Partida Rol por web

Rhivaun Quavein

Underdark

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19/04/2017, 18:56
Director

Auvryndar

Menzoberranzan, 1482 DR

Rhivaun ya no era el mismo, era frío y calculador, ya no confiaba en nadie ni en nada, se había revestido de una máscara impenetrable, era un verdadero drow. Uno con una determinación muy clara, salir de ese infierno. Solo dos seres parecían avanzar sobre su intimidad, una diosa muerta y una voz anónima de otro plano, ambos habitaban en su mente pero no podía confiar plenamente en ellos.

Siguió con la rutina habitual, acudía al Bazaar para conseguir materiales, a la academia Sorcere para instruirse, preparaba el laboratorio en la torre para los experimentos del mago y acompañaba a Jeggred a todo lugar. Pero en su interior había un propósito claro que se reafirmaba cada día. La injusticia no le hacía daño, la crueldad no lo lastimaba, contrariamente a sentirse víctima se unió a ese sistema, aprendió a moverse con soltura en la caótica cultura de la ciudad de las arañas, aprendió sus modos con el fin de encontrar alguna grieta, algún detalle que le permitiese escapar.

Conoció mejor a cada miembro de la casa, a cada comerciante del Bazaar y a cada mago de Sorcere que contactaba. Conoció mejor las leyes de Lloth y lo que agradaba a las sacerdotisas. Decidió usar todo ese infierno a su favor, pero eso requería tiempo y dedicación, así que los meses pasaron avanzando lentamente en una aventura imposible.

Durdyn, el Mayordomo, seguía tratándolo con simpatía y evitaba hablar de la muerte de Maeve. Él la mató, le dijo "la voz", sin embargo nada hizo contra él. Ese drow lo había encerrado de niño y también lo había presentado en sociedad, lo había protegido y también lo había entregado, había mentido para beneficiarlo sin motivo y también había mentido para beneficiarse traicionándolo, había tratado a su madre con privilegios que ninguna otra esclava tenía y la había matado, tal vez con poco dolor. Ese drow le había enseñado mucho sobre su naturaleza, recién en ese momento podía comprenderlo. Ese drow podría incluso haber sido su padre, como algunos sirvientes rumoreaban, pero eso no cambiaba nada, ni Durdyn se lo diría ni le convenía a nadie que se supiese, era mejor dejar que los demás pensaran que era hijo de un noble de otra casa o incluso de Auvryndar. Las conversaciones con él eran claves para entender a toda esa familia, sus rivalidades internas y en especial a la Matrona Ulviirala.

Phaere era la segunda sacerdotisa, competía con Olorae por la aprobación de su madre y ansiaba ocupar el primer lugar, si bien no actuaba de frente, aprovechaba cada oportunidad para ganar un poco más de reconocimiento, era paciente y discreta, y mucho menos cruel y caótica que su hermana. Yasraena, la otra hermana, estaba obsesionada con su tarea de guardiana, su única finalidad era proteger a su madre, y en segundo lugar al resto de la familia, nada que no llevase el apellido Auvryndar le interesaba. Krondorl, el maestro de armas, era el más integro de la familia, evitaba el conflicto interno y era feroz con los enemigos externos, protegía a su casa y se destacaba como guerrero. 

Los hermanos Luen habían llegado hacía mas de medio siglo a la familia, eran hábiles y traicioneros, pero muy funcionales a la Matrona, arriesgaban todo para ganar su favor y ella se veía mas beneficiada que nadie. Por medio de ellos lograba tener bajo control a su familia ante cualquier tipo de traición y tenía contactos con otras redes de poder de la ciudad, conociendo los peligros antes que se manifestaran. Pero ambos eran ambiciosos, Istolil quería ser el mago principal de la casa, un Archimago de Sorcere algún día, y Tsabrak prefería moverse en lo oculto y sus lazos iban mas allá de la casa, incluso de la ciudad.

