The beginning
Menzoberranzan, 1464 DR
Pocos son los casos en que los esclavos humanos han sido tratados con tanto privilegio en el Underdark. Las excepciones se debían a aquellos que o bien se destacaban por sobre el resto o bien eran irreemplazables de algún modo. Éste fue el caso de Maeve, una mujer Arkaiun cuya incuestionable belleza rivalizaba con su habilidad para lograr resaltar los sabores de los platos que preparaba. No era realmente algo que opacaba ni la estética ni el talento de un drow, pero nadie esperaba eso de un humano. La casa Auvryndar había adquirido esta preciada pieza desde su infancia, la había entrenado bajo sus normas y había sacado de esa niña lo mejor que podía dar, y eso era mérito absoluto del mayordomo Durdyn.
Durdyn Auvryndar, Mayordomo primero de la casa Auvryndar de Menzoberranzan, fiel servidora de Lloth, bajo el mando de Ulviirala Auvryndar. Ése era el título que se había ganado el joven drow, tras haber reemplazado a su predecesor luego de su misteriosa muerte por envenenamiento. Había nacido sin el soporte de un apellido noble, y hacía siglos que servía en la casa en actividades menores, hasta que fue ganando poco a poco un lugar de la familia. Su prestigioso rango era su tope y la máxima aspiración que podía alcanzar, él lo sabía, y haría lo imposible por mantener ese puesto. Maeve era de algún modo la clave para lograrlo, sus platos deleitaban a los nobles de un modo que nadie había logrado antes, y Durdyn se llevaba el reconocimiento por esa labor.
Cuando el vientre de la cocinera comenzó a crecer de un modo sospechoso, el Mayordomo comenzó a inquietarse, lo que estaba por venir era complicado. Lo usual es que un esclavo que no era útil en sus funciones, o se vendía o se eliminaba, por otro lado la casa no se permitía el lujo de que sus esclavos procrearan, la muerte era un castigo ejemplificador para todos los que osaran desafiar esa costumbre. Pero Maeve valía su peso en especias, así que Durdyn decidió mantener en secreto ese hecho, la cocina y los espacios de la servidumbre estaban bajo su mando y no eran frecuentados por ningún noble. El niño debía ser sacrificado al nacer, sería lo mejor para evitar sospechas. El tiempo pasó velozmente, y los llantos del niño comenzaron a escucharse en los pasillos. Durdyn tomó uno de los cuchillos y entró a la habitación para terminar lo que nunca debió haber comenzado. Sin embargo dudó. Lo que tenía enfrente era algo inesperado, y no tuvo las agallas o la voluntad de alzar la hoja de acero contra él. Un niño drow estaba en manos de la mujer, Rhivaun.
Nadie entre la servidumbre se atrevió a preguntar por el padre, aunque casi todos sospechaban de Durdyn. La madre retomó pronto las tareas en la cocina y el niño fue criado por ella y por otros esclavos dentro de los espacios que le eran permitidos transitar, lejos de la mirada de otros drow. Maeve jamás habló del padre del niño, se concentró en cocinar aún mejor de lo que solía hacerlo, y mantuvo el privilegio de criar a su hijo en las escasas horas que tenía libre.
Confinado a unos pocos metros, lo único que tenía espacio en la vida del niño era la soledad. Veía a su madre solo un par de horas, también había miradas de extraños, algunos de razas que no conocía, que lo ayudaban de a ratos, pero no dejaban de sentir un secreto temor y recelo hacia él. Podía ser el hijo de Maeve, podía llevar sangre humana e incluso nacer como un esclavo, aún así era claramente un drow, y ningún sirviente estaba a gusto con tener semejante criatura en sus brazos, tarde o temprano ese niño sería un problema para ellos. Sin embargo todos esos esclavos habían aprendido a ocultar sus sentimientos de desprecio hacia los elfos oscuros, al menos todos los que estaban con vida, así que un falso afecto inundó la infancia del niño, cuyo único amor sincero venía de una mujer, su madre.
El tiempo humano corre diferente aún en las cuevas del Underdark, el chico crecía a pasos agigantados, era imposible para un drow asociar su tamaño con su edad. A los seis años de su nacimiento, Durdyn comenzó a frecuentar secretamente un sector de los jardines y a compartir algunas horas con el chico, algo que su madre nunca objetó. Ambos adultos impregnaron en él su legado de origen, lo humano y lo drow habitaban dentro del niño en una armonía que no tardaría en romperse.
The opening
Menzoberranzan, 1472 DR
Simpatía? Piedad? Interés? Paternidad? Saber lo que realmente hizo que Durdyn ayudase al chico es algo que escapa al entendimiento de los mortales, las verdaderas intensiones del corazón de un drow son difíciles de deducir. Lo cierto es que el Mayordomo quiso pasar mas tiempo con él y aprovechando que a la edad de ocho años parecía mucho mayor, hizo que ingresara por la puerta principal y lo recibió amablemente. Entró como un niño drow sin familia y sin casa, y fue adoptado por Durdyn oficialmente para que lo ayudase en las tareas. Rhivaun había aprendido a ocultarse desde pequeño y ahora tenía el desafío de asumir una identidad que no era la de él, lo cual ciertamente logró a la perfección.
