Las caras de los cazadores van mostrando más y más confusión a medida que narras tus descubrimientos. Cuando terminas de hablar intercambian miradas de duda, el hombre que habló primero hace un gesto de incomodidad.
- No se ofenda, pero por lo que se dice sí es cosa de magia. Uno de los señores locales, enemistado con el dueño de estas tierras, se aseguró de que ningún animal criado en este lugar sirviera para alimentar a las personas. Y no es una leyenda, me temo, muchos otros han intentado encontrar la causa y nunca han logrado nada.
Otro hombre, con una descuidada barba negra, da un paso al frente antes de comenzar a hablar.
- Hay un mago... un tipo oscuro y siniestro que va siempre con Laurent Polz, un enemigo público del señor de esta zona, Sheltar. Ese mago fue quien se encargó de envenenar este lugar para perjudicar a Sheltar. Ese pobre viejo no sale de su caserón, dicen que está enfermo y débil, así que no ha podido hacer frente a Polz.
El primer cazador retoma la palabra.
- Sea como sea, es cosa de magia. Y no precisamente de la clase de magia que enseñan en las Seis Torres.
Sin mucho más que aportar comienzan a marcharse, tras unos pasos se gira de nuevo y, pese a dudar, termina hablando.
- Si me permite el consejo, no se involucre en esos temas. Las altas esferas odian las intromisiones, no se ha vuelto a saber nada de aquellos que intentaron encontrar el origen de este asunto.
El joven mago les escuchó con toda su atención. Evidentemente que no era magia de las seis torres. Había unas variables que todo conjuro debía definir: alcance, radio y duración. Toda una zona del bosque, durante años, era un conjuro digno de que el sumo canciller de las seis torres te cediera su asiento de mando y besara tus botas suplicando compasión.
Tal vez tenía que ver con los antiguos dioses y era su misión cazar al responsable. O, tal vez, simplemente era un tipo de magia secreta, de esa que se enseñaba en las dos torres ocultas a plena vista. En cualquiera de los dos casos, le estaban chuleando mágicamente y no le gustaba.
-Muchas gracias por la información. Y, naturalmente, por su consejo. Intentare intentarlo.- Dijo con una reverencia a aquellos dos antes de que se fueran. En cuanto se quedaron solos, torció el gesto. -¿Magia?-Pensó en voz alta. –Hay que tenerlos jodidamente gordos, cuadrados incluso me atrevería a decir, para encantar hectáreas de bosque enteras. No te engañes, en un duelo arcano, un mago así me fulminaría. De un segundo a otro me dejaría como la ceniza de un puro… o tal vez como una estatua de sal. La buena noticia es que no tenemos porque ir cara a cara.- Bajó la voz, a tono de confidencia. –La mejor forma de derrotar a un hechicero es a traición. Un virotazo de ballesta en la cabeza cuando sale dando saltitos entre retorcijones hacia la letrina más cercana. Veinticuatro puñaladas mientras duerme también suelen funcionar.
Dio una malmada de repente, como activandose. -Bien, vamos a explorar un poco más. Y cuando acabemos me indicas la dirección del señor local, veamos si puedo sanar a Sheltar. ¡Seguro que tiene algo que decir en este entuerto. Solo por dejaros comer gratis de su tierra se merece que alguien le eche un cable.
Enzo se puso en marcha. De haber tenido dinero, habría comprado unas gallinas vivas para estudiar sus reacciones al entrar en la zona maldita, lanzarles conjuros de protección y ver como se disipaban, etc. Pero no tenía ya muchas monedas y le gustaba comer, comida no maldita a poder ser. Así que los experimentos tendrían que esperar. Al menos podía estudiar la reacción de animales más fáciles de capturar como hormigas, gusanos, escarabajos, etc. Si la maldición era muy fuerte, las lombrices no harían túneles en el suelo, los animales no se comerían los frutos de los arboles, ni andarían de flor en flor, etc. No había muchos estudios al respecto, ni se había inventado aun la palabra “ecosistema”, pero el mago sospechaba que cientos de engranajes de la naturaleza estarían fallando, condenando el lugar a una reacción en cadena cada vez más grave.