Divog hacía dos siglos que estaba en la casa, trayendo provechosos negocios a la familia. Era un excelente negociador, respetado en toda la ciudad, y por sobre todo era codicioso. Almacenaba una riqueza personal que rivalizaba con la de cualquier casa menor, e iba por mas. Gelroos era un drow apuesto, de un físico admirable y una mente pequeña, temeroso y sumiso, hacía diez años que era el consorte de la Matrona, su influencia era grande pero transitoria, su mayor prioridad estaba en sobrevivir para continuar disfrutando de los placeres de su posición.

Olorea, impulsiva y cruel, era una singular sacerdotisa de Lloth, crecía en poder día a día, era hermosa y traicionera. Sería sin duda la futura Matrona de la casa, algún día. Era celosa de su fe, se sentía inmune a toda amenaza e impune a todo acto, y tenía la certeza que era superior a todos sus hermanos. Su odio a Rhivaun fue disminuyendo a medida que éste comenzó a actuar como un drow, no lo había perdonado pero internamente saboreaba la victoria, conocía al chico y sabía que eso significaba un gran dolor en su interior, y eso parecía bastarle. Sin embargo la rivalidad con su hermano mago crecía cada vez mas.

Jeggred era un erudito, un excelente mago, renombrado incluso dentro de la academia y reconocido mas allá de Menzoberranzan. Su ambición era sencilla, mas poder, y si era posible, aún mas poder. No tenía límites, y había incluso cruzado secretamente uno que pocos magos se atrevían a pisar, la Necromancia. Era un arte que los antiguos seguidores de Kiaransalee profesaban, y que había sido prohibido por magos y por sacerdotisas por igual. En un cuarto de la torre, oculto y cerrado incluso a Rhivaun, estaba guardado ese conocimiento, custodiado por el cuerpo obediente y sin vida de Marcon. Su única obsesión era un diente de Dragón Dorado, un componente para un hechizo final que seguramente haría que su poder llegase a un nuevo nivel. Su último asistente le resultó de utilidad, de hecho lo que comenzó siendo un desafío a su hermana terminó siendo una provechosa decisión, solo una puerta estaba vedada para él y sea por confianza o porque realmente no era considerado una amenaza, le permitía acceder al medio drow a todas sus demás posesiones.

La fortaleza de Rhivaun estaba en su determinación, su paciencia, su capacidad de observación, su habilidad para ocultar lo que realmente pensaba y su conocimiento. Veía a lo lejos una posibilidad de salida, pero estaba solo y no sería fácil.

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19/04/2017, 20:07
Director

El Pacto

Menzoberranzan, 1483 DR

La orbe estaba en las manos de Rhivaun como tantas noches, pero esta vez era diferente. Había dado en la biblioteca de Sorcere con un tomo antiguo, en una sección poco frecuentada, era un conocimiento apócrifo, que claramente desafiaba el dogma de Lloth y que los magos habían decidido dejar en el olvido, sea por evitar un conflicto con las sacerdotisas, sea porque no lo consideraron trascendente o porque simplemente no lo comprendieron. En esas páginas escritas en un dialecto elfico que se usaba en los tiempos en que su pueblo aún no había sido maldecido y separado de sus primos en la superficie, milenios atrás. Su contenido era apenas comprensible para el drow, aún así copió gran parte de la información que allí había en su propio libro, complementando lo que venía recopilando desde hacía años.

Había comprendido por fin, todo lo creado, incluso antes del cataclismo, todo el mundo que habitaban y la sombría realidad que era su espejo, incluso el mundo faérico que estaba al alcance de muchos magos, o el caos elemental que alimentaba muchos conjuros e incluso los planos astrales en los que habitaban los dioses, todo eso... no era la primer creación. Había algo mas antiguo que el tiempo, inmortal y peligroso, seres cuyo poder no tenía límites y que habían existido antes de la existencia, seres que todos habían olvidado y cuya morada no estaba dentro del mundo conocido. En aquél antiguo libro eran llamados como The Great Old Ones.

