Partida Rol por web

Mientras eras esposada, pudiste notar un amago de risa en tu captor.

- Los jóvenes sois increíbles. - Dijo Bai Qu alegre ante aquel comentario. - Te daremos algo de tu agrado señorita buscalíos.

Con más suavidad de lo que cabría esperar, unos guardias locales te condujeron a la salida del local y, ya en la plaza exterior, te subieron a un carromato con unos cuantas personas esposadas más. El panorama era bastante decadente.

Dentro del carruaje, cinco eras los que allí estaban. Te acompañaban cuatro hombres, cada uno bastante particular. Había un gigantón musculoso que tenía cara de buena persona y cuyos pequeños grilletes le habían tornado las manos rojas. Dos hombres trajeados, uno de los cuales habías visto en la sala de apuestas y se rumoreaba que se hacía llamar capitán Kaizen, cuya característica bandana le cubría la frente y los abalorios que llevaba le hacían llamar la atención. El otro trajeado, mucho menos llamativo, olía a tabaco y parecía bastante contento con aquella situación, mientras que el último era el joven muchacho de pelo marrón que había participado en la pelea del bar.

Sentada con las piernas cruzadas, entre todos aquellos tipos más grandes que ella, saluda con la manita.

-Hola. Me llamo Xan. ¿Qué habéis hecho? A mi me parece un poco exagerado meterme aquí pero bueno...

Se apoya en la pared del carromato y ahoga un bostezo, cansada por los acontecimientos. No se olvidará de las palabras de ese Bai Qu. Más vale que la comida esté buena si se la llegan a dar. O tendrá que quejarse. Obvio que no por vía "legal" pero encontraría la manera.

No se juega con su comida.

El chico que parecía más joven se presentó como Ash, para luego pedir a los guardias que aflojaran las esposas del hombre gigante que evidentemente estaba sufriendo en aquel castigo, aunque sin ningún éxito.

El otro chico que olía a cigarrillos preguntaba a su compañero gigante si había valido la pena aquella comida, pues al parecer habían sido capturados por robarla en un lugar que no era gratis, a diferencia de todos los establecimientos que sí lo era, dando a entender que el fortachón no tenía una mente tan lúcida como su fortaleza física.

Por su lado, el joven trajeado no emitía palabra alguna, ajeno a lo que ocurría en el carromato.

Comida.

Su estómago ruge fieramente.

-Espero que ese Qu no mintiese, tengo hambre....- Aunque habla sola, no trata de conversar con quienes no parecen querer hacerlo sino más bien con su propio estómago.

Apoya la cabeza en sus rodillas.

El hombre de olor a cigarrillos no dejó de hablar con su compañero gigante y el otro hombre trajeado, siendo ignorado por ambos salvo por la presentación de éste último, Kaizen, que se giró para no volver a dirigirle la palabra tras mucha insistencia para que hablara. Finalmente alabó tu arco someramente, pero más como curiosidad al ver la extraña manufactura y por mantener una conversación con alguien más que consigo mismo.

Por otro lado, el chico más joven alardeaba de la paliza que le había propiciado al capitán Akama en la taberna y, de haber presentado un reto mayor, ambos estarían allí por la pelea, pero se había dado de una manera tan unilateral que los guardias dictaminaron que el muchacho conocido como Ash le había propinado una paliza a traición.

Finalmente, el carruaje paró y todos bajaron al llano, pudiendo ver que se encontraban enfrente de una fortaleza cercana al mar, con un pequeño puerto con algunos barcos amarrados, la mayoría fuertemente armados. Allí, una mujer de rostro agudo y baja estatura recibió el informe de lo guardias, que describía un poco lo que habías averiguado en el carruaje, y apuntaba todo en un cuaderno bastante ornamentado. Al lado de la mujer, tres guardias de evidente debilidad física, carentes de músculos y que enseguida os rodearon, haciendo que los prisioneros quedaran en una especie de círculo imaginario formado por los tres hombres, mientras que la mujer los encabezaba y el carromato volvía presumiblemente al pueblo del que os habían traído.

Ante un nuevo comentario por tu parte, uno de los guardias te obsequió con una manzana para que la comieras durante el camino, intentando que no le vieran que te la daba.

Xan le sonríe, y se quedará con la cara de ese guardia. Le ha caído bien. Muy bien. Sigue en el grupo, comiendo discreta pero rápida.

¡Que amable!

Igual es por que tiene la boca llena, tal vez porque anda fijándose en las defensas y demás, el caso es que no habla más durante el resto del trayecto. Igual no es sencillo escapar... y menos esposada. Ni siquiera con las super habilidades de pelea que dice ese Ash que tiene. ni con la peste a tabaco del otro, que podría marear a los guardias bien usada... no será sencillo.

Todos los presos siguieron tranquilamente a sus captores mientras guardaban silencio, salvo Ash, que lamentaba su condición y mostraba una actitud impertinente hacia los guardias a los que exigía explicaciones.

No fue hasta que la paciencia de la mujer que encabezaba la marcha se agotó que acabó concediendo una respuesta a todos los presos que allí estaban.