Maeve lo veía poco desde entonces, y el chico seguía sirviendo al igual que ella, sin embargo ahora dormía en una cómoda cama y ya no estaba oculto. Su madre se alegró por ello aunque temió en su corazón que el contacto con otros drow matara de raíz la bondad que en el chico había sembrado. El tiempo dirá cuan acertados eran sus temores. Rhivaun aún no comprendía lo que era la esclavitud, la única gente que conocía era sirviente y él lo había sido desde que tenía memoria, pero comenzó a darse cuenta de lo que implicaba cuando conoció a otros drow. Servirlos, sin embargo, no le desagradaba porque de algún modo su tarea era bien reconocida, conocía los modales de la casa, hablaba bien el idioma, sabía guardar silencio y ofrecer una sonrisa aún sin sentirla, y eso era perfecto a los ojos del Mayordomo.
Los niños que jugaban con él eran todos de menor contextura, pero lo que perdían en fuerza lo ganaban en malicia y competitividad. Le llevó varios meses relacionarse con ellos sin ser víctima de sus travesuras, pero se ganó el respeto poco a poco, pues su actitud y madurez se desarrollaba mucho mas rápido. Aprendió en esos años que no había amistad mas allá de la conveniencia entre ellos, que bajar la guardia implicaba un golpe traicionero, fue una gran escuela para los años por venir.
Al iniciar su pubertad el Durdyn lo presentó a la Sacerdotisa Olorae, hija de la Matrona Ulviirala. La joven drow tendría unos doscientos años y una belleza que rivalizaba con la de las primogénitas de las grandes casas. La bendición de los niños por parte de Lloth era uno de los mejores augurios en la vida de un macho. La mujer se encontró complacida con la actitud del chico, era respetuoso de cada detalle, elegante y refinado, y tenía rasgos de virilidad demasiado tempranos para un niño, así que le brindó un privilegio aún mayor, quiso que lo sirviese personalmente. Siguió bajo el mando de Durdyn pero pasó la mayor parte del tiempo atendiendo los caprichos de Olorae.
Servir a la sacerdotisa era un gran privilegio, toda la nobleza sabía de él, aunque no dejaba de ser un sirviente. Y uno condenado, porque aquellas que seguían a Lloth eran conocidas por su crueldad y su contante cambio de opinión, y Olorae era una perfecta exponente de ello. El cuerpo del chico se había desarrollado más que el de sus pares, aún con una pubertad incipiente la hija de la Matrona se encargó de tomar de él mas servicios de los que el mayordomo imaginaba, comenzando por deliciosos masajes llevados hasta los límites que sólo una sacerdotisa podría alcanzar. Rhivaun conoció de cerca el oscuro corazón de Lloth, su seducción y sus engaños, pero aprendió a convivir con ellos. Con el tiempo comenzó a disfrutar de lo que le era dado, por peligroso que fuese había recibido placeres y reconocimiento que de otro modo no hubiese obtenido.
The death
Menzoberranzan, 1476 DR
Eran las fiestas de Lloth, ya habían pasado los festejos de la ciudad en los alrededores de la Casa Baenre, Ulviirala y su familia habían sido invitados y estaban por regresar. Durdyn había preparado todo para recibirlos, un acto de luces en la entrada, músicos en la sala principal, un manjares abundantes. Rhivaun había acomodado la vajilla de plata y una vez que cada uno de los nobles había tomado su lugar sirvió un vino traído desde la superficie, una bebida exquisita reservada para ocaciones como esta. Comenzó por Olorae, quien deslizó sus manos por la espalda del joven, logrando incomodarlo, luego se dirigió a la Matrona que lo esperaba disgustada. Comprendió su error en el rostro de la mujer, por mas que él sirviese personalmente a su hija, era Ulviirala quien debía siempre ser la primera. De todos modos se acercó y sirvió, con la mirada en la copa de plata.
Un grito ensordecedor llenó la habitación, la voz de la Matrona era potente y todos sintieron un frío en la espalda. - Que es este sacrilegio?!- dijo con fuerza, señalando el rostro de Rhivaun. Había en los marcados rasgos del joven drow algo fuera de lugar, algo completamente normal para un humano pero impensado para un elfo oscuro. Barbilla, una incipiente y apenas visible barbilla. - Un impuro en la mesa de LLoth?- fueron las únicas palabras que la mujer pronunció, no hicieron falta mas, cada uno supo que la fiesta había terminado.