La orbe en su mano destelló el color violeta como tantas otras veces, y "la voz" vino a él como cada noche, pero a diferencia de las anteriores, Rhivaun ahora comprendía el origen de ese poder. Lo nombró, no por su nombre verdadero que no podía ser pronunciado por un mortal, sino por el que figuraba en el libro. Entonces la orbe brilló aún mas, lo que era un destello ahora era una luz cegadora, lo que antes era un susurro en su cabeza ahora era una voz fuerte y clara. El drow experimento por primera vez un poder que iba mas allá del dado a las sacerdotisas por las deidades y del que los magos manejaban con su arte, un poder mas grande e insondable. Todo su cuerpo tembló ante una presencia que superaba las capacidades de su ser, y su entendimiento se expandió, su mente pareció abrirse sobrepasando los límites de su cráneo, como si todo alrededor de él fuese parte de su pensamiento y pudiese ser moldeado por su voluntad. Sonrió en silencio.

Esto que sientes puede ser tuyo, dijo "la voz", pero el drow no era fácil de tentar, su determinación era otra, el quería libertad. Te ayudaré a salir de aquí, si eso quieres. Entonces los ojos de Rhivaun se abrieron de par en par, con un brillo diferente. Que quieres de mi? pensó hacia sus adentros. Un pacto, dijo la voz en su mente. Un pacto? preguntó el medio elfo. Uno eterno e irrompible, te daré poderes que no sueñas, te daré la libertad que buscas, te daré tu venganza, y tu me serás fiel, serás mis ojos y mis oídos en tierras lejanas, incluso mas allá de las profundidades y de la superficie, no habrá límite que no puedas cruzar, y llegado el momento, si lo vales, me conocerás. Rhivaun se quedó en silencio, si aceptaba no había vuelta atrás, sus caminos estarían dictados por una criatura peligrosa que no conocía, confiar en él sería tan errado como hacerlo en Jeggred o en Lloth. No habrá vuelta atrás, ni siquiera mis pensamientos serán un refugio, pensó, olvidando que era escuchado. Dudó, pero no demasiado, ya había perdido su vida mas de una vez, y habitaba en el infierno, que podía ser peor? - De acuerdo- susurró.

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19/04/2017, 21:01
Director

Susurros

Menzoberranzan, 1484 DR

El pacto había tenido sus consecuencias, la orbe brillaba con fuerza si entraba en contacto con él, "la voz" era clara y se venía a él incluso lejos de la orbe. Su mente se había expandido, sus pensamientos podían alcanzar a otras mentes y a su vez podía escuchar como reaccionaban. Podía mover pequeños objetos e incluso lograr burlar los sentidos de quienes los rodeaban creando imágenes o sonidos que no eran reales. Podía incluso doblegar la voluntad de quien se propusiera o debilitarlo hasta niveles que rozaban la incompetencia. Sentía a su vez como había aumentado su entendimiento sobre lo arcano, como percibía mas claramente lo verdad de las cosas, y a su vez podía ocultar esa verdad aún mejor de lo que lo venía haciendo, e incluso podía relacionar todo con mayor claridad. Su vida había cambiado, ahora sentía que lo imposible estaba al alcance de su mano.

De todos modos frente a él tenía a una sacerdotisa de Lloth que había amenazado con matarlo, un mago que no dejaría que se alejase de él, y toda una familia noble que lo perseguiría por todo el Underdark si se le ocurría atacar a alguno de ellos o escapar. No sería fácil.

El diente de Dragón Dorado fue parte de la clave, se encargó de que en todo el Bazaar supieran que su maestro lo buscaba, también lo habló con unos magos de la academia y se lo dijo al segundo mago de la casa, Istolil. El hermano del maestro de espías se encargaría de que esa información llegase a sus oídos y al de la Matrona, él tendría su coartada si iba en busca de ese material imposible de encontrarse en el Underdark. Si algún día se levantaba alguna sospecha, acaso Istolil hablaría en su contra? Si su plan funcionaba, sería el primer mago de la casa muy pronto y le debería un gran favor.

