Partida Rol por web

Mire con renovado a interés a la pequeña. No solo tiene aptitudes y la voluntad, tmabien trato de defenderme a pesar de todo. Dibujo una media sonrisa de satisfacción. Me aparto y detengo su estoque con la daga.- Impresionante. Hagamos algo, yo te enseño a no sacarte un ojo, y de paso tampoco a mí; y tu podrás enseñarme esos primeros auxilios.- Le digo con un tono jovial y juguetón.

Mientras hablo con Zuria, dejo que nuestros pasos sigan al tipo rubio y enjuto ¿¡Un ataque contra Abisal?! Mantengo mi atención entre la niña y la pareja de marineros que conversa, necesito enterarme de esto. Mi lealtad no está con esta gente, pero ahora me preocupo por Mary también, y quizá debería ayudarla un poco.

El tema de conversación de aquellos hombres fue desvariando entre prostitutas, cervezas y más prostitutas. Poco a poco fueron poniendo rumbo a las zonas de carga y descarga de barcos, carretas y carros movían la mercadería de un lado a otro. Al norte había una puerta en la muralla que conducía al distrito comercial medio.

Los dos marineros entraron en una especie de deposito de madera, uno de tantos.

Zuria seguía a Yves emocionada, mirando todo.

Parecía que aquellos tipejos no iban a tocar más el tema, pero al menos nos habían traído a la zona que me interesaba venir. Vigile un momento a Zuria y luego la bolsa, mientas salíamos del barrio del atracadero. Tengo que hacer llegar una carta al “Andy” o en su defecto hasta Abisal. Sera más fácil, que aun sigan embarcados por aquí, que la segunda opción llegue a tiempo, por lo poco que he percibido de la conversación, sea lo que sea llegara pronto.

Muevo la cabeza ligeramente, liberándome un poco de tantas cavilaciones.- Vamos. Ya que te gustan tanto esas ropas, al menos te comprare unas correas para que puedas ceñírtelas bien mientras creces, así podrás aprovecharlas más tiempo o mientras gustes.- Me encamine a la puerta en la muralla.- Después de pertrecharnos ¿Qué te apetece comer? Durante el viaje serán raciones y caza así que aprovecharemos para darnos un ultimo capricho.

Miro el pequeño estoque de Zuria dándole vueltas a la idea de utilizarlo para mandar la carta.-Tengo que mandar un mensaje a Mary antes de irnos. Y para que sepa que es nuestro creo que podemos usar eso que te ha regalado.- Señalo el lugar donde guarda el pequeño arma.- Es tuyo, así que… ¿Me dejaras utilizarlo para este fin?- Pregunto caminando y buscando las tiendas que necesitamos para el viaje.

Los ojos de la niña se iluminaron ante la palabra comida, asintiendo rápidamente con la cabeza.

- Por mi no hay problema, ¿Se pueden mandar carta a los barcos? ¿Cómo la encuentran ahí fuera? ¿Pu... Puedo escribirle yo también? - Se ruborizó un poco.

El acechador pudo notar como el almacén estaba resguardado con gente armada, por lo que inmiscuirse así como así hubiera resultado peligroso.

Caminaron hacia la entrada a la ciudad.

- Cinco piezas de plata y nombres - Dijo el soldado sentado en una mesa anotando en papel, levantó la cabeza - Si traen mercancía deben registrarla y pagar los impuestos -

El cambio de actitud de Zuria me resultaba grato. Y reflejaba aquello con una media sonrisa perpetua, que acentuaba con las pequeñas expresiones de la niña, como el brillo de los ojos; o aquellas preguntas, que aunque inocentes, eran acertadas.- Bueno debemos confiar en que el “Andy” aun este en puerto. El otro sistema para llegar una carta a un barco…- Me llevo un dedo a la barbilla- seguramente serian a través de algún pájaro mensajero. Pero no creo que podamos encontrar algo tan conveniente. Y claro que puedes escribirle algo.- Dicho esto, nos alejamos del almacén. Mejor así, ese lugar se ve peligroso. Prefiero evitar lugares asi mientras este con Zuria.

Saco las monedas de la bolsa y miro a la pequeña un momento.- Zuria e Yvez Sjuende, ninguna mercancía, tan solo de paso y para comprar.- Declaro, y dejo las monedas sobre la mesa con cuidado.

El primer objetivo es enviar la carta, antes de que el “Andy” pueda partir, o a Abisal para notificar los posibles problemas que se les vienen encima.

Zuria levantó una ceja y sonrió de costado - Zuria Sjuende Reed - Parecía una chica perspicaz y lo iba demostrando poco a poco.

El guardia anotó los nombres en la hoja, con un gesto algo aburrido, tal vez hacia todo el día lo mismo, tanto que ni siquiera mojaba la pluma en el tintero.

- Reed... Reed.. me suena, en fin ni modo... Bienvenidos a Puerto Cálico, siguiente - Haciendo un gesto con la mano para que se movieran.

