Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Con Jimmie eran tres los sheriff que habían aparecido ahorcados en menos de un mes en Llittle Rock, el puesto se había convertido en la "patata caliente" del estado. Todo el mundo sabia que quien hiciese frente a Salazar, acabaría de la misma manera.
El ultimo año había desfilado mucha gente por el pueblo, el cartel de "sin habitaciones" se había hecho un hueco las puertas de los hostales, la mayoría en busca de una nueva oportunidad y oro, y otros buscando el refugio de México para poder asaltar a los pioneros y montaraces.
Y otra vez, estaba el alcalde Abbott, poniendo en el tablón de anuncios el puesto de trabajo que acababa de quedar libre. Despues de poner el cartel entro en la oficina del sheriff para recoger sus cosas. De entre todas las cosas que tenia sobre la mesa, le llamo especialmente la atención unos mapas. Cuando se percato que las celdas no estaban vacias.
Mayor Abbott: Otra vez tú por aquí Steve, asi que fuiste tú el que la monto anoche en el saloon. No nos gustan los charlatanes tramposos como tú por aquí esta sera la ultima vez que te advierta, la próxima vez iras al juez a que dicte sentencia sobre ti.
Steve, tumbado en el camastro apenas se levanto el sombrero para mirar al alcalde, sabia que el Sheriff habia muerto, por lo que no podrian llevarle ante el juez.
Mayor Abbott: Y tú George, cuantas veces te han dicho que no deberías de gastarte el dinero que no tienes, deberias de ser consciente de que ya no trabajas en el saloon y que amanda ya no es tu chica.
George, tampoco miro al alcalde, siguió sentado cabizbajo mientras le sermoneaban.
Mayor Abbott: Tenéis suerte, el sheriff se encuentra indispuesto y no va a poder presentar cargos. Pero os advierto es la última vez que puede ocurrir esto.
El alcalde cogió la llave de las celdas, abrió primero la puerta de George, para acto seguido meter la llave en la cerradura de la celda de Steve, mientras se abria la puerta de la oficina.
Salazar, exclamo el alcalde, ¿que haces tú aquí?.
El mismo que había matado al ultimo sheriff estaba en la oficina junto con 3 bandidos, el mayor y dos presos, uno todavía con el cerrojo echado.
Salazar: Buenos días Alcalde, me alegra de verle, tan ... sano, veo que se cuida bien.
El aire había empezado a soplar con fuerza y hacia que se colase por las ventanas mal cerradas, resonando un silbido.
Salazar: Hemos venido a por algo que fue sustraído de una mala manera por el Sheriff Jimmie, ¿por cierto donde esta?, jajaja jajajaj.
Reía a carcajada con los suyos.
Mayor Abbott: ¡¡Como se te ocurre, maldito!!, mientras dejaba la llave puesta en la cerradura y se dirigía a Salazar, el cual sacaba su revolver y apuntaba al alcalde.
Salazar: Sr, Abbott, solo quiero recuperar lo que es mio y me marchare por donde he venido usted elige como sigue esta historia. Yo recupero mis mapas y me voy, o por el contrario disparo, muere, recupero mis mapas y me voy.
Mayor Abbott: Jamás podrás doblegar la voluntad de la gente libre, que quiere vivir el paz.
Salazar se acerco al Alcalde y golpeo al este quedando inconsciente, cogió los mapas y mientras salia por la puerta miro de reojo a los presos.
Salazar: Muchachos, ya sabéis que hacer.
El día había comenzado bien. Al menos todo lo bien que puede comenzar el día cuando estás preso en la cárcel del condado de un pueblucho de mala muerte en mitad de ningún sitio. El motivo de su encierro involuntario era… En realidad no lo recordaba muy bien. Sí sabía que mezclar cartas y alcohol no era una buena idea, en su caso seguro que no lo era. Vagas imágenes de una trifulca en el saloon eran las postales de recuerdo de su anterior noche. Y así llegó Jimmie con una habitación reservada en su particular hotel. El sheriff no era un mal tipo, duro y severo pero amable y comprensivo. Se marchó pronto, al amanecer a atender unos asuntos junto con dos ayudantes.