Enzo estudia a nivel mágico la zona, los animales, etc. Incluso trata de meter animales sanos en la zona maldita, previo lanzarles protecciones. O resucitar algún animal muerto que encuentren. La idea es (además de másmolar ante su joven escolta) sentir la magia de sus propios conjuros degradarse, a ver si puede saber algo más, aunque sea en plan corazonada. Lo logré o no, le pedirá al muchacho que le lleve a ver al noble.
Las pruebas y estudios que realizas sobre el terreno no desvelan ningún resultado claro. Sin embargo empiezas a sospechar que, de tratarse de magia, no se ha aplicado a una zona si no a un elemento común del lugar.
Recuerdas la historia de un mago que hechizó su jardín para evitar que le robasen las flores que tanto le había costado cultivar. Cualquier persona que tocase los pétalos quedaría muda durante días, pero no contaba con que los insectos acudirían a las flores y esparcerian el polen y con él el hechizo.
A día de hoy todavía se dan casos de mutismo repentino tras recolectar determinadas flores a muchos kilómetros del jardín de aquel veterano mago.
La diferencia aquí es que el hechizo o maldición causa la muerte, lo cual dificulta su expansión por la zona.
Los animales que proteges e insertas en ese lugar no parecen afectados a simple vista, puede que necesiten realizar una determinada acción como comer algo, beber del río o permanecer en ese ambiente durante un tiempo. Sabes que no es una muerte temprana ya que has visto ejemplares adultos, lo cual significa que hay un ratio pequeño de supervivencia.
O puede que precisamente la muerte llegue con una determinada edad, lo cual también serviría para perjudicar la caza al no haber animales adultos.
Una vez terminadas las pruebas sin aparente éxito el muchacho, que ahora te considera toda una eminencia en el campo de la magia, te lleva hasta la residencia de Sheltar. El caserón está en lo alto de una colina, un sitio destacado que domina una gran área de campo a su alrededor.
La enorme casa está completamente cerrada, tras las ventanas hay cortinas gruesas que impiden ver el interior y seguramente no dejan pasar la luz. La entrada principal de la finca, a casi cien metros del edificio principal, está custodiada por un guardia viejo y gordo que pesadamente se incorpora al ver como subís por el camino.
- El señor Sheltar no acepta visitas, está enfermo y no quiere ser molestado. Y menos por dos personas como vosotros.
La última frase, propia de alguien que trata con la nobleza o los adinerados, seguramente se debe a vuestra llegada a píe, al aspecto que debéis tener después de pasar toda la mañana en el bosque y a que tu compañero no es precisamente la viva imagen de un príncipe.
Llegaron al caserón. Recibiendo una bienvenida que no fue de su agrado.
Enzo había escuchado una vez, de una de las cocineras de la casa de su padre, una expresión que le hizo mucha gracia. La había archivado en su repertorio de “frases populares coloquiales”. El vulgar coloquialismo venia muy al hilo de la situación asi que, de manera inconsciente, salió de algún recoveco de su memoria y voló hasta su mente:
-No tengo el chichi para farolillos.- Pensó el mago mientras miraba al guardia. No obstante, como estaría feo carbonizar al pobre patán y tirar su cadáver calcinado colina abajo (Aunque visualizó todo el proceso), lo intentó por la vía diplomática, o todo lo diplomatica que podia en este momento de cansancio.
-Ah amigo...- Lo de amigo lo decía a su acompañante. -Otra muestra de que la miseria no trae más que miseria, me temo. Aquí tenemos a un pobre patán que ve pasar a gente de clase alta que le mira con asco por ser de clase media y ¿qué hace él? ¿Tratar a los de clase baja con el respeto que le gustaría recibir? Nada de eso, los humilla en venganza.
