Yves siguió a la mujer hasta llegar a la carabana, el esplendor de la misma se dejó ver por completo. La mayoría llevaba velos, turbantes o capas y poca ropa, lo que le sorprendió es que no parecía haber esclavos, los niños corretean por todos lados causando estragos entre los animales, ayudado por los gritos de las madres.
Todos miraban al acechador, notando que no pertenecía a aquel lugar llamándole "aluh", también al pasar saludaban a la mujer diciéndole "usleja, ella les sonreía.
Luego de un rato de caminar entre las personas, llegaron al principio donde todos eran guerreros, en su mayoría grandes y corpulentos, portando armas impresionantes, tanto como sus animales.
Caminando a grandes pasos estaba el elefante más imenso que había visto, adornado con estandartes y gigantes colmillos, era una fortaleza en movimiento.
- ¡JISAAAAAA! - Sonó el grito en el aire y toda la caravana se detuvo.
Atraigo las miradas al pasar. Me pregunto si es por ser extranjero, o el lamentable estado en el que me encuentro tiene algo que ver ¿Qué significara “aluh”? Por lo que veo Az es muy querida por aquí, e importante… quizá, quizá sea una princesa ¿Sería tan descabellado? ¿Pero que haría una princesa ayudando a un tipo como yo?
Mis sospechas no hacen más que asentarse según avanzamos, y pasamos guerreros para alcanzar un enorme animal completamente decorado que chilla y se detiene al verla. Esto no puede ser normal.
Caravana es con V, jeje
Todos habían parado la marcha, aquel monstruoso animal movió la trompa hacia la fortaleza que llevaba en su espalda y un hombre subió a ella. En pocos segundos, un hombre regordete, pelado, con una larga barba blanca y de tes morena, llego hasta el suelo. De un pequeño y gracioso saltito, bajo de la trompa.
Az abrazó a aquel personaje sonriendo alegremente, compartieron unas palabras en aquel idioma y él miro a Yves.
- Bienvenido al pueblo nómada - Caminó hasta poner las manos en los hombros del acechador - Az me dijo que alguien necesitaba nuestra ayuda, al principio dude, pero luego dije... que mierda no podemos abandonar a los necesitados, me llamo Mek Nom`Ham- Sonrió alegremente.
Se alejó unos pasos y gritó extendiendo las manos - ¡HOY ACAMPAREMOS AQUÍ! - Luego volvió a dirigirse a Yves - Mañana pasaremos a unos kilómetros de un gran poblado, hasta allí podrás acompañarnos
El hombre que baja no resulta muy impresionante, aunque su forma de entrar en escena le hace subir el listón, además de tener la presencia del animal a su espalda es algo a tener en cuenta. Yo mismo no tengo muy buena imagen en este momento. Az abrazo al anciano, se les veía cercanos, no creo que sea padre… quizá su abuelo ¿Quién sabe?
El hombre se presenta y me recibe con los brazos abiertos. Incluso detiene la caravana para acampar en aquel lugar.
-Muchas gracias. Soy Yves, Yves Sjuende.- Digo poniéndome una mano en el pecho.- Az me ha ayudado mucho, y ahora ustedes ¿Cómo puede agradecerles?- Aunque Jeger siempre dice… decía… decía que cuando alguien es tan amable siempre hay algún truco. Nunca he encontrado a gente tan amable, y aunque le hare caso, no puedo evitar bajar un poco la guardia.
Miro a Az, su nombre es bien simple en comparación con el del anciano ¿Me estará ocultando algo? Supongo que después de todo no estoy tan confiado. Me quedo mirandola un momento. Ella esta vestida de forma mucho mas opulenta que el resto, es bien bonita, y ademas es capaz de sanar de forma casi milagrosa... desde luego es alguien fuera de lo común.
- Nosotros creemos en el equilibrio del mundo, Az pudo verte y decidió ayudarte, ella es la responsable – Dijo sonriendo Mek– La forma de pagar depende de ti, si quieres hacer algo por nosotros o si no quieres, da igual, la gratificación es el ayudar al necesitado. – Puso una mano en el hombro de Yves – Ni más, ni menos.
Aquel sujeto se alejó entre los hombres compartiendo palabras en aquel lenguaje, dando indicaciones e incluso ayudando a descargar cosas, ante los gestos de negación y preocupación de los soldados, respondiendo con una sonrisa y unas palabras.
Allí quedó aun Az, acariciaba la trompa del animal gigante.
Esta gente… parecen un pueblo de paz. No han debido venir a estas tierras, el mal puebla el mundo. Me toco el hombro ¿Quién sabe si no estaré yo infectado? Si no lo estaría ya antes… Observo a Az ¿Quizá pueda ayudarla? Pero ¿Porque? Tal vez simplemente porque no quiero deberle algo a alguien, quizá porque… hacia mucho que nadie se portaba así de bien conmigo. Como sea me acerco a ella.