Ahora que lo pensaba era raro que aún no hubiese vuelto el sheriff, o alguno de sus ayudantes. Ya habían pasado varias horas sin nadie en la oficina, y eso que había dos inquilinos. Su amigo George estaba en la celda contigua, también había liado alguna en el saloon, la típica noche para recordar durante años, o no. Durante una fracción de segundo hasta sintió algo parecido a la inquietud, sobre todo al tener presente el triste destino de los dos sheriffs anteriores. Oyó pasos en el exterior, pero no eran las pisadas firmes del sheriff ni los arrogantes taconazos de los ayudantes, más bien el crujir de las tablas indicaba que se acercaba un paquidermo con exceso de peso. La oronda figura del alcalde se recortó en el umbral de la puerta abierta. Vio que en la mano llevaba sujeto unos carteles ofreciendo el puesto de sheriff, entonces supo que el sheriff había pasado a mejor vida, sintió pena por él y por su joven esposa, ahora viuda. En ese momento sintió que el día estaba a punto de torcerse, no obstante se quedó en el camastro sin apenas moverse, dejando que el sol que entraba por el ventanuco de la celda meciese su cerebro a la espera de que se le pasase la resaca.
Entonces entró Salazar y el día se arruinó.
Lo que pasó ocurrió en décimas de segundo, o esa fue la impresión que le dio en el momento, todo fue muy rápido. Tal vez un observador independiente con un cronómetro pudiese decir objetivamente cuánto había durado la trifulca. A Steve le dio la impresión de que todo fue fugaz, aunque más tarde se asombrase de la cantidad de acciones realizadas en poco tiempo.
Una micra de segundo después de que Salazar saliese por la puerta George se abalanzó sobre uno de los esbirros. Steve se sorprendió por la velocidad, o anoche no había bebido nada o se le habían pasado los efectos del alcohol de golpe. Dedujo que sería esto último porque él mismo sintió que su mente estaba mucho más despejada. Ya no vio más, era su momento de actuar. El sobre salto que produjo en los otros elementos fue la oportunidad que esperaba Steve para girar la llave y salir de la celda. Se lanzó sobre el rufián que tenía más a mano agarrándole la muñeca en la que llevaba el arma y golpeando su rostro con el codo contrario. A la vez que hacía todo esto había colocado su pierna derecha por detrás de las piernas del tipo y con una levísima presión de su cuerpo le hizo trastabillar y caer. Con lo que no contaba es que no quería soltar la mano en la que el tipo llevaba el revólver y éste le arrastró en su caída. Rodaron los dos por el suelo con la fortuna de que Steve quedó encima del tiparraco. Sólo esperaba que el otro no se decidiese a disparar aún a riesgo de herir a su compañero. Steve le propinó un cabezazo en la nariz, oyó el chasquido de los frágiles huesos al ceder. El hombre quedó inconsciente.
A Steve no le dio tiempo a saborear su victoria de repente un tren de mercancías pasó por encima de él. El otro tipo se había lanzado sobre él tomando carrerilla y utilizando todo su peso en la embestida como si fuese un toro desbocado en un rodeo. El sombrero de Steve salió volando por la habitación. El matón de Salazar quedó encima de Steve lo que hizo que casi perdiese todo el aire de los pulmones, pensó que el tipo pasaba de las doscientas cincuenta libras seguro. Afortunadamente sus brazos estaban libres; Steve sonrió, cerró el puño derecho y dirigió dos rápidos y contundentes puñetazos al rostro del pistolero. Éste ni se inmutó, lo más que hizo fue dedicar a Steve una sonrisa típica de un espécimen con una mente de gama baja y le arreó un golpe en el costado. Steve vio las estrellas, era como si le hubiesen arreado con el martillo de un minero. Sabía que se le iba amoratar toda esa zona, si sobrevivía. Desconcertado Steve volvió a sacudir al tipo en el rostro con una rápida sucesión de puñetazos con ambos brazos; uno, dos, tres y hasta cuatro golpes impactaron en la cara del tipo que no dejaba de sonreír estúpidamente, ese fue el único efecto que consiguió. Inexplicablemente el ciclópeo esbirro se desplomó inerme sobre Steve. Cuando al fin consiguió quitárselo de encima vio a George sonriéndole con cara de mofa mientras dejaba caer al suelo un pesado pisapapeles.
