Partida Rol por web

-Miauchas gracias, gaticos- dijo Rayas cuando todos estuvieron fuera, mientras el humano, incrédulo miraba a todos los gaticos fuera y pensaba que aquello no quedaría así. Aquel humano se juró y perjuró que cogería a cada uno de los gaticos fugados y los castraría a todos, él siempre fue más de perretes.

El resto de gaticos desconocidos huyó como alma que lleva el diablo a sus respectivos barrios. -Iré yo mismo a informar al coronel Bigotitos de que mi rescate fue un éxito, hasta que nos olamos- Rayas se marchó a buscar a Bigotitos, dejándoos ahí.

Mientras el resto de gaticos salió por el hueco de la valla, yo miré con drama mi pelaje herido. Jack va a descubrir que me escapo cuando el no está...Bueno, o quizá siempre me las puedo ingeniar para cargar con las culpas a esos chuchos sarnosos con los que comparto casa...Esos chuchos...Que una quiere competir conmigo con mi pelaje, la otra tiene los mismos rasgos que la hembra humana en celo, y la última...!La última me robaba la comida! Maldito chucho obeso. Lo suyo si que no son curvas...

Total, que los gaticos acaban saliendo. Se confirma que los gaticos callejeros son ingratos. Se han ido sin siquiera volver la mirada. Niego. Encima que me dejé medio pelaje...

- Me voy a casa...Tengo que buscar una buena escusa para estas heridas...- digo entrecerrando los ojos, como si estuviera oliendo pis de perrete- Nos vemos...- añado con el morro torcido, e igual que Rayas se fue, yo también. Tenía un plan entre manos.

Miró su lomo apenado, le iba a costar dejarse bien el pelaje. Encima quizás, en los pequeños arañazos, le salía pelo blanco. Puso una mueca de horror al imaginárselo, su precioso esmoquin estropeado... Miró a todos lados, los gaticos empezaban a desplegarse.

-Yo...también me voy a casa. Necesito una buena siesta... 

Miró por ultima ve a sus compañeros y se dirigió camino a casa. Ahora estaba muy cansado, pero mañana volvería hacerle la vida imposible a su humana a cambio de whiskas. Era una bonita "relación". 

Poco a poco los gaticos fueron yéndose a sus respectivos hogares, quedándose finalmente la familia que se había formado en la misión de salvar a Rayas.

Por fin a salvo... y juntos -Marfelina no podía dejar de sonreir- Pero... Guts y yo vivimos con humanos y en casas distintas, y mira lo tarde que es. Aunque... como tengo libertad de volver cuando quiera, podríamos acompañar a Guts a su casa, para que no le pase nada a nuestro hijo, y aprovechamos para planificar nuestra vida juntos, dijo la gata mientras acariciaba a Zoe y finalmente a Guts. ¿Qué os parece? 

Estaba jugando a intentar atrapar mis orejas para morderlas cuando Marfe me nombró.

-Ah, uy, esos...se preguntarán que es de mi...-hice una gatuna mueca de indiferencia y seguí a lo mío son total despreocupación.

Cada gato salvado o liberador iba tomando distintos caminos, esperó Zoe a estar mas solo con su nueva familia para hablar, entonces puso su hocico contra el de Marfe y cerró sus ojillos mientras los bigotes de su pareja le hacían cosquillas.

Eres la mejor compañera que un gato pueda pedir, siete vidas se quedan cortas para poder disfrutar a tu lado, aquí y ahora y con nuestro hijo de testigo… prometo mi Marfe cuidarte, buscar cobijo y alimento tanto para ti como para toda nuestra descendencia, prometo amarte hasta el fin de mis días y prometo que desde ahora cada segundo te tu vida tendrás amor, cariño y respeto y jamás volverás a sentirte sola o desamparada.

En una esquina me meto dos deditos de mi zarpa en la boca haciendo un gesto de angustia ante tantas mariposas alreedor de sus adoptivos padres. Primeros signos de la rebeldía de mi pubertad.

Sin que la gata tuviera tiempo a reaccionar, Zoe se abalanzó y le dio un beso a Marfelina -mientras en su estómago sentía cosas que nunca había imaginado, pero que aún así le agradaban-. Después de ese momento que nunca olvidaría, vino otro de igual calibre, Zoe le mostró sus sentimientos hacia ella, a lo que la gata le respondió Sí, quiero...digo...Prometo estar contigo el resto de mis vidas, cuidándote y apoyándote para el bien de nuestra familia.

Por fin tenía una familia de verdad con la cual arroparse y sentirse querida.