Partida Rol por web

Pittien miró al droide con extrañeza, mientras veía a los otros dos bajar habilidosamente por sus cuerdas. Trepar no era de las cuestiones que más le gustaran, de hecho, como formador en la Academia Imperial nunca había tenido que hacer en el entrenamiento físico... ¿Y ahora tendría que cargar con el droide? De verdad, a veces pensaba en qué ironía de la Galaxia al ponerle aquellos compañeros tan... bueno, tan. Ya está. No eran malos compañeros. 

- Bueno, llevo una syntherope, además de la cuerda y equipo de descenso, por si te parece que te ate a mi espalda, o improvisemos una especie de polea para ayudarte a descender usándola, yo desde arriba y ellos desde abajo. - Dijo, sacándola del pequeño macuto y mostrándola. Por si acaso, viendo como Kemlo y Petch se preparaban para los problemas, sencillamente preparé mi arma para sacarla y atacar si fuera necesario. Miré al equipo de escalada, y al droide. ¿Cómo sería mejor hacerlo?

El B-1 modificado atendió al humano y enseguida le respondió.

— Llevarme en su espalda no será demasiado problema. — Dice, y continúa con algo bastante parecido a un tono de cierto orgullo. — Autómatas de Combate Baktoid han fabricado mi modelo con lo minimo imprescindible, en cierta forma tan solo soy un esqueleto de un droide de combate. Esto, además de mantener bajos los costes, me vuelve extremadamente ligero: 65 kilogramos. — Entonces B-1 procede a plegarse, de forma tal que asume un tamaño similar al de una mochila.

Con la improvisada mochila tipo B-1 colocada a la espalda, y no muchos conocimientos acerca de cuerdas, arneses y demás aparellaje (...¿para qué decías que era esto?)  El ex-capitán imperial comenzó un descenso digno de un soldado imperial.

Su seguridad se reflejaba en su cara y solo eso era suficiente para compensar el poco ortodoxo descenso. En un punto determinado, al aterrizar pittien con los dos pies sobre la pared, una de sus botas resbaló, dejando colgados al droide y al humano dando vueltas sobre ellos mismos como una peonza.

Aunque en un principio pareciera gracioso, el choque entre los cuerpos y la ladera del precipicio no solo podía causar graves daños a ambos, también desprender trozos de hielo que arruinarían la operación de sigilo.   

Aunque el droide, efectivamente, no pesaba demasiado para alguien entrenado, aunque algo mayor como Pittien, este resbaló, quedando suspendidos y rodando en el aire, como había visto a muchos reclutas... en todo caso, el robot no había tenido culpa, la verdad, aunque le hubiera gustado al ex-imperial. 

Miró con rapidez a su alrededor mientras daba los primero giros, intentando hacerse una idea del entorno, a ver si existía algún lugar dónde poder parar la rotación y no hacerse daño. Vio algo, un poco más abajo, así que rápidamente, intentó recomponerse, girando el cuerpo de manera que ralentizara el giro, e intentando colocar al menos un pie en uno de los salientes que estaba viendo un poco más abajo, comenzó a soltar un poco el regulador del equipo de escalada. Por suerte, el movimiento, casi instintivo, le salió como si lo hubiera practicado todos los días, y terminó poniendo las botas en la pared, casi sin dejar caer ni tierra ni hielo. 

- Droide, B-1, ¿estás bien? - Preguntó, mientras hacía al resto un gesto de que todo estaba correcto, e intentando terminar el descenso sin más percances. 

— ¡OhohOHohOh! — Soltó el droide a modo de alarma ante el peligro, mientras se mantenia inmovil e indefenso en medio de aquella caída aparatosa en la que estaban envueltos.

Por fortuna, Pittien, logró evitar el impacto contra la pared helada y recuperar el control. Entonces el humano pareció querer realizar un chequeo de daños preguntando si estaba bien.

— Estoy agradecido de no ser capaz de sentir nauceas. — Respondió el B-1 en su estado de inmovilidad compacta. Y luego añadió. — Aunque si puedo sumirme en un estado de alarma. Así que por favor, señor Pittien, saquenos de esta situación de riesgo cuanto antes mejor.

