Partida Rol por web

Francesco terminó su gran cantidad de comida a un ritmo increíblemente veloz, inclusive antes que Mila. Elevó sus ojos para mirar de reojo a Mila, quien parecía estar observando a su alrededor. Pudo notar que la chica miraba hacia los demás grupos que se formaron para la hora de almuerzo. Se puso en su lugar, seguramente no era el tipo de chica al que le gustaría estar sola o en constante compañía de un chico dos años mayor que ella y de pocas palabras.

Suspiró silenciosamente, hasta que escuchó el comentario de Mila. Al observar a Bary, sonrió ligeramente por el comentario ingenioso. Hasta que el chico la saludó con la mano. Francesco frunció su ceño y le lanzó una mirada fulminante al extranjero, pero este ya se había dado vuelta y siguió en lo suyo.

-Definitivamente me cae mal - Comentó en referencia al chico - La mayoría me cae mal...

De nuevo en clase, la situación tomó un rumbo más normal, más a lo que esperaban encontrar en una preparatoria. La primera clase era con Takami-sensei, inglés, y si hasta ahora había parecido un hombre alegre y despreocupado, demostró ser un profesor bastante duro que les pedía un nivel al que no estaban en absoluto acostumbrados. Hubiera sido un detalle que después de semejante tortura los alumnos pudieran distraerse con clases de educación física, economía doméstica o alguna cosa similar pero la verdad es que el horario se había hecho con lo que la mayoría de alumnos calificaría más tarde como "putería", "odio hacia los estudiantes" y un sin fin de comentarios bastante más imaginativos e hirientes dirigidos hacia quien quisiera que fuera que había decidido que después de inglés tocaría matemáticas. ¿Quién dijo que el primer día sería fácil?

La mayoría de los estudiantes ya se estaban quejando sobre el montón de deberes que había dado la profesora de matemáticas mientras guardaban las cosas en la mochila y se disponían para irse. Algunos, se dedicaban a observar por la ventana y a hacer comentarios admirativos sobre una limusina negra que esperaba a alguien en la entrada y que Mila reconoció como la que la había estado llevando toda la vida al colegio, a pesar de que hasta ese momento desconocía que por lo visto también la llevaría de la preparatoria a casa y de casa a la preparatoria.

El aula empezó a vaciarse lentamente en un flujo continuo de chicos y chicas que salían, charlando animadamente. A pesar de todo, había alguien que parecía luchar contra la corriente e intentar entrar en la clase. Cuando por fin lo consiguió, los pocos que quedaban vieron a una chica preciosa y con gafas, más morena de lo normal, que le sonreía a Bary con cortesía y expectación.

-dia dificil ¿eh?- me digo... pero miro a esa preciosura entrar al salon y le sonrio... como si despues de tanta calamidad y bulling, todo abria valido la pena al fin, sonrojado le sonrio y tomo mis cosas -Ho-hola Endo-Saaama...- lo ultimo se me sale sin querer... -hasta mañana- digo a los ultimos compañeros que quedan en el salon...

vengo de escuela publica, por lo tanto como el codigo del estudiante dicta: no podia delatar el bulling de Francesco hacia mi, asi que ya me las apañaria para no meterme en problemas con el...

me voy con Hana-Chan y salgo de escena general

camino por los pasillos con Hana y platico con ella sobre mi -gracias... la verdad es que no se mucho de aqui... estaba en mi pais cuando me llego una llamada de larga distancia de una secretaria que se dijo ser trabajadora de mi padre aqui, y me digo que yo seria transferido a este instituto... entonces junte mis cosas y un dia despues vino un taxi que me llevo al aeroperto; ya en tu pais luego llegue a un departamento que esta a una hora de distancia de aqui con una lista de instrucciones esperandome... y eso fue hace dos dias.......... la verdad es que extraño a mis amigos, no me despedi de ninguno de ellos... y en especial extraño a mi ahora ex-novia, la echo de menos, se llama Dafne, es preciosa, es bajita como yo, muy mona y tiene su cabello lasio y rojizo*... la noche que me hablaron sobre mi transferencia hacia aca me fui a despedir de ella...... y ella me dijo que no fueramos fieles el tiempo que estuvieramos separados, porque eso no seria justo para ninguno de los dos... y me dijo que buscara una pareja aqui, asi que rompimos esa misma noche, creo que cometi un error... sin embargo aqui en vez de Romeo creo que solo he hecho el ridiculo en el instituto jeje...-

hago una pausa y continuo -pero bueno esa es parte de mi historia... retomando lo de hace rato, bueno Endo-San ¿que hacemos ahora?... digo, me gustaria que me ilustraras un poco... no se mucho sobre lo que hacen los chicos de por aqui... ¿ademas de secretaria a que mas te dedicas, eres psicologa o algo asi? ¿y por cierto como prefieres que te llame?-

