El ayudante del sheriff soltó una maldición cuando el guardia dió la noticia del suicidio de Tutso. Su mirada viajó hasta Ameiko, y a punto estuvo de pararse y acudir a su lado, pero comprendió que no sería correcto y se limitó a intentar contenerla con la mirada. Todas las precauciones tomadas para que el loco hermano de la Kaijitzu no se quitara la vida no habían servido de nada, y ahora un golpe más, quizá el definitivo, era soportado por Ameiko. Esperó las palabras de Hemlock, y lo miró para saber si lo enviaría a encargarse del desastre o si iría él personalmente.