-Gracias por todo, Az.- De cualquier manera pronuncio su nombre con algo de desconfianza. El hecho de que sea tan corto… me sigue pareciendo raro. Y ella, es… especial. Realmente parece que me fijo demasiado en todo.- Perdona… es que… tu… bueno, el anciano tenía un nombre tan largo.- La miro a los ojos.- Dime ¿Me salvas la vida y te escondes de mí? No sabría quién eres ni aunque me lo dijeses. Y te debo la vida, al menos no quiero saber si habría sobrevivido solo.- Me toco el hombro, y miro las ropas rasgadas por aquellos dientes corruptos.- Fueron tus manos las que me sanaron.-Admito mirando sus manos y haciendo ademan de tocarlas pero retirando la mano antes de hacerlo. Mis manos… entrenadas para matar, matar criaturas como esa… pero para matar.
En ese momento me doy cuenta de lo que implica. Algún día moriré… de la misma manera que murió Jeger. Me quedo mirando el vacío, mis manos. Paralizado ante aquel pensamiento.
Az sonrió alegremente ante las palabras de agradecimiento del acechador y luego rio divertida. Caminó hacia él unos pasos.
– Mio soljo no pojder dejcirte – Tomó las manos de Yves entre las suyas sonriendo – ¿Cójmo explicarljo…? – Se mordió los labios, pensativa – Tojda existencia y acontejcimientos ejstán hechos a bajse de sacrificios y eljecciones… Por ejemplo… la magia imjplica sacrificar el maná pajra transformarljo a nuejstro gusto, la nojche imjplica sajcrificar el día, la muejrte… imjplica sacrificar la vida…
Soltó la mano de Yves, pero entrelazo los brazos y empezó a caminar, todos preparaban campamentos, otros los alimentos, entendían los animales y ejercían todas las tareas necesarias para la caravana
– Las eljecciones, abren una infinidad de cajminos posibles a muchas otras eljecciones… incljuso dentro de estas mujchas son visibljes a los ojos y otras no. Mio puejdo ver todjas y trajtar de llevar los sacrificios por el cajmino del equijlibrio. La muejrte, es algo que trae equijlibrio y razón a la vijda, por más doljoroso que sea… A pesar de esjto yo no puedo ver los corajzones de las perjsonas, ni que eljección o sajcrificio harán, solo las pojsibilidades. Todjos tienen un papel en el equijlibro… incluso la pejqueña abeja que trabaja para la coljmena, incljuso tua tiejnes un papel que aun no has cumjplido. Pero es mi sajcrificio al no ver tua corajzón y temer por tus futujras eljecciones, no poder mostrajrme y por eso debjes partir majñana.
Az se separó quedando un pasó detrás de él – Tej he curjado con el agua del Clajro de Lujna, ajdiós Yves Sjuende – Sonrió y entró a una de las tiendas que estaban armadas.
Sjuende, pudo ver dentro como la chica tomaba las manos de una anciana recostada en un catre y pronunciaba unas palabras, lentamente la mujer cerraba los ojos hasta que su mano dejo de apretar la de Az, un chico cerro la cortina de la carpa para que Yves no pudiera mirar dentr.
Sacrificios… miro a la muchacha que parece saber de qué habla, pero mi sensación de vacío ahora mismo no desaparece. Soy el séptimo hijo de un séptimo hijo… soy una representación del triunfo de la vida, y estoy utilizando mi fuerza para matar.
Cuando la muchacha se cierra dentro de la tienda me alejo un poco de la caravana y me siento en una piedra a contemplar como todos colaboran de una manera u otra en el funcionamiento de esta comunidad. Me siento completamente fuera de lugar. Me encojo un momento y me abrazo las piernas.
A la cabeza me acuden las palabras recientes de Az. “Las eljecciones, abren una infinidad de cajminos posibles a muchas otras eljecciones… incljuso dentro de estas mujchas son visibljes a los ojos y otras no.” Pienso en Jeger, en lo que venía tras acabar los trabajos… no era solo recoger un dinero, no siempre. Era rostros felices, aliviados. Les librábamos de un mal… si bien es cierto que no seguía siendo un trabajo, creo que hacíamos bien ¿Por qué no me abandona esta sensación de angustia y vacío en el pecho? ¿Por qué me siento solo a pesar de estar rodeado de gente?
Cuando ella trae muerte… es más amable y tranquila. Miro un momento más la caravana y luego cierro los ojos. Confuso ante el incierto camino que tengo delante, y ante lo que debería hacer ahora.