Steve: Muchas gracias, pensé que te habías dormido.
George ayudó a incorporarse a Steve tendiéndole la mano, quien recogió su sombrero del suelo y se lo caló, fue a por su pistolera y se la ciñó en torno a la cintura y el muslo derecho. Luego abrió el baúl donde el difunto sheriff Jimmie guardaba las armas incautadas, cogió su viejo pero robusto y fiable Remington modelo 1858, revisó el mecanismo del tambor, del disparador y el percutor y lo guardó en su funda. Al darse la vuelta vio como George vaciaba el aguado contenido de una escupidera de bronce en la cabeza del alcalde, Steve no pudo evitar una mueca de asco. Tenía que reconocer que Abbott tenía coraje, al menos se enfrentó a Salazar. El Mayor se incorporó y vio todo el desorden a su alrededor y a los tres cómplices de Salazar encerrados en las celdas.
Steve: Aquí ha pasado algo muy raro. Desconozco qué espera Salazar encontrar con esos mapas, o a que se refieren. Por lo que a mi respecta me importa más bien poco, pero si Jimmie los tenía… debía sospechar algo, quizás alguien de su entorno supiese algo o tal vez usted, Abbott.
Steve se sentó con gesto cansado en el borde de una mesa, miró a su alrededor como sopesando algo que estaba mas allá, mas allá del tiempo, más allá de la habitación en la que estaban. Abrió uno de los cajones como sabiendo lo que iba a encontrar. Ahí vio las insignias, estrellas de latón rodeadas de una circunferencia de metal bruñido. Recogió una y se la prendió del chaleco.
Steve: Lo que definitivamente no me gusta es que me intenten matar, y tal vez esto me dé la oportunidad de cierta venganza. Tranquilícese Abbott, venganza dentro del imperio de la ley. Se encogió de hombros y le ofreció una a George.
Su cabeza le daba vueltas. ¿Qué era capaz de recordar de la noche anterior? Recordaba que se sentía frustrado. Primero Amanda se marcho con ese patán del tres al cuarto. Ese esbirro de Salazar. ¿Cómo le llamaban?...¿El holándes?...no....Charles "El inglés" Charmaichel. Ese estúpido y su estúpido acénto. Aunque en cierta manera no podía culpar a Amanda. El había perdido el bar en una mala mano y dsde ese momento todo había ido cuesta abajo. ¡Debía enderezar su vida!. Quizá por eso apareción Steve.
Steve era un buen hombre. Le conocía de su época en la banda de Martson. Los dos erán jóvenes y creían que podían cambiar el mundo. Su mundo. Y para ello nada mejor que "tomar prestado" algo prestado a personas que obviamente tenían demasiado como para preocuparse por unos cuantos dólares. Su padre siempre le decía que los caminos nunca son rectos, siempre se tuercen. Así que cuando la banda se volvío un poco más violenta de los era y empezarón a robar a pobres y ricos por igual, tanto Steve como él decidieron abandonarla. Steve le conto que quería perseguir su sueño y George siempre quiso tener un saloon.
Así, tomando zarzaparrilla, empezó a gestionarse lo que debería ser un plan maestro. Jugarían una partida de cartas con Tommy, el nuevo dueño, y y le harían trampas. Steve haría subir las apuesta y el tonto de Tommy entraría al trapo. Él siempre jugaba todas las noches, tenía un serio problema con la bebida y las cartas. ¡ Un borracho llevando un saloon! Seguro que hay un chiste sobre eso.
