hacia encontrar los sitios donde se abrían. Empezó a forzar los cajones para abrirlos, mientras los alemanes se preocupaban en abrir la puerta y subir corriendo como ganado atropellado. Echó una mirada a los papeles que tenían inscripciones sobre la superficie de la madera mientras los apartaba. Buscó cuanto pudo con la rapidez que, a cualquier mirada, generaba la adrenalina del miedo.

De tanto en tanto, sus ojos subían y bajaban mirando al cuadro. Algo tenía que decirle aquel rostro. Algo más de lo que tenían para decir los rumores de su patria acerca de ese lugar.