A de Sanpedro, que sonreía justo antes de que se produjese semejante revelación, la expresión se le tornó neutra y seria de pronto.
Aquello era grave. Un escupitajo, un insulto en el seno de la Camarilla y una insurrección en el mismísimo territorio de Montoya, y el consejero no pudo evitar preguntarse si éste respondía con rotundidad porque tal era su deber, o más bien porque se sentía humillado y rabioso porque alguien se hubiese reído de aquella forma tan evidente de su autoridad.
Se cruzó de brazos, y observó a los presentes, que pronto comenzaron a señalarse y a discutir pormenores del asunto, a su juicio sin mucha idea del mismo. Abascal parloteaba continuamente, lo cual no le extrañaba en absoluto- No seré yo quien diga un nombre en voz alta, ni quien se aventure a exponer lo que cree que ha podido ocurrir realmente. -dijo, mirando alrededor, suspicaz- Señalar a alguien en voz alta con tanta premura, sin pruebas contundentes, es sólo dar a esos presuntos diabolistas un chivo expiatorio al que apuntar con el dedo para evadir las culpas.
Al igual que Claudi, mi semana no ha sido la mejor. Ayer mismo estuve casi seis horas sin luz y hoy me he enterado del fallecimiento de un conocido. Así que espero que sepáis comprender la falta de posteo.
Canals había perdido la sonrisa, y eso no le pasaba desde la famosa semana trágica. Miraba a unos y a otros, y solo veía silencios, victimismo y verborrea insustancial.
- No me creo a ninguno de los que tanto pugnais por no decir nombres sin pruebas, los que dicen no gustar de señalar al ajeno par pasar la mierda al otro. No os creo. Conociendoos podría decir que 17 de cada 17 de vosotros estáis deseando culpar y meter mierda. El tema es...¿por qué os reprimís? ¿y ese victimismo repentino? ¿desde cuando a nuestra estirpe le da "palo" echar mierda en el tejado ajeno? Me parece sospechoso. Suceso estadísticamente imposible. No somos santos. Ninguno. Tanta..."nobleza" me hace pensar que el 80% de esas bocas mienten. El 10% se ahoga en su silencio y el otro 10% restante me está dando dolor de cabeza con verborrea insustancial, cuyo objetivo no es otro que desviar atenciones. No es para menos. Luego esta Claudi, que afirma que todo esto le aprece emocinante, ¿de verdad? - alzo una ceja- Valiente o inconsciente por tu parte, tu cuello está en juego. Todos estamos en el punto de mira. No nos hagamos los buenos. No me creo que no os interesara el puesto en el consejo, que no seais capaces de hacer lo que sea por conseguirlo. Sea quien sea lo hizo muy bien, pues miradnos, dando palos de ciego. - hablaba mientras recuperaba su copa, con andares pintorescos y un poco afeminados, y volvió a sentarse en la barandilla del palco.
El Alguacil que continuaba recostado en ese cómodo sillón, escuchaba sin mucho interés lo que unos y otros pudiera decir, pocos nombres habían salido hasta el momento y le divirtió la idea de pensar que consejo y primogénitos estaban siendo cautos en sus palabras. Otros no por supuesto, otros tenían claras las ideas, ¿Pero esos eran mas adecuados, por el simple echo de mojar el churro? Alzo la vista para mirar la hora y su sonrisa se acentuó.
-Tic-tak, tik-tak.-Hablo al fin el Gangrel, ayudado con el dedo indice imitando un metrónomo.-El tiempo se agota, señores, es tiempo de decidir, de hacer una bonita barbacoa.-Era bien sabido por todos aquellos que le conocían que no era vampiro de muchas palabras.-¿Quien es capaz de hacer tamaño agravio a nuestro príncipe? Es pronto para decirlo.-Hablaba lento y pausadamente, incluso parecía querer intimidar.-Sin mas pruebas que la propia luna, creo que mi primer pensamiento son los vástagos con airees de grandeza y veo unos cuantos aquí presentes. ¿Quien tendrá el honor de presenciar el amanecer? Tic-tak, tic-tak.-Paso su lengua por sus incisivos de animal, mientras continuaba haciendo ese mecánico ruido.