Se vuelve con cierta grandilocuencia en dirección al guardia. -No vuelvas a decir eso de “como vosotros”. Toda persona se merece un respeto. Además, cualquier desarrapado cubierto de tierras y hojas secas podría ser un gran mago viajando de incognito y su ayudante.- En ese mismo instante Enzo chasqueó los dedos y mostro su palma cubierta de llamas, cerrándola inmediatamente después. Si quería ver prestidigitación, que pagara la entrada del circo. –Decidle a vuestro señor que Abnel, reputado curandero, quiere medirse contra la enfermedad que le aflige para demostrar que es el mejor sanador de esta región. Esperaremos apoyados en esta valla hasta que nos anuncies.
Enzo está adquiriendo personalidad propia y ha escapado de mi control XD
https://www.youtube.com/watch?v=MCfjPkkObWQ&feature=youtu.be&t=3m
Más por miedo que por respeto el hombre abre la puerta. El metal chirría indicando la dejadez en su cuidado y el poco uso que se le da.
Sin decir nada el orondo guardia os señala la casa y comenzáis el paseo hasta ella. Por el camino ves lo que antes eran unos magníficos jardines ahora llenos de hojas caídas y malas hierbas, estanques cuya agua se ha tornado verde y en la que flotan cadáveres de insectos y de alguna rata que no supo nadar.
El lugar parece haber sido una villa señorial con mucho atractivo, ahora no es mas que un lugar abandonado a su suerte.
Cuando estáis llegando a la puerta principal de la enorme casa aparece por ella una mujer. Si no fuera porque es imposible juraríais que se trata del guardia de la entrada con otra ropa y una peluca, ambos se parecen mucho para desgracia de la mujer.
Vuelves a repetir el motivo de tu visita y a regañadientes la autodenominada ama de llaves te permite visitar a Sheltar.
Tras un camino de polvo y oscuridad ascendéis hasta la tercera planta, cruzáis una enorme biblioteca repleta de mapas y cartas de navegación antes de deteneros ante la puerta del dormitorio del señor. La mujer solo te permite a ti la entrada, alega que puede sentirse agobiado con tanta gente en la habitación.
Al entrar te encuentras con una imagen muy similar a lo visto anteriormente, un dormitorio del tamaño de la casa de tu compañero, cortinas que impiden la entrada de luz, un ambiente muy cargado y un olor a orín que te cuesta soportar.
Apenas visible, en la cama, observas a un anciano enfermo. Con muchas dificultades se recuesta en el cabecero, en cuanto ves sus ojos sabes inmediatamente que una poderosa magia obra sobre él, algo o alguien lo está perjudicando al igual que parece ocurrir con sus tierras.
Sheltar se limita a observarte, parece condenado y no teme lo que pueda pasar si resultas ser peligroso.
Era agradable inspirar un poco de respeto, o al menos pánico. Su plan de vida mediocre y cómoda se había ido por la borda cuando intentaron ahorcarlo con plata. Desde entonces se sentía dando tumbos, buscando desesperadamente información. Había contado con mucha ayuda y gente amigable en su camino. Pero, al no ser parte de un plan elegido por él, los últimos acontecimientos le hacían sentir pequeño y sin albedrio, como una hoja arrastrada por el viento.
Pero eso ya estaba cambiando. Era un mago ilegal, no podía vivir en una cómoda mediocridad y, posiblemente, muriera joven. Pero ya había tomado algunas decisiones, como ayudar a esta pobre gente y eso le hacía sentir bien. No tanto por el altruismo, sino por tener de nuevo las riendas de su vida.
Conforme avanzaban por la casa, fue simpatizando con el señor: libros, mapas, biblioteca, comida para los desfavorecidos,… Si era víctima de una maldición era porque el pobre hombre destacaba entre sus iguales como un diamante entre el estiércol, estaba seguro de ello.
Miró al menudo anciano. Otrora un gran noble, ahora un saco de huesos y pellejos. -Mi buen señor. Podéis llamarme Abnel, aunque os confieso que ese no es mi verdadero nombre. Me temo que no estoy a bien con mis hermanos magos. Pero no he venido a haceros daño. Al contrario, estoy inspirado por vuestra generosidad con los pobres ciudadanos y os deseo todo el bien del mundo. Si me permitís examinaros, trataré de salvaros de la maldición que os aflige.
