Partida Rol por web

Aparto rapidamente el maletin del asiento de mi derecha para que no lo aplaste con su culo el nuevo pasajero,mientras observo como se acomoda sin mi consentimiento previo y me ofrece la mano como muestra de buenas intenciones.A regañadientes accedo a estrecharle la mano mientras me presento.

-Encantado,me llamo Matthew.Me dedico a la sanidad publica.

Tras presentarme,coloco mi maletin bajo mis pies y acto seguido inicio una conversacion con Darren.

-¿Asi que abogado de oficio?,vaya un trabajo duro.

Mis palabras se buelben cada vez mas lentas,asi que decido sacar un batido de vainilla de mi maletin con discrecion para que no se vea la Mauser Calibre 7 y pego un sorbo para aclarar la garganta.

-Disculpe,hacia rato que no pronunciaba palabra alguna,como puede ver no hay mucha gente interesada en conversar de camino a sus correspondientes destinos.

Una sonrisa forzada se forma a medias en mi rostro  mientras espero la respuesta de Darren.

Bertie iba a arrancar cuando unos golpes le detuvieron. Vio a una anciana con un carrito de la compra golpeando a la puerta, casi a punto de llorar, pidiendo que la dejasen entrar. El conductor exclamó:

-¡Oh, por los clavos de Cristo!

Tras un vistazo fugaz al reloj, preguntándose si habría más retrasos en la ruta (¡los cabrones de la patronal le descontaban medio dólar del sueldo por cada minuto de retraso!), y viendo que la mujer no iba a apartarse y si arrancaba ahora quizá la tiraba al suelo, se resignó y abrió las puertas.

- Suba, señora -le dijo, intentando no poner demasiada mala cara- , que yo tengo que arrancar ya.

Sí que trago saliva, pero no me acojono demasiado. Vivo en un barrio de mierda, así que otro de estos tíos me da un poco como igual. Y mas estando en un autobús, con mas gente.

Está claro que tiene mono. Seguro que ahora mismo está yendo de camino a por un camello improvisado, porque el suyo le habrá fallado a última hora.

"No es mi problema".

Pasaje abonado, misión cumplida. No fue tan difícil. Al final, este viaje no sería tan jodido como pintaba, ¿o sí? Definitivamente, tenía que reparar la Ural y largarme. La ruta era lo mío y no el infernal tráfico de una ciudad que pretendía fagocitarme. El chofer hablaba, me hablaba, ¿me preguntaba? El inglés nunca se me dio bien. Un idioma donde ser y estar son la misma maldita cosa me sabía jodidamente perverso. Tardé unos cuantos segundos en comprender lo que decía: nueva, ciudad, de paso. Y otro tanto en encontrar las palabras para responderle

—Yo estar de paso. Yo... viajar en motocicleta desde Argentina.

Un nuevo grupo abordó el autobús y, justo cuando la mole intentaba proseguir su recorrido, una anciana golpeó la puerta con su carrito de compras a cuestas. Lloriqueaba y suplicaba como si en ello se le fuera la vida. Aunque no comprendía una puta palabra de lo que decía aquella mujer, era evidente que quería abordar el autobús… O romper la puerta a golpes. Lo único que percibí con claridad fueron dos cosas: la primera, por como arrastraba las erres era originaria del este de Europa; y la segunda, por como aporreaba la puerta esa vieja solo acarrearía problemas.

—Problemas… —musité, cuando el chofer accedió a abrirle la puerta. —Muchos… —Mientras, de una rápida ojeada, buscaba algún asiento libre.

Mariana subió al autobús arrastrando sus pies, bajo su vestido de anciana y su pañuelo. Apestaba a rumana. Mientras subía, gritaba en profusión, tanto, que todo el autobús pudo oírla.

- ¡Grracias, señorr! ¡Tú buenno con vieja! ¡Grracias, señorr! ¡Dios contigo, señorr! ¡Dios bendiga!

Sacó un monedero de su enorme bolso, y pagó el viaje con el pase de ancianos que ofrecía el convenio entre la patronal de autobuses y el ayuntamiento de Los Ángeles. Luego se sentó en un asiento cerca de Alicia y Bertie.

- Oh, señorr, gracias por abrrirr a vieja... Yo cansada, señorr. Yo irr comprra y muy cansada. Gracias Dios tu abrrirr vieja...

No dejaba de gritar...

Darren sonrió con la típica sonrisa de galán. Una sonrisa llena de confianza.

- ¡No se preocupe, Matthew! Personalmente encuentro que es una grave falta de educación no ofrecer lo mejor de uno a cualquier desconocido. ¡Uno de mis lemas vitales es ese: mostrarle al mundo lo mejor de mí! Aunque sí, tiene razón. Mi trabajo es algo duro. - Darren se acercó a Matthew, y bajó la voz, confidente. - Tengo que defender a mucha gente podrida en estos tiempos, ¿sabe? Pandilleros, putas, y cualquier otro condenado. ¡Afortunadamente la mafia tiene dinero para pagarse abogados privados, que si no...!

Y se rió, con su improvisado chiste.

- Problemas no, sólo molestias - le dijo en voz baja a la chica latina, en referencia a la vieja esa tan ruidosa. Aunque no podía calificarla de "regular" en su autobús, tampoco era a primera vez que subía, y tenía un don para no pasar desapercibida. Ahora si, con todos a bordo, cerró las puertas y se incorporó al tráfico matutino de L.A.

El retraso por esperar a la vieja rumana no fue grave, y logró llegar a la siguiente parada sólo un minuto más tarde de lo estipulado en su horario. Entre esa parada y la siguiente lo recupero seguro, pensó. Quizá no iba a ser un mal día al fin y al cabo... y Bertie no se dio cuenta en ese momento pero, entre tanto follón, llevaba un buen rato sin pensar en que le apetecía un trago.

Tras detenerse, pulsó con fuerza el botón que abría las puertas del autobús.

Un hippie, un empollón con gafas y un fotógrafo subieron en esa siguiente parada, cerca de la sucursal de JPMorgan Chase & Co del downtown. Y también cuatro tipos, una mujer, un latino, y dos hombres más, que llegaron corriendo.

Lástima que justo al entrar, la mujer encañonó a Bertie con una pistola...

Bertie estaba absorto en sus cavilaciones, sin prestar mucha atención a la gente que subía al autobús, cuando de pronto notó algo recostado contra su cabeza. Algo duro y metálico. A continuación, como confirmando sus temores, oyó el sonido de un percutor siendo cargado. Una gota de sudor frío resbaló por su frente. Inmóvil, sin apartar la vista de la calle que había frente a su vehículo, susurró:

-Ojalá sea Kristel...