Al final el percance no tuvo mayores connotaciones y los tres os encontrabais a la distancia requerida, veinte metros por encima del suelo, suspendidos por tres arneses anclados a sus cuerdas.
Debajo podíais ver como la roca sobresalía un poco de la pared de la montaña formando un semicírculo flanqueado por dos torretas con sendos turboláser anti-infantería. Dentro de ese semicírculo estaría la puerta, blindada y protegida por dos guardias que, como bien os habían indicado, no se hallaban a la vista protegiéndose del clima dentro de la entrada como si de una pequeña cueva se tratara.

A la izquierda de la entrada, desde vuestra vista, se hallaba el objetivo de este extraño proceder. Una rejilla de ventilación redonda, del un diámetro suficiente para que una persona normal cupiera por ella y de la que salía vapor blanco que ascendía por la misma pared por la que vosotros bajabais.

Esta era la parte fácil del plan, Kemlo dejaba caer con precisión las granadas de iones entre las torretas y las de conmoción en la entrada. Después bajar, rematar a los guardias y entrar por el conducto hacia la sala que Goban Suur os habían descrito en el mapa. Fácil. 

El mercenario asiente con la cabeza, saca dos granadas de iones de su morral y pone los brazos en cruz mientras observa detenidamente la situación e intenta calcular el lugar de impacto.

Y luego cuando esta seguro de a dónde van a ir, las deja caer con cierta teatralidad, como si aquello fuera el pistoletazo de salida para la acción que vendrá después.

Las granadas caen donde él había predicho y estallan, haciendo que los componentes electrónicos de las torretas se vuelvan locos.

¿Será suficiente para que no disparen?. Solo hay una manera de averiguarlo.

El inicio del ataque estaba hecho. En el momento en creímos oír las granadas caer y "explotar" activé el mecanismo para acabar de realizar el descenso y preparé mi rifle para que, al tocar tierra pudiera ponerme en guardia para dar fuego de cobertura e intentar acabar con cualquier enemigo que osase lanzarse contra nosotros.

Viendo la habilidad de Kemlo, mientras observaba las posiciones y cómo atacaba las torretas, Pittien tardó un segundo de más en activar su equipo, y cuando se dio cuenta de que iba tarde, el equipo le jugó una mala pasada nuevamente, aunque en esta ocasión, tomó menos tiempo hacerse con el control de la caída, aunque lo suficiente para perder de vista la plataforma unos instantes.  

- Malditos equipos... esto casi era mejor hacerlo a pelo. - Dijo mascullando en bajo, aunque mentalmente completó diciendo: Esto era mejor en realidad con un batallón de marines imperiales. Si. Joder. - Espero no haberte dado ningún golpe, B-1. Prepárate para actuar tras la explosión de las granadas. 

¿Cómo habría quedado todo tras el ataque?

Teniendo en cuenta la posición y esperando que al menos las primeras granadas hubieran echo su efecto. Kemlo agarro algo más del interior de su zurrón. Esta vez, el aparato ovaloide era una granada aturdidora.

Una que lanzar al soldado que fuera el mas lento. Estaba seguro de que el Rodiano abriría fuego a la mínima oportunidad. Pero no estaba de mas, darle un poco de cobertura contra la respuesta del enemigo si estos decidían no morir rápido.

Con ella en la mano manipulo el aparato de escalada para quedar suspendido en una posición en donde pudiera lanzar lo que llevaba en la mano con comodidad.

— No he sufrido daños durate el descenso. — Responde simplemente al humano.

Una vez Pittien pone los pies en el suelo, se libera de los arneses del equipo de escalada, y baja de su espalda al B-1, el droide inicia la secuencia de desplegado de su cuerpo: primero las manos de tres dedos, luego los brazos, entonces las piernas al tiempo que se yergue y finalmente la cabeza. Tras aquella rutina, parte de su programación más básica, inmediatamente toma el arco metalico y coloca en este una de las flechas hechas de tubos metalicos huecos.

— Preparado. — Anuncia, hubiera aun o no alguien junto a él. Enseguida ejecuta un ligero trote dirigiendose hacie donde estaba definido que estarían los guardias organicos.

Estábamos casi todos en el suelo y apremiaba el tiempo, la velocidad con la que acabásemos con aquellos dos guardias sería crucial para evitar que se sumasen algunos más, aunque no pudieran dar la alarma como mandaban los cánones.

Avancé entonces hasta la entrada de aquel refugio donde se encontraban los dos y abrí fuego con mi rifle a uno de ellos. Esperé que al menos alguien más viniera a respaldar mi táctica, si me quedaba solo ahí en medio, tendría que lidiar con el soldado restante.