El joven, e ilegal, mago se acercó al noble y le miró a los ojos. -¿Pero qué os han hecho?- Miró sus pupilas, centrando toda su atención en ellas hasta que en vez de dos simples círculos negros eran un espacio infinito de negrura. Cono si el universo entero estuviera en el interior de su cráneo.
Percibió los destellos, las chispas de energía. Rebusco en su patrón mágico buscando fuerzas ajenas, vibraciones diferentes a la energía del señor. -Soy el cazador, y voy a cazarte por mucho que te escondas.- Pensó, como hablándole a la maldición.
Enzo echa el resto en tratar de entender de qué va esto y, si es posible pararlo. Ya sea emplear el conjuro de sanación como diagnostico o hacer un estudio mágico o lo que procede. Si es necesario empleara lo que ha visto en sus estudios del día de hoy en el bosque ya que es posible que la maldición del terreno sea una parte de la que le aflige a él. O por lo menos serán creadas por el mismo mago.
Dedicas casi una hora a examinar y tratar al anciano, todas tus pruebas e intentos de mejorar su condición no obtienen éxito alguno. Cada hechizo que usas se topa con uno contra que es más poderoso, alguien se ha asegurado de que ese hombre no sea sanado.
Viendo el nivel de resistencia de la magia que domina su salud llegas a la conclusión de que se trata de uno o varios hechizos mantenidos, algo muy difícil de llevar a cabo ya que se necesita a un mago en constante concentración para que no se debilite la magia.
Leíste que durante las guerras antiguas había grandes grupos de magos cuya única finalidad era mantener un hechizo de protección sobre los ejércitos aliados. Las catacumbas de los castillos estaban llenas de magos en trance manteniendo el hechizo durante toda la batalla, sin perder su concentración durante horas.
Esa idea no parece muy sensata en este caso, no te imaginas a nadie dedicando su vida a mantener este hechizo pudiendo acabar con el viejo directamente.
La otra opción te parece casi más preocupante, que sea obra de un mago tan poderoso que no solo sepa proteger sus hechizos y mantenerlos, si no que conozca hechizos y artes de las escuelas prohibidas.
Está claro que esto es obra de nigromancia, no has detectado ninguna runa ni hechizo alguna anclado a los objetos cercanos. Estas artes no se enseñan en las Seis Torres, o al menos no desde hace muchos años.
Tu conclusión es que existe un mago tan poderoso como para mantener un hechizo sobre el bosque y al mismo tiempo sobre una persona y proteger ambos hechizos. Y si no es una sola persona alguien tiene esclavizados a un grupo de magos para hacer esa tarea todo el día.
Enzo había sido humillado de nuevo. Una vez más, no estaba a la altura del desafío. Pero si algo tenia de bueno el joven es que era como un perro de presa. Una vez mordía, no soltaba. Por la nobleza de la causa, o por pura tozudez. -Os prometo que haré todo lo que este en mi mano.- Le dijo al señor mientras se alejaba hasta su mesa y abría en los cajones en busca de papel y tinta. Tenia mucho que escribir, o más bien poco, pero muchas veces:
A la atención de la ilustre institución arcana:
A los grandes artesanos del arte y forjadores de sueño:
Sirva la presente misiva para denunciar el uso de magia ilegal en Costa Rota. Les adjunto pruebas de que un noble varón ha sido influenciado por un terrible poder de antaño. Mañana me enfrentare a la persona que lanzó el maleficio, cuyo nombre no mostrare aquí para no atraer su atención arcana sobre esta misiva. Si flaquease y muriese tratando de hacer cumplir los códigos que regulan nuestro noble arte, ruego a mis hermanos que continúen mi trabajo sobre este paciente y Dos noches después a las del próximo equinoccio concentren su poder curativo en el dueño de la sangre que adjunto. Sé que la distancia no sera obstáculo para los maestros y saber que mi fracaso no será el fin de mi paciente, me dará ánimos en la misión a la que me enfrento.Cordialmente, El Cazador.