- No se cofunda, Canals. No he hablado de no señalar. He hablado de hacerlo a viva voz y con demasiada antelación. Son dos cosas distintas- aclaró, queriendo explicar aquel punto- No pienso quedarme callado mientras otros planean sobre nuestras cabezas preparando su aguijón- dijo, dedicando una breve mirada a "Toma-toma", que parecía tomarse aquello como un juego. Uno muy macabro- Señalaré a quien yo considere, cuando sea el momento oportuno. Pero mientras, parlotear sin sentido me parece hasta peligroso.
Montoya perdía la poca pacienca que tenía a cada palabra, se cansaba y le agotaba seguir tratando este asunto. Negó a tanta palabra y volvió a alzar la voz, aquello se resolvería de una forma simple.
-Votemos, la noche acaba y no saqué nada en claro. Votemos todos, escriban al culpable en un papel y contaremos los votos. Así será más fácil de saber quién verá el sol, mientras el resto nos retiramos a descansar. No tardará en despuntar el alba...
Y a su orden un ghoul trajo papel y bolígrafo, al igual que una urna donde meter las votaciones de todos. Así saldría el que todos pensaban culpable y puede que no el último, como bien decían algunos: para diabolizar a un Justicar hacían falta varias, ninguno de los presentes hubiera podido reducir por sí mismo a un cainita tan poderoso.
Ya había escuchado suficiente, Conrad abrió sus ojos desde uno de los oscuros rincones de la sala y depositó su copa, aún sin catar, en el suelo amarmolado del Liceu.
Por lo visto había pasado desapercibido por la mayoría de los vástagos, incluso de la propia gente de su clan, pero velar por la seguridad de los suyos, sin que ellos lo supieran en muchos casos, estaba entre las aficiones del consejero.
Después de la segunda intervención de Montoya no pudo permanecer oculto por más tiempo, la situación había tornado, de una divertida discusión con Abascal de la que incluso disfrutaba como espectador, a un problema serio, que digo, mucho más que serio. El Príncipe de Barcelona estaba convencido de la acusación y ese mismo amanecer uno de ellos sería acusado y condenado, no pudo más que reunirse con los suyos.
Mercé, Monserrat - se dirigió hacia las mujeres primero, pues su antigua percepción del mundo le había acostumbrado a preocuparse por ellas primero - ¿se encuentran bien? No se preocupen, sin duda daremos con el o los culpables de todo esto antes de que pueda salpicarles tan siquiera todo esto.
Haciendo un gesto tranquilizador hacia las dos damas, se acercó a su primogénito - Don Eudald - saludó con respeto, viendo que no le hacía gracia que hubiera permanecido oculto por tanto tiempo - debía observar el desarrollo de la velada, ya me conoce. - se disculpó sin mucho remordimiento, pues estaba en su naturaleza velar por los suyos y Eudald sin duda ya lo sabía.
Las votaciones se hicieron, como el Príncipe pidió y un ghoul de su confianza se puso a contar los votos. Todos apuntaban al nosferatu, sin duda. Alguien que sabe tantos secretos sobre la ciudad y sin embargo no los divulga en un momento crítico, debe ocultar algo. No tardó en ser prendido y muchos de los presentes sonrieron por el resultado, satisfechos de haber cogido al traidor.
Mientras se lo llevaban él gritaba y pataleaba, alegando que se estaban equivocando, que no era él el verdadero culpable y que estaban todos siendo engañados. Pero qué sino diría alguien que estaba a punto de ver la luz del sol. Montoya volvió a centrarse en los presentes.
-Como bien se ha dicho, un Justicar no puede ser atacado solo por un vástago... Es decir, tenemos otro traidor entre nosotros y mañana nos encargaremos de encontrarlo- sin añadir más, puesto que no quería escuchar nada de los presentes procedió a marcharse. -Ah, se me olvidaba... Nadie podrá salir del Elíseo hasta que resolvamos estos, cualquier traidor podría escapar- añadió y se retiró a sus aposentos privados.