El segundo paso fue hacer aparecer dentro de la casa una daga con la insignia de la otra casa rival que se encontraba en el mismo distrito, la casa Oblodra. Lo hizo tres veces en dos meses, una en el jardín a los ojos de Durdyn, otra en el almacén en presencia de Divog y otra cerca de las habitaciones del Patrón Gelroos. Ninguno de los tres lo suficientemente inteligente como para distinguir la ilusión, pero si lo bastante influyentes como para que Yasraena y Krondorl comenzaran a concentrarse en un inminente ataque de sus rivales.

La casa Oblodra tenía una fama en particular, se decía que manejaban la mente y tenían contactos con los Illithids. Según el mito urbano había sido tragada por el abismo, su líder encerrada en un infierno y los pocos sobrevivientes eran undead que controlaban a los Kobold remanentes en la zona. Como sea, la Matrona Ulviirala los había visto alzarse hasta la cúpula del poder desafiando incluso a la casa Baenre poco mas de un siglo atrás, y no iba a bajar la guardia por mas inverosímil que pareciera la amenaza. Un mindflyer y un undead, dos criaturas que había estudiado bien en la academia y que podían ser fácilmente ligados a la casa.

En Sorcere recopiló libros sobre el diente de Dragón Dorado, le mostró el material a su maestro. Había hecho algunas notas adicionales con sumo cuidado, y había podido debilitar la percepción de su maestro lo suficiente como para que no notara la falsificación. El escrito aseguraba que esos dientes había servido a uno de los líderes Illithid siglos atrás para aumentar su poder, haciéndolo casi invencible aún después de la muerte. Hacía mención a su tumba pero no a su ubicación. Eso cegó a Jeggred, que asumió que el artefacto estaría enterrado con el cuerpo dónde fuera que se hallase. Decidido a encontrar la tumba y a prepararse para un posible enfrentamiento con un Lich que no dudaba que estaría defendiéndola, pasó horas buscando encantamientos de necromancia y adivinación. Ambas escuelas eran bastante opuestas, era difícil dominar ambas artes, y Rhivaun lo sabía. En los momentos de concentración de su maestro tomó una de los huesos que usaba para trabajar con los muertos y lo ocultó. Luego mientras realizaba un encantamiento de adivinación por una tumba que en realidad no existía, habló a la mente del mago y describió las ruinas de Phanlinksal. Era un asentamiento Illithid cercano a una semana de camino de Menzoberranzan, había sido destruido un siglo atrás de un modo inexplicable. La existencia de este lugar estaba registrado en varios escritos, así como la desaparición de todos sus moradores. Jeggred comenzó a hacer planes en secreto para ir hacia aquél lugar, no lo hablaba con nadie.

Por último, fue suficiente con dejar caer el pequeño hueso ritual a la vista de Olorae uno de los tantos días que se disponían a ir a la academia. La sacerdotisa no tardó en encontrarlo y en reconocer el objeto, era una aberración imperdonable a los ojos de Lloth, ahora estaba segura que debía destruir a su hermano. Era además consciente del increíble poder que había ganado el hechicero y su vasto conocimiento, así que no podía enfrentarse de lleno a él. Pero si conseguía pruebas de su sacrilegio, su propia madre lo sacrificaría en público, eso sería aún mas satisfactorio. Desde ese día no le sacó un ojo de encima a su hermano, que cada vez estaba mas concentrado en su búsqueda.


"La voz" había sido de gran ayuda, una invaluable. Y no solo por los dones que había dado a Rhivaun, los cuales aprovechó lo mejor que pudo. Le había brindado además algo realmente poderoso: información. Las ruinas de Phanlinksal, reconocidas por los mas sabios maestros de lo arcano, no eran solo un cementerio de Illithids. Había en ellas algo inesperado, algo que The Great Old One podía percibir incluso a esa distancia. Había un nuevo asentamiento. 