Escribió cuantas copias pudo en unos minutos. Tratando de que la caligrafía fuera adecuada en todas ellas. Después mostró al señor el texto y dejó caer unas gotas de sangre del paciente en cada papel antes de sellarlo.
***
Salió de la habitación con aires de actividad. -Es un caso difícil, reconozco que el más difícil que he visto en mi vida. Esta maldición requerirá buscar en viejos tomos y localizar plantas muy difíciles y exóticas. Pero no pierdo la esperanza. Si todo marcha como debe, volveré en la próxima luna llena con una poción que lo salve.
Ya afuera hablo con libertad con su nuevo amigo:
-La cosa es muy chunga, están empleando magia peligrosa, poderosa e ilegal. Como te comentaba antes, mi nivel no es suficiente para un enfrentamiento directo. Pero con astucia quizá aun podamos hacer algo. Hay varias misiones que hacer:
En primer lugar estas cartas deben estar a buen recaudo y, en caso de mi muerte, ser enviadas a las torres de hechicería que aparecen en los destinatarios. Las personas que las recibirían podrían ser aliados, lo mismo que enemigos.Es una jugada peligrosa, muy peligrosa. Así que son nuestro ultimo recurso.
También necesito un pícaro que sepa cuidarse las espaldas y que este dispuesto a jugarse el tipo a su capacidad de mentir y/o de correr. Básicamente necesito alguien dispuesto a ir a la torre de magos local diciendo que sabe donde estoy yo, refiriéndose a mi por mi verdadero nombre. Si se ofrecen pagarle por delatar mi posición, sabremos que los magos locales están conchabados con mis enemigos.
Necesito encontrar a un héroe putero y vividor, de nombre Roar. No sé si aceptara trabajar con nosotros en base a una hipotética recompensa si logramos sanar al señor. Pero si hay alguien capaz de abrirle la cabeza a un mago antes de que piense un conjuro, es él. Además, tiene mi plena confianza.
Sería optimo encontrar al vendedor de libros. Es la persona por la que yo he venido a esta ciudad. Necesito su sabiduría para un asunto personal, pero esta maldición podría estar también entre sus conocimientos. Vendia libros hace años en los muelles de esta ciudad.
Por ultimo, hay que localizar a ese noble esquivo y su mago negro y comenzar a estudiarlos desde una cómoda y segura distancia.Posiblemente termine entrando en su casa jugandomela contra sus defensas mágicas para leer sus grimorios mientras él está en otro lugar.
Es un asunto a gran escala, y hay mucho que hacer. Pero tenemos que jugar muy bien nuestras cartas, ya que tenemos las reglas del juego en contra.
Tras su discurso esperó a ver si el muchacho era de los que se venian arriba o abajo ante las dificultades.
Tu nuevo ayudante asiente a todo lo que dices, cuando terminas de exponer las tareas se queda unos instantes mirándote con los ojos muy abiertos. Como si se activase repentinamente asiente con fuerza y hace un gesto con la mano para que lo sigas.
- Me encargaré personalmente de las cartas, aunque espero no tener que enviarlas. En cuanto a avisar a los magos, conozco a un tipo escurridizo que no tendrá dificultades en hacerlo, incluso puede que se las arregle para ganar algo de dinero a cambio de esa falsa información.
Abandonáis la villa y regresáis a la ciudad, por el camino el muchacho sigue planificando los próximos pasos.
- Buscaré a ese tal Roar por las tabernas y posadas locales, si está en la ciudad lo encontraré. Hace años había muchos vendedores de libros en el puerto, ahora son más que ancianos y apenas quedan vivos seis o siete. ¿Sabes como se llama o que aspecto tiene? Eso va a ser más difícil.
Regresáis al barrio pobre, donde el olor y el aspecto de las calles son bastante desagradables. Camináis por callejones que nunca te atreverías a pisar de noche y en cada esquina alguien parece observaros sin motivo aparente.
