Partida Rol por web

Ahora que habían logrado dominar la situación, aunque fuera de manera poco sutil, era el momento de zanjar el problema.

Nathin se arriesgó a dejar toda la sujección de su cuerpo al cargo de las botas magnéticas de su traje de vacío, y apuntó cuidadosamente con su arma al navegante, pero la lucha que mantenía con M4R14 hacía difícil el blanco, por no mencionar los múltiples objetos que no dejaba de ver volar hacia su posición.

El disparó erró por mucho, y Nathin lanzó una maldición.

Había llegado el momento. Lorayne no lo pensó más. Anclada al suelo con las potentes botas magnéticas de su traje, en una posición que podría considerarse envidiable según la situación, apuntó con cuidado y sin ningún tipo de piedad al navegante maldito que tantos problemas les estaba dando. Quiso gritar "Muere, engendro" pero nadie más que ella lo escuchó.

Sonaron disparos silenciosos. Para bien o para mal, en el vacío su bolter era tan silencioso como cualquier otro asesino despiadado.

...y esta vez, impactaron en el blanco con brutal eficacia

El Dios Emperador había dado a sus seguidores el bólter como instrumento transmisor de su voluntad en su forma más destructiva, y sin duda solo ésto podía explicar la brutalidad de los impactos que golpearon al navegante.

Tenía que estar muerto, de eso no cabía duda. Ningún ser humano podía sobrevivir a eso... pero para aquellos tocados por el repugnante tentáculo del Caos, la muerte es un camino esquivo

No murió, no del modo que la archimilitante Lorayne hubiera querido; pero aún así tuvo un final digno de regocijarse. La ráfaga de proyectiles explosivos autopropulsados alcanzó al navegante en sus brazos, aferrado como estaba a una consola del puente de mando hizo acopio de fuerzas por mantenerse aferrado; mas fue inútil. Primero uno, y luego otro los dos proyectiles se hundieron en su carne y detonaron; apenas se oyó la explosión sobre el sonido del aire del puente mando vaciándose a gran velocidad. Los ojos por primera vez mostraron temor, y sorpresa; los dedos cedieron y el frío y cruel vacío espacial hizo el resto.

Con un grito humano de dolor el navegante se soltó de la consola, siendo absorbido por la vidriera del puente de mando; un instante antes de salir por la brecha el gusano de su frente, el artefacto Halo, emitió un destello de luz y se separó de él. Cayó como si de una bola de plomo se tratase al suelo del puente de mando, inmóvil pese a la descompresión. Siniestro. Aterrador. Desconocido. Los títeres quedaron desligados de la disformidad cuando se rompió la conexión y, cadáveres inanimados como eran, fueron absorbidos por el vacío, dejando a los vivos en el puente de mando.

Los vivos, los exploradores y parte de su escolta, observando, con la seguridad de sus botas magnéticas, aquella vidriera fragmentada, devoradora de cadáveres y mutantes, rezando, con toda la fe que pudieron reunir, para que el cuerpo del navegante corrupto no volviera de entre los muertos para cobrarse su venganza.