Después de comer tocó volver a clases... Cosa que no motivó mucho a Mila. Inglés siempre se le había dado bien, era capaz de hablarlo sin que se le mezclasen el acento ucraniano* y el japonés. Todo fruto de los "veranos interactivos" de papá Bublik, sólo pudiendo hablar inglés en casa y, de lo contrario, eso era un día sin ir a la piscina.

Matématicas, bueno, siempre había sido una total negada en esa materia, pero oye, siempre se esforzaba. 

- Sólo soy medio asiática, no se me tiene por qué dar bien.

Ya recogiendo sus cosas, desvió un momento su mirada hacia la ventana para comprobar que era lo que estaba causando tanta expectación por parte de los alumnos. Parece ser que alguien tuvo la brillante idea de venir a recoger a Mila al instituto en limusina, sí señor, ésto es pasar desapercibida y lo demás son tonterías. Una vez más, Mila se llevó la mano a la cabeza antes de levantarse y soltar un largo suspiro... ¡Qué poco le gustan este tipo de situaciones!

Se acercó a Francesco, mirándole de reojo antes de soltar una pregunta.

— ¿Quieres venir en la limusina? Sería feo dejarte ir andando...

Justo cuando pensaba que el día no podía ser más odioso, el profesor-soy-tan-idiota empezó a dar clases de inglés de manera exigente y duro en cuestión de conocimientos, demostrando claramente su bipolaridad. Francesco se resignó a prestar atención, cosa que duró aproximadamente... 3 minutos. 

Finalmente tuvieron matemáticas, cosa que siempre le fue fácil a Francesco. Tenía una gran facilidad hacia todo lo referido a las ciencias exactas. La profesora había dejado varios deberes, pero gracias a que Francesco había terminado sus ejercicios antes, pudo hacer parte de ellos. Si los de la escuela querían que aprobara, Francesco lo haría y demostraría su potencial sólo para dejarlos perplejos.

Observó de reojo cómo algunos de sus compañeros estaban mirando a algo por la ventana. Levantó levemente la cabeza y dirigió su mirada afuera, en donde había una gran limusina negra esperando. Perplejo, se giró furitivamente hacia atrás para mirar a Mila directamente, quien parecía no tener idea de que la limusina estaba allí, parecía bastante concentrada en sus ejercicios, probablemente le costaran.

Sonó la campana y Francesco se apresuró a guardar todas sus cosas en su vieja y desgastada mochila. Se la colgó al hombro y acompañó a Mila hacia la salida, vigilando a su alrededor sin mucho interés ni intenciones de entablar una conversación con ella.

Vio de reojo que una chica morena y de gafas le sonreía a Du Santos. No le prestó mucha atención a la escena, no era de su incumbencia ni le interesaba. Finalmente, Mila pareció hacerle la pregunta que sería inevitable. 

Dudó por unos segundos, ella y él iban a la misma dirección, a demás de que no le importaba mucho el qué dirán. Pero sin duda, dejaría a todos bastante atónitos que Francesco, quien había demostrado ser un matón pobre de poca monta, subiendo a una limusina con la hija de unos de los hombres con la fortuna más grande de Japón. 

-De acuerdo... - Murmuró entre dientes, esperando a que Mila entrara antes que él.

Cuando llegó la hora de marcharse, Kaito suspiró y recogió rápidamente sus pertenencias para meterlas en su mochila. La clase había sido bastante dura, sobretodo teniendo en cuenta que era el primer día. No es que esperase que el primer día se limitase a presentarse y poco más, ya estaban en preparatoria, pero...

Kaito se cargó la mochila al hombro y salió del aula junto a sus compañeros. Una vez fuera echó un vistazo a la limusina que había aparcada frente al edificio, sólo para darse cuenta de que, al parecer, era el vehículo que utilizarían Mila y Francesco para ir y venir. Algunos tienen bastante suerte, pensó.