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19/04/2017, 23:15
Director

El Lich

Menzoberranzan, 1484 DR

Jeggred había organizado una expedición a una ruinas cercanas, en busca de un objeto perdido. Las sacerdotisas acompañaban a la Matrona en este tipo de pedidos oficiales, y Olorae comenzó a hacer preguntas inquisidoras para evitar que su hermano tenga la ayuda que buscaba. El mago reveló que debía explorar una tumba, y que tal vez estuviese custodiada, pero nunca reveló ni la naturaleza de la criatura que esperaba encontrar ni el poder del objeto. Su hermana vio en ello la mano de un Necromancer, convencida que iría en busca de algo sacrílego a los ojos de Lloth no dejó pasar la oportunidad. No solo apoyó la el pedido de su hermano sino que insistió en acompañarlo. Sin embargo pocos guardias fueron asignados para escoltarlos, el Maestro de armas quería tener todos los guerreros a su disposición en caso de un ataque de la casa rival, por lo que solo autorizó dos soldados de poca experiencia y un ranger.

Una semana antes de partir hacia las ruinas, Rhivaun propuso a Jeggred que lleve consigo a Marcon, el undead que lo servía. Claramente no podía ir en el grupo con un undead sin recibir mas preguntas de las que deseaba, pero ciertamente podía ser de ayuda en caso de hacer falta enfrentar a un Lich con capacidades psiquicas, un undead sería inmune su poder mental. El asistente ofreció salir unos días antes y esperarlos en la entrada de las ruinas, bastaba con cubrir adecuadamente al hombre y decir que era el esclavo que había comprado en Sshamat si alguien preguntaba. El cuerpo Marcon se mantenía en buen estado y sus movimientos cada vez eran menos torpes, podían pasar por los de un esclavo dolorido por los golpes de su amo, solo sus ojos lo delataban y eso iría cubierto por la capucha. Solo hacía falta que el mago ordenase al undead seguir a Rhivaun. Jeggred accedió, los riesgos eran pocos y los beneficios muchos, todo lo que ayudase a obtener ese diente era bien recibido.

Rhivaun salió dos días antes que el grupo, iba acompañado Marcon, quien estaba encapuchado y vendado en algunas partes de su cuerpo. Nadie objeto que saliese caminando con el esclavo herido, a nadie le resultó extraño que Jaggred lo enviase a buscar un diente de Dragón Dorado y que no regresara hasta conseguirlo. Nadie de la familia sospecho que no acompañase a su mentor en la exploración, no era una tarea para un asistente y menos si se trataba de un impuro. Salió de la ciudad con papeles falsos que indicaban su rumbo a Mantol-Derith por indicación del Hechicero. Llevaba consigo un bastón de madera junto con las ropas de asistente sobre la que brillaba la insignia de la casa Auvryndar, llevaba también una bolsa con raciones y otra con equipamiento de escriba y materiales para adulterar documentos, en ella había además una orbe vieja y un relicario con una luna grabada.

Ambos avanzaron por el camino patrullado por casi medio día y luego se desviaron hacia las ruinas. El mago había conseguido un mapa de la zona en la academia, el camino podía ser peligroso pero lo que los esperaba lo sería aún mas. Tenían un ayudante invisible que les avisaba cuando detenerse y cuando avanzar, "la voz" apareció cada vez que hizo falta. Llegaron a las ruinas horas antes que los demás. El corazón del elfo palpitaba acelerado, faltaba muy poco para que su libertad tomase forma, el riesgo era la muerte, pero seguir allí también lo era en mas de un sentido.