- Descubriré qué nobles van acompañados de magos sospechosos, no todos tienen a uno a su lado salvo para cuidados o consejo, pero si es tan poderoso seguramente alguien sepa algo.
Te lleva hasta una pequeña chabola de madera parcialmente quemada, tras llamar varias veces abre la puerta un insectoide cuya cara apenas se ve gracias a una gran capucha.
- Este es Nomis, se encargará de ir a ver a los magos. - dice tu ayudante a modo de presentación - Nomis, puede que ganes algo de dinero fácil, escucha lo que tienen que decirte.
Mientras pasas y expones tu plan al isectoide el muchacho se marcha. Discutís el plan durante un rato hasta que vuelven a llamar a la puerta, se trata de Roar. A su espalda ves una enorme mochila por donde asoman trozos de su armadura.
- ¿Tú eres el mago poderoso que desea contratarme? Bueno, me han dicho que la paga será buena, oigamos que quieres que haga por ti.
Enzo's Eleven :P
Le explicó al muchacho lo poco que sabía sobre el librero. -Quizá lo más relevante sea que vendió un libro sobre cazadores a un oscuro. Necesito desesperadamente saber más cosas sobre los cazadores. Supongo que ya te imaginaras que no me refiero a cazar ciervos sino un tipo de mago capaz de contener terrores antiguos. Respecto al noble, quizá los furtivos que nos encontramos tengan razón y se trate de ese tal Laurent Polz.
***
Le explicó el plan al insectoide –(…)El caso es que no sé si el tribunal habrá dado aviso a todas las torres de magia o preferirá mantener la discreción sobre su falsa e injustificada denuncia contra mi persona. Así que si están en el ajo posiblemente intente pagarte por conocer mi paradero. Si te dicen que estupendo que sepas donde estoy y no le dan más importancia es que no me buscan activamente. Lo cual será bueno porque la ayuda de más magos seria optima. No puedo creerme que ninguno de ellos haya detectado esa maldición y tratado de hacer algo al respecto. Ya sé que un gremio no trabaja si no le pagan, pero la mala fama de la magia puede jugar en nuestra contra.
Entonces llegó Roar. Parecía que había sido víctima de la labia del muchacho ya que técnicamente la cuantía de la paga era desconocida. Si es que la había. –Hay un mago cabrón que tiene postrado a un noble en la cama e intoxicando sus tierras con una maldición. El pobre no puede ni hablar, pero estoy seguro de que si lo liberamos de su cautiverio será muy generoso, sobretodo porque no parece tener hijos. Por no decir que toda la gente que enferma por comer caza de sus tierras te deberá una. Tanto los feos como las guapas y jóvenes.
Dirigiendose a todos los presentes, resumió la situación. -Nos enfrentamos a un arcanista capaz de conjurar maldiciones terribles. Y a un noble despiadado capaz de sufragarle solo porque le jode que los plebeyos coman gratis. Si alguien en esta ciudad se merece que sus tripas acaben en el suelo, son ellos. Por supuesto, tenemos que operar con discreción y precisión de cirujano. Solo queremos limpiar la maldición, no terminar acusados de magnicidio.
Una vez expuesto tu plan Nomis se marcha dejándoos a Roar a ti en su casa. A los pocos minutos de hablar con el mercenario este se levanta y abre la puerta, cuando crees que se va a marchar te hace un gesto con la mano para que lo sigas.
No camináis mucho, apenas a un par de callejones de la casa, permanecéis en una esquina desde donde se puede ver la morada de Nomis.
- Nunca te fíes de un insectoide, si tienes razón y la recompensa es buena te venderá.
Se asegura de que nadie os escucha antes de seguir hablando, realmente no se ve mucha gente por los alrededores y las casas próximas no parecen tener mucha actividad.
