El negocio de las píldoras letales, unas drogas recreativas de gran uso en determinados sectores de Coruscant, comenzó a ser un problema cuando empezaron a afectar a muchos de soldados de asalto y oficiales de más alto rango del Imperio. Muchas de las operaciones contra la Alianza Rebelde se vieron frustradas por las órdenes de oficiales que estaban bajo el influjo de las píldoras.
Las redadas contra los traficantes comenzaron a ser habituales en muchos de los sectores más conflictivos de Coruscant. Lo que se suponía que iba a ser una solución al problema no hizo más que acrecentarlo, pues las bandas que controlaban el tráfico de pildoras letales comenzaron a unirse contra el Imperio. La reacción imperial no tardó en producirse, y grandes arsenales de las bandas fueron confiscados por oficiales que, a la larga, vieron que nadie iba a echar en falta aquellas armas si "les daba por desaparecer" de los almacenes del Imperio.
Ningún planeta está a salvo de malhechores, y Coruscant no iba a ser menos. Con más de un billón de habitantes, y a pesar del control militar del Imperio, ni siquiera el poder opresor de las tropas de Palpatine es capaz de eliminar a los criminales de toda clase que se asocian para controlar todo tipo de negocios que están fuera de la legalidad, o que pueden erosionar el poder del Imperio.
Históricamente, estas bandas habían sido enemigas entre sí, pero recientemente están empezando a limar asperezas en pos de obtener el mayor beneficio para todos. La estrategia está empezando a funcionar, pero ha provocado que el Imperio reaccione con una ofensiva a la altura de la amenaza que suponen estos grupos.
Tiempo atrás, no cualquiera podía ser soldado del Imperio. Hace tiempo que los soldados clon con los que se abastecía la República dejaron de ser el grueso de las tropas imperiales.
Esto, unido al empuje de la Alianza y las deserciones, ha hecho que casi cualquiera pueda entrar a formar parte del ejército de Palpatine. Se trata de gente sin honor que, en muchos casos, sólo están movidos por la avaricia. La rigidez de la burocracia imperial provoca que la mayoría de los nuevos reclutas no pasen de ser soldados de asalto.
Todo esto provoca que la mayoría de los soldados busquen acumular riquezas mediante la venta de material confiscado y haciendo la vista gorda ante el contrabando y los negocios sucios de los sectores de Coruscant controlados por las bandas.
El Servicio de Inteligencia Imperial es uno de los departamentos más eficientes del aparato del Imperio, y ha comenzado a investigar a fondo a los corruptos. Sin embargo, nada está a salvo en esta guerra urbana, y últimamente también ha sido objeto de ataques por las bandas callejeras de Coruscant.