El ranger guió rápidamente al grupo haciendo uso del mapa y de su experiencia, los dos soldados acompañaron a Jeggred y a Olorae. El encuentro con el asistente y el esclavo del mago no sorprendió en demasía al grupo, no servirían para protección pero podrían ser útiles para tareas menores. A la sacerdotisa, en cambio, le llamó la atención que viniesen por separado. Los observó en detalle y cruzó su mirada con Rhivaun. Ahora! pensó para sí, y haciendo uso de su don, corrió la capucha de Marcon hacia atrás como si un viento inexistente la hubiese volteado, dejando su rostro al descubierto. Los blancos ojos del hombre podían parecer ojos ciegos para cualquier drow pero no para una sacerdotisa, Olorae reconoció el cadáver al instante.

-Maldito sacrílego!- gritó la mujer mientras comenzaba un encantamiento. Jeggred detuvo el ataque contrariando el hechizo mientras el resto de los guardias quedó desorientado. Rhivaun dio unos pasos atrás y el undead lo siguió, tal cual su amo le había ordenado. Un nuevo hechizo salió de los labios de la sacerdotisa y el mago recibió el impacto de decenas de hojas afiladas cortando su carne. Cuando la mujer volvió a pronunciar un encantamiento, el mago alzó su bastón y lanzó de él un relámpago que impacto en el pecho de Olorae. El sorpresivo combate cautivó la atención de todo el grupo, mientras el asistente y el esclavo continuaban alejándose.

Rhivaun escuchó un grito de dolor desesperado, reconoció la voz del ranger. Solo Marcon había gritado de un modo similar, pero esta agonía fue mas corta. El sonido de un cráneo hueco golpeando el piso se confundió con los susurros del mago y la sacerdotisa lanzando un nuevo hechizo, que esta vez no estaría dirigido a herirse entre ellos. Espadas y rayos golpeaban piedra y carne mientras un nuevo cráneo caía al piso. Se escuchaba un extraño sonido de fondo, apenas perceptible, pero Rhivaun reconoció la potencia de esas mentes al instante. El drow aceleró su paso, seguido por el undead, los sonidos distantes de la batalla desaparecieron abruptamente. Un silencio sepulcral siguió al combate, el claro desenlace no había sido favorable para los drow esta vez.

Ambos caminaron por casi un día, hasta que Rhivaun tomó el hombro del cuerpo sin vida que lo acompañaba - Se libre, amigo, es lo único que puedo darte - le dijo a la criatura. Luego continuó su camino hacia Mantol-Dirith sin volver la vista atrás. Una auténtica sonrisa se dibujó en su rostro, lo había logrado.

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20/04/2017, 00:31
Director

Eco falaz

Mantol-Dirith. 1485 DR

Conocía bien la ciudad comercial y muchos en el Bazaar lo habían visto mas de una vez. Lo que restaba no fue difícil pero debía ser hecho adecuadamente. Preguntó en cada puesto por el diente de Dragón Dorado y cómo podía conseguirlo. No era la primera vez que preguntaba por ello, en cada visita con Jeggred lo hacía con idéntico resultado, nadie tenía tal objeto. Cuando pedía referencias había respuestas esquivas, la mayoría no quería nombrar a un comerciante competidor, pero otros mas arriesgados nombraban un lugar famoso por tenerlo todo lo que a magia se refería, Sshamath. Rhivaun ya había estado allí, sabía que no había ningún diente en ese lugar, pero ellos no lo sabían.

Hizo base en Nameless inn, una taberna en lo que había todo tipo de contrabandistas, comerciantes y esclavistas. La compañía adecuada si se quería salir discretamente de ese lugar. Ganó un par de apuestas, sobornó a otros y mintió hasta conseguir lo que quería, había un grupo de esclavistas que regresaba a Skullport la semana siguiente. Trataba con esos hombres a diario, pero nunca les dijo que pensaba acompañarlos.