- Los magos no me preocupan a no ser que sean de batalla, pero si es de esos que hace maldiciones no creo que sepa defenderse. Lo que no me gusta es lo del noble, si esta jodiendo a otros seguramente tendrá quien le defienda. Guardia personal o algunos hombres en su casa o palacio o donde sea que viva. No es miedo a la lucha, dudo que puedan conmigo, pero si lo hacemos la paga debe ser muy buena ya que no podremos regresar a esta ciudad.
Se asoma a la esquina para verificar una vez más que nadie os escucha pese al bajo volumen que estáis utilizando.
- Si atacamos a esos tipos en su casa y acabamos con ellos quiero saquear el lugar. Mi pago será lo que me lleve de allí, nadie podrá tocar nada hasta que yo haya acabado. Vosotros pedidle una recompensa a ese viejo enfermo, pero yo voy cobrar mi parte de nuestras victimas.
Varios minutos después observáis la llegada de Nomis, Roar silba al insectoide antes que entre en su casa y este sonríe al deducir por qué estáis en un callejón.
- Me he presentado como un rastreador y busca personas experto y he preguntado por algún mago o enemigo del colegio en busca y captura. Dicen que no hay nadie a quien cazar en la región, lo único parecido son los chamanes de las tribus del bosque de Mol y alguna bruja que presuntamente vive por los alrededores. Pero nada sobre ti.
Os ponéis en alerta al ver llegar una figura corriendo por el callejón, pero pronto comprobáis que se trata de tu joven ayudante.
- Tengo a un par de contactos buscando a ese librero, llevará tiempo. En cuanto a Lolz, he preguntado y me han confirmado que se hace acompañar de un tipo extraño y siniestro. Rara vez abandonan su mansión, está a las afueras y me temo que al menos tiene doce hombres armados en su interior.
- Bueno, he estado en situaciones peores. - dice Roar.
- Supongo que también habrá personal del servicio, aunque no se como responderán si nos descubren colándonos en la propiedad de su señor. No conozco a nadie allí, eso nos facilitaría mucho las cosas para entrar.
Enzo escucho al guerrero, muy contento de que hubiese aparecido. Era una persona que inspiraba seguridad de tenerlo en tu bando. La verdad que se había venido arriba implicándose en una cruzada por la comida de la gente. La causa lo merecía, pero era la primera vez que se metía en un berenjenal así. Era como estar en el centro de un huracán.
-No sabía que fuese a ser un insectoide, la verdad.- Dijo con el tono de un muchacho reprendido por un maestro. -Respecto a tu recompensa, no me opongo a que cojas lo que quieras, pero ten cuidado con las cosas del brujo. Conoci a una mujer que por tocar un objeto maldito dejo de poder dormir pero sin volverse inmune a los estragos del cansancio. Te puedes imaginar cómo estaba la pobre. Intentare detectar magia sobre lo que te lleves…- trago saliva, dubitativo entre hablar o no. –¿Entonces, no crees que podamos hacer una discreta infiltración, sino que tendremos que hacer un asalto total?- Enzó se sentía un poco mareado por los detalles que iban aflorando. ¿Deberia robar todos los libros de apuntes? ¿Confiar en que muerto el mago se acabaría la maldición? ¿Tal vez debería torturarlo hasta que confesase comno obtenía tanto poder? ¿Podria alcanzar él mismo ese grado de poder algún día? –Yo si pudiese mantener un superconjuro para siempre este sería uno de sanación y antievejicimiento sobre mi mismo. Nada de dañar a los demás.- Pensó, perdiéndose en la codicia de poder mágico.
Se centró en el presente. –Creo que lo mejor sería infiltrarnos en el servicio de la casa para estudiar unos días como funcionan por dentro. Si eso no es posible, al menos estudiarla desde afuera y preparar los planes de ataque y de huida. También podríamos intentar tantear a alguno de esos doce hombres o a algún criado cuando vengan a la ciudad, unas sutiles preguntas en el calor de una borrachera…
-Enzo inspiró y miró a los allí presentes. –Esto es nuevo para mi, pero estoy dispuesto a jugarme la vida, por la nobleza de la causa. Planeémoslo bien y con cuidado, pero si alguien quiere desentenderse de este asunto, este es su momento.- Era el momento de mayor liderazgo en toda su vida. Los miró tratando de parecer fuerte y confiado.
