Partida Rol por web

De pie sobre Odín, orgulloso y altanero, con la armadura ya puesta.

- Ten cuidado de que el que no te dé sea yo...¡jajajaj!-hace un gesto al paje - venga muchacho ¡a mí la lanza! quiero ser le líder de la cacería, ¡añadiré un gran oso a mi escudo de caballero!

Cuando el paje me vistió (que me quedé muy quito para intentar absorber toda la concentración posible), tomé a Steiner y le acaricié un poco antes de subirme. El paje me ayudó a hacerlo, pues pocas veces (que yo recuerde una o dos) había participado en alguna justa de cierta importancia; y aunque esto era un juego estaba dispuesto a ganar.

¡La lanza, paje! -y estiré el brazo para que la colocara en mi mano, sin dejar de mirar en la lejanía a Leocegrande-.

Una vez preparado y bien armado, respiré hondo y espoleé a mi caballo, justo cuando ya tenía bien asida la lanza.

¡¡Adelante Steineeeer!! -grité-.

En la primera pasada la lanza de Leocegrande en el costado izquierdo de Galorian, pero él y su fuerte caballo aguantan el embiste. Sin embargo no ocurre así en la segunda pasada, momento en el cual la lanza de Leocegrande impacta limpiamente en el pecho de Galorian y la de éste cae torpemente de sus manos. El impacto limpio, hace que Galorian caiga al suelo del lado izquierdo y se levante en seguida en perfectas condiciones.

Levanta los brazos exultante

-¡Sabía que lo conseguiría! ¡ bien!- desciende del caballo y rodea el brazo de Galorian en señal de camaradería - me ha costado derribarte, eres un magnífico oponente.

Hace una seña al paje para que le ayude a montar de nuevo pues aún queda un envite al menos.

No parece muy emocionado y se limita a decir

- ¡Bah! no ha sido nada del otro mundo. Galorian, cabalgas peor que una vieja. Demos paso a la penúltima justa.

Leocegrande ya preparado y Ascot con la armadura que llevaba Galorian, se ponen en posición y lanzan sus caballos a la carga colocando las lanzas en ristre.

- ¡TISBURY!-

Cuando terminó de colocarse la armadura dijo

-Como cargues como antes no voy a tener ni para empezar- y cuando estuvo listo, se lanzó también a la carga.

Esta vez sí, ambos ofrecieron un soberbio espectáculo, en el primer embiste ambos oponentes se golpearon mutuamente, aunque el golpe de Leocegrande fue algo mejor dirigido que el de Ascot. No obstante el hombre aguantó muy bien y continuó sobre la silla.

La segunda pasada, Leocegrande apretó los dientes y entrecerró los ojos mientras que Ascot dio su grito de batalla. El primero hizo una carga perfecta y golpeó al hombre en el hombro lanzándolo por los aires. Ascot quedó magullado en el suelo del trompazo que se había dado.

En un principio no se movía, quedó tendido de bruces en el suelo, todos fueron a socorrerle - incluído Sir Jaradan - pero por fortuna se levantó dolorido y magullado y también algo desorientado. Uno de los dos pajes le ayudó a quitarse la armadura y se lo llevó de allí.

kelton y Ascot no olvidarían la justa...

Por fin había llegado la última justa, Darby tenía la ventaja de estar descansado, pero Leocegrande confiaba en sus posibilidades. Una vez más, dos hombres se lanzaron a la carga...

En el primer embiste, Leocegrande tiró a Darby del caballo (más por demérito de éste que por mérito del de Tisbury) de una manera ridícula y la bronca de Sir Jaradan a Darby fue apoteósica.

- Sóis de los peores justeros o justistas o como se diga, que he visto. He visto un par de buenas cargas pero el resto ha sido basura. No sé como Sir Robert se plantea si quiera nombraros caballeros, supongo que será porque hay cinco feudos vacíos y su Condado necesita señores...-dice en su enésima mueca despreciativa - pero me seréis de ayuda con lo del oso. Bien Leocegrande, serás el jefe de la expedición. Partiréis de inmediato a Imber con vuestros caballos de guerra, vuestras armas pero sin armaduras. Comenzad a prepararos.

Avergonzado por las palabras de Sir Jaradan, agaché mi cabeza y no dije palabra hasta que terminó de "humillarnos" y darnos instrucciones. Luego me dirigí a Leocegrande.

Eres muy diestro en todas las armas, te doy mi enhorabuena, has sido mejor que yo -le hice una pequeña reverencia-. Seguro que nos guiarás con sabiduría para dar caza a ese oso.

Aun dolorido intenté aguantar las heridas que ya comenzaban a notar en mi cuerpo.

Devuelve la reverencia diciendo

- No soy más diestro que tú. Sólo he tenido suerte en esta ocasión y...-pero sus palabras se ven interrumpidas por una bravata de órdenes de Sir Jaradan.

- ¡DEJAD DE PARLOTEAR Y PREPARADOS ! LA ALDEA DE IMBER QUEDA A MEDIA JORNADA DE VIAJE. Con un poco de suerte llegaréis al atardecer. Coged todos vuestras cosas y en marcha. ¡ Y vosotros!-refiriéndose a los heridos en la justa -no os quejéis más y en marcha.

En poco más de media hora los cinco escuderos estaban preparados con sus armas y monturas, tres pajes iban a pie con ellos para ayudarles en cuanto fuese menester y servirles de guías.

Sir Jaradan se limitó a observar a los jinetes y ni siquiera se despidió.