- Vais a pasar la noche en el calabozo y no se hable más. - Dijo evidentemente superada por la situación. - No quiero más problemas en un día tan importante. Os encerraré, esperaréis y mañana seréis libres, a menos que se agote mi paciencia y comunique vuestra muerte fortuita a las autoridades.

Aquellas palabras parecían una amenaza, pero viniendo de la pequeña mujer parecían más un intento de promover su autoridad que de realmente cumplir con aquellas amenazas.

Poco a poco os encaminabais hacia la fortaleza y ya en el límite de aquel edificio, pudiste ver como la mujer sacó un manojo de llaves y abrió, con increíble seguridad las puertas de lo que sería tu posada aquella noche.

Las dependencias estaban poco iluminadas y pronto la mujer sacó una vela de su mochila y la prendió, alumbrando su propio camino y dirigiéndolos hacia donde sólo ella sabía, seguida de sus tres infatigables guardias.

¿Les quitarán las esposas? Les quitarán las esposas. ¿Lo harán? Si que lo harán... Si... ¿No? Que le quitn ya las esposas... empieza a estar ya realmente cansada, el kairouseki es algo terrible que tener tocando tu piel. Peor que el mar, incluso. Más concentrado.

Suspira pesadamente.

Tras deambular unos pocos minutos por aquella oscura fortaleza, la mujer pareció llegar a su destino, donde fue metiendo a los cinco prisioneros en distintas celdas colindantes, separadas por una pequeña pared de piedra que conformaba todas las paredes de la fortaleza. Algo que llamó tu atención fue que no os quitaron las esposas en ningún momento, pero tampoco ningún efecto personal.

Una vez todos estuvieron encerrados, la mujer habló con sus hombres un momento antes de que sus caminos se separasen, haciendo que la contramaestre se dirigiese más al interior de la fortaleza, mientras que sus hombres se encaminaron a la salida.

Alguien tendrá que hacerselo mirar a esos guardias. ¿Dejarlos con esposas antihabilidades sin saber si las tienen... pero no quitarles las armas?

-Me quejaré al sindicato pirata. O... algo. susurra para si misma.

En cualquier caso, no le queda otra que sentarse a esperar lo que quieran que espere allí. Ni siquiera puede aprovechar el tiempo revisando el estado de su arco y flechas, porque con las manos así no hay modo. Quien la mandaba abrir la boca en el bar.

Antes de que la contramaestre desapareciese entre las sombras, pudiste ver como le quitaba las esposas al gigante poco hablador que os había acompañado durante el viaje.

Una voz proveniente de las celdas emitió un extraño comentario.

- Si me las hubiesen quitado a mi, podría haberme liberado y esos cuatro estarían muertos. - Dijo la extraña voz que Xan no pudo reconocer.

Entonces, interrumpiendo tus pensamientos, otra voz, la del chico conocido como Ash se oyó dirigiéndose a ti.

- Xan, ¿te apetece charlas un poco? - Dijo con un tono bastante amistoso. - Los demás tienen pinta de ser unos muermos, pero creo que tu eres mas interesante ¿no?

-Bueno algo interesante si que soy. Hablemos, chico pelea.

No le gusta demasiado como el otro dice que los habría matado.... ni que al gigante le quiten las esposas y a ella no. Pobrecito por sus manos, claro, pero sigue siendo injusto.

-Aunque igual me quedo dormida... aquí se está fresquito al menos. ¿Qué te trae por aquí?

La voz al otro lado de la celda se mostró amigable.

- ¿Entonces que has venido a hacer es Tortuga? Porque si era disfrutar de la fiesta me da que ya no vas a poder hacerlo. - Dijo con cierta ironía. - Además, me he fijado en tu arco, es muy bonito pero nunca había visto nada igual ¿me equivoco al pensar que tu hogar se encuentra lejos de aquí?

-Así es. Soy de lejos. Bien visto. Y estoy de viaje para cazar leyendas... algún día. Cuando las encuentre. Creo que es un buen reto. Venir aquí aqui a Tortuga, bueno... ¿Por qué no? Un sitio para empezar. ¿Y tú?

Suspira de nuevo.

-Me pica todo... ojalá nos quiten estas esposas...

La voz proveniente de la celda contigua respondió a tu pregunta.

- Lo mismo que a muchos otros piratas, presentar respetos a quienes murieron en la batalla, tanto piratas como marines. Todos ellos tenían una familia, algunos luchaban junto a ella y otros la tenían en sus hogares esperando por ella... y también quería encontrar aliados que reclutar. Creo que te puedes hacer una idea, esta fiesta reúne a muchos piratas así que alguno de ellos debería buscar una tripulación. Quiero encontrar varias personas así y formar una desde cero. - Parecía que aún no había encontrado a nadie. - En parte por eso me metí en una pelea, si eres un capitán debes hacerte respetar ¿no?

La voz del aspirante a capitán sonaba relajada, muy seguro de sí mismo.