Llegaron a la puerta del centro, y allí tenían que separarse. Kaito caminaría junto a Fuwa y a su hermana, pero supuso que tendría que despedirse de los demás.

-Hasta mañana. - dijo en general, para nadie en concreto. - ¿Vamos? - preguntó a su hermana.

Tras la pausa para almorzar, no imaginaba la que nos esperaba al volver al salón de clases, en serio ¿quién había configurado el horario del curso? La clase de inglés estuvo bien, me gustaba aprender nuevos idiomas y aunque no era ninguna lumbrera, me defendía aceptablemente.

Pero tener que soportar dar matemáticas justo después, era una tortura. Ni se me daban bien, ni era una negada, simplemente no me gustaban, se me hacia muy tedioso repetir una y otra vez ejercicios casi idénticos. Aunque al final tendría que acostumbrarme y terminar todos los deberes.

Una vez finalizaron las clases, comencé a recoger mis cosas. Al parecer, había un poco de revuelo por la aparición de una limusina en la entrada del centro, me llamó la atención pero no quise meter la nariz entre el gentío, tenía ganas de volver a casa y perder un poco el tiempo. ¡Y tengo muchísiiisima hambre!

Me despedí de todos los compañeros con una gran sonrisa. -¡Hasta mañana a todos! Tened cuidado al volver a casa, ¿eh? - dije amablemente, comenzando a caminar despreocupadamente en dirección contraria a los mellizos y Fuwa-san.

Pronto Francesco y Mila se hallaron en el confortable interior de la vieja limusina. Vieja por la edad aunque no en apariencia; estaba claro que el chófer, el señor Hashimoto, apreciaba el vehículo como si fuera a su hijo predilecto, probablemente más si era verdad lo que decían las malas lenguas. La parte del conductor está aislada de los asientos que ocupan ellos y una suave música clásica se escucha de forma envolvente por toda la cabina. De repente, una voz suena por el telefonillo que comunica la parte delantera con la trasera.

- Señorita Bublik, su padre ha dicho que quiere verla en cuanto llegue a casa.

De alguna manera cálida y agradable, Nanami siempre parecía irradiar una felicidad serena y cierta madurez confortable. Quizás era por eso que Fuwa parecía orbitar a su alrededor sin darse cuenta, hablando con normalidad con su mejor amiga. No es que Ai no fuera bonita, agradable o simpática, de hecho lo era, pero Nanami era Nanami. Aunque Kaito había oído que eso le había ocasionado problemas en el colegio, nunca se había enterado exactamente de lo que había pasado. Envidias quizás, el caso es que la popular Nanami se había vuelto algo más reservada. No es que fuera un cambio sustancial, tenía su grupo de amigas y era amable y agradable con todo el mundo, pero quizás había perdido un poco la capacidad de confiar en la mayoría. Ai parecía ser una de sus excepciones, Kaito podía entenderlo sólo por la manera en la que hablaban la una con la otra.

- ¡Nana, no seas...! - alguna cosa había avergonzado sumamente a Fuwa, aunque parecía que todo la avergonzaba, y estaba sonrojada hasta las orejas mientras Nanami lloraba de la risa.

- No te preocupes, no volveré a decirlo... de momento - esquivó un golpe con la mochila dirigido a su cabeza -. ¿Quieres venir a hacer los deberes a casa?  - miró a su hermano con ojo crítico - A ti no se te daban del todo mal las mates, ¿verdad?

Francesco entró a la limusina después de Mila. Se deslizó por el suave tapizado del vehículo hasta quedar al lado de ella, sin estar muy cerca. Observó a su alrededor con una ceja levantada, en señal de interés. Aunque su rostro seguía demostrando el mismo escepticismo de siempre.

Obviamente, nunca había estado en el interior de una limusina antes, por lo que cada detalle era nuevo para él - ¿Donde estará la pequeña heladera con botellas de champagne? - Pensó Francesco sarcásticamente mientras desviaba su mirada hacia Mila.

-Parece que alguien está en problemas... - Murmuró en un tono burlista tras el comentario del chofer.

Me quedo de piernas cruzadas en uno de los asientos de la limusina, no me hizo mucha gracia que mi padre me enviase esto a la escuela, a saber que recibimiento tendré mañana. Y por encima, el chófer me dice que quiere verme en cuanto llegue a casa.

— Pues mejor, que tendré que decirle yo también cuatro cosas...