***
Ya cuando se marcharon de la casa de Nomis:
-Vamos a vigilar el camino que lleva a la mansión del noble para ver quién viene y quien va. Y de paso controlar lo que podamos ver de la misma. Aunque solo sea el jardín- Le dijo a su ayudante. –Y de paso para ver si vemos a cierto insectoide perdiendo el culo por ir a delatarnos ante Lolz. Roar, tú eres más experto que yo en estos asuntos. ¿Te parece prudente que empleemos estos días para reunir información y hacer lo que sea que hagamos con la luna nueva? Yo tengo que conseguir el dinero y continuar con mi búsqueda personal, esto merece la pena, pero mi… asuntillo personal… también es serio.
Durante un par de días, casi lo que dura el oro con el que llegaste a Costa Rota, observáis la mansión y su tráfico.
Se trata de un único edificio enorme con dos plantas, un ático y lo que parece ser un pequeño torreón. El servicio vive allí y solo conseguís ver al personal fugazmente por la ventana.
Todos los alrededores están completamente descuidados, en otro tiempo parecía tener un cuidado trabajo de jardinería pero ahora las malas hierbas se abren paso y las hojas tapan el suelo. Sin embargo las ventanas se limpian a diario, lo cual indica que el interior no está tan descuidado.
El transito de personas es mínimo para una casa tan grande, un par de guardias acompañan cada día a una asistenta a hacer la compra. No conversan con nadie, compran y regresan sin retrasarse para nada.
Un amigo de Nomis ha visitado la casa en busca de trabajo, sencillamente no le han permitido pasar del vallado exterior aludiendo que no necesitan más personal y menos aún un jardinero.
Roar ya ha encontrado varios puntos desde donde asaltar la casa, el más evidente es una puerta exterior cerca del torreón donde deduce que se encuentra el mago. Aunque el lugar parece pequeño para alguien de tal categoría.
Quedan dos días para una noche de total oscuridad, el plan de fuga es tan sencillo como huir campo a través aprovechando que la mansión está rodeada de algunas colinas que facilitarían vuestra ocultación. El problema surge con el desconocimiento del interior, algo que desde vuestro punto de observación es imposible conocer.
Las investigaciones en la ciudad han arrojado poca luz, nadie del servicio sale a excepción del encargado de comprar y siempre lo hace protegido por al menos dos hombres. Nadie conoce al personal que allí trabaja, dicen que no son de la ciudad y que por tanto no tienen familia en la región.
Lolz se ha encargado de que el lugar sea hermético de cara al exterior, paradojamente es la misma situación que su victima salvo por un presunto mejor estado de salud.
Roar se quedará a seguir vigilando mientras dedicas estos dos días a tus propios asuntos, en privado te ha dicho que vigilará al insectoide por si intenta traicionaros.
El muchacho buscará al librero por su cuenta, aún así te ha instado a que hagas lo mismo antes del asalto ya que puede que después sea imposible volver a la ciudad.
El mago pasó los siguientes días nervioso. En la relativa intimidad de la casa donde vivía, podía practicar un poco con la espada, ajeno a las miradas de curiosos. Iba a necesitar estar “a punto”. El resto del día lo pasaba por la ciudad, mostrando un aspecto discreto y preguntando aquí y allá por el vendedor de libros. Era una pista lejana, pero era lo único que tenía que investigar en esta ciudad. Una de las últimas pistas sobre los cazadores y la magia de antaño. Un tipo que vivía en los alberges y que vendía libros no podía ser tan difícil de recordar, hasta se intereso por alberges del pasado que ya no estuvieran abiertos, buscando a sus dueños o los hijos de estos. ¿Se había equivocado Tovenaar de ciudad al contarle la acecdota? En los ratos muertos como la hora de la siesta releía el libro, a ver si había algo en aquella novela que había pasado por alto.