Los guardias se corrieron y las puertas abiertas dejaron ver la ciudad, muchos comerciantes iban desmantelado sus tiendas a medida que el sol iba yéndose,  un hombre iba por las calles encendiendo los candelabros, aun así tal vez había un sinfín de actividades para hacer.

Echo una mirada rápida a la pequeña que tiene una mente tan rápida como la lengua. Aunque enarco la ceja, no sé si es apropiado divulgar el nombre alguien como Reed, creo que ella misma admitió ser una pirata, y si no es muy posible que lo sea. Esto complicaría enviar una nota a su embarcación, aun cuando esta se encuentre en puerto. Tendré que ser precavido.

Pase al interior de la muralla con Zuria, y emprendí camino a la casa del gobernador.- Escucha, sé que te cae muy bien Mary, pero ten cuidado con su apellido ¿Vale? Es posible que la gente la conozca.- La mire un momento.- También es posible que haya bajado y entrado, pero es mejor ser precavido. Así que mejor, si te refieres a ella, hazlo de otra forma ¿Si?- Miro el cielo, esta oscuro y seguramente tengamos que pasar la noche allí. Bueno, estará bien descansar en un colchón mullido en lugar de en un saco.

- Pero si ella ya se fue hace raaatooo, además me dijo que podía usar su apellido y me dio algunos consejos -
Zuria estaba algo confundida con el comentario de Yves, pero no le dió más importancia.

Ambos empezaron a poner rumbo a la casa del gobernado, desde el distrito comercial, debiendo atravesar el barrio bajo. Una zona mucho menos iluminada, llena de burdeles, mafiosos y contrabandistas.

Ahora estaban allí, a unos pasos de ingresar a aquella zona. No había tanta gente deambulando por las calles.

Miro a Zuria enarcando una ceja.- Consejos ¿Eh? ¿Los compartirías conmigo?- Pregunto con curiosidad y una mezcla de preocupación y satisfacción. Dependiendo de lo que Mary le hubiese aconsejado podria ir muy bien, ella había tenido mucho impacto en la niña; era muy despierta y seguramente cualquier cosa que le hubiese dicho estaría aplicándola ahora mismo ¿Y si le había dicho que no me lo contase? Bueno… entonces tendría que fiarme de ella, no habría nada que pudiese hacer para mejorar en caso de darse ese supuesto.

Atravesar este barrio seria molesto y peligroso. Entre la bolsa, y llevar a una niña junto a mi… espero no tener que hacer uso de todas mis facultades… tampoco estoy seguro de estar completamente al máximo, me esforcé mucho en el barco.

Aquel barrio era un asco, mugre, prostitutas, gente durmiendo en la calle, gritos en las casas... todo un lugar lleno de la más baja escoria de la ciudad. Yves siguió caminando rumbo a la casa del gobernador, para intentar mandar la carta.

Un empujón por la espalda le hizo dar un paso hacia delante, al girar había tres hombres mal vestidos. Sin darle tiempo a reaccionar - ¡AAAH! - El grito de Zuria le hizo girar nuevamente, para ver como otro hombre se la llevaba.

Allí estaba casi rodeado por tres sujetos desconocidos, mientras otro un poco mas lejos corría con Zuria a cuestas.

El ambiente en aquel lugar era horrible y asqueroso. Cada movimiento, cada persona  resultaba sospechosa y atraía mi atención… demasiados sonidos, demasiados movimientos inciertos y comprometidos. Para cuando quise darme cuenta alguien me empujo… tres hombres amenazaban con su presencia y un cuarto aprovecho para correr llevándose a Zuria consigo.

No dedique más que una mirada de odio y desprecio a la distracción. Di un pase y la energía acudió tan rauda como el cuchillo a mi mano, en el siguiente me encontraba saltando sobre la espalda de aquel tipejo, a punto para clavarle la daga. No permitiría que se llevaran a Zuria, y tampoco que se fuera con vida.

En un instante aquella daga se clavaba en la carne, en la base del cuello de aquel sujeto. Sin poder hacer nada soltó a la niña y dio unos torpes pasos hacia delante, la sangre caía a borbotones, giró para ver a su agresor y cayó desplomado de espalda. El cuerpo convulsiono unos segundos, tomándose la herida, para quedar inerte. Los tres hombres restantes se miraron entre sí y uno de ellos emprendió una rápida huida, girando por los callejones.

Zuria dio un paso hacia atrás y se resguardó detrás de unas cajas, tal vez de basura, con su estoque en mano.

- Matemosle - Comentaron entre sí los restantes. Ambos atacaron a la vez.

El tipo cayó al suelo y Zuria se alejó, chica lista. De sus compañeros dos de ellos no fueron lo suficientemente inteligentes para seguir al tercero que huyo perdiéndose entre los edificios aledaños. No me fue complicado esquivar el golpe de uno y detener al otro.

-Debisteis seguir a vuestro compañero. Ahora vais a morir.- No era una amenaza. Era una sentencia.  Moví la daga veloz para apuñalar al siguiente entre las costillas.