Después todo este nublado. Alguién dijo "tramposo". Alguién amenazó a alguién. Alguién saco su pistola. Steve le voló los dientes a alguien. Steve le rompió un brazo a alguien. El sheriff llegó. Y ahora estaban en una celda. "El camino nunca es recto, siempre se tuerce".
Cuando quiso darse cuenta Abbot les estaba hablando. Le dolía demasiado la cabeza para prestarle atención. Pero entonces escucho la voz de Salazar. Y a su lado estaba Charles "El puto inglés y su puto acento" Charmaichel. La sangre le hirvió de ira y cuando vio la oportunidad de saltar sobre uno de los esbirros no lo dudo. Le empujó con todas sus fuerzas, y una combinación cosmica y quizá la pata de conejo que tenía en el bolsillo, hizo que el esbirro chocara contra la pared y que una herradura, muy mal sujeta, le golpera en la cabeza. Uno KO, faltaban dos.
Uno de ellos estaba entretenido con Steve y el grandee estaba esperando a que alguien le sacase a bailar. Intento golpearle, pero era demasiado grande y estúpido. Supo que no quería bailar con él cuando le hizo volar por encima de la mesa del sheriff. Cuando recupero la compostura, pudo ver como a Steve tampoco se le daba bien el baile con alguién tan grande. Busco algo que le pudiera servir como arma y entonces encontró al señor pisapapeles de hierro. Era tan pesado como el tipo y seguro que se llevaban bien.
Golpeo tan fuerte que por un momento pensó que lo había matado. Su amigo termino debajo de la mole y no pudo más que sonreír.
George: ¡Por fin has logrado tu sueño! ¡Tener un tio gordo encima! jejejeje
Mientras devolvía el pisapapeles manchado de sangre a su sitio, Steve le ofreció la una placa de sheriff. Quizá ellos no eran los más adecuados. Al fin y al cabo antes eran forajidos. Pero por otro lado era una oportunidad de recuperar a Amanda, y seguro que el tio Sam pagaba mejor que el viejo McAlister. Estiro el brazo y recogió la placa.
George: El camimo nunca es recto, siempre se tuerce.
Cuando Abbout se recupero y dio cuenta de lo sucedido, tenia sentimientos encontrados. Por un lado pensaba que a lo mejor es lo que necesitaba la ciudad un "par de tipos duros", sin embargo no sabía si iba a poder fiarse de estos dos enturbia pozas.
Tampoco tenia nada mejor en donde elegir, y si se corría la voz en los pueblos de alrededor, de que por tercera vez había una baja en cuerpo de la ley, podrían venir todo tipo de gentuza a la ciudad y se vería obligado a pedir ayuda a los Marshall o a los ranger.
Así que sopeso unos segundos más el panorama y...
Mayor Abbott: Creo que ha llegado el momento de que dejéis de lado vuestras diferencias con la ciudad y os comportéis como caballeros. Esa placa que lleváis os distingue del resto de la gente, y aunque todavía no sé si es buena o mala idea, tendréis que hacer buen uso de ella, por lo que representa y en honor a los que ha representado. Y dejarme daros una advertencia, en el caso de que intentéis aprovecharos de vuestra nueva condición no tendré ningún problema en hablar con el fiscal de Arkansas, los marshal o los mismos indios para poneros en vuestro sitio y no habrá lugar alguno donde podáis esconderos de mi y la ley. ¿He sido lo suficientemente claro?
A lo que los dos nuevos agentes de la ley asentaron, sin rechistar, sabían la responsabilidad que tenían ahora con la ciudad.
Después de la aclaración de los términos, encerraron a los tres seguidores en una celda y a Salazar en la otra. Sabían que Salazar era un tipo duro y que su banda era peor aún, y no se quedaría con los brazos cruzados.
