Asiento levemente y observo el relicario que porto.
-Deberé confiar en ti y en mi fe - pienso para mi mismo al tiempo que observo al Papa y hago una ligera reverencia.
-Todas mis respuestas han sido respondidas, padre. Debemos juntarnos con nuestros compañeros.
En cuanto Mateo empieza a concentrarse en el rosario, esta recubre el cuerpo del mismo, brillando con un intenso color dorado y bermellón, con el añadido de que ahora empuñas una lanza que la primera vez no hizo aparición.
Mientras, el rosario de Vreist responde ante el pensamiento sincero y de confianza y también recubre su cuerpo... en esta ocasión la armadura es de un color dorado, con matices marrones, y motivos relacionados con el Grial...
- En verdad es algo espléndido... no me cabe duda de que podréis hacer frente a los Olímpicos y salvar a la humanidad del destino aciago que nos han impuesto esos falsos dioses... - dice Benedicto al veros con las armaduras sagradas.
La armadura te da competencia con la Lanza, así que no debes preocuparte por penalizadores Mateo, y a efectos prácticos es una lanza +10 de calidad
Sorprendido, observo los detalles de mi armadura, y de mi lanza. Luego, contemplo la de Vreist. Pero del deber es primero, cojo mis cosas y me arrodillo ante el santo padre. - Creo que es hora de partir, ya hemos tardado demasiado.
Vreist se inclina a fin de mostrarle el máximo respeto a Su Santidad.
-Opino lo mismo, compañero Mateo, debemos partir
- Tenéis mi bendición y la de toda la humanidad... podéis marchar... de vuestro éxito depende nuestro futuro... - dice Benedicto antes de veros marchar hacia el helicóptero que tienen preparado para llevaros hasta Santorini...
Pasan varias horas de vuelo y por fin llegáis a la isla de Santorini, antiguo hogar de la civilización minóica que fue arrasado con la erupción del volcán Tera... allí ambos podéis percibir con claridad el choque de varios cosmos bajo el agua...
- Desde donde aterrizaremos deberéis bajar hasta un templo submarino eregido en honor a Poseidón, allí es donde se encuentran vuestros compañeros luchando... - dice el agente de la Iglesia que os acompaña.
Vreist se aleja rumbo a sus aposentos. Es poco lo que debe de portar, pero la espada de su padre debe estar a su cuidado, en el fondo sabe que ese filo maldito podría traer la desgracia pero si logra encauzar el pecado de su familia, podría salvar muchas vidas.
-Bien - enuncia tomando aquella arma y envolviéndola en las mismas telas con las que llegó - Tu hoja solo debe cortar a alguien que se hace llamar dios. Espero que eso sea bueno para ti.
Después de envolver con cuidado la espada, toma un rosario y rodea el mango del arma con él, solo para terminar de envolverla, guardar sus cosas en su petate y poner rumbo a la salida, donde le espera su compañero y un viaje rumbo a un lugar desconocido alzado en honor al dios de los mares.
Asiento ante las palabras del santo padre. Mi compañero, va por sus cosas, mientras yo voy por las mías. Revizo mis armas, y compruebo mis municiones. No quedan muchas. Me encamino hacia el helicoptero, y pregunto por municiones para mis armas. Ruego a dios por que tengan una armería cerca.
Ya preparado sobrevuelo el lugar y me preparo para saltar.
-Entonces supongo que debemos saltar justo sobre la entrada, ¿no?.
- Sí, con vuestras armaduras puestas deberíais ser capaces de llegar hasta el templo submarino sin problemas, al menos vuestros compañeros así lo hicieron... - comenta el piloto justo antes de volver a alzarse y volver a su base.
Y sí, no hubo problemas en reponer la munición de las armas de Mateo; así que con todo listo os disponíais a avanzar hacia el templo donde vuestros compañeros ya estaban luchando.
Mateo, puedes canalizar tus técnicas a través de la lanza sin necesidad de tus armas de fuego en caso de que te quedases sin munición, pero harían menos daño.
Acomodo mis armas y mis cosas, antes de dejarme caer hacia el punto en el que señala el piloto. Durante mi caída, mi mano en el rosario, esperando que ocurra el milagro.
Amm... yo lo decía porque para que gastar KI, si puedo usar armas de fuego con extrusión del aura al arma.
Vreist se sorprende que Mateo no se fije ni pregunte en la pieza que lleva envuelta a su espalda pero presupone que está sorprendido por sus vestiduras sagradas y concentrado en el combate.
Intentando calmar su palpitante corazón, el guerrero germano observa sorprendido como el mexicali se arroja desde el avión hacia el profundo mar azul, sin mostrar ningún atisbo de duda.
"Maldita sea, ¿es qué vamos a arrojarnos desde aquí?", musito para sí mismo.
-Pues no será por cobardía por la que yo fracase - enuncia en voz alta.
justo en la puerta del avión, antes de saltar, cierra los ojos y da un paso al vacio.
-Madre, protégeme desde los cielos donde descansar - grita casi sin poder escuchar su voz por el descenso. En aquel momento recuerda un viejo poema de su tierra en honor a la familia y a los que nos dejaron atrás. - Desde los cuervos a los lobos, por el bosque más oscuro, no temeré a lo que venga pues he nacido en aquella tierra, y mi hogar no sucumbirá al frío del invierno, protegidos por el muro que alzaron mis ancestros, sin que el hielo nos congele, pues mi fuego está en mí y en la fogata que cuida mi familia.
Cuando estás en medio de pleno rezo, llegas al agua... ya que el helicóptero os había dejado prácticamente a ras del mar, por lo que la caída fue cuanto menos "breve".
Las armaduras rápidamente resonaron con vosotros y os visteis cubiertos por ellas, mientras una extraña fuerza os atraía hacia lo que parecía un templo griego hundido en el mar...
Una vez delante del templo, podíais sentir claramente el choque violento de diferentes cosmos en el interior del mismo... indicando que vuestros compañeros ya han empezado la lucha...
A toda prisa hecho a correr hacia el interior del templo.
Entráis rápidamente al templo y avanzáis en la dirección en la que sentíais los cosmos peleando... justo antes de llegar sentís un gran impacto de energías chocando entre sí... y una de ellas extinguiéndose...
Una vez llegáis a la sala... veis a 4 personas vestidas con armaduras similares a la vuestra delante del cuerpo inerte de lo que parecía ser un Olímpico...
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