Francesco parece bastante desubicado en la limusina, evidentemente no está acostumbrado a este tipo de cosas... Pero simplemente se dedica a hacer una pequeña burla. — No, Francesco, el que se la ha cargado ha sido él.— Respondo, tranquila.

Al inicio del recorrido a casa el silencio resultó algo incómodo. Quizás por la presencia de Kazuma, un chico alto y de aspecto serio que se había colocado a dos pasos por detrás de Natsu y Yumei. Aunque algunas miradas de reojo hacia él bastaban para ver que en realidad se sentía indeciso, sin saber si su presencia molestaría a las dos chicas.

- Yumeiiii-channnnn - canturreó con una amplia sonrisa la chica peliazul, tras un largo rato en silencio -. ¿Quieres que vayamos a alguna cafetería a hacer los deberes?

Yumei sabía que era una oferta tentadora pero, ¿tendría tiempo? Recordaba que su hermana le había dicho algo sobre que le prepararía la cena y que volviera pronto. Y por otra parte... ¿a una cafetería? ¿Con qué dinero?

- Es Endo-sempai, no sama - corrigió algo distraída mientras escuchaba al chico -. Vaya historia... no tiene que haber sido fácil para ti venir hasta aquí. Me sorprende lo que llegas a dominar el idioma. Entonces, ¿te viniste hacia aquí porque te lo pidió una desconocida? ¿Y qué hay con tu familia?

Mientras los dos hablaban, la chica iba paseando por los pasillos de la escuela como si fuera su hogar, haciendo pequeñas pausas en la conversación para decir cosas como "esta es la sala de profesores" o "siguiendo estas escaleras llegarás a la azotea".

- Por cierto, ¿cómo quieres que sea psicóloga si apenas tengo un año más que tú? - comentó con diversión en un aparte -. ¡Voy a segundo!

-Uhm... sí, mates. - murmuró Kaito sin mucha convicción. No le desagradaba Fuwa, pero tenía ganas de llegar a casa y relajarse. - No se me dan mal, supongo.

Absorta en mis pensamientos había comenzado a caminar rumbo a casa, sin fijarme demasiado en mi entorno, tanto es así que la voz de Natsu Hagiwara me sorprende, haciéndome dar un brinquito. ¡Ostras si no vengo sola, seré boba!

La sonrisa que se dibujó en mi rostro, nada tenía que envidiar a esos anuncios de dentríficos con dientes hiper-mega blancos, vamos, que si estuviera oscuro seguro que iluminaba, aunque fuera un poquito. Bueno, quizá esté exagerando, pero me alegré mucho de ver a mi compañera de clase junto a mí.

Al notar que ella miraba de reojo, hice lo mismo y descubrí a Kazuma, otro compañero de clase del que apenas sabía nada. Imponía bastante, pero no parecía mal chico. No sabía si animarlo a que se acercase, o dejarle tranquilo. Por el momento, preferí dedicarle otra amplía sonrisa para que no se sintiera demasiado incómodo. -Kazuma-san, ¿tú también sigues este camino? Qué bien, así no volvemos a casa solos. La buena compañía siempre es bienvenida. - finalizé asintiendo ante mis palabras, y volví a mirar a Natsu para contestar a su invitación.

-¡Oh! Pues ahora que lo dices... - la emoción que me recorría se desvaneció demasiado pronto, mi situación económica no era para dar brincos de alegría precisamente. Tampoco significaba que si compraba una chocolatina, acabara viviendo bajo un puente, pero eran lujos que mejor no debía darme. Y menos aún con mi hermana pequeña esperándome en el apartamento.

Procuré esbozar una sonrisa, pero bajé la vista algo azorada por la situación. Tenía muchas ganas de ir con Natsu y entablar amistad... Pero de momento, no podía permitírmelo. -Hagiwara-san, me haría mucha muchísima ilusión ir contigo, pero le prometí a mi hermanita que llegaría a casa temprano. Hoy también era su primer día en la escuela, y no quisiera retrasarme. - le expliqué del mejor modo que pude, aunque omití el hecho de que no tenía mucho dinero.

Alzé la vista para mirarla a los ojos, mientras movía las manos disculpándome. -¡No te preocupes! Si te parece bien podemos quedar algún otro día, ¿sí? - dije seguidamente sonriéndole, no quería que se sintiera mal al rechazar su propuesta. Temía que lo interpretara mal y pensara que no quería quedar con ella.  