Mayor Abbott: Os recomiendo que enviéis un telegrama urgente al fiscal, para que envíen a los marshall a por estas personas Salazar lo antes posible, no me gustaría que mi ciudad se convirtiese en un campo de batalla. Al menos es lo que yo haria, pero vosotros sabréis ahora sois la ley en little rock.
Ahora era sherif. Eso signifcaba algo, ¿no? Tenía la bendición del governador para dar por culo al inglés. No sería fácil, pero con Steve a su lado seguro que lo lograrían.
Miro a los esbirros encerrados en sus celdas. Y pensó en lo que dijo el alcalde. Sin duda debían llamar al al marshal para que los recogiera. En su época de forajido había realizado unos cuantos rescates similares. No era difícil. Esperabas a que la autoridad fuese a por tus compañeros para trasladarlos y luego tendías una emboscada.
Se giro hacia Steve:
George: ¿Te acuerdas de Red Table?
Sin duda se acordaría. Fue fantástico. Emboscaron a los hombres del sherif y liberaron a sus compañeros. Nadie recibió más daño del necesario. Limpio y rápido. Así debía ser.
Pero primero necesitaban más hombres para preparar la emboscada, y también necesitaban que Salazar se enterase de que van a trasladar a sus compañeros. Puede que no le importe una mierda sus esbirros pero aunque sólo sea por orgullo intentará liberarlos.
El alcalde Abbott estaba hablando y aunque oías sus palabras no era del todo consciente de lo que estaba diciendo. Steve estaba ocupado mientras buscaba entre los papeles del escritorio del sheriff. En realidad ahora era su escritorio, pero estaba aún con las cosas del recientemente fallecido Jimmy. Tal vez encontrasen algo que arrojase algo de luz sobre la situación.
Motivo: Buscar pruebas o documentos.
Tirada: 1d100
Dificultad: 40% - descubrir
Resultado: 65 (fallo)
No encontró nada, documentos de búsqueda, un mapa de la zona con marcas y demás parafernalia burocrática.
Su mente volvió a la realidad cuando escuchó a George hablar de Red Table, sabía qué se proponía y era una idea genial. No era del todo correcto utilizar al marshall del territorio como cebo pero no había otra alternativa. Le dijo a George que se ocupase por el momento de los preparativos, como poner el telegrama y planearlo a grandes rasgos. De los dos, George era el experto en ese tipo de trucos marrulleros, trucos que les había salvado el pescuezo más de una vez.
Mientras tanto Steve se encargaría de buscar más pruebas en la casa del finado, por si hubiese algo. Jimmy vivía en una granja a pocos minutos de Little Rock, iría allí. Se subió a su caballo con los ojos cerrados, siempre sentía vértigo al encaramarse a una montura, una vez arriba se le pasaba pero al subir debía cerrar los ojos debía a su miedo a las alturas.
Mientras bajaba la loma tras la que se alzaba la granja de Jimmy vio a una mujer trabajar con la leña, iba vestida de negro así que supuso que sería la viuda. En estas zonas salvajes y de duros trabajadores apenas había sitio para el duelo, un simple vestido negro servía para marcar el luto pero había que seguir trabajando. Steve se dio cuenta de que tampoco es que hubiese conocido mucho al sheriff Jimmy.
Motivo: ver quién es la mujer.
Tirada: 1d100
Dificultad: 35% - ver
Resultado: 29% (éxito)
Era una mujer joven, no habría cumplido los veinticinco años aún, y de buena figura, desde esa distancia aún no podía ver su cara. No parecía que Jimmy fuese tan mayor como para tener una hija de esa edad, pero es cierto que de ser su esposa la diferencia hubiese sido de casi veinte años. En realidad era algo normal, la supervivencia daba como resultado matrimonios atípicos.
Steve paró su caballo frente a la valla que delimitaba el perímetro, descabalgó y saludo a la dama con un toque en el ala de su sombrero.
Steve: Señora, siento mucho lo de su marido. Soy el nuevo sheriff y me gustaría echar un vistazo a los papeles que su marido pudiese conservar en casa.