Se dirigió al almacén drow, un lugar donde los de su raza vendían todo tipo de manufacturas. Obligadamente preguntó por el diente, mientras compraba una armadura de cuero y dos dagas, todas con diseños típicos de Menzoberranzan. Un viaje a Shamath requería estar bien preparado. Luego se dirigió al almacén duergar, nadie dio importancia a las preguntas por el diente, pero si le vendieron una ballesta de confección enana de muy buena calidad. Otro almacén, mas pequeño pero muy concurrido ofrecía productos de la superficie. Todos prometieron falsamente conseguir el diente si le compraban lo que ofrecía, de todos modos se llevó ropas de viaje al estilo de la superficie y una Lyra llamó su atención, era un instrumento noble confeccionado indudablemente por un elfo. Había otro almacén frente a estos, dirigido por gnomos de las profundidades, los Svirfneblin. Allí lo recibieron con suma desconfianza, nadie dijo una palabra sobre un Dragón Dorado, pero se mostraron mas animosos cuando compro una de sus gemas talladas, una de un celeste traslúcido con la forma de la luna. Era mejor llevar eso bien escondido que monedas sueltas.

Salió de la taberna horas antes que el grupo del esclavistas, pero no hacia Shamath como muchos pensarían, era un lugar lejano y el viaje peligroso. Además cualquiera que siguiese su rastro iría hacia allí, si es que por algún motivo alguien intentaba dar con su paradero. El asistente de un mago muerto no era gran cosa, un drow impuro no era alguien que una Matrona quisiera encontrar, menos bajo amenaza de ataque, y todos sabían, en especial el nuevo mago de la casa, que encontrar un diente de Dragón Dorado podía llevar toda una vida. Cuando el grupo de esclavistas avanzó por el camino hacia Skullport, Rhivaun salió al cruce ya vestido con sus nuevos atuendos. Conocía a la mayoría de ellos de la Taberna y por unas pocas monedas de oro accedieron a llevarlo hasta esa oscura ciudad.


Meses después, mediante conjuros de adivinación, Ulviirala Auvryndar supo donde hallar el cuerpo de sus hijos. Los restos apenas reconocibles de Olorae eran un terrible insulto hacia su madre y hacia Lloth, esa mujer era la primer sacerdotisa y futura matrona de la casa. Su hijo estaba cortado por todo su cuerpo y con el cerebro completamente vacío, al igual que los otros machos que los acompañaban. Solo un ser en el Underdark comía cerebros desde sus tentáculos. Su familia había sido dañada severamente, eso era algo que jamás perdonaría. La mano de sus enemigos estaba a la vista, que otra casa que la Oblodra era capaz de caer tan bajo y llamar a sus aliados Illithid para atacar a una familia drow? Podrían decir que era una casa extinta pero Ulviirala consideraba que no era así y se obsesionó con su venganza.

Phaere se convirtió en la primer sacerdotisa y futura matrona de Auvryndar, menos impulsiva y caótica que su hermana, seguramente sería una buena líder llegado el momento. Istolil fue nombrado mago de la casa, y fue bien recibido por los archimagos de Sorcere. Descubrió en la torre los indicios de necromancia que su predecesor guardaba celosamente y asumieron que la existencia de la tumba en las ruinas de Phanlinksal había sido un engaño de la casa Oblodra aprovechando la debilidad del hechicero por el arte de los muertos. La Matrona prohibió hablar de Jeggred dado su gran sacrilegio y negligencia que causó la muerte de la heredera elegida por Lloth, poco a poco todo lo ligado al mago fue quedando en el olvido. Su asistente no fue la excepción. 

Yasraena y Krondorl reforzaron la seguridad día y noche por varios años ante un inminente nuevo ataque, mientras la Matrona organizaba la ofensiva contra el enemigo. El maestro de espías usó toda su red para recopilar información sobre una casa que hacía mas de un siglo había sido exterminada, el esfuerzo era inmenso y los resultados nulos, por bueno que fuese no podía encontrar lo que no existía.

Durdyn continuó siendo un Mayordomo ejemplar, aguardando algún día el regreso de Rhivaun.