Corría el año 1465, y se escuchaban en Mondoñedo (como en buena parte de Galicia), rumores de nuevas revueltas, igual que aquella que tuvo lugar en el año 1431 a manos de la Irmandade Fusquenlla. Los caminos no eran seguros, las malas cosechas se sucedían, pestes asolaban comarca y el descontento del pueblo llano era generalizado.