-¿En segundo? vaya, perdona Endo-Sempai, lo que pasa es que estoy muy impresionado contigo, es que pareces una chica tan madura y profesional en tu forma de hablar que pense que eras como mi profe de ingles, una profesionista joven- y apenado agrego -los siento creo que siempre hablo de mas je je... -

-¿mi familia? buena pregunta, soy hijo unico y solo recuerdo a mi padre, un hombre muy trabajador, casi nunca estaba en casa y un dia me dijo que se iba a trabajar a Japon en un gran negocio portuario... y me prometio que un dia vendria por mi... y creo que ese dia llego... je je... ¿y tu vives con tu familia o vives sola?...-

y sigo platicando con ella de temas generales de conversacion, la naturaleza, la politica en el sistema mundial, el calentamiento global, salven a las ballenas, etc... en el paseo por las instalaciones lo paso muy bien con ella -gracias Sempai por el tour tan ameno contigo, espero no haberte incomodado mucho con mis comentarios inconvenientes, me agrado mucho platicar contigo... bueno, creo que es hora... me voy Sempai gracias... hasta mañana- no queria ser demasido indiscreto asi que me despedi de ella y me fui

salgo del instituto y me voy a casa

- No hablas de más, no te preocupes. Aunque se nota que provenimos de distintas culturas, yo no haría preguntas tan directas. Aunque no tienen nada de malo - aclaró con simpatía.

Le explicó que vivía con su familia, la mayor de tres hermanos, y con bastante diferencia de edad. Se quejó de que estaba cansada de hacer de madre de sus hermanos aunque su sonrisa cariñosa desmintió en gran parte sus palabras. Se despidieron en la puerta del instituto.

- Toma, mi número de teléfono y mi e-mail, no dudes en contactarme si surge cualquier cosa. Aunque nos veremos seguro algún día de la semana que viene cuando me descargue de trabajo del consejo escolar y te enseñaré un poco la ciudad.

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La casa de Bary no era otra cosa que un lujoso apartamento para él solo. Como había podido comprobar en los pocos días que llevaba ahí, su nevera se llenaba sola de forma inquietante; no había logrado ver quién la llenaba ni cuando. De la misma forma, tenía una caja fuerte con dinero. Era escalofriante pensar que alguien lo vigilaba las veinticuatro horas del día pero tenía que rendirse ante la evidencia de que así era. Si él se gastaba un solo yen y volvía a la caja fuerte para coger algo de dinero, se encontraba que ese mismo yen volvía a estar ahí. De todas formas, tenía que decir que no era difícil que alguien que trabajaba para su padre lo vigilara puesto que, como le había dicho la secretaria en la breve entrevista que tuvieron, todo el bloque de apartamentos era de éste y estaba todo ocupado por trabajadores suyos, la secretaria entre ellos. Tenía entendido que incluso era la vivienda de su padre pero parecía que para ser su casa hacía meses que no estaba ahí...

La cara de la chica reflejó una profunda desilusión que, como parecía ser lo normal en ella, fue sustituida con rapidez por una sonrisa entusiasmada.

- Pero la próxima vez sí que sí, ¿vale? Podemos quedar en mi casa.

Se despidieron con efusivos aspavientos por parte de Natsu y un cordial gesto proveniente de Kazuma. Antes de irse hacia su casa, Yumei pude observar como Natsu miraba a Kazuma con cierta aprehensión, como si no supiera qué decirle al chico. Algo le decía que pasarían un trayecto incómodo los dos solos.

Todos esos pensamientos se le fueron de la cabeza en cuanto entró al pequeño apartamento que compartía con su hermana y se encontró la entrada llena de humo...

Como todas las tardes la casa de los gemelos se hallaba vacía, aunque al llegar se encontraron con un bonito detalle de parte de su madre en forma de nota, que rezaba así:

Os he dejado un pastel en la nevera. Espero que os haya ido bien el primer día.

Os quiere,

Mamá

PD: También hay un trozo para Ai.

- ¡Yay! Gracias, Mamá.

El resto de la tarde pasó de forma agradable. La hermana de Kaito fue a buscar el pastel y lo sirvió en tres platos, dos de los cuales fueron vaciados rápidamente por las dos adolescentes. De la misma manera, resultó que la cantidad de deberes que tenían no era tal y a pesar de los problemas de Fuwa con las matemáticas, pronto quedaron hechos. Aún les quedaba una hora antes de cenar.