Partida Rol por web

Era una mañana fría, de cielo despejado, y en las tierras más cercanas al pantano, se podían escuchar graznidos de distintos pájaros que parecían estar comiendo de las algas que flotaban en la superficie, muy cerca de la orilla embarrada.

La aldea estaba compuesta por catorce casas construidas de madera, dispuestas de tal manera que rodeaban otra casa de mayor tamaño que las anteriores. En esta casa central, era donde vivía el Conde, la persona que organizaba y tomaba las decisiones de la aldea. Se podría considerar que era la vivienda del Conde y su familia, pero no solo tenía ese propósito, también contaba con un gran comedor, donde se festejaban todas las celebraciones importantes del año.

En cada casa, vivía una familia, o dos dependiendo del tamaño del habitáculo. Se trataba de una aldea pequeña, pero desde tiempos remotos era conocida por su fuerza y habilidad en combate. Todos los jóvenes de la aldea empezaban su adiestramiento militar al cumplir los diez años, aumentando la dureza del mismo a medida que el joven crecía. Esto hacía que al cumplir los dieciocho años, ya fueran guerreros de alto nivel.

Como cada mañana, te levantaste a primera hora de la mañana, cuando el sol empezaba a iluminar el pantano. Te aseaste y vestiste, para a continuación comer un par de trozos de carne de cocodrilo, y empezar el adiestramiento del día.

Era un día como cualquier otro, o eso pensabas. Pero todo cambió cuando el instructor detuvo el entrenamiento. Tanto tú como los otros siete jóvenes que estabais entrenando, os detuvisteis de golpe, obedeciendo sus órdenes. Pudisteis daros cuenta de que el instructor no estaba solo, le acompañaba otro hombre, a quien nunca habíais visto antes...

- Buenos días, jóvenes guerreros. Mi nombre es Egil, y soy el emisario de la Reina Astrid, - dijo aquel hombre, rompiendo el silencio generado tras la orden del instructor. - Durante muchos años, todas las aldeas del territorio de Krigare, temía a los grandes guerreros que aquí, en la aldea del Cocodrilo Azul, entrenaban. - hizo un pequeño parón, esbozando una ligera sonrisa mientras observaba a los ocho jóvenes que le observaban.