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Según las leyendas, hace siglos, cuatro hermanos desembarcaron en una isla acompañados de un gran número de hombres y mujeres con extraordinarias dotes bélicas, con la esperanza de encontrar tesoros que saquear. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado y quedaron atrapados en la isla.

Con el paso del tiempo, la relación entre los hermanos se fue deteriorando hasta que finalmente, decidieron separarse, dividiendo aquella gran isla en cuatro reinos, cada uno de ellos portando el nombre del Rey que los gobernaba, Tarkare, Varakdar, Hakdar y Krigare.

Tras la separación, los cuatro reinos fueron creciendo. Se construyeron pequeñas ciudades amuralladas y fortificadas que hacían las veces de capitales de los reinos. Se crearon aldeas repartidas por el territorio de cada reino, colocando en cada una de ellas a un Conde, que se encargaba de organizar y dirigir cada aldea, teniendo tan solo al Rey por encima de él. Cada Rey, escogió a sus guerreros más fieles para estos cargos de Conde, en el caso de Krigare, creó diez aldeas.

Todo parecía que marchaba bien en los cuatro reinos, pero el mayor de los hermanos, Tarkare, empezó a codiciar más y más territorio. Empezó por invadir a su hermano, Varakdar, dirigiendo su poderoso ejército hacia el territorio de su hermano, quemando a su paso todas las aldeas que se encontraba a su paso. Varakdar no esperaba tal movimiento de uno de sus hermanos, por lo que le cogió desprevenido, y para cuando consiguió preparar a sus soldados, Tarkare ya estaba ante su muralla. La fortaleza cayó en cuestión de días. Tarkare recompensó a sus soldados con nuevas aldeas en el territorio que antes era de su hermano, y de este modo, él se adueñó de la mitad de la isla.

Krigare, temiendo ser el siguiente, reclutó con presteza a sus diez condes y sus guerreros. Envió emisarios a su hermano Hakdar, tratando de contar con su ayuda para detener a Tarkare, pero prefirieron mantenerse al margen. Tras unas semanas, llegó el día que tanto temía, Tarkare se adentró en su territorio. Krigare, con sus diez condes, consiguieron presentar batalla al poderoso ejército de su hermano. La batalla duró varios días, hasta que finalmente, a Krigare no le quedó más remedio que replegarse, reagruparse para volver a la carga más adelante.

Tarkare, no dudó en destruir la ciudad de Krigare, no dejó piedra sobre piedra, y pensando que su hermano se había rendido, el mayor de los hermanos celebró la victoria sobre los restos de la ciudad. Aprovechando que estaban distraídos, Krigari volvió a cargar junto a sus condes, acabando con más de la mitad del ejército de su hermano e hiriendo de gravedad a Tarkare. La otra mitad del ejército, huyó protegiendo a su Rey, volviendo al Reino de Tarkare. Pero no todo fue victorioso aquel día, durante el último ataque, Krigare fue alcanzado por varias flechas, cayendo sin vida en el momento.

Tarkare consiguió sobrevivir a sus heridas, y se refugió en su reino. Parecía que la guerra había llegado a su fin, pero dio paso a una época aún más oscura dentro del territorio de Krigare. Con el Rey muerto sin descendencia, los diez condes trataron de ostentar el trono del reino, iniciando de este modo una guerra civil que duró años.