Cuando la señora Stinker alzo la vista, diviso a lo lejos a alguien a trote, pero no era su marido, no era la primera vez que sentia ese palpito en el corazon, pensando que podia ser su marido, cuando repentinamente volvia en el recuerdo y le hacia poner los pies en la tierra.
Cuando el desconocido jinete estuvo a su altura la valla, se presento, y desmonto mientras le daba sus condolencias por lo sucedido. No era una situación comoda, para ninguno de los dos.
-Sra Stinker: Le agradezco sus condolencias sheriff, por favor pase le preparare algo de beber mientras conversamo
La mujer le abrio la valla de la propiedad para dirigirse hacia el interior de la casa. No era una casa lujosa y tenia un pequeño granero donde estaban almacenando leña y grano dos trabajadores.
-Sra. Stinker: Pase sheriff, mi marido era muy meticuloso con los papeles, y solia traerse algunos a casa, en la habitacion hay un arcon donde solia dejar armas y papeles, si gusta de ir a echar un vistazo mientras preparo algo de beber.
Steve se acerco a la habitación y abrio el viejo arcón, en el habia un par de revolveres, un rifle y munición para ambas, pero nada más.
Realiza una tirada de descubrir, para ello cuando escribes el mensaje en la parte superior derecha encuentras un icono de un dado, rellenas el formulario y le das a tirar, te dira si has tenido exito o fracaso en tu tirada.
Despues guardas el mensaje y tendria que aparecer un apartado con tu tirada despues de tu mensaje y antes de las notas. Pruebalo.
Marco a todos pero la escena es para el personaje de Steve
Habían divido tareas, mientras Steve se ocuparía de ir a la casa de la viuda a recopilar información, George se quedaría en el pueblo reuniendo hombre y corriendo la voz de la recogida.
Allá donde fuera George siempre encontraba la misma respuesta. Tan solo con escuchar el nombre de salazar les hacia temblar las piernas, incluso alguna mujer cercana se desmayarse
Mientras se le ocurría que hacer se fue a la oficina de correos y telégrafos, para avisar al marshall de la detención de dos componentes de la banda.
Completa la escena y piensa como vas a conseguir hombres para la emboscada.
Cuando Steve entró en la casa pudo ver una estancia amplia que se utilizaba como salón comedor. No era lujosa pero sí estaba decorado con cierto gusto, sin duda el sheriff Tinker le había dejado esa tarea a su joven esposa. La señora Tinker le señaló el dormitorio mientras se retiraba a la cocina. El dormitorio era igualmente sencillo y sólo había una cama, dos mesitas, un armario, una cómoda y el arcón al que se refería la señora Tinker. Sólo había un par de revólveres, un rifle y munición. Sin embargo pudo ver que el fondo tenía distinto color en alguna partes, palpando consiguió retirar un falso fondo. Allí encontró una carpeta de cartón, con diversos papeles. De momento no sabía lo que podrían significar, ya lo analizaría de camino al pueblo.
Salió del dormitorio y vio como la señora Tinker había vuelto de la cocina y colocaba dos vasos de limonada sobra la mesa. La bebida debía estar fría pues se estaban formando gotas de condensación que caía sobre la mesa. Steve dio un respingo al reparar en lo hermosa que era, incluso con los ojos rojos e hinchados por el llanto.
Sra. Tinker: Espero que haya encontrado lo que buscaba.
Steve levantó la carpeta en gesto de asentimiento. Cogió uno de los vasos y lo levantó.
Steve: ¿No bebe usted señora?
Sra Tinker: No tengo el ánimo suficiente, no me cabe nada en el estómago.
Steve dejó el vaso de nuevo en la mesa, y se dirigió a la puerta justo antes de salir se detuvo pero no se dio la vuelta.
Steve: Le juro que haremos pagar a los que mataron a su marido.
Abrió la puerta y se marchó. Se subió a su caballo y puso rumbo al pueblo.
Motivo: Descubrir pistas
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 43 (Exito)