Olorae entró en cólera, se sintió traicionada, había compartido con ese muchacho mucho mas que con cualquier otro macho drow y no iba a permirtir que fuese humillada de ese modo, no con un impuro. Phaere compartía el disgusto de su madre pero disfrutaba del malestar de su hermana, por lo que se mantuvo en silencio observando la escena. Yasraena se puso de pie al instante y se paró junto a su madre, reforzando la presión que la Matrona había ejercido sobre el joven. Krondorl, el maestro de armas, continuó sirviendo el vino para intentar cambiar el centro de atención mientras que Gelroos, el amante de turno de la Matrona, bebió un sorbo de agua tratando de controlar el miedo que corría por su cuerpo. Una sonrisa maliciosa se formó en el rostro del mago, Jeggred.
Durdyn había dedicado su vida a obtener esa posición, no iba a permitir que ese evento lo desprestigiara - Madre excelsa, todos pensamos que era puro cuando vino a nosotros - mintió para desligarse de su responsabilidad. Su argumento sin embargo era válido, todos habían sido engañados, el chico a simple vista era un drow como cualquier otro, además de la barbilla su crecimiento acelerado lo delataba, pero eso era algo que solo él y Olorae conocían en esa mesa, y difícilmente la primera hija expusiera el punto arriesgándose a quedar como una idiota, se esperaba mucho mas de la sacerdotisa principal. El odio brotaba del rostro de Olorae - Yo misma te sacrificaré a Lloth, maldito embustero - dijo a Rhivaun poniéndose de pie. La mujer que el chico había conocido se había esfumado, lo que tenía frente a él era una criatura irracional cuyo único fin era destruirlo. Mantuvo su compostura, cualquier cosa que hiciese solo podía empeorar las cosas aún mas. Segundos antes de que la sacerdotisa lo tomara con sus manos, el segundo hijo habló.
- Olorae, tu misma nos has hablado maravillas de este joven, dale al menos el mérito de haberte engañado aún estando tan cerca de él - sonrió, dejando a su hermana mal parada - Y tu Durdyn lo has considerado digno de esta mesa por su talento, no es así? Si no fuese por su impureza podría ser un miembro prometedor de esta casa- con esas simples palabras, el mago se las había ingeniado para salvar la vida del muchacho. Claramente no era por piedad, apenas conocía al chico, pero ver el rostro retorcido de su hermana y el disgusto de su madre hacia ella no tenía precio, era un placer exquisito. -Madre, os pido que permitas que sea mi asistente, si su talento es realmente valioso a los ojos de Lloth, entonces será de provecho para nuestra casa, y si no demuestra su valía... bueno, sus predecesores pueden dar testimonio de lo que va a ocurrirle - Jeggred tenía el rostro bajo y una sonrisa oculta que solo Olorae pudo ver.
La Matrona se puso de pie y alzó su mano - Impuro, os perdono la vida de momento. Dado que Durdyn te adoptó llevarás su apellido, Quavein - miró fijo al Mayordomo, nombrarlo con su apellido original era una clara amenaza para el servidor drow pues dejaba claro que estaba dispuesta a degradarlo si volvía a defraudarla - Dado que has deshonrado la confianza de una sacerdotisa, dejarás de habitar esta casa hasta que hayas limpiado esa falta. Servirás a Jeggred noche y día en su torre, y solo si él os da su consentimiento serás recibido nuevamente entre nosotros. Si el año entrante no demuestras tu valía, serás sacrificado a Lloth en esta misma fecha - la mujer hizo un gesto con su mano tan claro y potente que Rhivaun salió de inmediato de la habitación, desorientado y sorprendido, por unos segundos temió la peor de las muertes, pero había ganado un año de vida. En silencio agradeció que Lloth fuese caprichosa e impredecible, vivía gracias a ello.
Olorae volvió a sus aposentos esa noche, furiosa e indignada. Maldijo al chico, maldijo a su hermano, juró ante Lloth vengarse y limpiar su nombre. Un nuevo sirviente trajo su bebida vespertina y se alejó. Lo miró con desprecio mientras recordaba las suaves manos de quien había dado calor a sus noches. Rhivaun...
Durdyn entró a la cocina en busca de Maeve, la felicitó por la comida, le dijo que todo salió bien. Le comentó incluso que la Matrona había promovido a Rhivaun como asistente del Mago de la casa. Mientras hablaban compartieron una infusión en la soledad de la noche. Era amarga a los labios del mayordomo, pero aún mas lo era para la Arkaiun. El dolor no tardó en llegar al vientre de la mujer, pero se fue rápido, así como el aliento. Durdyn había logrado eliminar todo rastro de su mentira a un precio que estaba dispuesto a pagar.
Jeggred caminaba victorioso hacia la pequeña torre en la que habitaba, sonreía continuamente festejando su jugada. Detrás lo seguía Rhivaun Quavein, su nuevo asistente, tal vez el destino le sonriera y durase mas que los anteriores, o al menos tuviese una muerte menos dolorosa, pero eso no preocupaba al joven impuro, sabía que el chico que alguna vez fue ya había muerto.