Partida Rol por web

Layla ya tenía su mochila en la mano, lo bueno de estar preparados para marcharse a la mínima. Así que cuando Nico se puso delante suya impidiéndole marchas sus ojos ardieron, literalmente.

Nicolae. Me parece muy bien que te quieras quedar a morir en este insidioso y helado lugar. Pero yo no pienso hacerlo. Así que, o te apartas, o te aparto yo.

La mano de Layla brilló como cuando estaba a punto de lanzar sus rayos igneos.

Nico tembló ante el fuego que la hechicera había convocado en su mano, pero sabía que marchar de allí era un error. No entendía nada de lo que sucedía, pero algo le decía que debía proteger a Layla. Ella no era así.

La muchacha jamás los abandonaría en aquel lugar sin pelear, pues peores situaciones habían vivido y la rubia arcana se había mantenido junto a ellos. Recordó la lucha contra las hadas y el troll, como Layla había lanzado sus pequeños orbes de fuego hasta el final, sin temer al amargo desenlace. No, ella no era así. La chica hermosa que amaba no era una cobarde, no... 

Si fuera una deleznable miedosa, habría abandonado tiempo atrás y no hubiera cruzado un portal a lo desconocido. Algo sucedía, pero no lo podía explicar. - ¡¡Pues si quieres pasar, ya puedes quemarme!!- Al tiempo que se lanzaba con intención de abrazarla e impedir que se marchara... 

Te lo advertí.

Layla no se cortó y en cuanto vio venir a Nico hacia ella lanzó su orbe de fuego contra el picaro. Si le importaba o no lo que le pasra, sus ojos no lo demostraban.
A pesar del estallido igneo, el joven fue capaz de agarrarla.

Nico se abalanzó sobre la bella Layla. El orbe de fuego le golpeó e incendió algo su camisa de tela blanca, pero a pesar de eso, no vaciló ni un instante en abalanzarse sobre la muchacha.

- ¡¡Lo siento Layla!! ¡¡Te juro por Desna que lo siento!!- mientras la rodeaba con sus brazos. El pícaro siempre había fantaseado con la hechicera. Su poder y hermosura le atraían por igual, pero jamás pensó que acabaría estrechándola entre sus brazos por esa descabellada razón.

- ¡¡Yrian ayúdame!!

La sorpresa de Yrian fue mayúscula, al ver la reacción de sus compañeros. Pero las palabras de Nico, tenian sentido, y la mirada fria de su compañera no era normal. El se dejaría cortar una mano, antes que hacer daño a sus compañeros, y Layla, almenos la que conocia, seguramente también.

Yrian se lanzo a la ayuda de Nico, para inmovilizar a su compañera.

Layla tenía todo el derecho del mundo a irse, pero lo perdió en cuanto comenzó a lanzar rayos ígneos a los muchachos.

—¡Layla! ¡Detente! Estoy seguro que algo malvado te posee... —cuando todos la miraron tras semejante afirmación, remató— ¡Tú nunca habrías acertado con ese rayo! 

Y dicho esto, conjuró un hechizo de protección contra el mal y se lanzó a por la hechicera, a tratar de tocarla, pero se había olvidado abrocharse el cinturón y se cayó de bruces con los pantalones bajados.

Layla sacudió la cabeza cuando Nico se le echó encima. Yriam estaba a su lado sujetandola y Marissa gritando.

¿Pero se puede saber qué narices haces? Quitate de encima mio. ¿Qué te has creido?

Pero después se fijó en lo que le estaban diciendo y recordó.

Será hija de la gran puta. Voy a matarle. A ella y a su marido. Cabrones.

También recordó lo que le había hecho al picaro.

Esto. Lo siento mucho Nicolae, de verdad. No era yo misma. Estaba como loca y poseida. Katrina me echó algo en la bebida y me dijo que me marchara de aquí inmediatamente aunque fuese sola. Voy a hacerselo pagar.

Se fijo también en que el picaro seguía encima de ella. Y se lo comentó con una sonrisa seductora en la cara.

¿Llevas una daga en el bolsillo o es que te alegras de verme?

Nico forcejeó durante unos segundos apoyado por Yrian. La menuda hechicera, se revolvía con furia mientras los chicos del grupo aplacaban sus ganas de liberarse. La reacción hostil de Layla, indicaba que algo terrible le sucedía y así lo entendió Marissa que conjurando un hechizo se lanzó para desvanecer las intromisiones y posesiones mentales.

La sacerdotisa erró en un primer instante, mientras la blonda hechicera profería una abundante y rica ristra de insultos variados. Por fortuna, lo que le sucediera llegó a su fin y Layla recuperó su juicio.

- No te preocupes. Yo... ya lo sabía...- empatizó con las disculpas de la muchacha que juraba no ser ella misma cuando lanzó el incandescente orbe. Luego, cuando la rubia y nívea arcana hizo una referencia a la alegría de verla, el varisio dio un salto hacia atrás completamente ruborizado. - ¡¡Esss...!! ¡¡Es mi daga oculta!!- se apresuró a exclamar a la vez que extraía la daga que ocultara bajo los vuelos de su capa instantes antes de salir de compras. - Pero ya que lo dices, nos alegramos de vuelvas a ser tú misma.- aseguró el pícaro con una sonrisa.

- Creo que deberíamos volver a hacerles una visita a Emil y su adorable mujer...- si Layla creía que eran los causantes de todo aquello, no sería él el que contradijera a la ardiente mujer.

—Suerte con las visitas, yo ya dije que no era buena idea irse de picos pardos cuando tenemos una misión... en fin, Nicolae, ven aquí que te cure esa quemadura...

Yrian, se rascaba la cabeza confuso, ¿Pero ahora queréis volver a la taberna?, no entendia nada, hace un momento estaban allí, se van y ahora quieren volver...La loca de Layla, ataca a sus compañeros y luego, se disculpa, estos hechiceros, estan todos locos...

Las palabras de Marissa consiguieron calmar un poco a la fogosa hechicera.

Tienes razón. Quizás lo mejor sea hacerles creer que han conseguido su objetivo y que me he marchado. Así les podríamos sorprender con las manos en la masa. Pero hay que tener cuídado. No sé si ha sido cosa del brebaje que me dio, o si tiene algún poder. Pero habrá que estar atento.

Se volvió a la clérigo.

No podíamos hacer otra cosa Marissa. Si no hubiésemos ido con él habrían sospechado, o mejor dicho, confirmado sus sospechas. Está claro que tienen vigilada a Nayda. Con lo que si nos queremos mover para rescatar a su hija tendrá que ser pronto.