-Hmmmm pues no sé. Tienen que respetarte, si. Pero mejor si te respetan tanto que no se atreven a meterse en una pelea contigo. Creo que la pirata grande, Marona, me estaba reclutando. Pero supongo que ya no tengo esa opción. ¿Por qué quieres ser capitán y surcar los mares?

- ¿Con leyendas te refieres a personas... o mitos? Porque estoy convencido de que eso sería más fácil si fueras acompañada de un grupo que viaja por todo el mundo. Ya sabes, transporte asegurado, un sitio donde poder dejar las cosas sin peligro, donde pasar la noche, un grupo de gente que vela por ti siempre. - Fue proponiendo intentando que se planteara la idea unirte a su banda- Incluso podría haber alguien que cocine para el resto.

La conversación paró en seco al escuchar ruidos provenientes del pasillo.

De ese pasillo por el que había ido la contramaestre anteriormente salió una sombra mucho más corpulenta, un hombre fornido del que apenas se podía ver el contorno. Sin ser capaz de reconocer ninguna de sus facciones en aquella oscuridad, aquel ser arrancó las puertas que encerraban a todos los allí presentes con una facilidad pasmosa, continuando su camino como si nada y dejando a aquellos cinco presos que hacían un tiempo que estaban encerrados libres.

Ni siquiera sabes por que, pero un instinto primitivo te obligo a permanecer en tu celda en silencio hasta que aquella mole musculosa estuviera lo suficientemente lejos, incapaz siquiera de oír sus pasos, ahora eras libre. Por desgracia, las cadenas aún sostenían tus muñecas y no te librarías tan fácilmente de ellas.

-Alguien que cocine, eso sería genial. Podría comerme u...-

Queda callada mientras ese gigantón arranca las puertas ¿Es en serio? ¿Ya son libres, o casi, de nuevo? Al menos eso parecía. Especialmente tras que se le pasase ese extraño miedo. Como el que te produce una bestia a la que no quieres molestar no sea que se de cuenta de que estás ahí.

-Oe, mejor si seguimos hablando de eso luego ¿Eh? Ahora hay que buscar las llaves de las esposas. Con las manos así no puedo ni disparar mi arco en condiciones.

Ahora los cinco apresados eran libres, pues había estado suficiente tiempo allí para ver que nadie más estaba en las celdas de los alrededores.

El primero en salir de las celdas fue un tipo alargado que enseguida se dirigió a los demás.

Me llamo Sobek. De allí de donde vengo, la gente como nosotros es tratada como basura, encerrados, reprimidos, por unas leyes injustas que no dictamos nosotros. Me eché a la mar buscando una vida mejor. - Hizo una pausa dramática y inconscientemente buscó su paquete de cigarrillos en los bolsillos del pantalón, pero no estaba, cosa que lo enfadó y hizo aumentar la agresividad del discurso. - No hay vida mejor ahí fuera, no hay nada mas que miseria y guerra. No existe una vida mejor para nosotros si no decidimos cambiar nosotros mismos, no hay lugar seguro en el mundo en esta época. Y me he cansado. Me he cansado de dar vueltas de aquí a allá, y que cualquiera con una placa de la marina o del gobierno pueda tratarnos como basura. NO SOMOS BASURA! SOMOS HUMANOS! SOMOS SERES VIVOS! Y si para hacer de este mundo un lugar seguro tengo que luchar contra viento o marea, y enfrentarme al orden establecido, lo haré. Prefiero morir de pie que seguir viviendo arrodillado. Voy a demostrarle al mundo entero que la vida puede ser algo mas que pena y sufrimiento, algo digno. QUIERO HACER DE ESTE MUNDO UN LUGAR MEJOR! VENID CONMIGO Y DESTROCEMOS JUNTOS LOS CIMIENTOS DEL MUNDO CORRUPTO QUE CONOCEMOS! LUCHEMOS CONTRA TODO LO QUE ESTÁ MAL EN ESTE MUNDO, Y HAGAMOS DE NOSOTROS LA LUZ QUE INICIARÁ EL CAMBIO!

Tras aquel discurso, el hombre trajeado de una de las celdas se unió al él, para más tarde hacerlo el gigante que habías visto en el carruaje, que ahora estaba libre de sus esposas, al contrario que el resto.

-¡Uwooooo! grita emocionada, llevada por el chico. Aunque tosse y se recompone. Desde luego, es un señor discurso. Igual demasiado profundo para ella. Si bien es verdad que algo de razón lleva.

-Ya es la segunda vez que me apresan los marines. Y no me hace gracia... aunque puede que me haya ganado el arresto, un poco. Las dos veces. Peroooo eso no importa, estar encerrado es horrible. No se si cambiar el mundo es lo mío exactamene. Aunque será divertido ver que pasa.

Y si la encierran, al menos habrá gente que la saque. Posiblemente unirse a esos no sea lo más inteligente de cara a que los marines te dejen en paz. Claramente van a tener rifirafes con ellos. Pero ¿Quién no?

-Vale, me uno. Pero.... de aquí no me voy sin quitarme estas esposas.